martes, 7 de junio de 2011

Pensar en romano


“Pensamos palabras”

Unamuno


Nelly Dora Louzan de Solimano, pese a que para muchos puede sonar a una gentil vecina de barrio que nos cruzamos en la cola del mercadito o cuando sale a baldear la vereda, es una jurista experta consagrada en Derecho Romano. Profesora titular de esa materia en las Universidades de Buenos Aires (UBA), Belgrano (UB) y del Salvador (USAL), también ha tenido a su cargo las cátedras de Derecho Civil y de Obligaciones en la primera de esa Casas de Altos Estudios; y también es o ha sido miembro titular de la Sociedad Argentina de Derecho Romano; presidente del Centro de Investigación, Difusión y Documentación de Derecho Romano de Buenos Aires; directora del Instituto de Derecho Romano de la USAL y discípula de los Dres. Eduardo Elguera y José Manuel Caramés Ferro.

Tuve la suerte de conocer su estupendo libro Curso de historia e instituciones del Derecho Romano (Ed. Belgrano, Bs. As., 1994, 5ª edic., ISBN 987-577-164-9) a través del querido profesor (lamentablemente fallecido aún joven) León Carlos Rosenfeld, uno de esos tipos que honraron la docencia como pocos. Y perdón: en su caso, como en el del profesor (Doctor Honoris Causa) Eugenio Bulligyn, debo escribir Profesor y Docencia con mayúscula capital, y ponerme de pie, aunque por este medio no se note.

Ellos, que daban sus clases de pie de punta a punta, que no faltaban a una sola, que envolvían con la magia de sus voces atipladas y sus erudiciones y elocuencias envidiables, transmitieron a un joven que iba en franco camino al escepticismo y la apatía la fuerza de la más pura y violenta pasión, que corría manifiestamente por las venas de esos “viejos” como un torrente de eterna juventud… una juventud que el joven del que hablo iba perdiendo, y que ellos ayudaron a que la recuperara, cuando cerca estuvo la decrepitud de achaparrar su alma definitivamente.

No voy a detenerme en la sublimidad del Derecho Romano, una de las creaciones humanas más fantásticas, y nunca superada. Tal vez sirva mejor una cita del gran Rudolf Von Ihering (Geist des romischen Rechts, 1891-1899): “Si la poesía no está reñida con el derecho, ningún otro como el pueblo romano nos muestra lo que es poesía de orden y regularidad”.

Dice Louzan de Solimano (op. cit., pp. 118-119): “El derecho romano vino a nosotros (a los pueblos románicos) por una doble vía: El verbo de nuestra lengua y la escritura del Corpus Iuris. La primera recepción es verbal, nuestra cultura es cultura latina, nuestra lengua romance surge del latín coloquial, del idioma de cada día en el imperio, y hoy pensamos en romano aunque no nos demos cuenta de ello”.

Hemos visto días atrás que las Siete Partidas que Alfonso X encargó a una comisión de jurisconsultos españoles, y que han formado parte de nuestra vida como argentinos hasta tiempos relativamente recientes (en algunos casos, reiteradas por normas constitucionales y por el Código Civil actualmente vigentes), no son más que la traducción al romance de las disposiciones de Corpus Iuris Civilis.

Esa legislación romanista, que ha regido uniformemente los destinos de todos los latinoamericanos, es la que luego servirá de sustrato para la creación de los derechos nacionales, pero sobre todo, pervive como esperanza para la recuperación de la unidad perdida. Dice al respecto del Derecho Romano Fernando Betancourt (Universidad Externado de Colombia): “Es la realidad de una identidad socio-política unitaria del continente americano; la res publica latinoamericana es el fruto de abogados que encarnaron en la práctica el Derecho Romano profundamente latinoamericanizado, como Bello, Vélez Sársfield, Teixeira de Freitas, etc.”. Y precisa Díaz Bialet: “Por esto en el Derecho Romano están las bases de la protección de los débiles, la regulación jurídica de los ‘potentiore’, las normas legales que autorizan la rescisión del contrato si hubo lesión; el concepto del justo precio, la acción casi popular en instituciones del derecho privado como la tutela; la limitación de las facultades de disposición del dueño de las cosas, como la interdicción del pródigo; la reparación del daño que amenaza por razones de humanidad”.[Op. cit., p. 122].

Por eso, nos ocuparemos ahora de dar una somera idea de por qué se dice que pensamos en romano, con toda la terrible trascendencia espiritual, más como responsabilidad que como privilegio, que ello apareja.

Vamos a presentar entonces, y sin más preámbulo, un glosario referido a la procedencia latina de algunos cuantos vocablos castellanos (de la “a” a la “e”, que es lo que ha permitido nuestro tiempo y constancia) que empleamos diariamente, que encierran alguna curiosidad o atractivo., y en varios casos, una impronta poética casi surreal. Entre paréntesis, su significado cuando éste no fuere literal. La fuente es la mencionada también aquí.

Palabra castellana

Latín clásico / Latín vulgar (l.v.) / Latín tardío (l.t.)

abarcar

(l.v.) abbracchicare (abrazar)

abogado

advocatus (convocado)

abortar

abortare (aboriri, perecer/ oriri, nacer)

abrevar

(l.v.) abbiberare (l.c., bibere, beber)

abrigar

apricare (calentar con el calor del sol)

abrojo

aperi oculos (abre los ojos, advertencia acerca del terreno)

absolver

absolvere (solvere, desatar, soltar)

abstemio

abstemius (no viene de abstinencia sino de temulentus, borracho)

abuela

(l.v.) aviola (abuelita, dim. de avia, abuela)

aburrir

abhorrere (tener aversión a algo)

accidente

accidens, accidentis (accidere, “caer encima”, suceder)

acechar

assectari (seguir constantemente, perseguir)

acero

(l.t.) aciarium (deriv. de acies, filo)

ácido

acetum (vinagre)

acontecer

contingere (lo que le toca a cada uno)

acordar

(l.v.) accordare (poner de acuerdo)

acordar

cordatus (deriv. de cor, cordis, corazón)

acosar

deriv. de cursus, curso (deriv. de currere, correr)

acribillar

cribellare (de cribellum, criba)

acusar

accusare (deriv. de causa, causa)

adepto

adeptus (adquirido)

adminículo

adminiculum (tutor para mantener un árbol derecho)

adolescente

adolescens, adolescentis (hombre jovenadolescere, crecer)

aducir

adducere (conducir a alguna parte)

adusto

adustus (chamuscado, tostado por el fuego)

afable

affabilis (a quien se puede hablar)

afeitar

affectare (dedicarse, adornarse, hermosearse)

afligir

affligere (golpear contra algo)

aglomerar

agglomerare (juntar, deriv. de glomus, ovillo)

agobiar

(l.v.) gubbus (variante del l.c., gibbus, giba, cargado de espaldas)

ajeno

alienus (deriv. de alius, otro)

alabar

(l.t.) alapari (jactarse)

alambre

(l.t.) aeramen (bronce, objeto de bronce)

albedrío

arbitrium

alborotar

volutare (agitar)

alcanzar

calx, calcis (talónpisar los talones)

alentar

(l.v.) alenitare (metátesis de anhelitare, respirar, alentar)

álgido

algidus (deriv. de algere, tener frío)

alguno

aliquis (algún, alguien) unus (uno)

aliar

alligare (atar a algo)

almuerzo

(l.v.) admordium (deriv. de admordere, morder ligeramente)

alumno

alumnus (persona criada por otra, a su vez de alere, alimentar)

allá

illac (por allá) / allí viene de illinc (de allá)

amarillo

amarellus (amarillento, pálido; de amarus, amargo, por la ictericia)

ambages

ambages (rodeos, sinuosidades)

ambiente

ambiens, ambientis (lo que rodea)

ambiguo

ambigere (estar en discusión)

amenaza

(l.v.) minacia, deriv de mina, ídem.

ampolla

ampulla (botellita)

amputar

amputare (podar)

anciano

De ante (antes)

anegar

enecare (matar por asfixia)

antena

antemna (palo de navío)

apagar

pacare (pacificar)

apoyar

podium (sostén en una pared)

apremiar

premere (oprimir, apretar)

apretar

(l.t.) appectorare (estrechar contra el pecho)

araña

aranea (telaraña)

arañar

(l.t.) aranea (sarna)

archivo

(l.t.) archivum (residencia de los magistrados)

argamasa

argilla (arcilla) y massa (masa)

ariete

aries, arietis (carnero padre, que embiste con la frente)

arista

arista (filo de la espiga, espina de pescado)

arrear

(l.v.) arredare (proveer)

arrepentirse

(l.t.) repaenitere (del clásico pænitere, hacer penitencia)

arrojar

(l.v.) rotulare (echar a rodar, lanzar rodando)

arroyo

arrugia (galería de mina, por la que usualmente corría agua)

asco

(l.v.) osicare (odiar, deriv. del lat. odi, ídem)

asesor

assessor, assessoris (el que se sienta al lado). Lo mismo para asiduo.

asestar

sextus (sexta parte del círculo del blanco, donde se hacía puntería)

atolondrar

tonitrus (trueno) → atónito: attonitus (herido por un rayo)

atreverse

tribuere sibi (atribuirse a sí mismo la capacidad de hacer algo)

atroz

atrox, atrocis (deriv. de ater, negro)

atuendo

attonare (tronar, aplicado a la pompa estruendosa de los reyes)

avestruz

struthio, struthionis (abrev. del gr. struthiokámelos, camello-pájaro)

barullo

involucrum (envoltorio, atado)

basura

(l.v.) versura (acción de barrer, deriv. de verrere, del que viene barrer)

berrear, berrinche

verres (verraco, por gritar como un chancho)

bicho

(l.v.) bestius (del lat. bestia, animal)

bisiesto

bisextus (por ir el día adicional detrás del sexto antes de las calendas de marzo)

bobo

balbus (tartamudo)

bola

bulla (burbuja) → bullir, hervir, hacer burbujas

bonanza

bonus (bueno) y malacia (calma chicha)

bosta

bostar (establo de bueyes)

brújula

(l.v.) buxida (cajita)

bujarrón

bulgarus (utilizado como insulto para referirse a los herejes ortodoxos griegos)

cadete

capitellum (cabecita)

calamar

calamus (pluma de escribir, ya que al calamar se lo llamaba también “tintero”)

cancelar

cancellare (tachar, trazar un enrejado sobre lo escrito)

cansar

campsare (desviarse de un camino)

caramelo

calamellus (dimin. de calamus, caña)

cementerio

(l.t.) cœmeterium, del gr. koimeterion, dormitorio.

cena

cenare (comer a las tres de la tarde)

centinela

sentire (oír, sentir)

cerrar

(l.v.) sera (cerrojo, cerradura)

colmillo

columellus (deriv. de columella, columnita)

comisario, comisión

committere (confiar algo a alguno)

compañero

compania (deriv. de panis, pan → acción de comer de un mismo pan)

compungido

compungere (atravesar de lado a lado, de pungere, punzar)

conciso

concisus (cortado en pedazos)

conchabarse

conclavari (acomodarse en una habitación)

connivencia

coniventia (guiño de los ojos, deriv. de conivere, cerrar los ojos)

considerar

considerare (examinar los astros en busca de agüeros)

cuidar

cogitare (pensar, de donde pasó a prestar atención)

cuñado

cognatus (pariente consanguíneo, más tarde, pariente de cualquier clase)

cuota

De quota pars (qué parte, cuánta parte)

deporte

deportare (trasladar, transportar → distraer la mente)

deseo

(l.v.) desidium (deseo erótico, deriv. de desidia, indolencia, pereza)

destello

destillare (deriv. de stilla, gota)

diarrea

(l.t.) diarrhœa (deriv. del gr. Diarrhéo, yo fluyo por todas partes)

difunto

defunctus (el que cumplió con algo, el que pagó una deuda vita defungi)

digerir

digerere (distribuir, repartir → repartir por el cuerpo)

doctor

doctor, doctoris (maestro, el que enseña, deriv. de docere, enseñar)

edición

editio, editionis (parto, publicación, deriv. de edere, dar a luzeducar)

enfermo

infirmus (débil, enclenque, lo contrario de firme)

envidia

invidia (de invidere, mirar con malos ojos)

escarapela

carpere (arrancar, lacerar, antiguamente, “escarapelarse”=reñir arañándose)

esposo

sponsus (prometido)

estímulo

stimulus (aguijón)

estirpe

stirps, stirpis (base del tronco de un árbol)

estrenar

strena (regalo que se hace con ocasión de alguna solemnidad)

5 comentarios:

Desde Mompracem dijo...

Hasta el pelo mas delgao
Hace su sombra en el suelo

(Martín Fierro9)

Etiam capillus unus habet umbram suam

(Publilius Cyrus, poeta latino I AC)

goolian dijo...

A mí me gusta la etimología de la palabra vagina.

Occam dijo...

Amigo salgarista: Muy buena cita. Muy en la línea de lo que venimos desarrollando esporádica y desordenadamente.
¿Quién duda acaso de que el Martín Fierro forma parte de la tradición latina?
Un día habitual para un ciudadano romano comenzaba al amanecer, cuando tomaba dos vasos de agua fría como desayuno. Luego se ocupaba de sus asuntos durante la mañana, y al mediodía tomaba un frugal almuerzo, una somera colación (almuerzo: breve mordida). Luego usualmente iba al circo a ver carreras, y allí comenzaba la parte social del día, entre amigos y compadres. A las tres de la tarde regresaba a la casa y cenaba, ceremonia que se prolongaba hasta las 8 de la noche, en una demorada sobremesa.
Cuando lo conté a un par de amigos, como una forma envidiable de vivir, uno de ellos me recordó al Chesterloc, es decir, reflexionó: "Es que era un mundo de propietarios" en el más amplio sentido de la palabra. Propiedad y libertad son palabras íntimamente vinculadas.
Es curioso cómo los regímenes que han abusado de su invocación han conducido sistemáticamente a derogar la propiedad, tanto el capitalismo como el comunismo.

Un cordial saludo.

Occam dijo...

Goolian: En realidad, la etimología es de la palabra castellana "vaina" antiguamente pronunciada "vaína", o sea, rompiendo el diptongo). Llega a la terminología anatómica por sentido figurado, del latino "vagina", en 1817. Mucho antes, de la misma palabra derivan "vainilla", "envainar", "desenvainar", etc.
La que sí ha sido heredada en estricto sentido y literalidad del latín, es "vulva".
Aprovechando la temática, revísese en el glosario de este post la etimología de "brújula", que viene de "buxida", "cajita", y luego pasa al castellano antiguo "buxeta", también "cajita". Curiosamente, en Brasil "buseta" designa a la vulva, y ordinariamente nosotros a esa locación misteriosa le decimos también "cajeta"... O sea, que algo de "cajita" vemos todos los romanos en esa "vaina".
Más interesante es que esa cajita tan magnética para los hombres haya dado lugar a la brújula.

Un cordial saludo.

goolian dijo...

Tengo entendido que la acepción de vagina o sea vaina para el gladium en latín, como órgano sexual femenino proviene de un chiste en una comedia de Plauto del siglo II a.c. en el que un personaje le dice a otro "tu espada fue envainada ?" en en referencia a un coito extramatrimonial. A partir de ahí se comenzó a usar ese sentido según algunos historiadores.
Sería entonces un origen teatral.