viernes, 6 de agosto de 2010

Iconoclastia (2)

Resulta tragicómico contemplar la soberbia y la pedante jactancia de los contemporáneos, envanecidos en el mito del progreso indefinido, que considera que la historia es una larga sucesión lineal, por la cual la "Humanidad" progresa y progresa, o cuando va en un sentido diverso del que la ideología del progreso considera progresista (perdón por el trabalenguas), "retrocede".


Contemporáneos que en ejercicio de esa superioridad moral otorgada a ellos simplemente por haber llegado más tarde en la cronología de los sucesos, empuñan la enhiesta espada de la justicia draconiana sobre la Historia, y no hesitan siquiera un segundo en decapitar con ella a todo aquél que, aun en la natural ignorancia respecto de sistemas de valores que en el pasado pertenecían a un futuro inimaginable, sencillamente no obraron en respeto al catecismo políticamente correcto de 2010. En fin, gente pequeña, infeliz y ramplona, que pretende la vigencia universal y atemporal de ciertos valores superiores, como emanaciones teocráticas de fuerte cariz fundamentalista e inquisitorial. Tan miopes y limitadas los inquisidores de la Historia, que no son capaces de levantar unos grados la cerviz para contemplar el panorama general, y atisbar, sospechar apenas, que en unas décadas ellos también serán juzgados implacablemente, y lo más notable, probablemente con un mérito más atendible.

En fin, el pasado 19 de mayo escribíamos Iconoclastia, un post que ya hablaba de estas cosas, lamentando los cinceles que arrancan de la piedra los nombres ancianos. Por suerte en este caso, creemos, la breve calle Martínez Zubiría, en el barrio de Retiro, que comunica San Martín con Ramos Mejía, bordeando la plaza de la Torre de los Ingleses, con una longitud de menos de 100 metros, sobrevivirá al nuevo arrebato iconoclasta, puesto que el homenajeado (ya no juzgado por sus ideas) fue víctima de un golpe de Estado en 1955.

Una jueza que, como busca prensa pretendiendo cogobernar, es decir, avasallar desde el Poder Judicial las prerrogativas de los otros dos poderes del Estado, no vamos a nombrar, pero que sobreactúa permanentemente un liberalismo muy coherente con su apellido, y del más rancio cuño por otra parte (o sea, un sistema de valores profundamente prohibicionista en el presente, como fue decapitador en el pasado), ha decidido ordenar el cambio de nombre de algunas calles y espacios públicos porteños, sustentándose en el artículo 5º de la Ley 83 de la CABA se dispone que "en ningún caso deberán designarse calles o lugares públicos (...) con nombres de autoridades nacionales, provinciales o municipales que hayan ejercido su función por actos de fuerza contra el orden constitucional y el sistema democrático".

La "justicia" ciega de necedad... En realidad, le tapamos los ojos para no darle el gusto de la figuración.

La jueza liberalizadora, por supuesto, debe ignorar los tiempos verbales, y por ello ha confundido el futuro simple "deberán" con el pretérito perfecto simple "debieron", ya que no entiende, como lo haría cualquier mortal con inteligencia suficiente como para manejar rudimentariamente la lengua castellana, que la norma en cuestión está prevista para el "de ahí en más" posterior a la promulgación de la misma, y que está dirigida a los mismos legisladores porteños, que son los únicos facultados constitucionalmente para nombrar, desnombrar y cambiar el nombre de las calles y los espacios públicos de la ciudad.

Con esta reflexión, creo que queda suficientemente comprendida la cuestión del avasallamiento anticonstitucional por parte de un miembro (en breve, seguramente deberemos decir "una miembra", pero por ahora, gracias al cielo, podemos escribir correctamente) del Poder Judicial hacia el órgano del Estado que ostenta en forma exclusiva y excluyente, la facultad legisferante.

Casualmente, está en la Plaza de Tribunales, bien cerca de la casa de Dorrego... habrá que demolerlo.

Tampoco entiende esa personeja la parte sustantiva de la previsión prohibitiva: "autoridades nacionales, provinciales o municipales que hayan ejercido su función por actos de fuerza contra el orden constitucional y el sistema democrático". Veamos hasta qué excesos llega esta payasada:

1) El Capitán Claudio Rosales fue el primer muerto de la (precaria) aviación rebelde en el alzamiento del 6 de septiembre de 1930, alcanzado por unos tiros en zonas suburbanas.

2) El Cadete Carlos Larguía y el Soldado Miguel Santi fueron otros dos muertos del bando rebelde en la misma jornada, ambos como se aprecia, ostentando la menor gradación posible, y sometidos por tanto a una estricta subordinación.

3) El Mecánico Militar Leopoldo Atenzo es otro de los muertos durante el alzamiento. Sí, leyó bien: mecánico militar.

Me gustaría que en este caso alguien me diga cuál de los mencionados puede ser considerado "autoridad nacional, provincial o municipal". O sea, en otras palabras, cuál es el significado aplicado por tan liberal figura a la palabra "autoridad". El DRAE nos dice, sin mayor esfuerzo que para este caso "autoridad" significa "Persona que ejerce o posee cualquier clase de autoridad" (4ª acepción) . Y respecto entonces de ese sustantivo, con mayor claridad, expresa: "Poder que gobierna o ejerce el mando, de hecho o de derecho" (1ª acepción).

¿Qué autoridad pueden tener en esos términos, digo yo, un capitán volando en solitario en su aeroplano, un cadete, un soldado o un mecánico?

Pero sigamos con las desmesuras. El citado artículo en que la jueza-legisladora se ampara para mandar fruta también nos dice que: "que hayan ejercido su función por actos de fuerza". Es decir, que la "autoridad" de que son investidos proviene, es consecuencia, luego siempre con posteriorioridad, del acto de fuerza que le da origen. Es decir, quien ejerce los actos de fuerza, pero luego no accede a ninguna autoridad, tampoco queda comprendido en la previsión legal.

El Teniente General Pedro E. Aramburu es ascendido a ese rango en 1958, con lo que en esa situación, entra en las generales de la ley, ya que en 1955 era Comandante en Jefe del Ejército nombrado por el gobierno constitucional, pero no era Teniente General. El mismo caso concurre respecto de Lonardi.

El caso de Ernesto Padilla, Ministro de Educación del gobierno de facto de José Félix Uriburu (1930-1932), en cambio, resulta más arduo, puesto que la personalidad del caso (infinitamente superior a la mayor parte de la clase política argentina contemporánea, y por supuesto, a la jueza de pantomima), fue gobernador de la Provincia de Tucumán, electo bajo el régimen de la Ley Sáenz Peña (voto secreto, universal y obligatorio) en 1913; y quizás el gobernador del Tucumán más notable de toda su historia. Dice Wikipedia de este recuerdo suprimido:

"...las promesas enunciadas en su campaña fueron cumplidas con creces durante su gobierno. Supo rodearse de lo más encumbrado de la intelectualidad tucumana. En su gobierno se realizaron importantes obras en materia de vialidad e irrigación, cumpliendo con su deseo de hacer de Tucumán la "civilización del agua". Se realizaron obras de edificación escolar, se fundó la Caja Popular de Ahorros, se concretó el proyecto de creación de la Universidad Nacional de Tucumán, se emprendió la organización y publicación de archivos, la realización de congresos científicos y culturales, la construcción de parques, jardines y monumentos. Tocóle en suerte presidir los festejos del Centenario de la Independencia Argentina, y hacerlo con gran dignidad a pesar del escaso apoyo del gobierno nacional. Cuenta Guillermo Furlong que más allá de los errores inherentes a todo gobierno, el período en que Padilla fue gobernador de Tucumán fue de 'una felicidad rara veces vista'".

Ernesto Padilla

Como legislador nacional, en tanto, impulsó el Ferrocarril a Chile, fue el principal artífice del Monumento a la Independencia Argentina en la Quebrada de Humahuaca, publicó varios eruditos libros y, ya que estamos con esto de revolver la Historia, "Puso su capital para resguardar el patrimonio histórico de su provincia: evitó la destrucción de la casa del Obispo Colombres, colaboró con la recuperación de los menhires de Tafí del Valle e incentivó cuanto congreso cultural se realizaba".

Una obra nada despreciable, ciertamente, y seguramente defícil de emular por nuestra mediocre y corrupta dirigencia contemporánea. Máxime si se la combina con la faz social de sus desvelos, resumida en estos términos: "Acaso no la más trascendente, pero para el Padre Furlong, la obra más meritoria de Padilla es aquella que realizó alejado de su provincia y de los cargos públicos, en una postura humilde, como un 'tucumano comedido' o como un simple 'capachero', tal como llamaban en Tucumán a los jóvenes aprendices de albañiles que llevan la mezcla de cal y arena hacia la obra. Consistía esta tarea en hacer uso de todas sus influencias y esfuerzos para ayudar a los pobres y humildes en cualesquiera de las necesidades que presentaran, sin tener descanso ni jubilación, como le dijera acertadamente Alberto Rougès".

Pero, para tan liberalizador criterio, hay otros nombres en la gatera, que deben ser también suprimidos sin más vuelta, por ejemplo:

* Plaza Lavalle y calle Lavalle. Juan Galo de Lavalle fue autor de un feroz golpe de Estado contra el legítimo gobernador de la Provincia de Buenos Aires, al que encima mandó a fusilar "sobre el tambor", de una manera artera y alevosa.

* Justo José de Urquiza, se levantó contra el gobierno legítimo de la Provincia de Buenos Aires, elegido democráticamente por la abrumadora mayoría de sus vecinos, y ratificado también democráticamente año a año en su investidura.

* Juan Domingo Perón, que de joven participó del alzamiento del 6 de septiembre de 1930, y más tarde fue funcionario jerárquico del gobierno de facto arribado en 1943: Secretario de Trabajo, Ministro de Guerra y Vicepresidente, ostentando en algún momento los tres cargos al mismo tiempo.

* General Arturo Rawson, que le da nombre a la capital de la Provincia de Chubut, héroe de las campañas del Chaco de la década del '20, y primer presidente del golpe de Estado de 1943.

* El Teniente Coronel Tomás A. Ducó, cuyo reconocimiento y memoria persisten a través del nombre del hermoso estadio del C.A. Huracán en Parque Patricios, que fue uno de los líderes del levantamiento del 4 de junio de 1943.

* El Ministro Juan Pistarini, que le da su nombre al Aeropuerto Internacional de Ezeiza (de cuya construcción fue planificador), y que fue Vicepresidente de facto de Edelmiro Farrell.

Ministro Pistarini

* Domingo Mercante, que durante el mismo gobierno de facto fue Interventor de la Unión Ferroviaria (1944).

En fin, para qué seguir, ya la idea creo que quedó plasmada (y por las dudas, para qué dar ideas a los tontos). Tan sólo restaría mencionar, en función del amplísimo y absolutamente personal criterio de "autoridad" que tiene la jueza con ánimos de figuración y cerebro azafranado, por ejemplo, a los Marinos del Crucero General Belgrano y a cualquier héroe de Malvinas que, suponemos, jamás tendrá su debido reconocimiento público en esta ciudad ingrata... después de todo, fueron soldados, cabos, sargentos, suboficiales, tenientes o capitanes, y todos ellos dieron la sangre, el sacrificio y el valor de sus mejores años, durante un gobierno de facto.

17 comentarios:

CGL dijo...

Estoy de acuerdo con vos...

Aunque me gustaría, hacer alguna salvedad, o aporte mas que nada...

No te olvides que la Liberatorezca jueza saca la sentencia porque algún salame hizo una presentación judicial solicitandolo. Con esto quiero decir, que habría que ver como argumentaron la presentación.

A mi, mas allá de todo, me parece una perdida de tiempo.

Te cuento que conozco muy bien el fuero CAYT; y sobran este tipo de jueces. Acordate de la nueva Jueza que fue la primera que saco un fallo habilitando el casamiento gay.
Cosa alarmantemente antijurídica, prueba de ello, es el tremendo debate que tuvimos hace unas semanas...
Para despues prohibir el uso de las Taser, por considerarlas "Instrumento de Tortura".

En fin, buscando prensa, sin dudas!

Otra cosita, acordate que la Corte mediante sus fallos, a veces baja linea para que se legisle... Ejemplo perfecto el Fallo Badaro en materia previsional.

Boludeces... En definitiva, una perdida de tiempo con la misma boludez pseudoprogre de siempre...

Occam dijo...

CGL: Muy cierto su aporte. El juez no puede fallar más que a pedido de parte, y bastante daño a la seguridad jurídica ha hecho al respecto la legitimación difusa. A veces parecería que hay jueces que están esperando determinadas presentaciones, o que seleccionan dentro de las tantas barbaridades que tienen presentadas en un cajón, o que las tienen acordadas de antemano con el presentante, puesto que cualquiera puede pedir cualquier cosa, amparado en esos "derechos colectivos" que como son de todos, al final no son de nadie, y terminan avasallando incluso legítimos derechos subjetivos, u otros intereses colectivos, como el que en este caso puede tener un pueblo a una historia completa, magnánima, superadora (por la misma naturaleza del tiempo) de las querellas puntuales de cada época; y al reconocimiento de las personas que nos antecedieron en el contexto y las circunstancias históricas en que vivieron.

Ciertamente, la presentación de esta persona con nombre de un cuento de los hermanos Grimm es una ridiculez del estilo, pero hay cientos, y miles, de orates, de iluminados o de profetas del rencor o de los platillos voladores, o de las conspiraciones absurdas, que canalizan sus trastornos o frustraciones en acciones de este tipo, y corresponde a un juez devolverle la coherencia y la sensatez a las cosas, en lugar de ahondar el disparate haciendo mal uso y abuso del poder de que está investido.

Mi cordial saludo, y gracias por el comentario.

aquiles m. dijo...

Mi estimado Occam:
Hace ya unos cuantos años leí Los dioses tienen sed, de Anatole France.
Siempre quedé muy preocupado todo lo que aquella obra trató de demostrar sobre el comportamiento humano, ante un nuevo orden.
Los zalameros del "nuevo orden K", por caso esta jueza, me preocupa infinitamente, pues no miden consecuencias con sus estupideces.
Abrazos.

Desde Mompracem dijo...

Recordar al golpista Bartolomé Mitre, que derroca a Santiago Derqui, gobierna de facto siete meses y se hace elegir presidente desde esa situación de fuerza, convalidada por fallo de la Corte Suprema que comienza a funcionar bajo su gobierno (Martínez c/Otero, 1865). ¿Por qué don Bartolo sí puede tener calle y José Félix no? Quizás porque don Bartolo fracasó más tarde, en 1874, cuando La Verde, y puede contárselo en el número de los arrepentidos. En fin, el papel de oficio resiste cualquier cosa.-

Destouches dijo...

En fin, un post muy acertado que denuncia hasta qué niveles puede llegar la imbecilidad de la corrección política. No satisfecha con entronizar el pensamiento único y la censura ideológica en el presente, la tiranía de lo políticamente correcto apunta a reescribir la historia.

Occam dijo...

Aquiles M.: Muy bueno el título que usted menciona. Y sí, parece que tienen sed, nomás. Lo que ocurre es que, si siguen saciándola así, en cualquier momento los demás nos quedamos secos de todo.

Un abrazo.

Occam dijo...

Desde Mompracem:
Muy acertada la evocación de Bartolo, gran golpista, sin entrar en cuestiones más áridas aunque no por ello menos gastadas por nuestra moderna "revisión", respecto de su inequívoca vocación por derramar sangre americana a diestra y siniestra.

Claro que tal supresión, representaría por otra parte, en el caso de Mitre una lección circular respecto de su propia vocación de reescritura de la historia, de canonizaciones tan arbitrarias como las excomuniones del ostracismo. No por nada ha dicho Alberdi: "En nombre de la libertad y con pretensiones de servirla, nuestros liberales, Mitre, Sarmiento y Cía., han establecido un despotismo turco en la historia, en la política abstracta, en la leyenda, en la biografía de los argentinos. Sobre la revolución de Mayo, sobre la guerra de la independencia, sobre sus batallas, sobre sus guerras ellos tienen un Alcorán, que es de ley aceptar, creer, profesar, so pena de excomunión por el crimen de barbarie y caudillaje”.

Talante al que debemos volver a acostumbrarnos...

No por nada Osvaldo Magnasco dijo del talentoso guerrero, y creativo traductor de Horacio: “Quizás haya llegado a oídos del señor general mi desafecto por la ceremonia de su deificación. Quizás, señor, yo profeso principios republicanos, por lo menos trato de ajustar a ellos mi conducta. Puede que haya también llegado a sus oídos la frase acaso festiva —que me debía disculpar y que puedo repetir porque no ha­blo en nombre del poder Ejecutivo: Después de la ceremonia ten­dremos que llamarlo como a los emperadores romanos: Divus Aurelius, Divi Fratres Antonii, Divus Bartolus”.

A lo que Mitre respondió, coherente con toda una conducta: "Magnasco está muerto".

Mi cordial saludo.

Occam dijo...

Destouches: Lo evoqué recién. Una costumbre muy liberal y muy mitrista.

Un abrazo.

aquiles m. dijo...

Mi estimado Occam:
Disculpe mi segunda entrada.
Leer un poco más, me dió a pensar sobre una multitud de personajes de nuestra dolorosa historia como Nación.
El que hayan nombrado al Bartolo, fue el detonante.
Revolvieron mi maltrecha memoria, la cual podrá ser imprecisa, pero poco olvida.
Y me refiero concretamente al inmenso daño que ha hecho la masonería vernácula (Bartolo entre muchos), matando, depredando, en nombre del progreso.
Ese mismo que hoy es generoso en estatuas, para todos los gustos.
Considero todo ello, una inmensa galería de criminales que han quedado en el bronce, especialmente por la ignorancia sobre sus hórridos móviles.
La lista sería interminable.
La misma Logia Lautaro, tenía como único objeto dañar a la Corona española.
Todo, en nombre de la libertad...
Abrazos.

goolian dijo...

Perdón a lo mejor sueno un poco fuera de contexto pero lo haré igual.
Notaron los billetes de la República del Uruguay ?
No hay ni un político ni un militar ?
Independientemente de mis opiniones personales sobre dichas profesiones, que adivinarán muy peyorativas; es innegable el grado de discrepancia en la valoración de las figuras "poderosas" de nuestra historia.
No sería más sano, civilizado y constructivo homenajear a nuestros artistas y científicos, que los tenemos, mucho y buenos, en vez de continuar con discursos de poder desde el bronce y las arterias de circulación?
Mucho Foucault revisionista me parece.

Los espero en la Avenida Antonio Berni, entre Carlos Vega y Cándido López.

Occam dijo...

Goolian: Convengamos que su manifestación es tan políticamente correcta como irrefutable, a no ser por el marcado prejuicio hacia algunos para ensalzar a otros. Los políticos, sobre todo los estadistas, tienen un mérito innegable como generadores de unidad y de organización, que toda comunidad ha reconocido en todo tiempo y lugar. Lo mismo los soldados, que se sacrifican por el conjunto mientras los poetas preparan al calor del hogar sus poemas épicos, y los escultores sus estatuas. O sea que, así como la religión, guste o no guste, unos hacen comer a los otros, o al menos así ha sido siempre, hasta la emancipación (económica, naturalmente) de los artistas en el siglo XX.

Ello, claro está, sin desmerecer a nadie ni ensalzar a ninguno por encima de sus reales proezas o la calidad de sus obras. Coincido con usted en que hay un panteón de bronce quizás excesivo en nuestro país, muchas veces exagerado por cierto. Otras verdaderamente afrentoso con la verdad.

Pero cuestiono nuestra obscena autoestima y nuestro acendrado ánimo inquisidor sobre aquello que, simplemente por pertenecer a otros tiempos y otras circunstancias, casi ni siquiera comprendemos.

Por supuesto que a Buenos Aires le sobran calles para homenajear a sus artistas, y los que usted menciona deben tener su inequívoco reconocimiento, como progresivamente lo fueron ganando las figuras de la literatura o del tango. Unos no excluyen a los otros. Diríamos que unos existen por los otros. El caso de Cándido López es justamente bastante ilustrativo al respecto, ya que hablábamos de Bartolo.

En cuanto al estado artificial del Uruguay, sonso sería que enfatizara sus políticos y sus militares, cuando durante su siglo fundacional fue un apéndice de las luchas intestinas argentinas, y sus próceres, a ciencia cierta, no eran uruguayos sino orientales argentinos, como por empezar, el inequívoco caso de Artigas. Más vale tiene que exaltar sus méritos artísticos de color local, reconociendo a Torres García o a Figari, o avanzando con osadas conjeturas bastante graciosas, como en la persistencia del Gardel de Tacuarembó. No difiere mucho del reconocimiento que los rosarinos hacen a Berni, Olmedo o Fontanarrosa.

Mis cordiales saludos, y gracias por el comentario.

Otrosí: El reconocimiento de los artistas, o de algunos artistas, si seguimos foucaultianos, tampoco es neutral, y también trasunta un determinado discurso de poder.

Claude dijo...

Eso de andar cambiando los nombres de las calles no me gusta ni un poco. ¿Por qué en vez de eso no nombran calles nuevas? Ya no se fundan ciudades en la Argentina, lo cual, tratándose de un país mayormente desierto, da una buena idea de nuestro estancamiento.

Victor dijo...

Buen post. Tal cual, la corrección política hace milagros, utilizando un positivismo trucho destroza el sentido común. Repítome: esta época va a ser recordada como la de máxima imbecilidad generalizada.

Saludos cordiales.

Incorrecto dijo...

Argentinos a las cosas...como dijo el hispano Ortega y Gasset. Qué manera de perder el tiempo. Los gringos se mataron en la guerra de secesión, luego del final durante 3 años hubo resquemores, obvio. Al 3er año, sacaron unas monedas con las caras de generales de ambos bandos y fueron para adelante. Acá seguimos que si Saavedra o Moreno (no Guillermo), etc, etc, etc.
Abrazos para todos especialmente para el amigo Goolian, amigo en el disenso.

Occam dijo...

Claude: Usted tiene esa rara virtud de dar siempre en el clavo. La cuestión fundamental es el estancamiento y la falta de creatividad de un pueblo envejecido antes de madurar. En el siglo XX, fundamentalmente el siglo XX histórico (post Primera Guerra) prácticamente no se han efectuado nuevas fundaciones, y sólo puedo recordar en estos momentos El Chaltén, en el marco del conflicto limítrofe con Chile por Laguna del Desierto (y que un cuarto de siglo luego no pasa de 200 habitantes) y La Punta, a 17 km de San Luis, que en verdad, si bien un novedoso sistema de desconcentración-descentralización funcional, no deja de ser un caso de intervención en la tendencialidad metropolitana.

En medio de esa esterilidad, Buenos Aires ha absorbido, junto con la zona litoral del Paraná Inferior, todo el proceso de urbanización (migración del campesinado a las ciudades), el proceso de despoblamiento del interior en beneficio de la centralización monopolista del puerto (Santiago del Estero, por ejemplo, sufre una experiencia de estancamiento-detracción demográfico desde fines de los '50 similar al que se verifica en Irlanda), y el proceso de atracción de población -fundamentalmente, marginales- desde las antiguas provincias virreinales que luego se transformaron en pequeñas repúblicas inviables. Determinando con todo ello una marcada acromegalia, con todos los problemas habitacionales, de salud, de uso del suelo, y sobre todo, de violencia y marginalidad, características de estas situaciones antinaturales (entendiendo, claro, que lo natural, o lo deseable, siempre es el arraigo).

El gran pecado que han de pagar las generaciones que nos sigan es, antes que ningún otro, el de la inoperancia y la desidia. Y las mejores maneras de ir pateando la pelota para adelante, para cubrir las dolosas omisiones de gestión política (que siempre es gestión del territorio), es esta estupidizante relectura obsesiva, para conformarnos con imposturas berretas, como si la realidad pudiera ser modificada con el discurso.

Mi cordial saludo.

Occam dijo...

Víctor: Muchas gracias por su comentario. Creo que a su reflexión abona un poco lo que acabo de responderle a Claude. En general, las sociedades fuertes discuten poco, revisan menos, y hacen mucho más.
Nuestra actitud es la de esas parejas que ya no se soportan, y se pasan facturándose uno al otro absolutamente hasta los más nimios detalles de toda la historia de la relación, siempre crispados, siempre con cara de culo, yéndose a dormir sin hablarse, comiendo con el estómago cerrado, siempre al acecho.

Mi cordial saludo.

Occam dijo...

Incorrecto: Es preciso para el bien de un pueblo la permanencia y fortalecimiento de sus instituciones, y un elemental respeto por las formas, en nuestro caso, republicanas. Pero también es fundamental que ese pueblo genere grandes hombres, porque la historia se construye con esa materia prima. Y grandes hombres no son genios brillantes de ésos que aparecen cada un par de siglos. Son fundamentalmente aquéllos que pueden comprender y llevar su vida en la grandeza, en lugar de sumir todo en la conflictividad mezquina de rédito inmediato. Con grandeza se construye; con mezquindad se destruye, o se hace mal uso de lo que hay hasta deteriorarlo y desnaturalizarlo.
Los gringos los han tenido, y sobre todo, si seguimos a Gore Vidal, pudieron generar una elite con una visión más larga que la vida individual y una persistencia constante (y por qué no, un control sobre los que ejercen el poder para evitar los riesgos de Nerones, Calígulas y Heliogábalos).

Mi cordial saludo.