miércoles, 13 de abril de 2011

Meritocracia póstuma

Algunos criterios para una aproximación objetiva.




Se habla últimamente del mausoleo que Austral Construcciones, empresa que debe su fulgurante presente (y el de su titular, ex empleado del Banco de la Provincia de Santa Cruz devenido en sólido magnate) a los incontables "dedazos" del capitalismo de amigos propiciado precisamente por el homenajeado, erigirá a un lado del cementerio de Río Gallegos para albergar a la polémica figura de un ex presidente de la Nación cuyo mérito relevante –si es que así puede llamárselo- es haberse muerto relativamente joven; y sobre todo, en momentos en los cuales su familia directa (nepotismo que ha excedido incluso las previsiones de una Constitución decimonónica y que nosotros, tan modernos y tan corderos, supimos soportar) maneja incontables fondos públicos y toda la parafernalia de la comunicación massmediática como para intentar la canonización cívica, el bronce que le ha sido esquivo en la Argentina a los verdaderos próceres… Talante que suele servir de certero indicador de los méritos de los hombres.

Uno piensa enseguida en los tres más grandes argentinos del siglo XIX, para empezar: San Martín, Artigas y Rosas. Todos muertos en el exilio, todos habiendo acumulado enemigos acérrimos dispuestos a defenestrar no sólo sus últimos años de vida, sino también su memoria.

Se lamenta el correo electrónico que circula difundiendo el escándalo, que San Martín, Belgrano y otros próceres verdaderos no gocen de semejante recinto faraónico para albergar sus huesos. Nosotros, por el contrario, nos felicitamos de que así sea. Porque, sencillamente, si ningún prócer verdadero ha sido reconocido con tamaño fasto, una de las características de su valía está (tal vez incluso inconscientemente establecida) en esa humildad póstuma. Incluso, en la Argentina paradójica, en el escarnio póstumo. Dejemos entonces a nuestros muertos (o sea, los que son patrimonio de todos los argentinos como hermanos en un destino) descansen en paz. Allí donde se encuentran. Allí donde los han colocado quienes nos precedieron, y que en gran medida con mezquindad y ceguera, quisieron hacer de ellos precoz ceniza y de su recuerdo el polvo del viento. Porque "La principal razón contemporánea para condenar a los grandes hombres es que la condenación de las grandes figuras absuelve y agranda a las pequeñas", reflexionó Sarmiento acerca de ciertas falsificaciones e injusticias históricas que forjaron nuestra historia oficial. Lo cierto es que ya está. Ya están todos en sus frías y silenciosas moradas finales. Sin mayor pompa, sin mayor estrépito barroco. Y lo más importante: conceptualmente, tal vez ontológicamente, las grandes figuras se atisban en la condena que de ellas hacen las pequeñas. En esa falta de reconocimiento.

Gobernar es una tarea ingrata. Implica tomar diez decisiones impopulares, antipáticas, por cada una que pudiere ser aplaudida. Como el padre que dice “no” decenas de veces por día a cambio de contados “sí”, en la conciencia del deber para con sus hijos. Eso diferencia a los grandes gobernantes de los demagogos (a los que eufemísticamente llamamos “populistas” cuando dan al pueblo vino, ocio y limosna en lugar de educación y trabajo, que siempre son ingratos deberes antes que programados derechos). Por ello es frecuente encontrar, a la hora de la muerte, elogiados demagogos y condenados gobernantes. No hay parámetro humano (menos en las sociedades de masas) para la mensura de la grandeza.

Dejo, finalmente, para ilustrar estas someras reflexiones, propaladas sin tiempo y sin aliento, algunas fotos de las ostentosas criptas de los capos de la narcomafia de Sinaloa.










11 comentarios:

aquiles m. dijo...

Es un Usted muy certero, estimado Maestro.
Su asociación es la correcta.
Abrazos.

Mensajero dijo...

Lapidario.
Un abrazo.

Occam dijo...

Aquiles, Mensajero: Ante todo, debo agradecer vuestra fidelidad a este espacio caprichoso. Ha pasado mucha agua bajo el puente, y agua pesada (ahora que está en los diarios Fukushima). Y sin embargo, circunstancias varias han impedido que escribiera. Ahora un tema menor nos ha convocado (aunque menor en cierto sentido, pues en octubre va a dejar tela, kilos de tela, para cortar... engorrosos proselitismos y manipulaciones... si parece a propósito... en fin...).
Aquí estamos, y trataremos de seguir consecuentes, pese a las mezquindades y bajezas conocidas.
Muy bueno lo de "lapidario". Otro gesto de inteligencia, cada vez más esporádica en la Argentina (y no hablo de la otra "inteligencia", que ya está cerca de los históricamente más nefastos récords).
Un abrazo a ambos, amigos lectores. Y amigo no es una palabra cualquiera en mi vocabulario... Por eso, reniego del Facebook.

choripanboy dijo...

Confiemos en la ley causal,por mucho
mausoleo,paisajes y ahora blindajes,
éso no evita retorcerse en el infierno...

Occam dijo...

Choripanboy: ¡Jajaja! Me ha recordado la sentencia de la sabiduría popular ante los casos de las criptas con muchas rejas y candados o las tumbas selladas y remachadas: el miedo a que el muerto salga...

Anónimo dijo...

Para el mausoleo a nuestro prócer debería intervenir la gente de Green Peace. Alguien pensó en los gusanos? habrán estimado orificios para que los mismos puedan salir a vomitar?.

Muy bueno como siempre, Occam.

Saluti,
Muñeco

Occam dijo...

Muñeco: Oportuno compromiso el suyo por los Derechos Gusanos.

Un cordial saludo.

Anónimo dijo...

Impecable como siempre, Occam. Especialmente certera la comparación. Destouches.

Occam dijo...

Destouches, amigo. Una grata sorpresa reencontrarlo por acá luego de tanto tiempo.

Un abrazo.

Flor de Ceibo dijo...

Brillante en argumentación y desarrollo. Lo del símil con Sinaloa, insuperable. En Tiempos de la República, se exigía al menos un lustro desde el óbito para cualquier homenaje público. A propósito: ¿quién habrá puesto el terreno y quién pagará la obra?

Occam dijo...

Flor de Ceibo: Los tiempos de la República... quelle temps! Y siguiendo con el recurso, diría que el emolumento y el terreno corresponden al abnegado francés Jean Peuple, siempre el amigo más dispendioso y desapegado de estos ilustres homenajeados.

Un cordial saludo.