sábado, 25 de junio de 2011

Los pueblos mercaderes

Querés escribir, murmuró, ¿pero para qué? Bueno, supongamos que quiero ser famoso. ¡Famoso!, un argentino y provinciano por añadidura; ¿pero crees de veras que el mundo está mirando ansioso hacia nuestras playas para descubrir un genio desconocido? Un argentino tiene que ser hacendado, chacarero, corredor de automóviles o jugador de fútbol, pero el mundo no necesita para nada escritores argentinos. Mire, don Benito, diga usted lo que diga, hay escritores argentinos traducidos al francés, al inglés... hay algunos que pasan las fronteras y quedarán en las letras universales. Sí... sí... murmuró don Benito con ojos perdidos. Hubo un silencio y luego gritó: ¡Infeliz! Sí, dije: ¡infeliz! ¿No se te ocurrió nunca que sin duda en Cartago había dos imbéciles como vos o como yo? ¿Y qué hay con eso? ¿Cómo se llamaban esos imbéciles? No sé. Claro que no lo sabés y yo tampoco y nadie lo sabe. Porque de Cartago no quedó nada. De los pueblos mercaderes no queda nada. Y de tu obra por buena que sea no quedará nada. Y ahora andate que tengo que sentarme y terminar mi libro... pero vos que todavía estás a tiempo...


Silvina Bullrich
, Triunfo Literario, en Historias inmorales, Sudamericana, Buenos Aires, 3ª ed., 1966, pp. 14-15.

4 comentarios:

Mensajero dijo...

Buenísimo.
Muchas gracias por compartirlo.

Almafuerte dijo...

Pero si ni siquiera somos un pueblo de mercaderes! Somos un pueblo de notarios, empleados públicos y coleccionistas de papel. Un sello y archívese.
Un pueblo con culpa y envidia, que condena la prosperidad empresaria y aplaude la del vivo y el atorrante.

Occam dijo...

Estimados amigos: Muchas gracias por sus comentarios. Contesto en el próximo post, pues el tema amerita cierta extensión.

Un gran y cordial saludo.

Victor dijo...

Muy bueno el texto y los comentarios.
Saludos