martes, 16 de marzo de 2010

De la edad del lobo y del insecto a la del centauro


Es el subtítulo de este blog aquella frase atribuida a Thomas Hobbes que reza homo homini lupus, "el hombre es lobo del hombre", y que en verdad procede de Tito Marcio Plauto, que en su obra Asinaria afirma Lupus est homo homini, non homo, quom qualis sit non novit ("Lobo es el hombre para el hombre, y no hombre, cuando desconoce quién es el otro").

Quizás por ello Juan Domingo Perón, en su obra La Comunidad Organizada. Esbozo Filosófico, rescata una frase de Johan Gottlieb Fichte que reza: "El grado supremo sólo llega a lograrse, cuando sobre este ciego deseo de poder y sobre la arbitrariedad del individuo se sobrepone en uno la voluntad de libertad, de soberanía del hombre, la voluntad racional. El hombre no es una personalidad libre hasta que aprende a respetar al prójimo".

El hombre que respeta, que reconce al otro, entonces, es el hombre, y puede como tal construir una comunidad, superarse en un destino trascendente y perdurable. El hombre se reconoce en tanto ser ético, y lo es así en cuanto cumple con la virtud socrática de la realización perfecta de la vida. "Esto es: comprensión de la propia personalidad y del medio circundante que define sus relaciones y sus obligaciones privadas y públicas. Virtuoso para Sócrates era el obrero que entiende en su trabajo, por oposición al demagogo o a la masa inconsciente. Virtuoso era el sabedor de que el trabajo jamás deshonra, frente al ocioso y el politiquero" (La Comunidad Organizada, Cap. VII).


El hombre ético es entonces aquél que hace lo que hay que hacer, lo que, de acuerdo a su posición y circunstancias, juzga como recto a su esencia y su destino. Para ello, claro está, el hombre debe primeramente, conocerse a sí mismo, y según mi modesto aporte, quizás construirse a sí mismo, edificar su estilo, porque el estilo hace al hombre. No es libre aquél que no puede someterse a sí mismo. Es claro, como decía Perón, que el otro aspecto concierne a la "comprensión del medio circundante" porque, como sostiene De Benoist, es evidente que "el hombre no nace como una página en blanco", sino que es el producto de una comunidad, una cultura, un terruño y una historia determinadas.

El hombre se encuentra entonces, para la consecución de su libertad, impuesto de un doble orden de implicancias. Al ser un ser ético, es decir, ser fiel a sí mismo, es en tal sentido, un ser también fiel al medio al que pertenece, a los condicionamientos de su forma de ser y sentir, y fiel a su propia personalidad, es decir, a su voluntad. Es por ello que la voluntad es el correlato imprescindible de la libertad, como la responsabilidad lo es de los derechos:


“En varias ocasiones ha sido comparado el hombre al centauro, medio hombre, medio bruto, víctima de deseos opuestos y enemigos; mirando al cielo y galopando a la vez entre nubes de polvo.
“La evolución del pensamiento humano recuerda también la imagen del centauro: sometido a altísimas tensiones ideales en largos períodos de su historia, condenado a profundas oscuridades en otros, esclavo de sordos apetitos materiales a menudo. La crisis de nuestro tiempo es materialista. Hay demasiados deseos insatisfechos, porque la primera luz de la cultura moderna se ha esparcido sobre los derechos y no sobre las obligaciones; ha descubierto que lo bueno es poseer mejor, que el buen uso que se ha de dar a lo poseído o a las propias facultades.

“Ni la justicia social ni la libertad, motores de nuestro tiempo, son comprensibles en una comunidad montada sobre seres insectificados, a menos que a modo de dolorosa solución el ideal se concentre en el mecanismo omnipotente del Estado. Nuestra comunidad, a la que debemos aspirar, es aquella donde la libertad y la responsabilidad son causa y efecto en que exista una alegría de ser, fundada en la persuasión de la dignidad propia. Una comunidad donde el individuo tenga realmente algo que ofrecer al bien general, algo que integrar y no sólo su presencia muda y temerosa".
(La Comunidad Organizada, Cap. XXI).

De esa consideración, que nace del autoconocimiento y del conocimiento del medio circundante a través de la cultura y la educación, de la realización de la libertad por el triple juego de respetos hacia uno mismo, hacia el otro y hacia la comunidad, nace la idea de la comunidad organizada, como un destino colectivo nacido de la optimización de las facultades y voluntades individuales:

“Libre no es un obrar según la propia gana, sino una elección entre varias posibilidades profundamente conocidas. Y tal vez, en consecuencia, observaremos que la promulgación jubilosa de ese estado de libertad no fue precedida por el dispositivo social, que no disminuyó las desigualdades en los medios de lucha y defensa ni, mucho menos, por la acción cultural necesaria para que las posibilidades selectivas inherentes a todo acto verdaderamente libre pudiesen ser objeto de conciencia”. (Cap. XI).

De tal modo, queda claro en el pensamiento de Perón, que para él el ejercicio de la libertad está condicionado por la capacidad de pensar y de decidir, y por tanto, por la voluntad racional, como decía Fichte. Sólo podrá haber comunidad organizada, y por tanto, consecución de la felicidad, en tanto haya ciudadanos libres, y la libertad sólo puede existir con el fortalecimiento de la personalidad a través de la cultura y la voluntad, que produzca individualidades poderosas y seguras de sí, responsables consigo mismas y con el prójimo.

La aspiración de progreso social ni tiene que ver con su bulliciosa explotación proselitista, ni puede producirse rebajando o envileciendo los tipos humanos. La humanidad necesita fe en sus destinos y acción, y posee la clarividencia suficiente para entrever que el tránsito del yo al nosotros, no se opera meteóricamente como un exterminio de las individualidades, sino como una reafirmación de éstas en su función colectiva. El fenómeno, así, es ordenado y lo sitúa en el tiempo una revolución necesaria que tiene más fisonomía de Edad que de Motín”. (Cap. XIII).


A) Contra el fenómeno colectivizante de los totalitarismos de Estado (Pero semejante desviación no es consecuencia del auge de los ideales colectivos. Que el individuo acepte pacíficamente su eliminación como un sacrificio en aras de la comunidad no redunda en beneficio de ésta. Una suma de ceros es cero siempre; una jerarquización estructurada sobre la abdicación personal es productiva sólo para aquellas formas de vida en que se producen asociados el materialismo más intolerante, la deificación del Estado, el Estado Mito y una secreta e inconfesada vocación de despotismo", Cap. XVII); y

B) Contra el fenómeno alienante y disgregador del individuo aislado, celularmente cautivo de sus estrictas necesidades y sus deseos materiales ("
Algo falla en la naturaleza cuando es posible concebir, como Hobbes en el Leviathan, al Homo homini lupus, el estado del hombre contra el hombre, todos contra todos, y la existencia como un palenque donde la hombría puede identificarse con las proezas del ave rapaz. Hobbes pertenece a ese momento en que las luces socráticas y la esperanza evangélica empiezan a desvanecerse ante los fríos resplandores de la Razón, que a su vez no tardará en abrazar el materialismo. Cuando Marx nos dice que de las relaciones económicas depende la estructura social y su división en clases y que por consiguiente la Historia de la humanidad es tan sólo historia de las luchas de clases, empezamos a divisar con claridad, en sus efectos, el panorama del Leviatán. No existe posibilidad de virtud, ni siquiera asomo de dignidad individual, donde se proclama el estado de necesidad de esa lucha que es, por esencia, abierta disociación de los elementos naturales de la comunidad. Al pensamiento le toca definir que existe, eso sí, diferencia de intereses y diferencia de necesidades, que corresponde al hombre disminuirlas gradualmente, persuadiendo a ceder a quienes pueden hacerlo y estimulando el progreso de los rezagados. Pero esa operación –en la que la sociedad lleva ocupada con dolorosas vicisitudes más de un siglo- no necesita del grito ronco y de la amenaza, y mucho menos de la sangre, para rendir los apetecidos resultados. El amor entre los hombres habría conseguido mejores frutos en menos tiempo, y si halló cerradas las puertas del egoísmo, se debió a que no fue tan intensa la educación moral para desvanecer esos defectos, cuanto lo fue la siembra de rencores”. Cap. IX);

C) Se opone la visión que sostiene que:

Lo que caracteriza a las comunidades sanas y vigorosas es el grado de sus individualidades y el sentido con que se disponen a engendrar en lo colectivo. A este sentido de comunidad se llega desde abajo, no desde arriba; se alcanza por el equilibrio, no por la imposición. Su diferencia es que así como una comunidad saludable, formada por el ascenso de las individualidades conscientes posee hondas razones de supervivencia, las otras llevan en sí el estigma de la provisionalidad, no son formas naturales de la evolución, sino paréntesis cuyo valor histórico es, justamente, su cancelación". (Cap. XVII)

Lo que permite concluir en la necesidad de reencontrar la armonía, frente al doble proceso impulsado por la modernidad, hacia el lobo y hacia el insecto. Esa armonía aparece en la figura del centauro:

“En cierto modo, siguiendo el símil, equivale a liberar al centauro restableciendo el equilibrio entre sus dos tendencias naturales. Si hubo épocas de exclusiva acentuación ideal y otras de acentuación material, la nuestra debe realizar sus ambiciosos fines notables por la armonía. No podremos restablecer una Edad-centauro sólo sobre el músculo bestial ni sobre su solo cerebro, sino una “edad-suma-de-valores”, por la armonía de aquellas fuerzas simplemente físicas y aquellas que obran el milagro de que los cielos nos resulten familiares” (Capítulo XXI).


12 comentarios:

Destouches dijo...

Excelente recensión. Una tribuna de doctrina peronista, precisamente cuando en el seno del movimiento que alumbró su fundador se lucha por acallar y distorsionar aquélla y sustituirla por postulados interesados y ajenos a su sentir.

Los párrafos extractados son significativos porque evidencian que las discrepancias entre peronismo y liberalismo, por un lado, y peronismo y marxismo, por el otro, no son oportunistas, sino de naturaleza filosófica. El peronismo impugna fundamentalmente el presupuesto racionalista, universalista e individualista de ambas doctrinas, para las que los pueblos y comunidades carecen de realidad efectiva o, al menos, digna de aprecio y consideración.

Hay que advertir hasta qué punto Perón fue un adelantado a su tiempo. Él predijo el ocaso del individuo aislado, unilateralmente racional y materialista, como consecuencia del aflorar de éticas comunitarias que estaban reclamando su lugar en el mundo. Lógicamente éstas no implican en modo alguno el sojuzgamiento del hombre sino su liberación en el marco de empresas colectivas superadoras. Maffesoli observa cómo estas nuevas estructuras éticas y comunitarias tienden a aparecer por doquier en oposición a la visión universalista e individualista propia del racionalismo y de sus hijos políticos dilectos, marxismo y liberalismo. Lo que él llama el deslizamiento del sí mismo (propio de la conciencia individual) hacia el Sí Mismo (de la conciencia colectiva). Lo que falta es precisamente el otro elemento esencial en la doctrina peronista: la organización. Por eso, por el momento, se trata de fenómenos que pueden contener una impronta disgregadora y anárquica. Pero, no hay que confundirse: por otro lado -y esto es fundamental- testimonian el hastío hacia el paradigma del hombre liberal, materialista, aislado, simple entidad jurídica de imputación de derechos y obligaciones. Es incesante la búsqueda del restablecimiento de lazos comunitarios, de solidaridades afectivas, de éticas de pertenencia. A eso alude la palabra "comunidad" en el título del libro que se comenta en su post. Se trata de ese elemento profundamente humano (a tal punto que se remonta a sus orígenes más remotos) que el hombre necesita reencontrar y recobrar, para volver a hermanarse con aquéllos que son sus hermanos.

Con respecto a las facultades virtualmente proféticas de Perón, hay que señalar que ellas no se limitaron a la observación anterior, sino que comprendieron los aspectos más diversos de la política práctica, desde la necesidad de la integración en espacios geopolíticos mayores (p.e. Unión Europea, ABC o Mercosur) hasta la previsión de una ineluctable inversión de los términos de intercambio, que iba a favorecer a países como Argentina o Brasil. Lástima que en estos momentos favorables, la providencia nos haya castigado con elites tan mediocres y venales.

goolian dijo...

Y quién sería a vuestro juicio el heredero actual de este pensamiento ?
Quién encarna mejor estas ideas dentro del amplio panorama actual del justicialismo ?

Desde Mompracem dijo...

Estamos en un país envuelto en la cháchara, esa "habilidad de comprenderlo todo sin previa apropiación de la cosa (...) que desliga de la obligación de llegar a un genuino comprender y, al contrario, desarrolla un comprensión indiferente a la cual nada le es ajeno", como decía Heidegger y, años después, tradujo a la política cotidiana don Vicente Leonides Saadi, debatiendo con Dante Caputo. Releer este texto en tal contexto resulta fascinante. No dudo que el General quería una "comunidad organizada". Y que lo transcripto, en esencia, expresa su pensamiento por entonces. Pero hagamos justicia a los ghost writers, dos mentes brillantes: Carlos Astrada y Coriolano Alberini. Y evoquemos la lectura en el extraordinario Congreso de Filosofía de Mendoza, con Jacques Maritain murmurando "c'est du manuel" (aunque a don Jacques no lo quiero mucho, algunas frases vertían pensamientos socorridos para los buenos europeos de entonces) mientras Evita, la pobre -una buena chica que hizo un mal casamiento, decía Ernesto Palacio- se dormía. Hoy, cuando no hay movimientos ni partidos, sino empresas de marketing electoral que tienen como materia prima los sondeos de opinión y como objetivo maximizar los beneficios con el acceso a la "caja"; empresas que bien, en lugar de sus nombres históricos, podrían llevar los del dueño de la agencia contratada(Movimiento Artemio, Partido Durán Barba,Corriente Zuleta Puceiro, Tendencia Revolucionaria gordito Agulla, etc.); en que aspiran a la presidencia apólidas como Macri y Narváez, y que esa vaga memoria colectiva que se obstina en llamarse peronismo, se expresa en gente como Pampuro, Facundo Moyano, los revolús sin adrenalina de la Cámpora y Aníbal Fernández, aquel texto parece escrito en caldeo o swahili.

Occam dijo...

Excelente y muy apropiado el aporte hecho desde Mompracem. Efectivamente, ha dado en la tecla en cuanto al sentido (intentar arribar a la genuina comprensión de las cosas) del presente post, y también es muy apropiado su diagnóstico del marketing político.

Perón no solamente fue un adelantado a su tiempo, como aprecia Destouches. También fue un hombre profundamente comprometido con su propio tiempo, cuestión quizás tan ardua como la de avizorar el futuro. No siempre termina uno por comprender su propia circunstancia, hasta que la misma ya es pasado, se objetiviza y se clarifica a nuestros primitivos ojos. Pero en el momento del fragor del presente, no muchos lo comprendieron y menos pudieron seguirle el ritmo. Más allá de los ghost writers, se trató de una personalidad extraordinaria, con una aguda inteligencia y una enciclopédica cultura. Solamente alguien muy profundamente implicando en su tiempo puede realizar un Congreso de Filosofía como el de Mendoza. De hecho, cotejado con nuestras cotidianas "cumbres" de presidentes, en que un hato de mediocres se reúne a tirarse flores recíprocamente, o a esbozar tibios reproches de portada de magazine, ese evento de hace 60 años aparece como algo inconmensurable, incomprensible, inasible a la corta imaginación contemporánea.

Al marketing político, es decir, la banalización de la política y la cosificación del hombre, sólo puede responderse desde la filosofía, yendo hasta las implicancias más profundas de las cosas, en lugar de divagar machacona y obsesivamente con la anécdota cotidiana del problema de caja, que el victorismo, con cínico tino, transforma en cada caso en la gran encrucijada del destino nacional.

A todos, muchas gracias por pasar, leer y comentar.

Mis cordiales saludos.

aquiles m. dijo...

Mi estimado:
Es muy loco admitir que es difícil organizar una comunidad.
Cuando debería ser la esencia del humano.
La verdad que leerte me energiza, pero debo admitir que miro a mi derredor...y observo que es notorio el negocio de una comunidad desorganizada...
Es más rentable...
abrazos.

Occam dijo...

Aquiles M.: Muchas gracias por tu comentario. En verdad, yo no veo por acá ni comunidad organizada ni desorganizada. En realidad, no veo comunidad. Uno de los objetivos programáticos de una sana acción política debe conducir a reconstruir -o directamente construir nuevos- los lazos comunitarios, los conceptos de pertenencia, de vecindad, de fraternidad, de responsabilidad frente a los semejantes, comenzando por el primero y fundamental, que es la familia, pero no deteniéndose en ella, sino continuando con las organizaciones intermedias, que son las que rellenan el tejido social vaciado por la Ilustración, que dejó solos a los individuos, aislados, alienados, en dogmática posición de "igualdad" indefinida y neutra frente a un Estado-máquina (la machina machinarum de que hablaba Hobbes) administradora tecnocrática, sin alma, sin trascendencia, sin fuego creador.

Un abrazo.

aquiles m. dijo...

Así es.
Una lucha desigual, como Leónidas en Las Termópilas.
Sin olvidar a los "Efialtes"...de mil formas...
Hay que seguir buscando cómo entrarle a la adversidad.
Abrazos.

MM dijo...

La necesaria actualización de la práctica política de los que nos creemos peronistas es convertirse en guardianes de las libertades individuales como primer paso para la imposición de nuestras tres banderas.

No digo actualización doctrinaria, porque eso siempre estuvo ahí, a pesar de algunos "olvidos" que deben ser analizados en el momento histórico en el que ocurrieron. No para justificarlos sino para dimensionarlos adecuadamente.

Muy inspirador su trabajo de hoy. Mis saludos y felicitaciones!

Occam dijo...

Mr. Grocho: Usted lo ha dicho mejor que ninguno. Así mismo pienso yo. Se confunde aquí doctrina con praxiología (como diría Raymond Aron), y en el afán bíblico de buscar definiciones concretas, una suerte de manual rígido al que amoldarse (como el que tienen las ideologías), muchas veces se ha confundido experiencia histórica concreta con doctrina, de forma tal, que se han confeccionado algunos folletines muy a la conveniencia de cada uno: el modelo estatista de los '40, el modelo liberalizador de los '50, etc. En realidad, la gran actualización doctrinaria viene de la mano del cambio en las circunstancias internacionales, y Perón bien enseñó que los países se construyen desde afuera para adentro, es decir, a través de una fecunda, coherente e inteligente política internacional, que es quizás el aspecto más despreciado y en el que menos idoneidad hemos demostrado en los últimos tiempos.

Mis cordiales saludos.

Mensajero dijo...

Occam,
Usted sabe que estoy en período de abstinencia peroniana. Aún así, leí su texto y los comentarios más de una vez.
Es trsite confirmar una y otra vez que todo se degrada.
¿O será, que al mejor estilo dualista, se trata tan sólo de la noche que finalmente desembocará en un nuevo amanecer?
De otro modo habrá que aceptar que la entropía también afecta a la virtud.
Un abrazo.

Occam dijo...

Mensajero: Si siempre aprecio la fidelidad y altura con que visita este blog, no puedo menos que emocionarme, si se ha dedicado a leer el presente post, conociendo su justificado hastío presente.
En verdad, todo se ha degradado por estos pagos. Los hombres de medio siglo atrás apenas (algunos de ellos, pero algunos muchos) fueron infinitamente superiores a los hombres del presente, la punto que casi los actuales no pueden comprenderlos. Y no me quedo sólo con Perón. Hablo de Amadeo Sabattini, de Balbín (en quien Perón confió en su lecho de muerte la postrera contención de Isabelita), de Scalabrini Ortiz, de Marechal, de Borges, de Macedonio, de Xul Solar, de Arlt, de Nimio de Anquín, y mejor dejo de nombrar, porque corro el riesgo de la injusticia de olvidarme de varios.
Yo creo, como usted atisba, que el desarrollo del universo es cíclico, pero no estoy para nada seguro de que los ciclos lleguen a ser aprehendidos por los hombres, sino que se prolongan por tiempos que exceden por mucho los de la vida, así que no me voy a hacer ilusiones, y tan sólo me dedicaré a pasarla lo mejor posible en esta decadencia, que bien vista, asépticamente entendida, puede ser hasta entretenida.

Mis cordiales saludos, y gracias.

RELATO DEL PRESENTE dijo...

Respeto por el otro? Comunidad Organizada? Eso no es peronismo. Eso es fascismo de un viejo choto que usó a la vanguardia iluminada de la gloriosa juventud peronista sin Perón.

Hablando en serio, el pato de este quilombo lo vamos a pagar nosotros. Los que ahora somos golpistas y antipopulares. Que va a ser, es lo que nos toca.

Pero queda en nosotros si no bajamos los brazos y llevamos adelante la verdadera doctrina, por un país justo (no digo más justo, digo directamente justo, como alguna vez fue) y donde el trabajo sea derecho y obligación y no una dádiva.

Abrazo!