miércoles, 12 de mayo de 2010

Asistencia e inclusión


Haciéndome eco de una determinada actitud de Mensajero, que ha decidido copiar en su blog las opiniones que vierte en otros espacios (porque después de todo, en este vagabundear por la blogósfera, uno va dejando un poco de sí aquí y allá, y pareciera que desatiende su propio kiosco), voy a consignar a continuación los dos últimos comentarios en los que me he esforzado, y que corresponden a sendos y recomendables artículos publicados en Desierto de Ideas por el amigo Luciano. Obviamente, recomiendo también su lectura, para tener una comprensión más acabada de la cuestión que nos ocupa, que es mucho más atractiva, patente, inmediata, directa y profunda, que tantas peroratas e imposturas ideológicas y museográficas que ocupan las primeras planas de todos los tabloides día a día, en este pan y circo copado un día por La Nelly, otra por Nicolle, otra por Amalia, y otra por la carne de cerdo o la secretaría general de alguna entelequia ungida de los grandes propósitos y las buenas intenciones, que como bien sabemos, casi siempre son el camino al infierno.

El tema está vinculado a la asignación universal por hijo, que quienes conocen en su aplicación concreta cuestionan en su adjetivación, pero es un asunto en el que no voy a meterme, porque no me resulta crucial. De lo que sí se va a hablar a continuación es de los alcances y carácter que debe guardar la asistencia estatal, al menos para mí.

Martes 11 de mayo de 2010:

Nadie puede negar la utilidad que tiene la plata. El dinero mueve al mundo, y bla bla. Obvio que la asignación universal por hijo significará una mejora en las paupérrimas condiciones de vida de los pobres, como lo es cualquier limosna. Pero coincido con Luciano, no modifica la realidad de nadie, y sobre todo, la realidad del pueblo, que es el entramado de relaciones, más o menos conflictivo pero siempre dinámico, que estrecha o disuelve los lazos de la sociedad.

Si no se empieza a materializar una real meritocracia, toda dádiva de fomento deja las cosas exactamente en el mismo lugar donde estaban. Y en una sociedad, que es como un río, estar siempre en el mismo lugar, es estar cada vez más atrás. Y una meritocracia, un sistema de méritos, no puede considerar por igual las situaciones del que durante estos duros años se levantó todos los días para ir a laburar o a buscar trabajo, que la del que no lo hizo. La situación de una madre que con lo poco que tiene compra jabón, lleva a vacunar a sus hijos, lava y tiene limpio el hogar, de otra que se la pasa chupando y cogiendo en la pieza de atrás.

Los pibes tienen todos los mismos derechos. Lo que no tienen los pibles es la misma suerte, como ningún ser humano la tiene. Podés nacer en cuna de oro y morir de cáncer a los 21 años. O sea que los pibes no tienen todos la suerte de nacer en una familia como Dios manda (perdón a los ateos militantes: si hablo de Dios, seguro que me contestan con algo de la pedofilia), y los que no tienen esa suerte deben encontrar algo -o mejor,
alguien- en el umbral de la puerta que los ampare, sin llegar a la situación marginal de la calle. Y los que están en la calle deben encontrar mucho más que la tolerancia progre, que no es otra cosa que omisión culposa, producto de tantas taras intelectuales masturbatorias e inhibitorias de lo que hay que hacer.

Y también tiene que haber, si se habla de meritocracia, diferenciación en el trato, en las consecuencias de las acciones, entre los que aprovechan su suerte, y más aun, los que sin suerte igual perseveran en un camino de honestidad, o aquéllos que se cagan en su suerte o resultan productos estructurales de familias de mierda.


Al final, somos todos más liberales que los ultra-neo-liberales, si confiamos en la iniciativa individual del interés, el que los chicos se comporten como queremos que lo hagan, o que vayan tomando conciencia a través de nuestra gestualidad (encima, fría y aséptica) y nuestra buena predisposición a abrir la billetera y darle un par de mangos. No podemos conformarnos con decir que con tanta guita, o con tal otra suma, podemos darnos vuelta y seguir durmiendo. Acá la cuestión, como también dijo claramente Luciano, es recuperar el territorio, y no seguir abandonando los territorios infames o peligrosos o mugrientos, a su suerte, con la conciencia tranquila.



Miércoles 12 de mayo de 2010:

Creo que la contraprestación a la que nos referimos a cambio del subsidio no es material sino
moral. Si recibís del Estado, tenés que adherir a los valores del Estado. Claro que los valores del Estado no están muy claros últimamente, como sí lo estuvieron en otros tiempos. Una cosa es permitir situaciones irregulares y disfuncionales transitoriamente, y otra es permitirlas definitivamente, o incluso propiciarlas.

Si lo que se pretende es ayudar a los chicos, un presupuesto como el destinado a la asignación universal por hijo debería ser más que suficiente para tenerlos bien vestidos y alimentados. Dele usted un tercio de ese dinero mensual per cápita a una de esas abnegadas mujeres que sostienen comedores comunitarios en el Conurbano, y va a ver cómo a cada pibe le llega el nivel calórico y vitamínico necesario para desarrollar una inteligencia normal y un físico promedio.



Pero además de ello el pibe tiene que tener un soporte familiar medianamente responsable. Traer un chico al mundo siempre conlleva una enorme responsabilidad, que encima es de por vida o al menos hasta la mayoría de edad. Que cada familia se haga cargo de su responsabilidad, en lugar de hacerla cargar sobre el niño, sea haciéndolo salir a hacer plata como sea, sea viviendo de lo que el niño "produce" desde el asistencialismo, sea abandonándolo a su suerte porque sobra, porque molesta. Acá el foco debe estar en el beneficiario, y no en todos los que pueden a llegar a vivir de él.

En el programa de familias sustitutas, aplicado en la PBA para contener a los niños sin hogar que antes eran institucionalizados, se buscaba a familias voluntarias y se les daba por cada chico un aporte mucho mayor que la actual AUH, algo así como $ 250 de 2003 ó 2004. Había familias que tenían vocación y los tenían bárbaro a los chicos. Pero había otras que mientras no les compraban zapatillas, los hacían dormir a todos en una pieza y les daban fideos todos los días, cambiaban el televisor y los "padres" sustitutos compraban pilcha nueva para ellos. Ocurre que ese programa, que era cuantitativamente más acotado y controlable porque sólo se refería a los chicos sin familia (los huérfanos que antes estaban en patronatos de la infancia), incluía la visita mensual sin previo aviso de los supervisores del área de minoridad y familia, lo que provocaba que muchas de esas familias sustitutas fueran borradas de las listas y los chicos relocalizados, cuando se comprobaban tales irregularidades.


El tema no era difícil de controlar, puesto que al estar en un programa estatal, debían los responsables franquear el acceso a los agentes del Estado, y someterse a las pesquisas, que incluían hasta la revisión de cuadernos y boletines.



La guita, sea mucha o poca, siempre es guita, y sale del trabajo de otros argentinos que pagan impuestos o aportan para sus jubilaciones futuras. Se trata de una responsabilización general de la sociedad, partiendo de un eje central: poner la mirada centrada en los chicos, que son el futuro y los verdaderos sujetos inocentes y vulnerables a ser asistidos.

No creo que cueste tanto hacer capacitación in situ, bajar al territorio y enseñar a la gente a vivir. A administrar la basura, en lugar de tirarla en el baldío de al lado o al costado de la ruta, a sostener una huerta comunitaria, enseñar conductas sanitarias y de civilidad, y verificar cotidianamente la situación de los chicos, si estudian o no, si están vacunados, si se bañan periódicamente, dónde duermen y con quién, etc.


Los hombres son buenos, pero si se los controla son mejores, citaba hace poco el Ministro Aníbal Fernández a Perón. Y al control, cuando toda una comunidad depende de ciertas pautas de funcionamiento, se llega con el hábito y la internalización de conductas, a realizar horizontalmente, los vecinos se organizan y todos colaboran con la función del Estado.



Al Estado las personas en situación de marginación lo miran con recelo. Paradójicamente, el interlocutor y mediador de los conflictos sociales termina siendo el policía que de vez en cuando anda por ahí, o ni siquiera... Pero ocurre que el Estado es el que da, y si da, debe exigir. Una nueva función del Estado implica necesariamente involucrarse en forma directa y palpable, ayudar a la gente a organizarse, crear las sociedades de fomento y ese tejido intermedio de solidaridad y contención que está faltando. Pero no seamos demagógicos: Todo ello sólo se puede lograr con disciplina, y con el establecimiento de metas a cumplir y de sistemas objetivos de valoración de las conductas de cada uno.

Siempre se dice que el asistencialismo
desmercantiliza, y eso es bien cierto. A la larga, elimina incentivos para el trabajo y el progreso, para la iniciativa de los beneficiados, que poco a poco van haciéndose exclusivamente dependientes de la asistencia. Deben tomarse en cuenta esas observaciones surgidas de la experiencia, para jerarquizar y valorizar esas relaciones de asistencia en función de un objetivo claro de organización y de cultura ciudadana.

Como alguna vez se dijo, se trata de integrar, e integrar implica transferir al excluido las reglas generales del juego social, reproducir los términos de la competencia y de la valoración del mérito. Que no toda acción humana implique siempre lo mismo. Que no todo se juzgue por el resultado inmediato: si hacés en una hora más plata que el otro en tres años.


Antes bien, hay que dar vuelta la tortilla, y que "el gil" que sale a laburar, que se preocupa por sus hijos, que vuelve a su casa a cenar en lugar de estar mamado o drogado por ahí, sea el primero en la escala de valoración siempre.
Una cosa se propuso el primer peronismo, en tiempos parecidos a los actuales en términos de exclusión y miseria: nacionalizar a las masas, integrarlas a la sociedad a través de la comunidad organizada. Nosotros nos quedamos con la gestualidad del dar y omitimos el imprescindible correlato del hacer. Hacer, en este caso, es organizar, y organizar demanda presencia, custodia, evaluación y valoración.

Ésa es mi opinión, que en general, me parece resulta coincidente con la que se expone en este post. La desatención del tema inseguridad me parece que va de la mano de la desatención del tema inclusión, pero no desde la miope perspectiva materialista de "roban porque son pobres", que de paso es profundamente prejuiciosa e injusta.

Exlusión es exlusión económica
también, pero sobre todo es exclusión de los valores de la sociedad de consenso, hasta el punto de generar un abismo profundo y un "lado de acá" y otro "lado de allá".


Acá me parece que hasta ahora no se ha incluido a casi nadie, a no ser en listas de asistencia económica. Incluir implica hacer participar a los excluidos de las reglas de juego generales, lo que necesariamente quiere decir, de la díada conceptualmente inescindible derecho/responsabilidad.

La mirada asistencial actual es la del colonizador a las tribus colonizadas: de superioridad, de ajenidad, de condescendencia, de tremenda indulgencia por su salvajismo, indulgencia que en el fondo oculta indiferencia. Siempre como pobrecitos, como distintos. Esa exclusión, marcada por la
otrosidad en el trato, está reñida con cualquier proclama de nosotrosidad más o menos enfática. No nos comportemos con los otros de la forma en que nunca lo haríamos con nuestros seres queridos, con nuestros próximos (prójimos). Uno exige todo el tiempo de los padres, de los hijos, de los hermanos, de los amigos, de los compañeros de trabajo, de los vecinos. Exige porque espera algo de ellos. ¿Esperamos nosotros algo de toda esta asistencia? ¿Algo más que conciencia tranquila, o que simpatías transitorias? ¿Queremos realmente integrar a nuestros hermanos en la miseria?

¿Realmente?

Programa "No más limosnas en la calle", Secretaría de Desarrollo Social
de la Municipalidad de Armenia, Colombia.

11 comentarios:

CGL dijo...

Mierda que post. Che... muy bueno loco!

Respecto al tema en general, yo siempre me pregunto... Si toda la gente que percibe un plan social (limosna) no tuviese derecho a votar... ¿Seguirían dando las asignaciones?

Y otra cosa, ¿como sorongos va a cambiar el país?, cuando mediante esta politiquería pedorra, se les enseña a la gente sin recursos, a vivir del estado como profesión.

Digo... Argentina es un país que siempre ha convivido con la pobreza, la exclusión y la marginalidad. Si encima, a eso le sumamos una educación dirigida a la mediocridad, y a la falta de ambición (hablando de instinto superador, no?)... y bueno, trata de mandarlos a laburar después, y te achuran en la plaza del barrio.

El problema como siempre, es el político de turno; como sus únicas ambiciones -siempre- pasan por sentarse en el bendito sillón de Rivadavia y encarnárselo bien en el ojete. Utilizan todo el aparato para ganar mas votos... Sin importarles una mierda, el veneno que esparcen en la sociedad, en esa carrera.

Es por estas cosas, que cada vez son mas los beneficiarios de estos planes sociales (solamente en este país, eso puede ser considerado una buena noticia... Pelotudo de ramble tamble); es por estas cosas que las villas estan cada vez mas pobladas (Se vienen de las provincias, porque aca es mas facil conseguir un plancito).-

Es por lo mismo, que las barras bravas no desaparecen; ellas mismas, son la fuerza de choque de los políticos.


Y ahí vamos... los políticos educando a los marginados, en la carrera por la marginación...

Pero no se preocupen, que nosotros les vamos a dar una manito... Eso si, necesito que se me vengan a la 9 de julio que tenemos que hacer un poco de ruido; y demostrar poder de convocatoria. No se preocupen, les garpamos los viaticos, y les damos un sanchigue y un vaso de totín!

La puta que los pario!

Destouches dijo...

Ya lo dije y lo repito: un post impecable. Elocuente y convincente exposición de lo que piensa una mayoría silenciosa, más apegada al sentido común que a la ideología.

Almafuerte dijo...

Estuve siguiendo los dos últimos posts de Luciano y los comentarios, interesantísimo todo. Ahora volví y ví que allí se plantearon las mismas objeciones y dudas que se me iban ocurriendo a mí:

- ¿Realmente la situación a remontar es similar a la del primer peronismo? Ahora tenemos crimen organizado y narcotráfico, combinados con un consumismo asfixiante que no existía en otros tiempos.

- Entiendo (aunque no comparto) el enfoque que hacen del clientelismo, el punterismo y el control territorial. Pregunto: ¿Y si mejor les mandamos directamente al Estado?
¿El Estado no puede trazar calles y veredas, construir casas, escuelas y dispensarios? ¿El estado no puede llegar y garantizar educación y seguridad, pero el puntero sí puede?
En serio, ¿para qué insistir con intermediarios?

Esa idea del puntero como entidad que resuelve y gestiona allí donde el Estado no llega, qué quiere que le diga. No me cierra, y mucho menos en tiempos de matones y barrabravas.

Occam dijo...

CGL: Muchas gracias por pasar y por su comentario. Espero tenerlo seguido por acá. En cuanto a la relación dádivas-votos, Forbidden Reloadded dejó una anécdota de una escuelita cuasi-rural de Córdoba, muy ilustrativa, en los comentarios del último post en Todos Gronchos.

En cuanto al segundo punto que usted aborda, resulta un poco contradictorio para un país que reconoce como gran limitación para su desarrollo la estrechez de su mercado interno, el achicarlo aún más, desmercantilizando a una creciente porción de la población y también de las actividades económicas. Me parece que la idea es mantener a los pobres más o menos como están, e ir controlándolos electoral y socialmente a través de subsidios y dación de bienes (documentos de identidad, escrituras, o casas, lavarropas, etc.). A mí me enseñaron que los cínicos suelen aludir recurrentemente a aquello que saben nunca va a pasar. Y aquí hemos escuchado todos estos años hablar hasta el hartazgo de "movilidad social ascendente". También me enseñaron que los dirigentes capaces y creativos, los auténticos conductores, en términos peronianos, se callan bastante la boca y gobiernan con los hechos; y aquí no hay día que pase sin tener que soportar un insufrible y extenso discurso, con ocurrencias, sermones y lecciones de ciencias aplicadas incluidos.

Mis cordiales saludos.

Occam dijo...

Destouches: Muchas gracias, compañero, por su elogioso -e inmerecido- comentario. Creo que sobre el asunto hemos despuntado bastante el vicio en Desierto de Ideas. Sin embargo, la cuestión está lejos de estar agotada, y vamos a profundizar sobre ella, arriesgándonos siempre a la descalificación y los "ataques preventivos". Pero, nos han enseñado bien desde chiquitos: el único pensamiento que vale la pena es el pensamiento peligroso.

Un abrazo.

Occam dijo...

Almafuerte: Coincido absolutamente sobre las cuestiones distorsivas que han aparecido y han sido propiciadas durante estos últimos 8 años, sobre todo y preocupantemente, el haber transformado a la Argentina en productora de drogas, con sus innegables consecuencias: Abrupto y geométrico aumento del consumo (y del consumo de cada vez más peligrosas porquerías, ahora se viene el cristal meth, espere y verá); aumento exponencial de la violencia e instalación de mafias cada vez más poderosas, que pronto discutirán territorialmente el poder del Estado (el único monopolio imprescindible, el de la coerción); aumento de los crímenes irresueltos, aparición de los sicarios.
Vea usted el tendal que está dejando el asunto éste de la mafia de los medicamentos, con tiros en la nuca y "suicidios" de película. Sin ir más lejos, hoy mataron a un tipo que iba en un taxi en Paraguay y Leandro N. Alem, en hora pico de la mañana, desde una moto. Dos tiros y chau, a Ezeiza y de vuelta a Colombia. Si te he visto no me acuerdo.
Mafias por lo demás involucradas estrechamente con la política, con el financiamiento de campañas electorales y con el amordazamiento de la justicia. Vea usted por ejemplo que una persona fuertemente implicada en los medicamentos adulterados (asunto aparentemente emparentado con la causa de la efedrina), resulta ser, además de ex secretario de prensa del Partido Comunista, el esposo de la principal comisaria política del gobierno en la censura a la independencia judicial en el Consejo de la Magistratura.

Cuando aludo a la situación social existente en 1945, me refiero a los elevados niveles de exclusión de crecientes masas de migrantes internos (lo que los gorilas de entonces llamaron "aluvión zoológico"). Aunque como usted bien aclara, no había en ese momento un crecimiento tan alarmante en los poderes indirectos (el poder detrás del poder de que habla C. Schmitt), y por suerte quien se hizo cargo del gobierno entonces asumió una responsabilidad directa y personal de sus actos, que más allá de las valoraciones, creo que a estas alturas es innegable, ya que le ha valido ser el hombre más nombrado, estudiado, querido y odiado de la Argentina desde entonces y para siempre.

En cuanto al segundo ítem, si usted me ha leído bien, hablo siempre y exclusivamente del Estado. En eso disiento con el enfoque del otro blog, aunque creo que es fundamental la función social de las entidades intermedias como soportes del Estado, y mediadores entre el individuo y un mecanismo que tiende hacia la burocratización y deshumanización del gigantismo.

Ahora bien, no toda organización es una organización intermedia con función social. La mafia, la masonería, las barras bravas, ciertos caciquejos oportunistas y su séquito de interesados, etc., son organizaciones sin función social sino con utilidad eminentemente segregada al interior de sus ámbitos.

Hay que ser cuidadosos con el empleo de los términos y con la forma de escoger los medios a emplear para conseguir un objetivo de bien común. De algo de eso he hablado cuando introduje la visión durkheiminiana del corporativismo, que lo primero que resalta es que: a) los estratos intermedios son socialmente imprescindibles; b) no por ello, puede considerarse que los que se encuentran en la práctica sean intrínsecamente buenos. Una cosa es la necesidad y la funcionalidad, y otra los medios específicos que aparecen.

Por eso es misión del Estado (y vemos otra vez claramente que el Estado está para mucho más que para sólo cobrar impuestos y repartir subsidios) el seleccionar aquellos medios que puedan serle de utilidad y promoverlos, como pueden ser determinados cultos religiosos coincidentes con los objetivos políticos de bien común, y sobre todo, y tantas veces mencionada en su terrible ocaso, la familia, entendida como una organización de relaciones que excede en mucho el núcleo burgués moderno de papá-mamá-hijos.

Mis cordiales saludos, y gracias por su comentario tan inteligente.

CGL dijo...

Muy interesante tu visión...
En definitiva, concuerdo; y me amargo, porque no observo ni una mínima luz en el futuro. Vamos, como dice mi viejo, para atras!
Se igual en el horno nos vamo a encontrar... Decían...

Ahora, Como te gusta escribir! ja...

Sldos!

Almafuerte dijo...

Esto es para volverse loco.

Mientras algunos kirchneristas discuten como llegar con la Asignación Universal a vastos sectores no registrados por falta de políticas territoriales, el gobierno reasigna partidas destinadas a programas sociales: "la reducción en el área de los planes sociales se debe a que existen menos personas de lo previsto que perciben la Asignación Universal por Hijo".

Ah, la distancia entre la teoría y la praxis.

Mensajero dijo...

Me quedo con los últimos párrafos del post, relativos a la indulgencia, al abandono, a la falta de empatía; en definitiva a la indiferencia, que como nos enseñó el eminente JLB y se viene recordando ultimamente, es el opuesto de amor.

Saludos.

Occam dijo...

Almafuerte: Gracias por la noticia linqueada. Realmente indignante. Ya la hipocresía destruye hasta la lógica misma de las palabras. Si lo que quieren decir, para justificar estas exacciones que demuestran una vez más la ineficacia y falta de ideas de la administración pública, es que menos gente necesita de asistencia estatal, no pueden seguir empleando el concepto de "universal". Una asignación universal, precisamente, está establecida sin discriminar situaciones particulares, salvo que lo que se sostenga es que hay menos hijos de los "estimados" en la Argentina.

Mi cordial saludo.

Occam dijo...

Mensajero: Gracias por su comentario. Lamentablemente, el amor es un sentimiento en franca detracción, como lo son instituciones sociales tales como la familia, o fenómenos humanos como la amistad. Justamente en la era humana que más promiscuamente ha hecho uso y abuso de todos y cada uno de esos conceptos. Los "enamorados del amor" no pueden en verdad amar nada concreto, más que el propio ego. Vuelve, siempre vuelve, la cuestión principalísima en el destino de la civilización, que es la querella de los Universales*, que entabló hace muchos siglos nuestro homónimo nunca adecuadamente recordado.

Mis cordiales saludos.

* Y qué mejor manera de vincular una cuestión con la otra, en la era del universalismo descarnado, que ésta de aprovechar para hablar de una asignación pretendidamente universal.