Me pareció muy bueno este artículo, claro y oportuno, en estos tiempos en que conceptos tan básicos y sencillos son continuamente tergiversados por intereses de baja calaña. En dos líneas y sin grandilocuencia, distingue con precisión peronismo de capitalismo y marxismo, y recuerda con justicia -y valentía- a escritores "prohibidos" como Marechal, Gálvez y Castellani. Aplausos para Pacho.
Nacionalismo, pecado o virtud
Para LA NACIÓN
12 febrero 2009
Los argentinos padecemos de un adelgazado orgullo nacional, un frágil sentimiento patriótico. Lejos de ser banal, ésta es una de las razones de nuestra postergación. Los motivos son muchos; uno, es que siempre imperó la idea de que nuestro progreso residía en mimetizarnos con los países poderosos.
El nacionalismo es hoy una convicción y un sentimiento a contrapelo de la tendencia a subrogar el amor a la patria por el espejismo de ser "ciudadanos del mundo", sobornados por la transmisión en tiempo real de la informática y la TV. De eso trata la globalización que nos ha tomado sin puntos fijos donde afirmarnos, a diferencia de lo que sucede en Brasil o en México, donde el compromiso de los ciudadanos con sus tradiciones protegió de ser arrasados. Debe hablarse entonces de "glocalización", lo global interrelacionado con lo local.
En nuestra Argentina, confesarse nacionalista suele requerir aclaraciones: "nacionalista pero sin zeta", "nacionalista pero no de derechas". Es previsible que, ante la mención de esa palabra en nuestro interlocutor, se dispare un mecanismo de cuestionamiento, porque ha quedado asociada a gobiernos autoritarios, que han utilizado una supuesta "defensa de lo nacional" para justificar su barbarie. Y lo del "ser nacional" ha servido para censurar, torturar, matar. Tampoco tiene prestigio la palabra "patria", caída en desuso por parte de nuestros políticos y funcionarios.
Otra razón es que las ideologías dominantes en nuestro planeta, el capitalismo y el marxismo, son internacionalistas, es decir, suponen ser aplicables en cualquier país del mundo con algunos ajustes. El nacionalismo es un obstáculo a eliminar, como lo demuestra el que un movimiento de esencia nacional como el peronismo ha impedido que nuestros sindicatos respondan, como en la mayoría de las naciones, a alguna de las derivaciones del marxismo.
¿Qué es ser nacionalista? Amar a su patria. En sentimiento, en pensamiento pero sobre todo en acción. Amar sus paisajes, su gente, su cultura, sus posibilidades. Empeñarse en hacerla mejor, en comprometerse en aportar el granito de arena que le corresponde y hacerlo con alegría.
Ello no implica despreciar lo exterior, eso sería chauvinismo, una patología del nacionalismo que ha desencadenado guerras y genocidios, aunque debajo de esos pretextos siempre se esconden motivos económicos. El buen nacionalismo no presupone ser mejor que otros, tampoco cree que su verdad deba ser impuesta a otros. Sabe que en lo ajeno hay aspectos positivos que deben ser incorporados para mezclarlos con lo propio y mejorarlo.
El nacionalista sabe que tiene responsabilidades hacia su patria. Es un patriota, es decir, etimológicamente, pertenece "a la tierra del padre". Y los compatriotas son "hijos de un mismo padre", es decir, hermanos. Por ello, un buen espíritu nacional compele a la intolerancia hacia la precariedad en el acceso a la salud, la educación, la cultura de tantos hermanos sumergidos en la pobreza, de la que es principal culpable la devastadora corrupción que desde hace mucho tiempo corroe nuestras posibilidades como país, como sociedad y como individuos, potenciada por la grave falta de compromiso de algunos "hijos" con su patria. ¿Es imaginable una deuda externa como la que nos estrangula de no ser porque quienes la contrajeron estaban más atentos a sus intereses que a los patrióticos? Es una prueba del desamor hacia lo que debería ser amado.
La desatención hacia nuestros símbolos, banderas ausentes en las ventanas en días patrios e himnos cantados con desgano y pudor, han hecho que la camiseta del seleccionado nacional de fútbol se constituyera en el mayor referente de un sentimiento colectivo ligado a lo nacional. A esto hay que agregar la ligereza con que, con la justificable intención de potenciar el turismo, se cambian las fechas de los feriados que celebran hechos históricos sin que haya empeño en explicar su significado.
Tenemos en nuestra historia personalidades y circunstancias admirables cuyo conocimiento y exaltación deberían servir como modelos de identificación para vigorizar el orgullo nacional, que nos haría sentir partícipes de un proyecto con tradiciones, valores, cultura y afectos compartidos. Se es nacionalista cuando cotidianamente se cuida ese hogar simbólico que es la patria comenzando por uno mismo, esforzándose en ser honesto y solidario, implacable en la denuncia de la corrupción y de la ineficiencia; infundiendo en nuestros hijos con la prédica y, sobre todo con el ejemplo, el valor del estudio y del esfuerzo.
Ser nacionalista y patriota es valorizar a U2 y a Madonna, pero también a Astor y a Atahualpa; apreciar el cine de Scorsese y los hermanos Taviani, pero también el de Lucrecia Martel y Leonardo Favio; imaginar un destino más patriótico para el dinero que una cuenta en Suiza; no apreciar el tango porque gusta en Europa sino por sus valores superlativos; estudiar a los sociólogos franceses, pero también a Jauretche y a Scalabrini; no admirar a Borges porque eligió ser enterrado en Ginebra sino por su genialidad impregnada de porteñismo; enorgullecerse de llevar adelante una empresa nacional; rescatar a grandes escritores como Marechal, Gálvez y Castellani, que por nacionalistas y católicos fueron expulsados del Parnaso literario argentino; preocuparse en poner los conocimientos adquiridos en alguna forzada emigración al servicio de nuestro país; insistir en que Buenos Aires poco o nada se parece a París sino a sí misma.
En última instancia, ser nacionalista y patriota es enfurecerse porque nuestra Argentina no es lo que debería ser, hacernos cargo de nuestra propia culpa en ello y no autoindultarse echándosela a los demás, comprometernos en la política, en la acción gremial, en la acción solidaria para desalojar aquello que nos enferma como sociedad; hacer un buen uso de los recursos de la democracia pasando de la pasividad quejosa a la acción positiva y, cuando sea necesario, echar mano a nuestro coraje.
Es un buen ejercicio en cada situación que agreda nuestro orgullo patriótico, desde la más nimia a la más flagrante, imaginar qué es lo que pensaría y haría el prócer que más admiremos, sea San Martín, Belgrano, Dorrego, Rosas, Mitre o Roca, y actuemos como él. Porque ellos fueron seres humanos comunes, como todos nosotros, a quienes su pasión nacionalista, el amor por su patria, los llevó a acometer acciones extraordinarias.
32 comentarios:
¡Excelente!
Entonces podré recomendarle sin dudarlo un libro del Profesor Marcelo Gullo, recientemente editado:
Titulado "La Insubordinación Fundante", con soberbio prólogo de Helio Jaguaribe.
Me lo recomendó el diplomático Abel Posse.
Es indispensable para todo latinoamericano.
Gran Abrazo, Occam.
Gracias por el inmerecido elogio, Occam. Varios de los neonacionalistas y neolatinoamericanistas que pululan por ahí, deberían leer este sabio artículo.
Me hizo acordar muchísimo a un texto de don Arturo Jauretche en el cual decía que los argentinos tenían que dejar de mirar izquierda o derecha, dejar de trasculturizar ideologías políticas y que, principalmente, los socialistas tenían que pensar en un socialismo nacional.
También marcaba la diferencia con el nazismo, pero así y todo, fue vapuleado por haberlo dado a entender.
Saludos!
Que suerte que volvió occam
El artículo es realmente muy bueno.
Gracias a los dos a usted por ponerlo a circular y a Destouches por enviárselo
Besos y bienvenido.
¿Descansó?
No me gusta en general Pacho O'Donnell, me suele caer mal la postura de "super intelectual" cada vez que aparece en la tele, así como en algunos casos me exaspera su revisionismo "por conveniencia". Sin embargo, este artículo (y publicado nada menos que en La Nación) me parece excelente. Y, para mí como católico, leer el nombre de Castellani me emociona: pensar que fue uno de los más lúcidos escritores argentinos, y hoy es casi imposible conseguir libros de él...
Muchas gracias a ambos, excelente artículos
Estimado Ingenierito:
En la librería Huemul, Santa Fe 2237, podrá encontrar lo que guste.
A sus órdenes.
Salud!!
Y buen regreso mi estimado Occam!!!
Pacho ha tenido una interesante evolución intelectual.
Siendo yo un jovenzuelo, no lo soportaba. Ejemplo La seducción de la hija del portero....
Pero cuando viró hacia la argentinidad, ha llegado a emocionarme.
Como cuando Don Juan Manuel tiene un diálogo con Pedro Belgrano. Su hijo adoptivo.
Tiene una situación embarazosa, que Él bien relata.
Muy bueno Occam. Me tocaron la sensibilidad cuando me lo citan a Castellani, es uno de los tipos que mas leo. Si alguno está interesado en comprar algo de el les recomiendo "El nuevo Gobierno de Sancho" donde describe muy bien algunos típicos personajes argentinos, y para los mas místicos "El Apocalipsis de San Juan" o "Cristo vuelve o no vuelve". O´Donell omite tres cosas sobre el, primero fue un precursor de la psicología, segundo era cura y tercero antiperonista (pero bueno, si no hubiera sido eso hubiera sido perfecto)
Viva Perón
Excelente artículo, para pensar y poner algunas ideas en claro.
Coincido con Forbidden, no se pierdan a Castellani.
aquiles: se me complica comprar libros de Castellani en BUenos Aires, teniendo en cuenta que vivo en Salta... igual, gracias por el dato. Cuando ande por allá me voy a pegar una vuelta.
El P. Castellani fue todas esas cosas que varios han dicho, pero por sobre todas las cosas era un tipo con un gran sentido del humor. En algunos de sus escritos trata los más importantes problemas de la Patria, pero con una ironía que a varios de los humoristas más reconcidos les gustaría tener.
PD: forbidden, es un error incluir a Castellani entre los místicos. Es un hecho que escribe sobre temas religiosos, ya sea haciendo apologética o exégesis. Pero no parece que el rótulo de "místico" se acomode a ninguno de sus libros.
Perdón, el que firmó como Eduardo soy yo, el Ingenierito salteño.
Hay otro dato que pinta la nobleza del viejo padre Castellani. Cuando el pobre Haroldo Conti fue chupado por los milicos, el único intelectual que le reclamó en la cara su aparición a Videla fue él. Otro que también se movió fue el Turco Asís. ¿Sábato? Bien, gracias. ¿Ruiz Guiñazú? Debía estar tratando de levantarse al negro Massera. Etc, etc. Es bueno recordarlo ahora que aparecen héroes de la resistencia por todos lados.
El Nuevo Gobierno de Sancho es una obra genial, una parodia política brillante.
Destouches: excelente apunte. Recordemos que el P. Castellani le sacó en cara la desaparición de H. Conti a Videla en el mismo almuerzo en el que participaban Sábato y Borges, y a la salida del cual el Sábato dijo a la prensa: "Es imposible sintetizar una conversación de dos horas en pocas palabras, pero puedo decir que con el presidente de la Nación hablamos de la cultura en general, de temas espirituales, culturales, históricos y vinculados con los medios masivos de comunicación. Hubo un altísimo grado de comprensión y de respeto mutuo, y en ningún momento la conversación descendió a la polémica literaria e ideológica y tampoco caímos en el pecado de caer en banalidades; cada uno de nosotros vertió sin vacilaciones su concepción personal de los temas abordados". Creo que si ese mismo día Videla le ofrecía un puesto en el gobierno, Sábato agarraba sin dudar... Pensar que ahora la "juventud maravillosa" lo tiene por un héroe que se opuso a la "dictadura".
Soy antinacionalista y hago una distinción (mía) ente el nacionalista y el patriota. El nacionalista trata de conservar e imponer lo que él, subjetivamente, cree que es genuino y propio, y el patriota no se preocupa por lo supuestamente “nuestro” sino por lo que hace falta, lo que no hay, lo no se tiene pero es necesario tener. Por ejemplo, en el caso de nuestra guerra de independencia, yo pongo a los nacionalistas con los realistas y a los patriotas con los revolucionarios. Hasta el día de hoy, los nacionalistas tienen una herencia cultural hispanista muy fuerte que viene, creo yo, de la colonia, no de la Argentina, que fue una creación de los patriotas. Así que yo estoy, dentro de esta distinción que fabrico yo mismo, con los patriotas.
Después, suelo toparme con una falta de afirmación del país por parte de gente que está acomplejada con nuestra debacle. No me cuento entre ellos. Sí creo que muchos nacionalistas ostentosos son acomplejados que se sienten inferiores y por eso buscan exaltar ciertas cosas que sienten como propias.
Así que creo que entiendo esa especie de negación del país que denuncia O’Donnell, aunque no comparto sus términos.
Por ejemplo, yo no vivo en un país donde hay una nación sino en un país donde hay muchas naciones. Me resulta natural convivir con un montón de tipos de gente que no tienen nada que ver conmigo, compartir la vida nacional con ellos y que todos tengan el mismo apego al país. Eso sí me resulta algo genuinamente argentino, y no la idea de un hipotético y fantasmagórico “ser nacional” único, cosa que me parece una ficción de intelectuales exiliados en sus bibliotecas.
Tampoco comparto la idea de que el peronismo tenga alguna “esencia nacional”. ¿Cómo puede haber algo Argentino que sea enemigo del campo, de lo rural? Eso nunca va a entrar en mi cabeza. Además, el peronismo es una importación del fascismo europeo.
Otra cosa: ¿no es ilógico que O’Donnell sugiera que para afirmar lo supuestamente nuestro deberíamos imitar a otros países como Méjico y Brasil? No somos Méjico ni somos Brasil y es normal que no actuemos como ellos.
Hay un último punto: Argentina es maravillosa en esto: está llena de individuos que son una refutación viviente del colectivismo cultural. Es una de las cosas que me encantan de este país. A muchos no les gusta esto y tratan de negarlo o enmendarlo, pero a mí me da mucha alegría y creo que no hay razón para no aceptarlo como algo típica y distintivamente argentino.
Ingenierito:
Todo lo puede resolver a vuelta de correo.
Es gente diligente.
gratificante recuerdo sobre este chantócrata.
Me revolvió el baúl de los recuerdos:
Allá por el 71 lo ví en reiteradas ocasiones esperando a una compañera mía de estudios. Avda Triunvirato y Rivera, Villa Urquiza.
Siempre después de las 23.30 hs.
traían una antigua amistad desde París con esta niña.
Siempre con su característico sombrero, el trampa...
Claude: puede sustituir la palabra nacionalismo, si aún le causa escozor, por pertenencia.
El nacionalismo (la identidad nacional o la pertenencia a una patria) simplemente se ejerce. Se es argentino por serlo, no por poseer ciertos atributos especiales que te hagan dueño excluyente de la argentinidad (como pueden haber pretendido ciertos grupos a lo largo de nuestra historia, desde los hispánicos o los católicos, hasta los militares, varios sectores del peronismo, etc.).
Y una parte sustancial del nacionalismo implica una conciencia de pertenencia, y de los propios intereses como nación y como sociedad. Esto es central, ésto es lo que no tenemos. Esto es lo que creo que O´Donnell proponía imitar de Brasil y México, no copiarlos sino hacer para nosotros lo que ellos ya saben hacer para sí mismos, reconocerse como grupo humano con historia e intereses comunes, y actuar en consecuencia.
La alegría no es sólo brasileña.
Eduardo: por ahi me faltó una coma y un término mal empleado, tal vez tendría que haber puestos en lugar de místicos, para aquellos que buscan una lectura mas relacionada con cuestiones religiosas.
Coincido con vos en su sentido del humor, hasta en las obras mas serias, como ser el evangelio de Jesucristo, hace gala del mismo, habida cuenta que esos eran sus sermones. Una de las frases que mas me ha quedado de ese libro es "el límite de la obediencia es la caridad y la prudencia" y otra hablando de las bodas de Caná "si no existiera el vino, no pudiera haber hecho Cristo su primer milagro", lo cual ha influido mucho en mi vida, no en orden a la santidad si no en orden a la bebida.
Saludos
OliverX: Gracias por su comentario y por la recomendación. Me procuraré un ejemplar. Por lo pronto, he tenido acceso al prólogo de Jaguaribe, que señala, como dos cuestiones trascendentes, la de la subordinación psicológica de los pueblos de la periferia a los del centro, como reflejo de la subordinación regulatoria de sus Estados respecto de los centrales; y la dualidad entre la praxis de los Estados centrales y el discurso ideológico-dogmático, con pretendidas características ecuménicas, que diseminan en los periféricos.
Muy interesante, realmente.
Un gran abrazo.
Destouches: Otra vez gracias (al igual que por el artículo que hoy me hizo llegar por el mismo medio de Bandieri).
Mis cordiales saludos.
Relato. Muchas gracias por el comentario, y por la evocación a Jauretche. Parece que, para mentes malintencionadas y muy propensas a calificaciones y clasificaciones abstractas e inútiles, ciertas palabras ejercen un atractivo escarnecedor y petardista, a veces, hasta el punto de generar pruritos y excusas en el común de la gente para su utilización. El famoso terrorismo semántico.
Un cordial saludo.
Cerriwden: Gracias por la bienvenida. Descansé mucho, y me volví a cansar solamente con el viaje de vuelta. Quéselevacer. Ahora ando luchando un poco contra la gripe y otro contra un inusitado estrés que pensé que se había quedado allá, pero sin embargo se obstina por acompañarme a todas partes.
Un beso.
Ingenierito: Muchas gracias por su comentario, y me alegro que haya disfrutado de la lectura del artículo. Un cordial saludo.
Aquiles M.: Gracias por el aporte librerófilo (un clásico, para los que caminamos entre libros viejos y raros), por su cordial bienvenida y por la evocación histórica. Un abrazo.
Forbidden: Buena observación, y mejor recomendación, sin dudas. Y sobre los defectos, en fin, todos tenemos algunos. El más justificable es el del celibato. Un abrazo.
Mr. Groncho: Un honor tenerlo por acá. Ahora soy yo el que me debo poner al día con usted. Un abrazo.
Claude: Paradójicamente, Hitler tenía -y sostenía- el concepto opuesto al que usted expone en su comentario. Él decía que era nacionalista pero no patriota, como sinónimos, el primero, de revolucionario; el segundo, de conservador. Para él patriota hubiera sido el apoyar y ser leal a la dinastía monástica que gobernaba Austria.
Aplicado a San Martín, seguramente pueda decirse de él que era nacionalista y no patriota, porque si no, se hubiera quedado sirviendo en el bando realista. Ello, sin considerar que la herencia hispánica nada tiene que ver con ser más o menos argentinos. En todo caso, significa que hay quienes reconocen y respetan sus raíces, y quienes prefieren las importadas de cualquier arbitrario lugar, sea éste Francia, Inglaterra, Estados Unidos o la Unión Soviética.
Curiosamente, Orwell, en 1943, hace una distinción semejante, atribuyendo al nacionalista caracteres activos, totalitarios si se quiere, pero innovadores, y al patriota meros componentes de tradicionalismo emotivo.
Por otra parte, sea cual fuere su personal concepto de nación (que a mí me parece más cercano al de etnia), nunca hay que olvidar que el rasgo esencial es el de la comunidad de destino, el de querer todos lo mismo, tirar para el mismo lado, cosa que, con la mera (y penosa) coexistencia en un país entre vecinos que más o menos se toleran, no alcanza.
En cuanto al mosaico que usted exalta como características de nuestra argentinidad amorfa, qué decir. En una época -y hasta hace no tanto- Argentina era un crisol de razas en la cual cada uno de los componentes étnicos aportaba lo suyo para una obra mayor. Esa obra mayor era la nación. Y de esa conjunción de fuerzas creativas y dispuestas a fundirse, surgieron nuestras mejores expresiones culturales, científicas y de todo tipo. Hoy somos algo cercano a lo que usted dice: un cúmulo de nacionalidades diversas. Si hasta los nietos de los gringos que llegaron hace un siglo ahora tienen doble nacionalidad y votan a los senadores italianos y españoles. Ya no somos una nación, o en todo caso somos una nación agonizante. Pero es porque nos hemos quedado sin destino y ya no nos aguantamos entre nosotros, con lo que menos nos podemos considerar hermanos.
Y si eso nos define, entramos ya en un terreno de paradojas creativas que a mí me excede (por ejemplo, se odian porque se aman, son ricos porque son pobres, etc.).
Mi más cordial saludo, y gracias por su comentario.
A todos: Gracias por entrar y opinar. He disfrutado mucho de cada uno de sus comentarios. Tengan un poco de paciencia, que en cualquier momento vuelvo.
Mis más cordiales saludos.
Occam, bienvenido...¿estuvo pulando carnaval?
Si le agarra saudade aquí tiene corso los fines de semana, al rey momo lo puede encontrar en el pomo de la nieve loca.
Respecto a la nota y a lo que se ha comentado, me detengo en los consumos culturales, que en épocas de supremacía mediática, influyen definitivamente sobre nuestra identidad. Es verdad que en el interior ocurre menos, pero en la capital, y especialmente para la juventud educada, las referencias musicales, cinematográficas y artísticas en general están afuera. Lamentablemente, no soy la excepción.
El tango parece estar más o menos a salvo y aunque agonizan sus virtudes poéticas, hay gente que le hace el aguante y que lo disfruta.
Nuestras pretenciosas vanguardias siempre estuvieron muy preocupadas por estar a la moda internacional más que en destacarse por algo propio.
Usted habla de comunidad de destino, pero no somos concientes de algo tan obvio.
Alguna vez comentamos algo respecto a la necesidad de contar con rituales o hechos colectivos que permitan templar los corazones, y disponerlos para las grandes obras, pero no existen o están devaluados como señala la nota.
Pienso en Halloween o en San Patricio. La apropiación indebida y el bastardeo de esta celebración me causan particular rechazo. Probablemente me vea en los noticieros siendo apaleado en la 25 de Mayo por un grupo de oficinistas borrachos, que intentan destruir mi pancarta ilustrada con un rostros enojadísimo y la palabra "ira".
Un gran saludo.
Mensajero: Muchas gracias por su comentario y bienvenida. Lamentablemente, me adelanté en dos semanas al carnaval, así que no pude disfrutarlo como en años anteriores. Igualmente, el programa esta vez fue en familia y sosegado, salvo por las inevitables excursiones a dunas y manglares y los pecados gastronómicos y caipirescos diurnos y nocturnos.
En todo lo demás, coincido en absoluto con usted.
Mi más cordial saludo.
Claude
De acuerdo.
No me interesa ninguna "Doctrina Nacional", más aún, me repugna.
Hay una palabra para definir el amor al lugar y la gente donde uno vive y se llama patriotismo.
La falta de confianza en nosotros mismos, creo el culto a los próceres que los conviertió en bronce y no en lo que eran: de carne y hueso. Luego hicimos la transposición y creamos inmerecidamente un prócer en vida: Perón. Patético. Y así estamos.
Muy buenas tardes ,resulto ser muy interesante su espacio y le felicito :), le agradeceria y a la vez seria muy
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Occam: creo que hay una grave confusión linguística (neurolinguísitica) en todo esto, surgida de una errónea definición del término "nación".
En efecto, si se le diera a esta palabra su sentido etnológico, que es el único realmente comprensible para mí, no habrían problemas.
Me resulta irrazonable intentar lidiar con los significados que le han impuesto al termino en función de intereses políticos, a partir de la forzada concepción del Estado Nación.
Se que usted entiende a que me refiero, así que no aclaro más.
Creo que la ensalada conceptual de Mr. O'Donnell (y la consecuente desesperanza que destila) son producto de esta confusión.
Creo que el nacionalismo es algo malo, sumamente cercano al racismo en lo conceptual. Es como los celos que, aunque tienen mejor prensa, no son muy distintos de la envidia y la angurria.
Creo que los problemas a los que se refiere Don Pacho serían mejor caracterizados como problemas de identidad (eso y no el nacionalismo es lo que nos distingue de los brasileros, x ej.)al
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