viernes, 19 de julio de 2013

Unidad de los Vencidos

VAE VICTIS

"¡Ay de los vencidos!", contaban los romanos que dijo el caudillo galo Brenno en 387 a.C., luego de incendiar Roma, cuando al exigir a los romanos un elevado rescate en metálico, ante la queja de éstos porque las balanzas estaban amañadas, puso su pesada espada sobre la bandeja de contrapeso, para hacer el pago aun más gravoso para los vencidos. 



"Todo había cambiado con la pérdida. Nadie estaba ileso. No sólo las casas se habían transformado en ruinas. Con el reverso de la guerra, la paz, salían crímenes a la luz, que ahora se invertían y, con violencia a posteriori, hacían de los culpables víctimas". Günther Grass, Pelando la cebolla, Alfaguara, Buenos Aires, 2007, pág. 255.

"La antigua lucha agónica era entre hermanos; se desarrollaba con arreglo a normas; limitada en objetivos, y limitada en el tiempo, en una alternación necesaria de paz y de guerra; los hermanos se necesitan entre sí a fin de volver a combatir otro día.
"La nueva guerra es total: aspira a poner fin a la guerra, un fin a la fraternidad". Norman O. Brown, El cuerpo del amor, Planeta-Agostini, Barcelona, 1986, pág. 27.


EN UNIÓN Y LIBERTAD

"Nothing can be sole or whole
"That has not been rent"

[Nada puede estar íntegro o entero
si no ha estado roto]. William Butler Yeats, Juana la Loca: "Crazy Jane Talks with the Bishop".

A veces los lemas nacionales contienen un programa. "Por la razón o la fuerza" fue puesto en práctica en la Guerra del Pacífico. "Orden y Progreso" aparece como un contrapeso volitivo, casi tozudo, contra las naturales tendencias a la molicie y a la simpática anarquía que propicia el clima tropical y la dulzura de la fruta, de la música, del idioma, de la pinga... diría José Ingenieros.

Nuestro "en unión y libertad" tiene entonces mucho que ver con la reflexión de Yeats: hemos estado rotos tanto tiempo, esparcidos en fragmentos de los que ni siquiera coinciden las rebarbas de la fractura, como para siquiera pensar en volver a unirnos. Sin embargo, la unión es el primer principio de nuestro programa. Aun a nuestro propio pesar, aun en contra de la natural tendencia a odiarnos apasionadamente, a derramar generosamente toda la sangre que fuere posible.

Nuevamente Brown (op. cit., p. 28): "La lucha civil es desmembramiento".

"O let me teach you how to knit again
"This scattered corn into one mutual sheaf,
"These broken limbs again into one body."

[Ah, permíteme enseñarte a enlazar nuevamente
este grano esparcido en un haz solidario,
estos miembros dispersos nuevamente en un cuerpo.] William Blake, Night I, 1-21.

Cómo volver a la antigua contienda fraternal. O sea, cómo recuperar la fraternidad, que lejos está de la paz absoluta de los vencedores absolutos (la paz de los sepulcros). Las peleas (o amores) de gatos que mentaba Perón, en lugar del exterminio meticuloso e implacable de la política de "el tiro en la nuca", como decía Trotski.

En primer lugar, recuperando la autoridad. Auctoritas viene de augeo: crecer. Margaret Mead (Sex and Temperament/Sexo y temperamento en las sociedades primitivas, Laia, Barcelona, 1973, pág. 65) nos precisa ese significado etimológico: La autoridad de uno se adquiere haciendo crecer al otro. Siempre la autoridad será reflejo de los "padres de crianza", y sólo tendrá virtualidad cuando la criatura crece, si evoluciona, si se hace adulta, culta, responsable, idónea, si desarrolla su intelecto que es también el desarrollo (¿la gestación?) de su alma.

En otra parte, ya hace unos años atrás, hemos evocado a Marco Denevi, creo que en las crónicas de Trapalanda. Hemos hablado allí de la "adolescentización". Del permanente retraso madurativo que nos caracteriza como sociedad. Será por ello que no podemos construir como pueblo autoridad, y debemos en cambio soportar pequeños déspotas gritones, niñeras del montón que no soportan y maltratan a las criaturas a su cargo... 

En segundo lugar, restableciendo la unidad. Para ello, hay que deshacerse de los turbios engendros que han medrado de la lucha civil, es decir, aquéllos intrínsecamente implicados en el desmembramiento, que son desmembrados en sí mismos, disociados, bígamos, solapados, hipócritas, dobles... Los delatores, los traidores, los obsecuentes y los conversos.