viernes, 9 de octubre de 2009

Estamos todos, no llamen más

Tridente ofensivo. Una máquina letal. El terror de los rivales sudamericanos.

Amistoso. 1-0 ante Escocia. Festejo general del plantel, más por el golpe de Estado exitoso que por un triunfo tan anodino: "Hay que alentar, hay que alentar, estamos todos, no llamen más". En ese partido faltaron Messi y Riquelme, así que para que no quedaran dudas, días después, en el micro en Marsella, saliendo del estadio donde se ganó otro amistoso, esta vez a Francia, el cantito fue más explícito: "Hay que alentar, hay que alentar, ya vino Messi, no llamen más".

Las fuentes que exponen a la camarilla sediciosa, que por motivos genéticos (genâtar es el origen sánscrito de nuestro "yerno") enseguida se ancló en torno al siempre conventillero Diegote, amigo de los grupos dentro de los grupos, señalan, además del nuevo "10" (quizás el más decepcionante desde que se fue el crack, y la lista incluye hasta a Marcelo Espina, y a mucha honra) y del yerno que no sabe ni parar una pelota de espaldas al arco, a Gago, Tévez y Heinze. Todos grandes valores. Uno que en Inglaterra se transformó más en un rugbier arremetedor que en el fino jugador de fútbol que insinuaba en Boca y en Corinthians, ahora temperamental, que va a los pies como brasilero (o sea, con los tapones de punta); otro que se cansó de hacer perder partidos a la Selección, con sus errores siempre trasladados al compañero que tiene más a mano para increpar, y/o directamente con sus goles en contra; etc.

En fin, la gente, repodrida, frustrada e indignada, aguantando que luego de un espejismo contra Venezuela y un agónico 1-0 a Colombia se hayan perdido afrentosamente cuatro partidos (6 a 1 con Bolivia, que podrían haber sido 12 y que se achacaron a la altura, altura que no molestó a ninguno de los equipos que luego fueron a La Paz, ni tampoco recientemente a San Lorenzo; 2-0 con Ecuador, quizás el mejor partido de la era Maradona, porque fue el único caso en que Argentina pudo jugar al contraataque, que es para lo que está diseñada por las características de sus "petisitos"; 3-1 con Brasil en casa y sin atenuantes; y 1-0 con Paraguay, jugando a la marchanta, en donde lo más peligroso lo hizo Palermo resolviendo tres de los zapallazos que le revolearon), ya empezó a cuestionar a esas estrellitas del frío fútbol europeo, multimillonarios, mimados, y rodeados de jugadores de verdad, que quitan, generan juego, se llevan las marcas y los dejan lucirse para el merchandising. Hasta empezó a dar bronca, y mucha bronca, que nos pasen una y otra vez en todos los noticieros los goles de Messi contra el Alicante, el Almería o el Rayo Vallecano.

Así que bueno. Llegó la hora de los bifes. De que se presencien las consecuencias de los actos.

Maradona, que entiende que ser seleccionador es estrictamente eso, es decir, hacer listas, citar jugadores, y luego confiar en que con frases conmovedoras apelando al nacionalismo y al sacrificio épico los jugadores literalmente se coman a los rivales, ya empezó a darse cuenta de que tenía que "llamar más". Finalmente apareció Higuaín, que insólitamente, marcando la misma cantidad de goles que Messi pero viniendo casi siempre desde el banco, metiedo goles trascendentes en otro grande de España, era tan considerado acá como si fuera un 9 del montón haciendo banco en Turquía o en Rumania. Finalmente se empezó a mirar a los siempre despreciados jugadores del medio local... No sé, quizás demasiado tarde. Quizás los llama solamente para tener más gente en el asado, y ni se le ocurre ponerlos, o los pone de salvatierra cuando faltan 5 minutos, como hizo con Schiavi...

En la página www.foros.riverplate.com un forista registrado recordó esta perturbadora frase del vehemente Horacio Pagani, de Septiembre de 2007: "Si no juega Riquelme, Argentina pierde". Algo parecido le pasó a Boca en estos últimos tiempos. Hasta ahora se vino cumpliendo.

Esperemos que en las dos finales que se vienen esa frase no resulte aplicable. Que Dios, no el D10s, sino "el Barba", nos ayude.

4 comentarios:

Mensajero dijo...

No deja de ser inquietante pensar que el comienzo de la debacle coincide con la partida de Riquelme.

Occam dijo...

Mensajero: Alguien que yo respeto mucho en temas de fútbol me señalaba un dato, si se quiere, psicológico, respecto de la utilidad de Riquelme, más allá de sus indiscutibles (y por lo visto, insustituibles) cualidades como estratega, como talento y como líder: el tipo se carga a los hombros todas las responsabilidades del equipo. Cuando el equipo juega bien (como, por última vez, en la Copa América 2007), seguramente otro se lleva las palmas. Pero cuando el equipo juega mal, él concentra sobre sí todas la puteadas y las disconformidades. Que es lento, que es pecho frío, que siempre toca para atrás, que es antipático, que se lleva mal con los compañeros, etc.
Entonces el resto está más aliviado. Pueden jugar con mayor libertad. Cuando se desembarazan de Riquelme, paradójicamente, pierden la única protección que tenían, y se cargan toda la responsabilidad sobre sí. Por eso es que cae tan mal el argumento de Messi de que "él solo no gana partidos".
Y la camiseta argentina entonces se demuestra verdaderamente pesada, como una cota de malla que les impide moverse.

Un abrazo.

Claude dijo...

Pekerman no ponía a Messi ni a Agüero y lo mataban a críticas por eso, y la mala racha de la Selección es anterior a la llegada del actual técnico.
¿Alguien se acuerda de Ustari? Era el gran crack del arco hasta que lo ultimó el frenesí cambiante de la danza de nombres.
Le propongo un escándalo: es inadmisible que Saviola no esté en la Selección.
Mi consuelo: por fin Maradona convocó a Aimar.
Una esperanza: que vuelva Riquelme.
Algunos nombres pueden implicar posiciones superpuestas. No importa: que estén los mejores; unos en la cancha y otros en el banco, pero los mejores.

Occam dijo...

Concuerdo plenamente, Claude. Que estén los mejores. Los mejores defensores en la defensa, los mejores volantes en el medio, los mejores goleadores metiendo los goles, los mejores técnicos dirigiendo a los equipos y los mejores dirigentes a la cabeza de las instituciones.

Un abrazo.