lunes, 26 de julio de 2010

Pessoas

Hablamos tiempo atrás de los seudónimos como forma original y legítima de expresión de la personalidad (si detrás de cada seudónimo hay una obra coherente y sistemática que respalda la personalidad, de forma tal que lo único que queda en discusión es el nombre con que designar a esa personalidad).

En las sociedades modernas, donde los individuos se conectan a través de lazos funcionales, y no mecánicos como en las sociedades tradicionales, cada persona lo es en orden al entorno en que interactúa, es decir, transmite una imagen parcial de su complejidad, reducida a la estricta funcionalidad utilitaria de la relación específica. Así una persona, con su fabulosa gama de matices y de sucesiones, debe diseminarse en muchas personas, o perfiles parciales de persona, a medida que discurre transhumante por los diversos territorios de la vida social.

Puede ser un machista empedernido y grosero sexoadicto en el ámbito de la barra de muchachos que se junta semanalmente en el bar de siempre; y haber sido momentos antes un romántico caballero, gentil y permeable, con la dama a la que corteja; para ser tiempo después un circunspecto marido, ya no tan receptivo a las largas conversaciones, pero que conserva algún tipo de suavidad, vinculada al afecto sincero, al reconocimiento del compañerismo del camino que se recorre de a dos; y ser asimismo un chiquilín enfrascado en armar mecanos o construcciones con los rastis, para deslizar dentro y sobre ellas docenas de autitos de colección en un juego muy serio (como deben ser todos los juegos) con sus hijos, y un padre severo poniendo límites también; y un circunspecto profesional de discreta y formal conversación y hábitos espartanos en la oficina. Sobre todo, en una sociedad signada por lazos funcionales, la persona en cuestión estará definida ante todo por su profesión, y no es casual que sea lo primero que se pregunta a cada cual apenas se lo conoce en el ámbito más general de interacción. También estará definida por su lugar de origen, por su acervo cultural, y por qué no, por sus aficiones deportivas o sus tendencias políticas.

Plataia, de Marta Minujin.


Pero sea cual fuere el nivel ejercido, es seguro que sólo un núcleo muy limitado de personas, demasiado cercano a la cotidianeidad y la historia más prolongada del individuo, puede tener una somera idea acerca de la compleja totalidad que lo caracteriza como tal. Una compleja totalidad que por lo demás es mudable, difusa, oscilante anímica y emocionalmente, circunstancias que han llevado a Schopenhauer a intuir, en una clara baza a favor del nominalismo frente al universalismo reduccionista dominante, que no puede hablarse de "el" hombre siquiera respecto de uno mismo, que es antes bien una sucesión de hombres con un hilo conductor común, marcado por la historia, que no es muy diferente al hilo conductor que en las sociedades tradicionales vinculaba a ancestros con descendientes por la tradición.

El individuo, en tanto, se cuida por parcializar no sólo su curriculum y filiación en cada ámbito en el que penetra, sino también por escoger del abanico de sus habilidades, virtudes y vicios, aquellas piezas que resulten más potables a ese determinado ámbito. Y asimismo, se muestra alerta respecto de los demás individuos, en una actitud que Norbert Elias ha calificado de recelosa, intentando abarcar lo más posible con la escueta información que cada uno permite que el interlocutor posea de sí. Con esa mínima información, trabajando casi como en un aséptico laboratorio, se produce la construcción social de el otro.

Ello da lugar a que se sobrevalore la opinión de los terceros, como referencia que permita "completar la carpeta" que uno mismo viene armando del sujeto causante, y a que se dé demasiada importancia a opiniones parciales o pertenencias difusas o momentáneas a determinado colectivo. Si es gallina o bostero, peronista o gorila, argentino o chileno, mujeriego o pollerudo, ambicioso o conformista, zurdo o facho, etc. etc. etc.


Una vez determinadas dos o tres de las pertenencias difusas, ya el potencial agente de inteligencia (espía siempre está mejor dicho) que es cada uno con los demás en una sociedad determinada por los lazos segmentarios, o sea, en una sociedad recelosa del prójimo, sólo debe combinarse con un par de opiniones de los terceros a que echar mano, para elaborar el perfil que permita al mismo espía construir, en una segmentaria y utilitaria reciprocidad, su propia personalidad parcial, seleccionando aquello que puede ser afín al otro y soterrando lo que puede resultarle repulsivo, o viceversa, siempre de acuerdo con la intención perseguida en el intercambio.

Por ello es que ha ganado tanto protagonismo en las relaciones modernas, y más en aquellas sociedades donde el recelo es mayor, porque mayor es el nivel de conflictividad, de inestabilidad y de variabilidad, la atribución de valor o disvalor a las palabras que definen pertenencias comunitarias, intentando con ello cristalizar a las personas, hacerlas constantes y rígidas como las estatuas, indiferentes al paso del tiempo o a las variaciones sociales. Y consecuentemente, generar nuevos niveles de pertenencia/ajenidad, que tengan un carácter más estable que el acostumbrado (que el efectivamente presente en una sociedad plural).


Han señalado tanto Giovanni Sartori como John Gray la pluralidad social existente en las sociedades postindustriales occidentales, que acarrea un fluir constante de las pertenencias y un carácter efímero y coyuntural de los consensos, determinado por una confluencia de intereses también fugaces, en un marco mayor, un escenario condicionante, cual lo es, la pluralidad de valores inconmensurables entre sí. Es decir, de imposible medición, catalogación, clasificación cualitativa en función de su mérito. Las sociedades modernas se caracterizan precisamente por esa pluralidad. No les es accidental o patológica sino que les es definitoria. Porque a cada paso igualdad y libertad entrarán en conflicto, y los diversos conceptos de cada uno de esos bienes inmateriales entre sí, también. Igualdad y mérito, libertad y orden, por tanto, libertad y paz, igualdad y justicia, y por ende, justicia y paz, etc.

Vuelve a cobrar entonces trascendencia la noción de lo polemológico que formulara a principios de los '80 Julien Freund, y antes que él, fundamentalmente Lewis Coser (1954), y antes que ambos, por supuesto, Aristóteles, que atribuye carácter natural, funcional, intrínseco, al conflicto como forma de estructuración de la sociedad. Los lazos sociales siempre son conflictivos, y su hilo común, la materia prima que permite que la red tejida por esos lazos siga siendo red y no soga de una horca, por ejemplo, es lo que Max Weber llama Einverständnis, el sobreentendido en la aplicación de reglas básicas sobre las cuales se desarrollará cada relación social, y en consuencia, cada conflicto. Reglas básicas que constituyen una conexión oculta, un consenso provisional siempre, y que pueden ser equiparadas con las reglas del juego (por ello toda la teoría del conflicto está tan vinculada con la teoría de los juegos, y más luego, con la concepción lúdica de la existencia que formulara Nietzsche, entendiendo que toda existencia es naturalmente social).

Esas reglas básicas y provisorias indican, por ejemplo, ciertos hilos conductores del conflicto, como puede ser (de acuerdo a la época, el lugar y la sociedad de que se trate) la evitación de los golpes bajos, del ataque por la espalda o a traición, etc., que son los que posibilitan la vida social, que siempre es negociación y tensión, siempre es ejercicio de la voluntad de poder y resistencia a ese poder por otra voluntad dirigida en otro sentido... pero también de poder, evidencia a la que no pudo sustraerse por su honestidad siquiera Michel Foucault, y en plena efervescencia del Mayo francés. Volveré enseguida sobre este punto.

Fernando Pessoa

Fernando Pessoa fue un tipo muy singular. Quizás quien mejor ha entendido el juego de la vida social, y ha trasladado con enorme sinceridad y sensibilidad esa fragmentación del ser en segmentos disociados, en perfiles funcionales, a veces incluso contradictorios, a su propia creación, a la que por lo demás otorgó el carácter sublime de la existencia: "Viver não é necessário; o que é necessário é criar".

Así construyó toda su obra a través de heterónimos, e incluso publicó críticas de sus propias piezas firmadas por otros heterónimos. De ellos, los más conocidos son Ricardo Reis, Alberto Caeiro, Álvaro de Campos y Bernardo Soares, lista a la que yo agregaría al sorprendente Alexander Search, que escribía en inglés, y muy bien por cierto, y con quien mantuvo una profusa correspondencia (es decir, por si no se entendió: se carteaba consigno mismo). Es que Pessoa era absolutamente bilingüe, y no sólo traducía y escribía en inglés sino que podía pensar complejamente en ese idioma. De hecho, la mayor parte de lo que se le publicó en vida fueron colecciones de poesía en inglés. Educado en un colegio británico de Durban (Sudáfrica), tradujo gran parte de la obra de Poe.

En El banquero anarquista, un manuscrito presumiblemente de 1914, Pessoa razona sobre las implicancias últimas de un grupo anarquista que dirige sus esfuerzos a la destrucción de la tiranía manifestada por las ficciones sociales, que crean desigualdades "antinaturales" -el anarquismo de principios de siglo entendía que las únicas desigualdades admisibles eran las determinadas por la Naturaleza, siendo que toda otra obedecía a una institución social, y toda institución social que creara desigualdades era injusta y debía ser destruida para conseguir la libertad del hombre-. Nos dice su personaje:

"En el grupo de propaganda, no éramos muchos; éramos unos cuarenta, salvo error, se daba este caso: se engendraba tiranía. [...] De la siguiente manera... Unos mandaban en otros y nos llevaban por donde querían; unos se imponían a otros y nos obligaban a ser lo que ellos querían; unos arrastraban a otros por mañas y por artes a donde ellos querían. No digo que hiciesen esto en cosas graves; además, no había allí cosas graves en las que hacerlo. Pero el hecho es que esto ocurría siempre y todos los días, y ocurría no sólo en asuntos relacionados con la propaganda, sino fuera de ellos, en asuntos vulgares de la vida. Unos iban insensiblemente para jefes, otros insensiblemente para subordinados. Unos eran jefes por imposición; otros eran jefes por astucia. Esto se veía hasta en el hecho más simple. Por ejemplo: dos de los muchachos iban juntos por una calle adelante; llegaban al fin de la calle, y uno tenía que irse a la derecha y el otro a la izquierda; a cada uno le convenía irse hacia un lado. Pero el que se iba a la izquierda le decía al otro: "Vente por aquí conmigo"; el otro respondía, y era verdad: "Hombre, no puedo; tengo que ir por allí" por esta o aquella razón... Pero al final, contra su voluntad y su conveniencia, allá se iba con el otro hacia la izquierda... Esto ocurría una vez por persuasión, otra por simple insistencia, una tercera por otro motivo cualquiera, y así sucesivamente... Es decir, nunca por una razón lógica; había siempre en esta imposición y en esta subordinación algo de espontáneo, como instintivo... Y como en este caso tan simple, en todos los demás; desde los menos a los más importantes.
[...]

"Fíjese bien que esto ocurría en un grupo pequeño, en un grupo sin influencia ni importancia, en un grupo al que no le estaba confiada la solución de ninguna cuestión grave o la decisión sobre ningún asunto de peso. Y fíjese que ocurría en un grupo de gente que se había unido especialmente para hacer lo que pudiese por el anarquismo, es decir, para combatir, en la medida de lo posible, las ficciones sociales, y crear, en la medida de lo posible, la libertad futura.
[...]

Anarcokupas en Barcelona


"Un grupo pequeño, de gente sincera (¡le aseguro que era sincera!), establecido y unido expresamente para trabajar por la causa de la libertad, había conseguido, al cabo de unos meses, solamente una cosa positiva y concreta: engrendrar entre ellos tiranía. Y fíjese qué tiranía... No era una tiranía derivada de la acción de las ficciones sociales, que, aunque lamentablemente, sería disculpable hasta cierto punto, aunque menos en nosotros, que combatíamos esas ficciones, que en otras personas; pero, en fin, vivíamos en medio de una sociedad basada en esas ficciones y no era enteramente culpa nuestra si no podíamos escapar completamente a su acción. Pero no era eso. Los que mandaban en los demás, o los llevaban a donde querían, no lo hacían por la fuerza del dinero, o de la posición social, o de cualquier autoridad de naturaleza ficticia, que se atribuyesen; lo hacían por algún impulso del tipo que fuera ajeno a las ficciones sociales. Quiero decir, esa tiranía era, con relación a las ficciones sociales, una nueva tiranía. Y era una tiranía ejercida sobre gente esencialmente oprimida ya por las ficciones sociales. Una tiranía, además, ejercida entre ellos por gente cuya sincera intención no era sino destruir la tiranía y crear libertad.

"Ahora aplique usted el caso a un grupo mucho mayor, mucho más influyente, que trata ya de cuestiones importantes y de decisiones de carácter fundamental. Ponga ese grupo encaminando sus esfuerzos, como el nuestro, a la formación de una sociedad libre. Y ahora dígame si a través de ese cargamento de tiranías entrecruzadas entrevé usted alguna sociedad futura que se parezca a una sociedad libre o a una humanidad digna de sí misma...
[...]

"Es curioso, ¿no? Y vea que hay puntos secundarios también muy curiosos... Por ejemplo: la tiranía del auxilio. [...] Había entre nosotros quien, en vez de mandar en los demás, en vez de imponerse a los demás, los auxiliaba en todo cuanto podía. Parece lo contrario, ¿no es cierto? Pues vea que es lo mismo. Es la misma nueva tiranía. La misma manera de ir contra los principios anarquistas.
[...]

"Auxiliar a alguien, amigo mío, es tomar a alguien por incapaz; si ese alguien no es incapaz, es o hacerlo tal, o suponerlo tal, y esto es, en el primer caso, una tiranía, y en el segundo, un desprecio. En un caso se cercena la libertad de otro; en el otro caso se parte, por lo menos inconscientemente, del principio de que el otro es despreciable e indigno o incapaz de libertad".


(Fernando Pessoa, El banquero anarquista y otros cuentos de raciocinio, Alianza Editorial, Madrid, 2008 -trad.: Miguel Ángel Viqueira-, pp. 31-35).



jueves, 22 de julio de 2010

Descontrol Machete



Un desarrollo tragicómico.

El desarrollo, en el oficio de la escritura, es el vínculo, más o menos tortuoso, o más o menos delicioso, entre la introducción y el desenlace. No se trata en este caso de hacer alusión al desarrollo como una especie de sinónimo del avance tecnológico de la civilización según un decurso progresista occidental, porque, como se verá enseguida, esta tragicomedia versa casi diametralmente sobre el caso opuesto.

No es ninguna novedad señalar que el África Subsahariana constituye un caso perdido de la humanidad en su aspiración de bienaventuranza terrena, a través del progreso moral y material que idealmente otorga la civilización desarrollada por un hombre estrictamente racional.

Lejos -no mucho, pero algo es algo- del exterminio de los gorilas (gorilla gorilla gorilla) en el África Ecuatorial, transformados en objeto comestible por los contemporáneos habitantes de la naciones emancipadas y autodeterminadas, fundamentalmente Camerún, Gabón, Guinea Ecuatorial y República del Congo, que ocupan los puestos 142º, 118º, 116º y 140º en el Índice de Desarrollo Humano mundial, según informa National Geographic. Una plausible justificación está dada por lo voluminoso de los especímenes, que llegan a pesar entre 140 y 200 kgs., y pueden por tanto completar satisfactoriamente las dietas de las comunidades tribales de los bosques tropicales. Una cuestión más perturbadora, en cambio, la señala la circunstancia de compartir el gorila con la especie humana casi el 98% del ADN, y ser entonces nuestro pariente más próximo, luego de dos especies de chimpancés.

De los chimpancés, precisamente, de la manipulación, comercialización y consumo de su carne en los populosos "mercados de carne" emplazados en gran parte de las ciudades africanas, ha pasado el Virus de Inmunodeficiencia en Simios (VIS) al ser humano, y mutado en nuestro ya trágico VIH. En Swazilandia, a pasitos de los monumentales estadios del reciente mundial de fútbol, el 40% de la población tiene SIDA, y la expectativa de vida es menos que medieval: de 37 años, frente a los 61 años que registraba el mismo país a principios de los '90. El otro enclave étnico sudafricano, el simpático Lesotho, del que una publicidad nos comentara la pasión por la selección argentina, registra una tasa no menos alarmante, del 31%, con una expectativa de vida de unos 45 años (difícilmente muchos de los que participaron como extras en el corto llegue a ver el próximo mundial). Swazilandia ocupa el 133º lugar en el Índice de Desarrollo Humano y Lesotho el 137º.

Demostrando que esas minucias no los impresionan, en la vecina República Democrática del Congo (ex Zaire, ex Congo Belga o mejor dicho, dominio personal del rey Leopoldo de Bélgica) los guerrilleros del RCD-Goma, del RCD-N, del MLC y de la guerrilla hutu ruandesa han decidido cortar por lo sano y directamente comerse a los pigmeos de las zonas próximas a Beni. A lo largo de nuestras vidas hemos visto crueldad, masacres, genocidio, pero nunca hemos visto que se cace y se coma a seres humanos como si fueran animales, como ha ocurrido recientemente”, ha dicho a Survival International Sinafasi Makelo, portavoz de los mbuti. Asimismo, el alimento es compartido, aunque con cuestionable sentido "solidario", con los parientes de las víctimas canibalizadas: según la Organización Médicos Sin Frontera, "varios pigmeos (refugiados en MSF) aseguraron que los rebeldes violaron a las mujeres ante sus maridos e hijos para después asar a las víctimas y obligar a sus familiares y otros prisioneros a comer la carne". El Congo belga ocupa el puesto 167º entre las naciones del mundo en el Índice de Desarrollo Humano.


Kenia hoy


Esta breve reseña de calamidades, formulada sólo a efectos contextuales, nos permite hablar de Kenya (o mejor Kenia, ya que estamos podridos de la nueva toponimia snob) que, como dijimos, está lejos -aunque no tanto- de los mercados de carne, de los asaditos de gorila y de las masacres caníbales perpetradas contra los pacíficos pigmeos de Beni. Kenia tiene un Índice de Desarrollo Humano menor que el de Camerún, Gabón, República del Congo, Guinea Ecuatorial, Swazilandia y Lesotho. Ocupa el puesto 146º.

Será por abstenerse de probar la carne de parientes y otros homínidos, que un keniata promedio accede a entre 300 a 650 calorías diarias menos que un morocho de cualquiera de los otros países mencionados, lo cual de por sí es una cagada, pero qué se le va a a hacer, "muertos de hambre pero no esclavos", diría el eslogan... Los 2 televisores cada 100 habitantes de que disponen (y bien baqueteados ellos; nada de TV digital o decodificadores gratuitos como en el paraíso victorista) permiten estimular la vida comunitaria, ya que 50 keniatas deben amucharse diariamente en la choza del feliz poseedor para ver la novela del momento. Eso sí, nada de comentarla por teléfono entre una choza y la otra, porque sólo 1 de cada 100 habitantes disponen de ese genial avance de la técnica, incorporado a la vida humana hace nada más que un siglo.



Kenia 2007



Los keniatas sin embargo fueron los precursores de la guerra de emancipación contra el colonialismo europeo en África. Eso sí, siempre matizada con las ya ominosas contradicciones que saturan cualquier texto de análisis revolucionario, de este y de aquel lugar del Atlántico.
En el seno de la tribu Kikuyu (un cuarto de la población de Kenia) comenzó a generarse el sentimiento de agravio frente a los colonos europeos, por una cuestión de proximidad: sus tierras lindaban con la capital Nairobi, donde podían apreciar la riqueza y prosperidad de los blancos (unos 55.000 europeos, seguidos por unos 165.000 asiáticos); así como en otro punto con las llamadas Tierras Altas Blandas, donde los colonos habían establecido sus pujantes granjas. En contraste, el deterioro de la reserva de tierra donde radicaban los kikuyu, saturada y extenuada por el cultivo abusivo y la falta de rotación, ya no podía soportar una población con altísima tasa de fecundidad que se expandía más rápido que los recursos. 

En 1947 Jomo Kenyatta (seudónimo de Kamau wa Ngengi) crea la Unión Africana de Kenia (Kenya African Union, KAU), partido legal que a partir de 1952 comienza a servir de pantalla a un movimiento secreto conocido como Mau Mau, que tenía por objetivo expulsar a los colonos blancos, extender el proselitismo a la totalidad de los kikuyu, y erigir a Kenia en un Estado independiente, dominado por esa etnia.



Mau Mau



El "ala activa" del movimiento Mau Mau se autodenominaba "Ejército de Liberación", y contaba con 12.500 guerrilleros con bases en las zonas montañosas de Aberdare. A su vez, esa fracción era apoyada por un "ala pasiva" en la zona de reserva kikuyu y en Nairobi, con unos 30.000 efectivos cuya misión se centraba en proveer alimentos, fondos, logística, inteligencia, reclutas y armas a la guerrilla.

Solamente unos 1.500 insurgentes tenía para ese entonces armas de fuego. El resto se valía de palos, cuchillos, lanzas, machetes y hachas. Pero también utilizaban encantamientos y hechizos, de cuyo poder mortífero estaban convencidos. El proselitismo sobre el resto de los kikuyu (o sea, sobre los otros 1.480.000 individuos de la etnia) se encaró muy "a la africana", aunque esos métodos han sido vistos en Latinoamérica también. Es decir, mediante la coacción a prestar juramento de fidelidad y cooperación (entre los kikuyu el arma de los hechizos seguramente era bastante efectiva para esos menesteres), y más frecuentemente, mediante la intimidación física directa, como veremos más adelante.






Desde octubre de 1952 a febrero de 1953 la guerrilla logró éxitos iniciales, asesinando a 9 europeos, 3 asiáticos y... 177 africanos con relativa impunidad. El 20 de marzo de 1953 los revolucionarios dieron su mayor golpe: coparon la estación policial de Naivasha, matando a 2 agentes, alzándose con 47 armas y liberando a 173 detenidos. Paralelamente otro contingente de 1.000 efectivos atacó la aldea kikuyu (sí, leyó bien) de Lari, al norte de Nairobi, y masacró a 80 personas, mujeres y niños en su mayoría, mutiló a machetazos a otras 31 y a 100 cabezas de ganado, y quemó 200 chozas, como parte del mencionado "proselitismo por intimidación".  

A partir de entonces, los horripilantes ataques a seres humanos (kikuyu en su mayoría) y las mutilaciones se convirtieron en una marca distintiva de la campaña Mau Mau. El libro Guerra de guerrillas (Ed. Fernández Reguera, Bs. As., 1987, pp. 69-70) puntualiza al respecto: "Ciertamente, lo que se supuso fuera una campaña contra las autoridades coloniales y colonos blancos pronto degeneró en una guerra civil entre kikuyus. La razón consistía en que los Mau Mau carecían de genuino apoyo popular. La campaña guerrillera no suscitó adhesiones más allá del círculo tribal y aun dentro de la tribu había oposición sustancial a sus métodos y objetivos, especialmente de parte del sector cristiano y de las personas de más edad. Casi todos los Mau Mau eran kikuyus, pero los guerrilleros lograron atraer a sus filas un total de 15.000 hombres, mientras la Guardia Nativa Kikuyu, establecida por lo británicos, contaba, en 1953, con 20.000 voluntarios".






A mediados de 1954 los Mau Mau habían perdido la iniciativa, y estaban cediendo terreno. Las fuerzas de seguridad lanzaron la operación urbana Anvil en Nairobi, consistente en un acordonamiento y búsqueda, que insumió un mes, y que empleó informantes con el rostro cubierto que identificaban con el dedo a los Mau Mau de entre los 16.500 sospechosos detenidos en la acción. Aniquilada el "ala pasiva" en la capital, los insurgentes escondidos en la selva quedaron aislados y desprovistos de provisiones. Asimismo, se relocalizó a los kikuyus leales a las autoridades, para evitar fueran obligados por la guerrilla a prestar colaboración. 
Para fines de 1955 no quedaban más de 2.00o combatientes en toda Kenia, y habían dejado de ser una amenaza real. 

El balance final de esa aventura arrojó que los Mau Mau mataron a 2.000 civiles y 600 miembros de las fuerzas de seguridad, casi todos kikuyus, pero soportaron en cambio 11.500 bajas, sin conseguir ganar siquiera un apoyo significativo de la tribu kikuyu para desalojar a los colonos y sojuzgar al resto de las tribus keniatas.



Jomo Kenyatta



En medio de todo ello, el gran inspirador del movimiento de liberación Mau Mau, Jomo Kenyatta, estuvo preso entre octubre de 1952 y 1959. Luego, en mayo de 1963, fue elegido Primer Ministro por la Kenya African National Union (KANU), para dirigir el proceso autonómico iniciado por los propios ingleses, que no ocultaban su impaciencia por abandonar África a su suerte. Para ese entonces, ya maduro y curtido por la prisión y el confinamiento, Kanyatta pidió a los colonos blancos que no abandonaran Kenia y bregó por la reconciliación nacional, y se ganó el título de mzee (hombre mayor, u hombre sabio, en swahili).

El 12 de diciembre de 1963 se declaró la independencia de Kenia, y Kenyatta pasó a ser Presidente, cargo que ocupó hasta su muerte, 15 años después. Como presidente, mantuvo a muchos de los funcionarios coloniales en sus puestos, y solicitó la ayuda militar británica para sofocar rebeliones somalíes en el Nordeste y un alzamiento en la propia Nairobi en 1964. Se lo reconoció como un líder inflexible, muy duro con la oposición (que lo acusó de persecuciones y algunos asesinatos) pero confiable para el exterior, que pronto acudió con inversiones en el joven país.

Su muerte, el 22 de agosto de 1978 en Mombasa, dejó a Kenia sumida en conflictos y rivalidades étnicas. 

Fue sucedido por Daniel Arap Moi (1978-2002), que estableció un régimen de partido único con fuertes medidas represivas, y contando con la tenaz oposición de la etnia kikuyu. El retiro de inversiones externas provocó una fuerte recesión económica. Siempre se lo acusó de manipular las sucesivas elecciones que lo ratificaron en su cargo, atizando para ello las rivalidades étnicas (en todas hubo muchas muertes violentas), a lo que se sumó una vampiresca corrupción. 



Moi



En 2002, finalmente, debió dejar el cargo, y su sucesor, Uhuru Kenyatta, hijo de Jomo, perdió las elecciones en los que fueron considerados los primeros sufragios libres en la historia de Kenia.

En la actualidad residen en Kenia solamente 5.000 keniatas blancos de origen europeo, la mayoría de ellos, en Nairobi. Aun pese al exiguo número, es la cuarta población blanca de origen africano, luego de Sudáfrica (4.300.000), Zimbabwe (ex Rhodesia del Sur, 100.000) y Namibia (95.000).

martes, 13 de julio de 2010

13 de Julio: Efemérides de roja sangre

CALVO SOTELO.

El 13 de julio de 1936 moría asesinado, por los propios agentes de seguridad de la República Española –que precipitadamente se encaminaba hacia el terrorismo de Estado-, entre los que se contaba personal de la propia custodia del Presidente del Partido Socialista Obrero Español (y activo protagonista de la revolución de izquierda desatada en 1934 ante el triunfo electoral de la derecha), el diputado conservador José Calvo Sotelo, líder de la oposición parlamentaria al gobierno de coalición marxista español de entonces.



El 12 de Junio de 2010, el medio español Minuto Digital consignaba en su Editorial:

En la madrugada del 13 de julio de 1936 un grupo de guardias de Asalto y militantes socialistas, dirigido por el capitán de la Guardia Civil Fernando Condes, que se encargaba de la instrucción militar de la “motorizada”, guardia pretoriana del dirigente del PSOE Indalecio Prieto, detuvo a Calvo Sotelo en su domicilio y le introdujo en el interior de una camioneta de la guardia de Asalto donde Luis Cuenca, militante de las Juventudes Socialistas y también guardaespaldas de Indalecio Prieto le asesinó a sangre fría disparándole dos tiros en la nuca. Inmediatamente después del asesinato el capitán Condes, que fue reconocido por la viuda de Calvo Sotelo, estuvo oculto por una noche en casa de la diputada Margarita Nelken.


La Pasionaria


Previamente Calvo Sotelo había sido amenazado de muerte en sede parlamentaria por [la diputada del Partido Comunista de España] Dolores Ibárruri La Pasionaria (16 de junio, en que había dicho en pleno, luego de una alocución parlamentaria de Calvo Sotelo, “Este hombre ha hablado por última vez”), e indudablemente por [el diputado socialista] Ángel Galarza (1 de julio).

Galarza mantuvo un curioso intercambio con el presidente de la Cámara de Diputados, cuando éste le dijo “La violencia, Sr. Galarza, no es legítima en ningún momento ni en ningún sitio; pero si en alguna parte esa ilegitimidad sube de punto es aquí. Desde aquí, desde el Parlamento, no se puede aconsejar la violencia. Las palabras de S.S., en lo que a eso respecta, no constarán en el Diario de Sesiones”. A lo que Galarza, en inequívoca amenaza respondió: “Yo me someto, desde luego, a la decisión de la Presidencia, porque es mi deber, por el respeto que le debo. Ahora, esas palabras, que en el Diario de Sesiones no figurarán, el país las conocerá, y nos dirá a todos si es legítima o no la violencia”.

Posteriormente los dos líderes del PSOE se pronunciaban sin lugar a dudas sobre el significado del crimen. Indalecio Prieto escribía el día 14 de julio en “El Liberal”: “La trágica muerte del Sr. Calvo Sotelo servirá para provocar el alzamiento… Será una batalla a muerte, porque cada uno de los bandos sabe que el adversario, si triunfa, no le dará cuartel”. Largo Caballero [Ministro de Trabajo, llamado “el Lenin español”, por estar en pro de la Sovietización] iba más allá y el 16 de julio de 1936, en el diario socialista Claridad aprobaba los métodos terroristas y violentos, cualquier cosa menos la democracia: “La lógica histórica aconseja soluciones más drásticas. Si el estado de alarma no puede someter a las derechas, venga, cuanto antes, la dictadura del Frente Popular. Dictadura por dictadura, la de izquierdas. ¿No quiere el Gobierno? Pues sustitúyale por un Gobierno dictatorial de izquierdas… ¿No quiere la paz civil? Pues sea la guerra civil a fondo. Todo menos el retorno de las derechas.”

Calvo Sotelo, junto a Gil Robles eran los líderes más importantes y populares de la oposición al Frente Popular. Calvo Sotelo cayó asesinado sin haber tenido participación alguna en el llamado ‘Alzamiento Nacional’.



Jurisconsulto de fuste, reconocido demócrata (que no era poca cosa en esos tiempos) fue autor, como director general de la Administración en 1924, del Estatuto de Municipios, cuyos aspectos más relevantes, según consigna Wikipedia, eran:

  1. El deseo de democratizar la vida local. Para ello se rebajaba el voto a los 23 años; se establecía la representación proporcional en los ayuntamientos; se otorgaba el voto a las mujeres emancipadas y cabezas de familia ("entre todas las innovaciones del Estatuto acaso sea esta la más interesante y trascendental", afirmaría Calvo Sotelo, que no consiguió que el Directorio Militar reconociese el derecho a votar a todas la mujeres, pero que consideraba que lo importante era haber logrado dar el primer paso); se garantizaba el secreto del voto mediante cabinas; se establecía el referéndum municipal para ciertas cuestiones, incluida la remoción del alcalde... No obstante, no todos los concejales se elegían por sufragio, sino que proponía que una tercera parte de los concejales fuesen corporativos.
  2. El aumento de las competencias y obligaciones de los municipios, que podían organizarse según lo desearan, optando por fórmulas que iban desde el concejo abierto al régimen de carta. Los municipios podrían mancomunarse libremente incluso aunque pertenecieran a distintas provincias, y también fusionarse o separarse con permiso de las respectivas diputaciones provinciales. Entre sus nuevas competencias se hallaba la capacidad para construir ferrocarriles, abordar empresas urbanísticas, "acordar la municipalización, incluso con monopolio, de servicios y empresas que hoy viven en un régimen de libertad industrial", a cuyo efecto se permitirían las oportunas expropiaciones. Entre sus obligaciones se recogía la de secundar las leyes sociales sobre casas baratas, retiro obrero y seguros de enfermedad; la de facilitar locales para escuelas y vigilar la asistencia a la misma, así como el cuidado de la higienes, la repoblación forestal, etc.
  3. La reforma de la Hacienda municipal, desarrollada por Antonio Flores de Lemus, que preveía la formación de presupuestos extraordinarios para impulsar iniciativas de interés público, permitiendo a los ayuntamientos la emisión de deuda para hacerles frente. Al mismo tiempo se aumentaban sus recursos ordinarios y se creaba un arbitrio sobre los terrenos incultos o deficientemente cultivados.

En 1931 declaró como una de sus preocupaciones respecto del nuevo parlamento republicano, que se convirtiera en una cámara radical y sectaria: “Si en el Parlamento español llegan a dominar los elementos extremistas, surgirán días trágicos para España. Y eso es indispensable impedirlo, cueste lo que cueste [...] Los exclusivismos en política conducen siempre a las hecatombes”.

También compendió una parte fundamental de su ideario político:

“Soy avanzado en materia social y económica, mas no profeso el marxismo; [...] porque estimo esencial para el progreso humano el desenvolvimiento y difusión de la propiedad privada, y, en último término, porque hallo vital e insustituible el fervor religioso en la ordenación económica de la vida social. Pero frente a la propiedad hay que exaltar, como fuente suprema de derechos y prerrogativas, otro principio: el trabajo. “El impuesto progresivo sobre la renta, la universalización -en riesgos y beneficios- del seguro social, el salario familiar, los arrendamientos colectivos de las fincas, el accionariado obrero, la limitación de los poderes financieros oligárquicos, etc., son postulados de mi ideología”. [Diario La Región, 21 Junio 1931].

En 1933 dejará trasuntar, con florida pluma, su angustia ante la acometida fratricida de gran parte de la “intelectualidad” de las izquierdas:

“…Pero esa fraternidad no cuenta para los hombres fríos e implacables que ahora dominan. Sus plumas enconadas mojan en toda suerte de hieles: la hiel de la envidia, en aquellos soliloquios de antaño que incubaron el despecho; la hiel de la soberbia, en estos pseudodiálogos de hogaño, presididos por el látigo. Su musa es salobre y, por ende, estéril. Donde toca, brota el incendio que devasta en vez de purificar: llamas rojas de codicia, llamas vivas de angustia, llamas crepitantes de iracundia. El reguero es ceniza, desilusiones, estertores, miseria. Más encono en las pasiones, más pavor en los presentimientos, más dureza en el trato, más distancia entre las clases, más barbarie en la atmósfera... ¿Adónde vamos, adónde se nos lleva? Venimos de la Fraternidad y se nos quiere conducir al canibalismo demagógico. Para ello, el desmoche implacable, calenturiento, que poco a poco va sofocando la cordialidad, la efusión, todo aquello, en fin, que gozado es el encanto de la vida, y perdido, su maldición”.


Monumento a José Calvo Sotelo en la Plaza de Castilla de Madrid.


ARNALDO OCHOA SÁNCHEZ

Coincidentemente, también un 13 de Julio, pero de 1989, moría fusilado en Cuba el general más condecorado de la historia del castrismo, integrante de la columna al mando de Camilo Cienfuegos, luego entrenado militarmente en Checoslovaquia y la Unión Soviética, combatió en Bahía de los Cochinos, en Venezuela (donde mató a varios soldados venezolanos), en Angola (fue jefe de la Misión Militar Internacionalista en África), y coordinó las acciones de las guerrillas comunistas en América Latina, a través de sus opciones de foquismo, guerrilla urbana, entrismo e infiltración.

Miembro del Comité Central del Partido Comunista, fue ungido con la máxima condecoración revolucionaria, la de “Héroe de la República de Cuba”.

El 12 de Junio de 1989 fue enjuiciado por alta traición, acusado de narcotráfico, y tras un mes de juicio popular, en que se reconoció culpable y pidió para él la pena de muerte, fue fusilado por decisión de un Tribunal Militar Especial en la Causa Nº 1/89, junto a otros tres imputados, entre ellos, el coronel Antonio de la Guardia.

Es sabido, a estas alturas, que esas ardientes confesiones y enfáticos pedidos de pena de muerte para uno mismo resultan poco confiables en regímenes como el cubano, en los cuales los resultados de los procesos no difieren mucho de aquéllos que en Salem se llevaban adelante por brujería.

También resulta llamativa la acusación de narcotráfico (completada, para acentuar el dramatismo escenográfico, de similares inconductas con diamantes y con marfil), cuando el mismo es hace décadas la principal fuente de financiamiento de la guerrilla que subsiste en América Latina, en la selva colombiana. Se ha señalado al respecto que un juicio rápido y expeditivo, con condena de muerte inapelable y notorios chivos expiatorios, podía ser una salida elegante a las acusaciones de Washington acerca del papel de Cuba en el narcotráfico internacional, a través de Varadero, y que ha reconocido hasta el propio Pablo Escobar (La Nueva Cuba, 3 Septiembre 2006).

Antes bien parece –y la fecha también resulta sugestiva, por la proximidad con la caída del Muro de Berlín y el fin de la bipolaridad mundial- una de esas características purgas soviéticas, llevada a cabo por Fidel Castro para allanar el camino de su autocracia post-soviética (para algunos) o por meros celos de protagonismo y legitimidad (para otros), o bien por ambas cosas, sumadas a intereses económicos en negocios turbios (para los más).

Al respecto consignaba Norberto Fuentes –que como corresponsal periodístico acompañó a Ochoa en sus incursiones en el extranjero- en El Nuevo Herald (11 Julio 1999): “Sin embargo, muchos analistas de la realidad cubana sostienen que los cargos de narcotráfico encubrían acusaciones más graves: según esta tesis, Ochoa y De la Guardia fueron fusilados porque eran vistos como los líderes en potencia de unas fuerzas que podrían disputarle el poder absoluto a Fidel Castro”.

Y también, 10 años antes, casi casi sobre el tambor, el mismo autor escribía: “Ahora, con los cadáveres de los cuatro compañeros que han sido fusilados, todavía insepultos y botando humo, estamos en el plano inclinado que conduce al país del que nunca escaparemos, de nuestras fleteras baratas y alardosos buscavidas, y Fidel Castro, el hombre que una vez estuvo sentado en el trono milenario de Haile Selassie, mientras las tropas desfilaban en su honor, convertido en una caricatura de él mismo, criminal desnudo”.

Arnaldo Ochoa Sánchez durante el "juicio especial"

martes, 6 de julio de 2010

Anónimos


Evidentemente, en un entramado político huérfano de doctrina, de plan y de estilo, carente de un liderazgo basado en el carisma o en la superioridad y la idoneidad, y sin capacidad de consolidarse con base en la eficacia real de su gobierno sobre la gente (muy por el contrario, aplicando una presión impositiva inaudita, propia de país escandinavo, con servicios a cambio propios de país subsahariano, el crecimiento de las mafias y de la droga, las muertes y violaciones de cada día, la impunidad y las puertas giratorias de las comisarías, la inflación creando pobres todo el tiempo –y lo peor, pobres aunque trabajen, y con jornadas cada vez más largas, y con mayor precarización-, la distancia cada vez mayor de la dirigencia con el pueblo, la privatización de la asistencia en organizaciones paraestatales violentas y coercitivas con el necesitado, etc.)…

…En un entramado político que en definitiva es un hato de oportunistas con una sola aspiración: la creación de una oligarquía de reemplazo, a la latinoamericana bananera, conformada por las bandas de advenedizos que, prestos a servir a cualquier bandera y aprenderse todas las marchitas si es necesario, necesitan acumular ingentes fortunas, quedarse con los bienes del Estado, sumar hectáreas de tierras fértiles en medio de la pampa húmeda o frente a turísticos glaciares, a precio de quiebra, para consolidar un poder económico que les permita, en un futuro cercano, eludir las naturales consecuencias jurídico-penales y de tal forma, establecerse como nuevo factor de poder estable, sustentado en la ley del billete…

…En un entramado político así, la banda de advenedizos no necesita de militancia sino de empleados. No existe en el horizonte siquiera la posibilidad remota de concebir que la actual auto-denominada militancia tenga en un futuro en el llano, en el desierto del aguante y la carencia de la ambrosía de la Caja, algún tipo de permanencia, porque no hay una sola idea superior que la convoque, ningún alto objetivo. La mezquindad y cortedad de miras de los jefes políticos se derrama a toda la estructura, y entonces tenemos toda una estructura motivada exclusivamente por el billete.

Una receta así, que sustituye la política como arte de movilización y de trascendencia colectivas, por la economía clientelar, debe ser acompañada de un adecuado y aceitado sistema de recaudación espuria paralela…

…Paralela como la vergonzosa maquinaria de negocios personales entre autoridades de Argentina y de Venezuela, triangulados muchas veces también con Ecuador y con Panamá, confundiendo siempre (toda una característica) lo público con lo privado, los intereses del Estado con los de unos cuantos funcionarios que por casualidad han venido a usurparlo, y que por supuesto, de la confusión, terminan ganando parasitariamente los recursos de la comunidad. Porque el Estado es un difuso indefenso, que eso sí, produce mucha guita por el aporte de todos los habitantes, mientras que los privados que de él se aprovechan son individuales y concretos, y se hacen de los medios para su propia defensa el día en que la cuerda del poder se les termine.

Y el sistema de recaudación paralela se sostiene sobre la mayor incapacidad personal de los recaudadores. La incapacidad siquiera para atisbar las barbaridades que sus jefes políticos les ordenan llevar a cabo. Lo insensato que es viajar con valijas rebosantes de plata, y chapear con un carnet de subsecretario de Estado en los aeropuertos. Lo insensato que es sentarse en la silla de la máxima autoridad estatal con gravitación sobre una determinada actividad sectorial extremadamente compleja sin haber terminado la secundaria, apremiados por el único objetivo de “pagarse la silla”. Lo insensato que resulta confiar simplemente en los pactos de silencio con la prensa para construirse palacios de millones de dólares, comprar estancias, yates, aviones privados, playas en Brasil, hoteles de lujo o lo que sea, tornando la exigencia constitucional de la “austeridad en los actos de gobierno” en una suerte de charada sumamente jocosa.

En fin, un entramado político donde la militancia se sustituye por mercenarios rentados, donde cada “adherente” debe tener un carguito, y donde el dinero de la gente guarda un exclusivo carácter instrumental a favor de los intereses particulares de los oportunistas y advenedizos de la banda política de turno, donde asimismo se premia al inepto porque es el que menos pregunta y menos cuestiona, y el que más temerario resulta para cumplir con el dirty work encargado…

…Un entramado político así, no puede menos que reclutar para sus más diversas tareas a tipos muy básicos y vulgares, y la militancia no puede ser otra cosa que un trabajo rutinario y burocrático, tan metódico como mediocre. Si las figuras rutilantes del entramado son personas con una carencia intelectual y espiritual tan manifiesta, uno puede rápidamente colegir el deterioro progresivo, hasta la decrepitud conceptual y moral, que se da en los escalafones inferiores de esa organización.


Avisos Ofrecidos: Mercenario francotirador de teclado se prostituye a cambio de empleo público.


Hace un tiempo se le ha ocurrido al entramado, a la banda, que el gramscismo de entrecasa que aplica en cada discurso, en cada acto público (aún, o sobre todo, aquéllos que le pertenecen al pueblo argentino todo, y no a una facción sesgada y odiadora), en cada publicidad televisiva soviéticamente impuesta por el monopolio de las emisiones de fútbol, en cada programejo impune que sostiene con los impuestos de los argentinos… que ese gramscismo de entrecasa puede –y merece- ser aplicado también como mordaza a la libertad de expresión que naturalmente provee la Internet por su propia concepción comunicacional.

Bien querría la banda, aplicando las antiguas prácticas del castrismo, someternos a todos a un retraso tecnológico y a un control de acceso que impidiera que usáramos la Internet. Pero para ello llegó tarde.

Igualmente, haciendo uso de su granado pragmatismo para la intrascendencia, debe haber hecho de la imposibilidad una posibilidad, y entendido entonces que el nuevo curro podía ser una forma de tener a los militantes-empleados entretenidos, contenidos, incluso, hacerlos sentir medianamente útiles. Porque ser empleado público no basta, en un desgobierno donde la inamovilidad y la ineficacia son banderas.

Cuando todo asunto público queda sometido a la regla del lobby y del interés pecuniario, del control de las ventanillas, de la centralización de las decisiones económicamente claves para el sistema recaudatorio paralelo, y los expedientes se apilan por metros en una oficina clave saturada, los centenares y centenares de empleados adscriptos a cada oficina o repartición secundarias comienzan a vagar como zombies por pasillos lustrados y vacíos, de la máquina de café a la zona de fumar, de ahí al baño, y luego a la cantina. O directamente vienen los días pares, o los impares, o los miércoles a la tardecita a saludar y mostrar que siguen estando.

La “militancia” blogueril, o a través de twitter o de cualquiera de las formas de expresión tecnológicas, empieza entonces a resultar una vía encomiable de mantener a tanto zángano despierto, de darle un cometido, si bien absolutamente inconducente, pero algo que hacer al fin. Algo así como el principio keynesiano en las épocas de baja actividad laboral: cavar zanjas durante el día para taparlas por la noche… Después de todo, queda feo, aun para el más inescrupuloso, por una cuestión de forma supongo, pero también de convivencia armónica, para que no joda trajinando los pasillos o interrumpiendo los asuntos importantes, tener a tantísimo vago contratado sin tener nada que darle para hacer.

Así es como surgen los troleadores gubernamentales, que en un país del realismo mágico, incluso son reconocidos públicamente por el propio gobierno, que los auspicia y financia. Dentro de ellos, los hay de dos categorías (aunque comúnmente un mismo empleado asume alternadamente ambas facetas): los que se identifican y tienen sus blogs autocelebratorios, de altísima censura respecto de las opiniones en disidencia; y los que andan trajinando con identidades creadas ad hoc, sin perfil ni blog de respaldo, o directamente (los más), meros anónimos que adoptan algún nombre de fantasía, o ninguno, que andan por los blogs de la gente que critica al gobierno dejando comentarios muy elementales de provocación.

La forma de trolear en general se centra, o bien, en desviar la cuestión de la discusión o de la crítica –generalmente, meditada y medulosa- hacia el tema más incoherente o distante que se les ocurra, en general, polémicas vacías con alusiones sexuales o seudologías; o bien, en desacreditar con etiquetamientos peyorativos y argumentos ad personam –difícilmente, siquiera ad hominem, puesto que para eso hace falta un nivel algo mayor de inteligencia y de argumentación- a aquellos comentaristas o articulistas que dan opiniones que les resultan peligrosas.

Me pasó hace poco, y puede leerse apenas en los comentarios a mi post anterior, pero también en el último de Todos Gronchos: si a uno se le ocurre comparar el poder adquisitivo actual y el costo de la canasta básica alimentaria de estos aciagos tiempos, con las variables correspondientes a la última década del siglo pasado (comparación por lo demás casi impuesta, desde que discursivamente el actual gobierno ha lucrado y machacado casi hasta la obsesión con esa misma referencia), enseguida, sin argumentos que oponer a la realidad constatada, los troleadores atacarán de las siguientes formas:

a) Si se aludió, por ejemplo, al Índice Big Mac (que arroja que hoy por hoy alimentarse en Buenos Aires es más caro que en Nueva York, en dólares): “¿A quién se le ocurre comparar el precio de una hamburguesa? ¿Por qué no comparás el del dulce de leche en Miami?”

Falacia berreta si las hay. McDonald’s es una cadena presente a nivel global, que aplica un meticuloso sistema de franquicias, en el que se regula el empleo de exactamente los mismos productos y de idéntica calidad, no sólo en sus hamburguesas (carne, queso, pepinos, cebolla, vinagre, aderezos, pan, papas fritas) sino en todos sus procesos: confección de los uniformes, detergentes y productos de limpieza que deben utilizarse, pautas de edificación y de metros cuadrados y equipamiento de los locales, cantidad de empleados, reglas de mantenimiento, etc. Por ello es que el Índice Big Mac se aplica en forma indiscutida como un parámetro de medición del poder adquisitivo y del costo de los alimentos a escala global, y refleja cabalmente, y con aptitud comparativa, los costos de al menos una veintena de variables.

b) Y el preferido, el argumentum ad personam: “Por qué no te callás, menemista, neoliberal de la derecha, ajustate el moñito, admirador de Jorge Asís. Vos querés que vuelva Cavallo”.

Sencillamente increíble por su nivel de estupidez y esquematismo.

Casi siempre, los argumentos van variando (y también la manera de expresarlos: hay algunos que intentan escribir en castellano; otros que demuestran que la militancia rentada no exige diploma, como por cierto tampoco la Presidencia de la República), porque también varían los empleados-comentaristas de acuerdo al turno laboral. Ser troleador oficialista no implica una esclavitud, sino un trabajo rutinario, como se dijo. Así, a las 6 de la tarde uno puede venir discutiendo con un anónimo que desparrama bilis en determinado sentido, y luego del “cambio de guardia”, a las 7 se encuentra con el mismo anónimo que lo putea en chino exactamente por lo contrario.


En fin, claro está que el objetivo no reside en convencer a nadie de nada. Ni en traducir convicciones que lógicamente no se tienen. Por otra parte, el organizador de toda esta impostura es un tipo inteligente (para la picardía y la maldad, cierto, pero ése es otro tema), y sabe que si hay un segmento al que no se puede hacer cambiar de opinión es a aquél con un nivel intelectual medianamente desarrollado que ha establecido marcos de pensamiento sólidos, que lo llevan no solamente a expresarse en determinado sentido, sino a buscar empatía en el resto de las opiniones, que a lo sumo enriquecerán sus propios puntos de vista, pero en ningún caso los modificarán hacia el sentido opuesto.

Acá el lema de trabajo en la oficina es más básico: “No permitas que haya opiniones pacíficas, o unánimes, porque una opinión no cuestionada aparenta verdad”. Una suerte de “el que calla, otorga”. Eso explica esa obsesión por dejar el último comentario, por tener la última palabra. Lógicamente, los empleados rentados que se dedican a esto, y se reeplazan por turnos, tienen mayor capacidad de estar siempre on line, de opinar todo el tiempo, de generar disputas personalizadas con múltiples comentaristas en distintos sitios, mientras que sus acosados son siempre gente que, con una vocación encomiable por expresarse y dialogar, por ahondar en sus inquietudes, rasguñan minutos, y hasta horas, de sus compromisos laborales, familiares, de su sueño y de su salud, para llevar adelante una tarea poco reconocida y casi siempre ingrata, en forma gratuita y abnegada.

Yo he aprendido a rehuir de los anónimos, a restarles entidad y deshacerme de su actitud destructiva, de táctica rompedora de asambleas, tan cara a la izquierda universitaria de 40 años atrás. El generar “río revuelto”, que es ganancia de pescadores (o sea, de oportunistas externos al río).

Los anónimos están ahí sólo para eso, para evitar que se alcancen conclusiones concretas y útiles de las discusiones o de los intercambios sinceros, y para generar la ilusión de que hay también gente convencida que sostiene a un gobierno sin convicciones. Lo primero en general consigue afianzar las posiciones de los demás como conjunto, frente al hostil buscarroñas que persigue el rompimiento; lo segundo resulta completamente estéril, por la escasa calidad intelectual, la ligereza de los razonamientos, el ánimo agresivo y el desprecio a la razón, que es reemplazada por la provocación ya señalada, y que denota un talante mercenario y escéptico, muy propio de la militancia rentada.

Es así como en mi anterior post, en respuesta al primer comentario anónimo que recibí, que obviamente tachaba de “pelotudo” mi artículo, señalé:

En cuanto a tus calificaciones acerca del artículo, tienen el valor de tu anonimato. Aclaro que no acostumbro a contestar anónimos, y cuando me da la gana, los borro directamente. Pero como intuyo que tu visita es un efecto indeseado de mi promoción en otro blog, me tomo el trabajo de contestarte gentilmente.

Feliz de que el tema se haya desviado siquiera un grado del urticante asunto que convocaba (el empobrecimiento progresivo del asalariado argentino, que ya afecta directamente la capacidad de alimentarse dignamente), el anónimo replicó:

Menos mal que los que usan un nik (sic), no son anonimos (sic).
Todos firman con su nombre y DNI.
Tus apreciaciones tambien
(sic) tienen el valor de tu anonimato.

Lo que me llevó a aclarar, luego de más de tres años de coherente trayectoria en este medio, con 145 artículos bastante esforzados, e incontables comentarios en los que siempre intento explicar y razonar con fundamento, que:

Anónimo: Quien tiene nick, y a su vez respalda ese nick con una trayectoria, con una coherencia en las opiniones, con una obra que puede ser consultada y revisada por todos, tiene una personalidad, virtual sí, pero personalidad al fin. No difiere de tantos autores literarios, por ejemplo, o artistas de las más diversas ramas, que han usado un seudónimo toda su vida. En todo caso, uno analizará la obra de ese seudónimo, la criticará, valorará, disfrutará, etc. Pero la referencia es personal. El DNI no me parece la forma más certera de definir la personalidad. Menos en un país que los regala con los chupetines. En todo caso, dirá dónde naciste y la edad que tenés, cosas que me resultan poco trascendentes en el nivel de discusión perseguido.



Aclarado esto, y para cerrar, dejaré para tanto anónimo una refexión de Arthur Schopenhauer, que encontré en El arte de insultar (Alianza Editorial, Madrid, 2008, pp.52-53, trad.: Franco Volpi):

Los críticos anónimos

Un crítico anónimo es un sujeto que no quiere rendir cuentas sobre lo que dice o calla acerca de los demás y de las obras que éstos producen.

Hay que considerar de entrada al crítico anónimo como un bribón que desde el principio se propone engañarnos.

Cuando se trata de engañar, Don Anónimo personifica a Don Canalla.

(…)

A menudo sirve para tapar la mediocridad, la insignificancia y la incompetencia del que juzga. Es increíble la desfachatez de algunos sujetos y las trampas que cometen cuando se sienten amparados por el anonimato. Así como existen antídotos, sirva como antídoto universal contra la crítica contenida en todas las recensiones anónimas, sin importar si pecan por alabar lo malo o censurar lo bueno, el siguiente: “¡Bribón, danos tu nombre! Pues sólo los pícaros y los criminales se cubren el rostro o se ocultan tras una capa para asaltar a la gente decente”.

(…)

Quien escribe y polemiza anónimamente se hace eo ipso sospechoso de querer engañar al público o manchar impunemente el honor ajeno. Por eso, para mencionar al crítico anónimo, aunque sea ocasionalmente y sin ánimo de censurarlo, se deberían emplear epítetos como: “el cobarde y anónimo bribón tal o cual” o “el embozado y anónimo truhán de tal o cual revista” [aquí habría que reemplazarlo por la alusión al comentario firmado como anónimo], y así sucesivamente. Éste es el tono correcto y apropiado para referirse a tales sujetos y dejarlos sin trabajo.