jueves, 22 de julio de 2010

Descontrol Machete



Un desarrollo tragicómico.

El desarrollo, en el oficio de la escritura, es el vínculo, más o menos tortuoso, o más o menos delicioso, entre la introducción y el desenlace. No se trata en este caso de hacer alusión al desarrollo como una especie de sinónimo del avance tecnológico de la civilización según un decurso progresista occidental, porque, como se verá enseguida, esta tragicomedia versa casi diametralmente sobre el caso opuesto.

No es ninguna novedad señalar que el África Subsahariana constituye un caso perdido de la humanidad en su aspiración de bienaventuranza terrena, a través del progreso moral y material que idealmente otorga la civilización desarrollada por un hombre estrictamente racional.

Lejos -no mucho, pero algo es algo- del exterminio de los gorilas (gorilla gorilla gorilla) en el África Ecuatorial, transformados en objeto comestible por los contemporáneos habitantes de la naciones emancipadas y autodeterminadas, fundamentalmente Camerún, Gabón, Guinea Ecuatorial y República del Congo, que ocupan los puestos 142º, 118º, 116º y 140º en el Índice de Desarrollo Humano mundial, según informa National Geographic. Una plausible justificación está dada por lo voluminoso de los especímenes, que llegan a pesar entre 140 y 200 kgs., y pueden por tanto completar satisfactoriamente las dietas de las comunidades tribales de los bosques tropicales. Una cuestión más perturbadora, en cambio, la señala la circunstancia de compartir el gorila con la especie humana casi el 98% del ADN, y ser entonces nuestro pariente más próximo, luego de dos especies de chimpancés.

De los chimpancés, precisamente, de la manipulación, comercialización y consumo de su carne en los populosos "mercados de carne" emplazados en gran parte de las ciudades africanas, ha pasado el Virus de Inmunodeficiencia en Simios (VIS) al ser humano, y mutado en nuestro ya trágico VIH. En Swazilandia, a pasitos de los monumentales estadios del reciente mundial de fútbol, el 40% de la población tiene SIDA, y la expectativa de vida es menos que medieval: de 37 años, frente a los 61 años que registraba el mismo país a principios de los '90. El otro enclave étnico sudafricano, el simpático Lesotho, del que una publicidad nos comentara la pasión por la selección argentina, registra una tasa no menos alarmante, del 31%, con una expectativa de vida de unos 45 años (difícilmente muchos de los que participaron como extras en el corto llegue a ver el próximo mundial). Swazilandia ocupa el 133º lugar en el Índice de Desarrollo Humano y Lesotho el 137º.

Demostrando que esas minucias no los impresionan, en la vecina República Democrática del Congo (ex Zaire, ex Congo Belga o mejor dicho, dominio personal del rey Leopoldo de Bélgica) los guerrilleros del RCD-Goma, del RCD-N, del MLC y de la guerrilla hutu ruandesa han decidido cortar por lo sano y directamente comerse a los pigmeos de las zonas próximas a Beni. A lo largo de nuestras vidas hemos visto crueldad, masacres, genocidio, pero nunca hemos visto que se cace y se coma a seres humanos como si fueran animales, como ha ocurrido recientemente”, ha dicho a Survival International Sinafasi Makelo, portavoz de los mbuti. Asimismo, el alimento es compartido, aunque con cuestionable sentido "solidario", con los parientes de las víctimas canibalizadas: según la Organización Médicos Sin Frontera, "varios pigmeos (refugiados en MSF) aseguraron que los rebeldes violaron a las mujeres ante sus maridos e hijos para después asar a las víctimas y obligar a sus familiares y otros prisioneros a comer la carne". El Congo belga ocupa el puesto 167º entre las naciones del mundo en el Índice de Desarrollo Humano.


Kenia hoy


Esta breve reseña de calamidades, formulada sólo a efectos contextuales, nos permite hablar de Kenya (o mejor Kenia, ya que estamos podridos de la nueva toponimia snob) que, como dijimos, está lejos -aunque no tanto- de los mercados de carne, de los asaditos de gorila y de las masacres caníbales perpetradas contra los pacíficos pigmeos de Beni. Kenia tiene un Índice de Desarrollo Humano menor que el de Camerún, Gabón, República del Congo, Guinea Ecuatorial, Swazilandia y Lesotho. Ocupa el puesto 146º.

Será por abstenerse de probar la carne de parientes y otros homínidos, que un keniata promedio accede a entre 300 a 650 calorías diarias menos que un morocho de cualquiera de los otros países mencionados, lo cual de por sí es una cagada, pero qué se le va a a hacer, "muertos de hambre pero no esclavos", diría el eslogan... Los 2 televisores cada 100 habitantes de que disponen (y bien baqueteados ellos; nada de TV digital o decodificadores gratuitos como en el paraíso victorista) permiten estimular la vida comunitaria, ya que 50 keniatas deben amucharse diariamente en la choza del feliz poseedor para ver la novela del momento. Eso sí, nada de comentarla por teléfono entre una choza y la otra, porque sólo 1 de cada 100 habitantes disponen de ese genial avance de la técnica, incorporado a la vida humana hace nada más que un siglo.



Kenia 2007



Los keniatas sin embargo fueron los precursores de la guerra de emancipación contra el colonialismo europeo en África. Eso sí, siempre matizada con las ya ominosas contradicciones que saturan cualquier texto de análisis revolucionario, de este y de aquel lugar del Atlántico.
En el seno de la tribu Kikuyu (un cuarto de la población de Kenia) comenzó a generarse el sentimiento de agravio frente a los colonos europeos, por una cuestión de proximidad: sus tierras lindaban con la capital Nairobi, donde podían apreciar la riqueza y prosperidad de los blancos (unos 55.000 europeos, seguidos por unos 165.000 asiáticos); así como en otro punto con las llamadas Tierras Altas Blandas, donde los colonos habían establecido sus pujantes granjas. En contraste, el deterioro de la reserva de tierra donde radicaban los kikuyu, saturada y extenuada por el cultivo abusivo y la falta de rotación, ya no podía soportar una población con altísima tasa de fecundidad que se expandía más rápido que los recursos. 

En 1947 Jomo Kenyatta (seudónimo de Kamau wa Ngengi) crea la Unión Africana de Kenia (Kenya African Union, KAU), partido legal que a partir de 1952 comienza a servir de pantalla a un movimiento secreto conocido como Mau Mau, que tenía por objetivo expulsar a los colonos blancos, extender el proselitismo a la totalidad de los kikuyu, y erigir a Kenia en un Estado independiente, dominado por esa etnia.



Mau Mau



El "ala activa" del movimiento Mau Mau se autodenominaba "Ejército de Liberación", y contaba con 12.500 guerrilleros con bases en las zonas montañosas de Aberdare. A su vez, esa fracción era apoyada por un "ala pasiva" en la zona de reserva kikuyu y en Nairobi, con unos 30.000 efectivos cuya misión se centraba en proveer alimentos, fondos, logística, inteligencia, reclutas y armas a la guerrilla.

Solamente unos 1.500 insurgentes tenía para ese entonces armas de fuego. El resto se valía de palos, cuchillos, lanzas, machetes y hachas. Pero también utilizaban encantamientos y hechizos, de cuyo poder mortífero estaban convencidos. El proselitismo sobre el resto de los kikuyu (o sea, sobre los otros 1.480.000 individuos de la etnia) se encaró muy "a la africana", aunque esos métodos han sido vistos en Latinoamérica también. Es decir, mediante la coacción a prestar juramento de fidelidad y cooperación (entre los kikuyu el arma de los hechizos seguramente era bastante efectiva para esos menesteres), y más frecuentemente, mediante la intimidación física directa, como veremos más adelante.






Desde octubre de 1952 a febrero de 1953 la guerrilla logró éxitos iniciales, asesinando a 9 europeos, 3 asiáticos y... 177 africanos con relativa impunidad. El 20 de marzo de 1953 los revolucionarios dieron su mayor golpe: coparon la estación policial de Naivasha, matando a 2 agentes, alzándose con 47 armas y liberando a 173 detenidos. Paralelamente otro contingente de 1.000 efectivos atacó la aldea kikuyu (sí, leyó bien) de Lari, al norte de Nairobi, y masacró a 80 personas, mujeres y niños en su mayoría, mutiló a machetazos a otras 31 y a 100 cabezas de ganado, y quemó 200 chozas, como parte del mencionado "proselitismo por intimidación".  

A partir de entonces, los horripilantes ataques a seres humanos (kikuyu en su mayoría) y las mutilaciones se convirtieron en una marca distintiva de la campaña Mau Mau. El libro Guerra de guerrillas (Ed. Fernández Reguera, Bs. As., 1987, pp. 69-70) puntualiza al respecto: "Ciertamente, lo que se supuso fuera una campaña contra las autoridades coloniales y colonos blancos pronto degeneró en una guerra civil entre kikuyus. La razón consistía en que los Mau Mau carecían de genuino apoyo popular. La campaña guerrillera no suscitó adhesiones más allá del círculo tribal y aun dentro de la tribu había oposición sustancial a sus métodos y objetivos, especialmente de parte del sector cristiano y de las personas de más edad. Casi todos los Mau Mau eran kikuyus, pero los guerrilleros lograron atraer a sus filas un total de 15.000 hombres, mientras la Guardia Nativa Kikuyu, establecida por lo británicos, contaba, en 1953, con 20.000 voluntarios".






A mediados de 1954 los Mau Mau habían perdido la iniciativa, y estaban cediendo terreno. Las fuerzas de seguridad lanzaron la operación urbana Anvil en Nairobi, consistente en un acordonamiento y búsqueda, que insumió un mes, y que empleó informantes con el rostro cubierto que identificaban con el dedo a los Mau Mau de entre los 16.500 sospechosos detenidos en la acción. Aniquilada el "ala pasiva" en la capital, los insurgentes escondidos en la selva quedaron aislados y desprovistos de provisiones. Asimismo, se relocalizó a los kikuyus leales a las autoridades, para evitar fueran obligados por la guerrilla a prestar colaboración. 
Para fines de 1955 no quedaban más de 2.00o combatientes en toda Kenia, y habían dejado de ser una amenaza real. 

El balance final de esa aventura arrojó que los Mau Mau mataron a 2.000 civiles y 600 miembros de las fuerzas de seguridad, casi todos kikuyus, pero soportaron en cambio 11.500 bajas, sin conseguir ganar siquiera un apoyo significativo de la tribu kikuyu para desalojar a los colonos y sojuzgar al resto de las tribus keniatas.



Jomo Kenyatta



En medio de todo ello, el gran inspirador del movimiento de liberación Mau Mau, Jomo Kenyatta, estuvo preso entre octubre de 1952 y 1959. Luego, en mayo de 1963, fue elegido Primer Ministro por la Kenya African National Union (KANU), para dirigir el proceso autonómico iniciado por los propios ingleses, que no ocultaban su impaciencia por abandonar África a su suerte. Para ese entonces, ya maduro y curtido por la prisión y el confinamiento, Kanyatta pidió a los colonos blancos que no abandonaran Kenia y bregó por la reconciliación nacional, y se ganó el título de mzee (hombre mayor, u hombre sabio, en swahili).

El 12 de diciembre de 1963 se declaró la independencia de Kenia, y Kenyatta pasó a ser Presidente, cargo que ocupó hasta su muerte, 15 años después. Como presidente, mantuvo a muchos de los funcionarios coloniales en sus puestos, y solicitó la ayuda militar británica para sofocar rebeliones somalíes en el Nordeste y un alzamiento en la propia Nairobi en 1964. Se lo reconoció como un líder inflexible, muy duro con la oposición (que lo acusó de persecuciones y algunos asesinatos) pero confiable para el exterior, que pronto acudió con inversiones en el joven país.

Su muerte, el 22 de agosto de 1978 en Mombasa, dejó a Kenia sumida en conflictos y rivalidades étnicas. 

Fue sucedido por Daniel Arap Moi (1978-2002), que estableció un régimen de partido único con fuertes medidas represivas, y contando con la tenaz oposición de la etnia kikuyu. El retiro de inversiones externas provocó una fuerte recesión económica. Siempre se lo acusó de manipular las sucesivas elecciones que lo ratificaron en su cargo, atizando para ello las rivalidades étnicas (en todas hubo muchas muertes violentas), a lo que se sumó una vampiresca corrupción. 



Moi



En 2002, finalmente, debió dejar el cargo, y su sucesor, Uhuru Kenyatta, hijo de Jomo, perdió las elecciones en los que fueron considerados los primeros sufragios libres en la historia de Kenia.

En la actualidad residen en Kenia solamente 5.000 keniatas blancos de origen europeo, la mayoría de ellos, en Nairobi. Aun pese al exiguo número, es la cuarta población blanca de origen africano, luego de Sudáfrica (4.300.000), Zimbabwe (ex Rhodesia del Sur, 100.000) y Namibia (95.000).

16 comentarios:

RELATO DEL PRESENTE dijo...

Impresionantemente instructivo.

Ahora, después de releerlo, me surgió una comparación horriblemente real con la triste historia argentina, con aquellos que se alzaron en contra del pueblo para liberarlos de un Gobierno elegido por ese mismo pueblo, generando una matanza ridícula.

Nunca pensé que me sentiría realmente un Gorila. Nos morfaron a nosotros para sobrevivir ante la carencia de poder alimentarse con sus propias ideologías.

Un abrazo

Occam dijo...

Relato: Créame, que no hay en este post intención de comparación con la historia argentina. La revuelta Mau Mau, si bien creo yo que inspirada por los mismos británicos, que buscaban excusas para tomarse el raje (mi teoría de "El hombre que fue jueves" aplicada a las guerras de descolonización/liberación en el Tercer Mundo, que algún día desarrollaré), fue hecha contra un gobierno colonial, y en lo que falló no fue en las intenciones sino en los presupuestos de base: es decir:
a) En recabar el apoyo de un sector definido de la población (la tribu kikuyu, que demográficamente era el 25% de Kenia), lo que ya de por sí declama un sectarismo reñido con la idea de unidad nacional que se pretendía. Si no, hubiera hecho una revolución para separar a los kikuyu de Kenia, y punto.
b) En considerar que los kikuyu querían emanciparse de los colonos, y que además tenían aspiraciones de dominar a las otras etnias de Kenia.
c) En considerar un deber moral de todo kikuyu el plegarse a la revolución porque un grupo de esclarecidos de vanguardia, cómodamente instalado en Nairobi, y habiendo leído libros de otra parte del mundo, entendía que todo kikuyu que vivía del pastoreo y la agricultura a secano, y veneraba a sus brujos, sin mayor concepto de nación, debía hacerlo.
d) En considerar que todo kikuyu que quería seguir viviendo del pastoreo y la agricultura a secano, y venerando a sus brujos, en la intimidad de su tribu, era un traidor y un inmoral.

En eso sí hay cierta analogía, ahora que lo pienso, con ciertas acciones insurgentes en América Latina, como el caso de Tucumán. Sólo que "la clase proletaria" es una categoría decimonónica absolutamente inasible y teórica ya en 1970, mientras que la etnia kikuyu es una realidad antropológica evidente.
Pero el compromiso moral esperado de los pobres trabajadores de los ingenios y de la zafra, de los pobres agricultores del interior profundo, con aquellos postulados establecidos por una vanguardia que miraba hacia puntos tan remotos del orbe como Cuba, China, Vietnam o Rusia, sí tiene puntos en común con el caso reseñado; y también los tienen los métodos de "proselitismo por intimidación" empleados.
Luego, de ello no puede inferirse un plano político asimilable. Resulta una enormidad rayana con la demencia considerar (como hicieron) al gobierno democrático elegido por el 62% de los argentinos un "gobierno colonial" y al ejército argentino y demás autoridades estatales como un "ejército de ocupación, cancerbero del imperialismo".

Occam dijo...

También resulta ciertamente coincidente el logro del efecto inverso, en poblaciones de natural pacífico y trabajador, cual lo es, que muchos espontáneamente terminaran por combatir a los insurgentes, por el terror ocasionado mediante el "proselitismo por intimidación". Evidentemente, matar a machetazos a mujeres, niños, ancianos y ganado no es el mejor camino para convencer a nadie de que uno persigue el camino correcto, sino más vale para aunar a todos en una actitud contraria a la iniciativa revolucionaria, de evidente perfil defensivo y preservacionista.
Eso también pasó en Tucumán, y la realidad es que el Operativo Independencia gozó del apoyo popular frente a los "recién llegados" que se ocultaban en el monte, izaban la bandera de la estrella roja mientras arriaban el pabellón de Belgrano (triunfador en Salta y, precisamente, en Tucumán, en la verdadera guerra de descolonización argentina), y bajaban a la ciudad a beber en los bares, gastando dólares y muchos de ellos apenas chapurreando un castellano elemental o con acento caribeño.
Sólo un reflejo de ese terror vivido durante año y medio o más puede explicar el por qué luego la población tucumana apoyó, ya en período democrático, a figuras que procedían de la represión militar.

En fin, como cierre, puedo decir que la guerra civil es un fantasma de odio sin barreras, sin las barreras naturales del derecho de gentes, sin identidades concretas entre las facciones, y ello siempre genera temor y repudio por parte de la población pacífica... Claro está que también puede ocurrir lo contrario, porque el hombre es un animal de costumbres: De tanto insistir, se puede transformar a toda una nación en bandas de monstruos sanguinarios, como en Liberia, en Angola o en la misma RD Congo.

Mensajero dijo...

Muy impresionante.
¡Cuánta crueldad!
¿Cómo se remonta?
Actos como el de la violación, canibalización y sometimiento deben tener un residual de varias generaciones.
Todo esto me hizo sentir inmerecidamente bueno.

troll dijo...

que manera de copiar y pegar!!!!

Occam dijo...

Mensajero: El hombre es capaz de las más grandes sublimidades y de las mayores bajezas. Como ser indeterminado, no tiene límites, en ningún sentido de la animalidad, no está condicionado por sus instintos (que no tiene).

Un abrazo.

Occam dijo...

Troll: Sí, qué manera, ¿no? Dígame de dónde no más...
Así tomo nota y aprovecho. (Un tema persistente en ustedes al aboradar algo que intelectualmente los excede, por otra parte). Dénme letra por favor.

Anónimo dijo...

Lo felicito.
Pocos se detienen hoy a poner el ojo el cerebro y el corazón en estas atrocidades.
Alberto.

Occam dijo...

Alberto: Gracias por su reconocimiento. El abandono de África y la tragedia desatada deberían avergonzar a toda una humanidad que desde hace rato ha postulado el dogma del progreso indefinido y la fe en la razón y en el hombre como vehículo de "perfeccionamiento" del mundo. Una humanidad cautiva de su propio discurso moral, que luego de haber criticado al modelo colonial cuando ya estaba en retroceso (típica crítica funcional y sugestivamente ubicua), cuando ya los países coloniales querían deshacerse de sus responsabilidades, para afrontar airosos un cambio de paradigma hacia el Estado de bienestar europeo; tapa sus ojos a una tragedia inconmensurable y cotidiana invocando declamatorios principios de autodeterminación e independencia, que son una forma cómoda de no hacer nada. Y la forma más cómoda de no hacer nada, es hacer como si se hiciera mucho: el famoso "negocio de la miseria". Cientos de compañías, ONGs, Organismos multilaterales, financiando sus billonarias estructuras burocráticas, sus edificios y oficinas en el centro de Nueva York o de París, con los aportes para ayudar a África, los recitales a beneficio, los vuelos humanitarios... Todo nada.

Mis cordiales saludos.

Destouches dijo...

Creo que la clave acá estuvo en que los países centrales querían la descolonización. Por eso, no dudaron en dejar países inviables absolutamente librados a su (mala) suerte. Muy buen artículo.

Occam dijo...

Destouches: A eso iba cuando le anticipaba a RDP la aspiración a alguna vez construir de forma organizada la teoría de "El hombre que fue Jueves" aplicada al fenómeno de la descolonización y las insurgencias en el Tercer Mundo.
Si la partición del mundo operada en Yalta determinó la emergencia de dos grandes Estados mundiales que de inmediato entablaron entre sí una guerra fría utilizando todo el planeta como tablero de ajedrez, y descartando cualquier agresión directa por la teoría de la "destrucción mutua asegurada" (Raymond Aron), y en consecuencia trasladaron sus conflictos al Tercer Mundo en forma de guerras de baja intensidad, rápidamente se colige que se trató antes bien de una simulación orquestada en gran medida en mutuo beneficio (si no queremos ser conspirativos, diremos que ese beneficio no fue perseguido desde el principio, pero con seguridad sí aprovechado oportunamente).
Así como la colonización representó, para el discurso anterior a la gran guerra civil europea (Nolte) que se libró entre 1917 y 1945, una de las más altruistas y humanitarias empresas de los países centrales por civilizar a los salvajes, llevándoles los bálsamos de la quinina y el ferrocarril, vemos que sugestivamente, en la postguerra, se erige como un cínico y sanguinario vehículo de opresión a la autodeterminación y la identidad de los grupos etnográficos (Fanon).
En el medio, las sobredimensionadas usinas bélicas de los gigantes del mundo, encontraron un buen canal para colocar sus productos e insumos (aún hoy se venden en África armas y pertrechos militares como en ninguna otra parte del mundo), y los antiguos colonos encontraron una herramienta más idónea para sacar sus productos barato, con el nuevo esclavismo, en lugar de tener que proyectar reconocimientos laborales y obligaciones sanitarias sobre los africanos que trabajan en las minas, en la búsqueda de diamantes, en el café o en el petróleo.

Mis cordiales saludos, y gracias por pasar y comentar.

Anónimo dijo...

Recién vuelto de mi tercer viaje a Angola, leo este post y entiendo más la realidad que se ve allá. En el primer viaje fui como un progre culposo. Hoy vuelvo convencido de que ese país es inviable, al menos en el mediano plazo, y que lamentablemente querer tratar como seres humanos a quienes tienen un instinto animal por la supervivencia, bien cortoplacista, puede resultar físicamente peligroso.

Un abrazo, gracias.

Muñeco

Occam dijo...

Muñeco: Muy perturbador su comentario. Y lo digo, porque he venido siguiendo sus primeras reseñas, que correspondían al primer viaje. Voy a visitarlo a ver si me entero un poco más de tan escabroso asunto (espero que no haya pasado nada malo, más allá de algún dolor de cabeza).

Mi cordial saludo.

Incorrecto dijo...

Luego de la segunda guerra mundial la colonización mutó: de la presencia física de algunas potencias europeas, a la virtual de EEUU y URSS, que mientra apuntalaban los procesos de descolonización, entraban de la mano de gobiernos genuflexos o revoluciones afines a reemplazar a las ex potencias europeas.
Yo dejaría a África en las manos de los africanos, así no le pueden echar la culpa a nadie.
Gracias OCCAM por la nota.

Occam dijo...

Incorrecto: Muy buena observación contiene su comentario. Muchas gracias por pasar y por opinar.

Mi cordial saludo.

El Isáurico dijo...

El link que les paso puede resultarles interesante:
http://www.msnbc.msn.com/id/38770090/ns/world_news-africa/?GT1=43001
Versa sobre un tópico que se relaciona con Kenya, la compraventa de seres humanos (enteros o en partes)para consumo, y los misteriosamente abundantes albinos que menciona Muñeco en sus crónicas angoleñas.
La foto que acompaña bien puede servir de cuadro para una película de ciencia ficción distópica.
Como siempre, muy bueno el post.
Saludotes.