lunes, 22 de febrero de 2010

Contrapuntos

El contrapunto alude a la técnica musical que permite componer música polifónica mediante el empleo de dos melodías independientes que suenan simultáneamente. En el universo de las ideas, esas líneas independientes y simultáneas permiten otorgar volumen, tridimensionalidad a las reflexiones, permitiendo la dinámica entre lo local y lo universal, entre lo temporal y lo atemporal, etc.

Resulta un ejercicio entretenido y singular aquél que permite establecer los contrapuntos en las ideas, y cuanto más distantes estén contextualmente unas de otras, más interesante el resultado. Vamos a intentarlo con dos ejemplos recientes.


1. Los burguesitos que escupen para arriba.

a- Punto.

El Martes 9 de febrero de 2010 Rolando Hanglin escribía otro de sus impecables y espinosos artículos en La Nación titulado Yo fui un zurdito del Nacional Buenos Aires. Allí decía, sobre la época revoltosa de principios de los ’60, que alimentaría luego las huestes militantes revolucionarias de la década siguiente:

“Pero en aquel tiempo teníamos 15 o 16 años. Nuestro gran tema era ‘la revolución’. La socialista, por supuesto. ¿Cómo sucederá? ¿Qué papel jugaremos en ella? ¿Será este mismo año, dentro de diez años, a la caída de Frondizi? Estábamos seguros de que, en un proceso histórico de irresistible aceleración, las bases obreras peronistas abandonarían a la burocracia de Andrés Framini, Augusto Vandor y José Alonso, para unirse a la vanguardia marxista con su partido armado (que éramos nosotros mismos, pero enfocados por una película de Sergio Eisenstein) y procederían a tomar el poder. Naturalmente, esta toma del poder no sería pacífica sino una verdadera revolución social, con la fórmula de la ‘guerra popular prolongada’ (Ho Chi Minh en Vietnam) o el ‘foquismo latinoamericano’ y finalmente el paredón de Fidel Castro y Ernesto Guevara. Eso sí: en el momento culminante de la revolución, todos los enemigos serían pasados por las armas. Como en la Revolución Rusa, la Francesa o la China. Paredones y horcas por todas partes, ya que ‘la violencia es la partera de la historia’, según había establecido Vladimir Ilich Ulianov (Lenin) o tal vez el mismo Karl Marx.

“No nos atrevíamos a pensar que, en ese paredón, en esos patíbulos, serían inmolados nuestros propios padres y madres, tíos y tías, primos y primas, todos miembros de la aborrecible burguesía. Ese detalle lo dejábamos para una reflexión posterior.

“Para nosotros no había nada más repulsivo que la burguesía. Siendo, nosotros mismos, hijos mimados de la burguesía argentina, enviados para nuestra educación a un colegio de excelencia histórica, sentíamos que todo lo burgués nos producía náuseas. El matrimonio burgués, las leyes burguesas, los prejuicios burgueses, la familia burguesa, los partidos políticos burgueses, las casas burguesas”.


b-Contrapunto.

En las páginas 158 y 159 de la edición castellana de Point counter point (Contrapunto, Seix Barral, Barcelona, 1983), Aldous Huxley pone en la boca del interesante y cínico personaje Spandrell, en una plática con la adinerada y hueca Lucy Tantamount, las siguientes reflexiones:

“-Existe una ligera diferencia entre la teoría y la práctica, como usted sabe. Y cuando se es militante comunista, y materialista científico, y admirador de la revolución rusa, la teoría es extremadamente chusca. ¡Había de oír usted hablar a su joven amigo acerca del asesinato! El asesinato político es, por supuesto, lo que le interesa especialmente; pero no hace distinciones entre las diferentes ramas de la profesión. Según él, todas son igualmente inofensivas y moralmente indiferentes. Nuestra vanidad nos hace exagerar la importancia de la vida humana; el individuo no es nada; la naturaleza se ocupa sólo de la especie. Y así sucesivamente”. [Y siguió refiriéndose Spandrell al científico marxista Illidge] “Él justifica la más primitiva, la más salvaje, la más animal indiferencia hacia la vida y la individualidad por medio de argumentos científicos de lo más anticuados. Caso peregrino, por cierto”.

“-Pero ¿por qué ha de ser anticuada la ciencia? –preguntó Lucy. Puesto que él mismo es un científico”.

“-Pero también es comunista. Lo cual quiere decir que está imbuido del materialismo del siglo XIX. No se puede ser un verdadero comunista sin ser mecanicista. Es preciso creer que las únicas verdades fundamentales son el espacio, el tiempo y la masa, y que todo el resto es fruslería, pura y simple ilusión, e ilusión burguesa. ¡Pobre Illidge! Se halla tristemente preocupado por Einstein y Eddington. ¡Y cómo detesta a henri Poincaré! ¡Cuán furioso se pone contra el viejo Match! Éstos socavan la simpleza de su fe. Ellos dicen que las leyes de la naturaleza son convenciones útiles de factura estrictamente humana, y que aun el espacio, el tiempo y la masa, todo el universo de Newton y sus sucesores, son simplemente invención nuestra. Esta idea resulta para él tan inefablemente chocante y dolorosa como la idea de la inexistencia de Jesús para un cristiano. Él es un científico, pero sus principios le obligan a combatir toda teoría científica que tenga menos de cincuenta años. Es deliciosamente cómico”.

“-Sin duda –dijo Lucy bostezando-. Es decir, para el que le interesen las teorías, que a mí no”.

“-A mí, sí –replicó Spandrell-, así que no pido disculpa. Pero, si lo prefiere usted, puedo ofrecerle algunos ejemplos de sus inconsecuencias prácticas. No hace mucho he descubierto, por pura casualidad, que Illidge tiene los más conmovedores sentimientos de lealtad familiar. Sostiene a su madre, costea la educación de su hermano menor, regaló cincuenta libras a su hermana cuando se casó”.

“-Qué tiene eso de malo?”

“-¿De malo? ¡Pero si es asquerosamente burgués! Teóricamente no ve ninguna distinción entre su madre y cualquier otra mujer de edad. Él sabe que en una sociedad racionalmente organizada la haría entrar en la cámara de asfixia a causa de su artritis. A pesar de lo cual le manda no sé cuánto semanal a fin de que pueda seguir arrastrando una existencia inútil. Yo se lo eché en cara el otro día. Se sonrojó y se sintió terriblemente turbado, como si lo hubieran cogido trampeando en las cartas. Así que, para restablecer su prestigio, tuvo que cambiar de asunto y comenzar a hablar de asesinato político y sus ventajas con la más asombrosa, serena y desprendida ferocidad científica. Yo no hice más que reírme de él. ‘Uno de estos días, le amenacé, le voy a tomar a usted la palabra y le voy a invitar a una cacería de hombres’. Y, lo que es más, pienso hacerlo”.


*****


2. La distribución de la pobreza.

a-Punto.

La corresponsal de Clarín en Washington, Ana Barón, nos informaba en la edición del matutino del pasado Martes 16 de febrero de 2010 (página 13), en un breve artículo titulado Para las víctimas, la suba del delito es por la desigualdad, acerca de un informe del BID (titulado La felicidad, la ideología y la delincuencia en las ciudades de Argentina) que desnuda una afinidad entre las víctimas de delitos y sus posiciones ideológicas. Lo que a la luz de dicho estudio, encarado por los investigadores Rafael Di Tella de la Universidad de Harvard y Ernesto Schargrodsky de la Universidad di Tella (parece un juego de palabras), resulta sorprendente es que, al igual que en otros países de la subdesarrollada América Latina, “las víctimas de delitos en Argentina tienden a situarse a la izquierda del espectro político”.

“Los autores del informe dicen que este vínculo (nos informa Barón) podría ayudar a explicar por qué las posiciones más duras contra las políticas pro mercado libre se encuentran a menudo en los ambientes relativamente más inseguros”.

En las conclusiones del informe del BID, los autores arriesgan: “Si las políticas redistributivas obstaculizan el crecimiento económico, y la falta de crecimiento ayuda a alimentar las altas tasas de criminalidad, América Latina (y por ende, también Argentina) podría estar atrapada en un círculo vicioso, el crimen puede alentar creencias que promueven políticas que a su vez reducen el crecimiento y conducen a más crimen”.


b-Contrapunto.

En el Curso de Filosofía en seis horas y cuarto de Witold Gombrowicz (Tusquets, Barcelona, 1997) podemos leer la opinión que al respecto expresara el genial escritor y pensador polaco el Lunes 12 de mayo de 1969 (págs. 131-133):

“A mi juicio, la cuestión marxista ha sido absolutamente mal planteada, porque lo ha sido desde el punto de vista moral de la ‘justicia’. Pero el verdadero problema no es moral, es económico. La prioridad es aumentar la riqueza; la distribución de las riquezas es algo secundario.

“Se plantea la cuestión desde el punto de vista moral porque, naturalmente, es más fácil, y ello permite pronunciar hermosas frases.

“Vemos por ejemplo que en Occidente el sistema capitalista ha conseguido aumentar enormemente la producción, sobre todo gracias a la técnica, de suerte que el nivel de vida de todo el mundo ha aumentado, mientras que con las frases más bonitas no se llega a nada de nada. La producción baja. Todo queda el mismo nivel y todo se adormece en la burocracia y el anonimato.

“Hay algo elemental: si permitís desplegar a los hombres toda su energía y su inteligencia, uno dominará necesariamente al otro, uno será superior al otro. Pero de ese modo, obtendréis una enorme cantidad de energía, mientras que si queréis la igualdad entre los hombres, entonces, naturalmente, tendréis que frenar esta posibilidad de superioridad.

“¿El porvenir del marxismo?

“Supongo que dentro de veinte o treinta años el marxismo será puesto de patitas en la calle.

“El gran defecto de la clase superior es el de ser esencialmente una clase de consumidores. Por consiguiente, está habituada a las comodidades, se vuelve perezosa, delicada, y degenera. Pero ahora la clase superior está compuesta cada vez más por ingenieros, productores, científicos e intelectuales; por fin personas que trabajan.

“Noto un abuso del lenguaje de la izquierda, que ha hecho del fascismo algo terrorífico. Así, la palabra ‘trabajador’ no significa un médico que trabaja duramente de la mañana a la noche, sino que significa un barrendero de la calle que trabaja cinco minutos y después mira la pared, etcétera. Veis que hasta el lenguaje ha sido falsificado.

“Los (intelectuales) izquierdistas son imperialistas. Hay una cosa que no comprenden: que son aristócratas, y lo primero que hará la Revolución será liquidarlos, como hicieron en Polonia”.



7 comentarios:

Victor dijo...

Que interesante el análisis. Spandrell es un personaje bien reconocible en la fauna contemporánea, una suerte de constructivismo cínico, tal cual. Y eso de "hasta el lenguaje ha sido falsificado" del ultimo párrafo es también muy típico de estos tiempos.

Muy bueno.


Saludos

Claude dijo...

Se pasó el polaco. Sus frases son útiles, ciertas y bien pensadas. Además, me hizo reír en algunos pasajes.

Destouches dijo...

Impecable. Gombrowicz, como polaco, sabía bien de lo que hablaba. Agrego que su breve manual sobre filosofía -creo que interrumpido por su temprana muerte- constituye una verdadera joya de la literatura y del pensamiento. Aunque nunca su autor se propusiera hacer tal cosa.

Victor dijo...

Me puse a buscar mas cosas de Gombrowicz. Buenísimo. Me gusta la gente que escribe claro y sencillo. Y ademas con solvencia y gracia. No es fácil encontrar la combinación.

Occam dijo...

Víctor: Muchas gracias por su comentario. Los personajes del libro de Huxley pertenecen a esa fauna decadente de la Inglaterra de la década del '30, o sea, la elite que empieza a perder su imperio. La construcción de la trama es plenamente dialéctica, a través de la contraposición de situaciones, personajes y discursos: el cínico con la apática, pero en referencia al radical; el religioso con el escéptico, el primero acogido por las mieles de la celebración y de la fama, el segundo aterido por la proximidad de la muerte, etc.
La cuestión que plantea Huxley sobre el comunismo, y que se emparenta con aquella otra que esboza Hanglin, es la situación de una clase dirigente -la burguesía- que con un complejo de culpa, una falta de capacidad y de vocación por el poder que hizo lo imposible por conquistar, lo ejerce pidiendo disculpas, o directamente generando los mecanismos para su autodestrucción. No olvidemos que el bolchevismo triunfante en Rusia había impuesto una visión biologicista, que hacía ver a la burguesía, más que como un estrato socioeconómico, directamente como una raza degenerada que había que exterminar. Lo curioso es que absolutamente todos los activistas de la vanguardia eran de esa extracción.

Mis cordiales saludos.

Occam dijo...

Claude:
El polaco era un tipo admirable. Téngase en cuenta que su clarificador libro de filosofía en realidad es la recopilación de una serie de clases que improvisó para sus amigos más íntimos, en los últimos meses de vida, con graves problemas pulmonares y una enésima operación al corazón. Es curioso cómo alguien que se está por morir (y siendo aún joven) puede tener semejante actitud ante la vida, semejante vitalidad, orgullo y buen humor. Alguien que ha podido vencer la angustia. Y eso, en una persona inteligente y sumamente culta como W.G., es todavía más notable.
Mis cordiales saludos.

Occam dijo...

Destouches: Coincido plenamente. A mí me ha significado una guía muy valiosa para comprender la filosofía.
Mis cordiales saludos.