En realidad, el idóneo para opinar sobre esta materia es Mensajero, y de él espero el atildado e ingenioso comentario a que nos tiene bien acostumbrados. Sin embargo, algo tengo que decir de ese eslogan jocosamente ridículo y de ingenua pretensión efectista.
La explicación es evidente: un juego de palabras con el Nunca Más, ese libro reaccionario y funcional a los genocidas que encontraba unos ocho mil y pico de muertos en donde deben hallarse indudables treinta mil. Pero claro, así como la sociedad aplaudiera el “nunca más” de aquello, también debería aplaudir (porque parece que hay una lógica inefable en ello) el “nunca menos” de esto.
Ocurre que las construcciones compuestas suelen divergir en sus implicancias semánticas. Así como el “más” es más polisémico que el “menos”, el “nunca más” contiene significaciones que en el caso del “nunca menos” no le son oponibles como antinómicas, porque las primeras pueden referir a una apreciación temporal (como es precisamente el caso en el deseo hecho libro del Nunca Más), mientras que las segundas siempre se limitarán a denotaciones cuantitativas, o incluso cualitativas.
Entonces, cualquiera mínimamente avispado puede simplemente continuar la frase con alguno de los tantos sustantivos con connotación negativa que ornan los aciagos tiempos que siguieron a la crisis y fueron signados por ella hasta la actualidad, y hacerse un picnic de panfletos y afiches, siempre y cuando, claro está, cuente con el presupuesto que ese empapelado urbano requiere. Algunos ejemplos: “Nunca menos inflación”; “nunca menos inseguridad”; “nunca menos pobrerismo”; “nunca menos inoperancia”; “nunca menos impunidad”; “nunca menos corrupción”; “nunca menos soberbia”; “nunca menos narcotráfico”; “nunca menos impostura”; “nunca menos vagos”; “nunca menos subsidios”; “nunca menos deterioro”; “nunca menos falta de respeto”; “nunca menos mala educación”… y así podríamos seguir largo rato.
Vamos a sustraernos de esa tentación, y dejarle el privilegio a los más dotados para las artes gráficas. Solamente limitémonos a consignar el asunto conceptual. El “menos” es un adverbio comparativo, que clama por un adjetivo o un sustantivo que lo acompañe. Esa necesidad se forma espontáneamente bajo la mollera del observador, y es muy difícil que desemboque en un resultado positivo para reafirmar la intención postulada.
Después de todo, “nunca” y “menos” son dos adverbios negativos.
Y se sabe: a diferencia de las matemáticas (intrínsecamente unívocas), en la lengua (siempre equívoca), no siempre negativo y negativo resulta en positivo.
10 comentarios:
Genial. Esta torpeza surge, me parece, de un gran sentimiento de inferioridad. Necesitan inscribirse en alguna gesta heroica pero sin laburar.
Se les ven los hilos, reescriben, reinterpretan y bajan línea forzando conceptos, vocablos, documentos, etc.
Se peinan para una foto que se sacó hace mucho y en una fiesta de la que no participaron.
Otro caso es el de la pyme recaudatoria de D´Elía, MILES. Miles y miles que te robás, farsante! Con un marcador, cualquier escolar le agrega unas rayitas y queda MILE$.
Daré entonces mi humilde opinión.
Hace poco, en una nota titulada "Hegemonía cultural del Kirchnerismo", Beatriz Sarlo sostenía:
"Con la conjunción de "nunca más" y "nunca menos", el kirchnerismo alcanzó una fórmula sintética y de gran impacto. Cristina Kirchner, su comité central y la juventud kirchnerista son la síntesis de esos dos "nunca".
Tengo, por primera vez, la sensación de que así se expresa una hegemonía cultural no simplemente en el vago sentido de llamar hegemonía a cualquier intento de dirección de la sociedad, sino a una trama donde se entrecruzan política, cultura, costumbres, tradiciones y estilos".
Yo ceo que Sarlo se halla algo abrumada y contenida por el despliegue bullanguero de la etapa que funda la muerte de Kirchner y que yo defino, para molestar a Artemio y a otros, "La contraespiral de silencio", a propósito de una hipótesis sostenida por el sociólogo que proponía que el Bicentenario había quebrado "La espiral de Silencio", conceptualización que propone que en un grupo determinado es natural que una minoría permanezca callada por miedo al repudio de la mayoría.
Esto respecto al apure que se come la Sarlo por un slogan que considera logrado.
Yo lo veo como usted; una vez implementado como dispositivo publicitario, y en su formato afiche especialmente, invita a la adulteración de las piezas callejeras, la deja servida, picando a metros del arco. Y por supuesto ni hablar de lo complicado que resultaría remontar, en una discusión de café, las burlas e interpretaciones que facilmente se pueden hacer desde el humor mientras el sujeto "nunca menos" debe permanecer firme en una posición moralista.
Es, claramente, un slogan ombliguista; para la propia tribuna, que supone torpemente que las resonancias de esa épica desplegadas como estética, pueden emocionar masivamente.
Suena viejo, tiene connotaciones de barricada, reclama sumisión a una estricta identidad que poco tiene ya que ver con lo que ocurre en el planeta y en vastos sectores de nuestra sociedad.
Si se limitaran a utilizarlo para templar el ánimo de la propia tropa, podría resultarles de mucha utilidad.
Desplegado como mensaje de comunicación masiva en el fútbol para todos, es otro de los muchos tiros en el pie que veremos a lo largo del año.
Saludos.
Una breve aclaración, en la espiral de silencio, el grupo que permance callado no necesariamente es una minoría, pero eso cree.
Almafuerte: Muy acertada su observación. Estoy apreciando últimamente una generalización en el uso de la inversión del significado del discurso, como una suerte de bruñido espejo opuesto a un rayo láser para que éste se vuelva contra su origen, que resulta un ardid del que hay que reconocer al relato oficialista, si no su autoría, sí al menos su anticipación a los tiempos y su uso sistemático.
Ya desde los primeros tiempos de esta aventura improvisada pomposamente llamada "el modelo", me he visto sorprendido por las argumentaciones que conducían a atribuir todos los propios vicios y todas las propias taras, precisamente a aquéllos que pudieran, con justicia y verdad, imputárselos al argumentador. Por ejemplo: "X es un mentiroso", dice alguien que ha hecho de la mentira su principal sistema de comunicación; "Z es un ignorante", dice un tipo que no sabe que el Martín Fierro no fue una personalidad histórica o que cree que el Che Guevara iba a la Plaza a alentar a Perón; "W es un narcotraficante", dice otro que tiene a su cargo todas las fuerzas de seguridad encargadas de combatir el negocio que no para de crecer geométricamente, o que controla y subsidia a las mismas aeronaves que llevan la droga, o que se encarga de recoger los fondos de financiamiento electoral que provienen de esas fuentes; "los que nos quieren destronar son los grupos concentrados", dicen desde el trono quienes han apañado hasta la obscenidad esa concentración, al punto de que los nuevos "grupos económicos de amigos" que han construido imperios se cuentan con los dedos de una mano... En fin, son sólo ejemplos hipotéticos, claro, pero bastante ilustrativos.
No voy a mentirle yo a usted justamente, y menos en esta ocasión. Yo me gano la vida argumentando. Los tiempos modernos son propicios a los sofistas, como los fueron los de la decadencia griega. Pero creo que a nadie se le había ocurrido ir tan lejos, a no ser, contando con la prepotencia de la violencia para callar la indignación del destinatario del mensaje.
En el mundo del consumo, la nueva publicidad del Alto Avellaneda Shopping es increíble. Más o menos sermonea: "no seas careta, sé vos mismo comprando marcas comerciales de prestigio". Y uno podría seguir con ejemplos hasta el infinito: "no seas chupacirios, andá a misa todos los días"; "no seas pajero, comprate la Playboy"; "no seas cabulero, usá cintita roja en la muñeca", etc., etc.
El asunto de MILES, es verdad, lo vi ayer en unos afiches en la 9 de Julio. Graciosísimo. Aunque mesurado, hay que reconocerlo. Bien podría, quizás con mayor tino, haberle puesto MILLONES.
Un cordial saludo.
Mensajero: Gracias por su necesario aporte. La estrategia ombliguista se replica hasta la exasperación, y parece la única concebible para esta facción. En las antípodas de los consensos fugaces, los acuerdos y la composición de intereses de una sociedad crecientemente compleja y amorfa, una estregia así parece más vinculada con una visión de pequeña aldea, en la que la tribu se halla dividida entre dos cacicazgos, y la manera de captar adherentes de una facción obliga, primero, a consolidar la moral de la propia tropa, en aumentar su capacidad de vociferación y explicitud, para ir copando por imperio de la presión primeramente a las voluntades más débiles, para luego dejar como oponente sólo a un grupo muy reducido en número, en una lucha ganada ya de antemano. Se me viene a la cabeza "El Señor de las Moscas".
Se me ocurre, en función de su último comentario aclaratorio, que la espiral del silencio puede desembocar en un huracán bullicioso, tan sólo por el efecto que en esas coyunturas sociológicas volátiles genera la abrumadora presión en un determinado y tozudo sentido. Aunque claro, para que ello ocurra, todavía falta agregar mayor presión a la caldera. "Nunca menos causas judiciales" puede ser que aumente algunos grados la temperatura en poco tiempo...
Por otro lado, interesante será ver el efecto que la proximidad temporal del primer aniversario del deceso consagratorio con los comicios generales tendrá en estos últimos. Intuyo una "campaña-que-no-es-campaña", del estilo FPT o inauguración martilleante de obras ya inauguradas, o carnaval de la alegría, realmente exasperante para el ánimo del ciudadano común. Aunque claro está, siempre podemos sorprendernos. Las ciencias sociales no son ciencias exactas.
Otra vez gracias por ilustrarnos, y mi más cordial saludo.
Desde que escuche el eslogan me llamó la atención la torpeza de poner tantas palabras negativas en una sola frase. "nunca menos, ni un paso atrás". Gente tóxica diría un filósofo contemporáneo.
Saludos
Víctor: Muy bueno su comentario. Las consignas de resistencia, de no aflojar, de seguir aguantando, en general traducen una predisposición derrotista. Asumen un límite, del que con esfuerzo hay que evitar correrse hacia atrás, frente a la fuerza opuesta que empuja.
Un cordial saludo.
Me hicieron acordar al célebre "No pasarán" con que los milicianos republicanos se daban ánimo para resistir el embate de las tropas nacionales, en la Madrid sitiada por Franco.
Esta frase forma parte (insólitamente) de los slogans que la izquierda utiliza para demostrar su "resistencia", vaya uno a saber a qué.
Lo gracioso, es que hayan tomado esa frase como estandarte, cuando todos sabemos que el ejército de Franco, finalmente, pasó!
Publicar un comentario