martes, 16 de octubre de 2012

Consumo Personal

«Si se quiere alterar o anular una pirámide de números en relación serial, se altera o se elimina el número base. Si queremos aniquilar la pirámide de la droga, tenemos que empezar por la base de la pirámide: el adicto de la calle, y dejarnos de quijotescos ataques a los llamados "de arriba", que son todos reemplazables de inmediato. El adicto de la calle que necesita la droga para vivir es el único factor insustituible en la ecuación de la droga. Cuando no haya adictos que compren droga, no habrá tráfico. Pero mientras exista necesidad de droga, habrá alguien que la proporcione». [Resaltado en el original]


William S. Burroughs
El almuerzo desnudo 
(Nked Lunch, 1959)
Anagrama, Barcelona, 1996.
ISBN: 978-84-339-2008-9


7 comentarios:

Chofer fantasma dijo...

Yo no sé de que hablaba Burroughs, pero para mi está diciendo que pretender que un adicto deje de serlo por el recurso de dificultarle conseguir droga es inútil. Pero el motivo que a mi me parece más relevante para oponerme a toda prohibición del consumo, tráfico y producción de cualquier sustancia, sea esta Azúcar ó Heroína, con independencia de sus probados efectos dañinos, es que permite que un grupo de ascetas decidan sobre la vida de otro grupo de personas.
No hay derecho a joder la vida a tanta gente sólo porque a ellos les parece mejor no consumir.

Occam dijo...

Bueno, partamos de que Burroughs ha sido un enfermo adicto a las opiáceas casi terminal, empedernido y absoluto. Bien señala él que cuando habla de "droga" se refiere a esos narcóticos, y a los estimulantes. Nunca a los alucinógenos, de los que no se ha probado dependencia física.
En cuanto a la forma de neutralizar el consumo, él menciona la experiencia británica por esos años, que establecía listas de adictos y permiso para un consumo gratuito, permanente y cuotificado de morfina. A eso se lo llamaba "cuarentena", e impedía que el virus se expandiera, mientras apostaba a que se extinguiera en unos años, con la muerte de los yonquis puestos en cuarentena.
El problema con el adicto a la droga (en el caso de sustancias con dependencia física, es decir, con la misma definición que da W.B.) es que al perder la libertad, deja de ser sujeto de consumo para ser objeto de un mecanismo que le es ajeno. En tal sentido, hablar de "un grupo de ascetas que decide" es homólogo a la situación actual en que decide un grupo de mercaderes inescrupulosos cuánto venderte, qué venderte, cuánto hacerte esperar, qué pedirte, hacerte hacer qué cosas a cambio...

Citemos nuevamente a Burroughs:
La droga produce una fórmula básica de virus "maligno": El álgebra de la necesidad. El rostro del "mal" es siempre el rostro de la necesidad total. El drogadicto es un hombre con una necesidad absoluta de droga. A partir de cierta frecuencia, la necesidad no conoce límite ni control alguno. Con palabras de necesidad total: "¿Estás dispuesto?" Sí, lo estás. Estás dispuesto a mentir, a engañar, denunciar a tus amigos, robar, hacer lo que sea para satisfacer esa necesidad total. Porque estarás en un estado de enfermedad total, de posesión total, imposibilitado para hacer cualquier otra cosa. Los drogadictos son enfermos que no pueden actuar más que como actúan. Un perro rabioso no puede sino morder. Adoptar una actitud puritana no conduce a nada, salvo que se pretenda mantener el virus en funcionamiento. Y la droga es una gran industria. [Nuevamente, el resaltado pertenece al original]

Yo entiendo que es tan puritana la actitud penológica y prohibicionista moderna como la anarco-liberal ultra permisiva y omisiva post-moderna. Cuesta para unos entender que en el gusto por las drogas hay ejercicio de una elección humana, hedonista sí, pero tan válida como cualquier otra (John Gray ha llegado a sostener que, en el sinsentido del mundo desacralizado y materialista actual, tal vez es la decisión más racional que existe). Como cuesta en los otros entender que, una vez producida la adicción la libertad desaparece y no se puede tratar con lógica mercantil aquello que por su naturaleza no pertenece al mercado.
Es por eso que sostengo que las drogas deben ser gratuitas y su provisión estar asegurada y monopolizada por el Estado para los drogadictos mayores de edad que expresen su voluntad de consumirlas. Esa provisión disuade de delitos, y mantener un montón de yonquis en estado de suspensión siempre será más provechoso que dejarlos sueltos buscando plata como sea para pagarse esa necesidad que los asfixia, y llenando los bolsillos de las mafias criminales.

Chofer fantasma dijo...

Completamente de acuerdo. No es adicto el que quiere, si no el que no tiene remedio. Para ellos, el mismo tratamiento que para el enfermo terminal de cancer: Morfina hasta el fin.
Para el consumidor recreativo, por mucho la mayoría, sugiero la provisión por el medio que sea más afín a la práctica social un producto estandarizado. Digamos, como el Whisky, que no tiene Alcohol Metílico ni Arsénico y es vendido por Ancap en Uruguay y por Llorente en Argentina.

Anónimo dijo...

Excelente posteo:
creo que en el fondo real de esta situacion lo qu eesta latente es la sociedad de consumo y la rebelion de las masas, al decir de Ortega. es claro que las drogas no son otro bien igualitario que todos deben consumir, sino que deberian estar limitadas a minorías que estan en condiciones de afrontar y darles utilidad real.

no todos tenían acceso a ciertas sustancias en la tribu, solo el chaman. el tema es el igualitarismo y el materialismo modernos (traducido a "la felicidad es el resultado del acceso igualitario a los bienes materiales")

Diego, de Uruguay. saludos a OCCAM

José Luis dijo...

Leyendo me acordé de America, el poema de Ginsberg, que lo nombra a Burroughs.

En un tiempo estuve muy interesado en la Beat Generation, leí a Kerouac, un cacho de Ginsberg y no me acuerdo qué otras cosas más.

Qué época esa.

Occam dijo...

Amigo Diego: Muy importante su apreciación. El frenesí aniquilador del igualitarismo entrópico no tendrá jamás en cuenta un principio tan sutil cuanto vital: la aristocracia de los espíritus.

Un abrazo.

Occam dijo...

José Luis:

Kerouac los menciona a todos (algo novelados) en On the road, y Ginsberg los recuerda en su célebre Aullido, respecto del cual a Burroughs le cabe perfectamente el primero de los versos.

Aquí en Argentina ha tenido como cultores más relevantes a Enrique Symns (Cerdos y Peces) y al Indio Solari. Respecto de este último, la inspiración beat, matizada con la influencia del cómic como fenómeno epocal relevante, ha dado frutos consistentes.

El tema con esos tipos, que fueron una auténtica contracultura frente al modelo de la felicidad pautada de los '50 (hoy aceptado ya sin distinción en Occidente hasta por rockeros, artistas y activistas de toda laya), es que en su búsqueda de lo auténtico (y en su devastadora decepción posterior), terminaron por ser tremendamente sinceros. Tal vez la última tribu que cultivó la verdad como parámetro de relación, antes de que imperara final y absolutamente la mentira como fuerza implacable y obligada.

Un abrazo.