viernes, 10 de octubre de 2008

El Eterno Retorno

"El futuro pertenece a aquéllos con la más larga memoria"
Friedrich Nietzsche






Tal cual lo recientemente prometido al Mensajero (www.gobiernoparalelo.blospot.com), he de encarar sucintamente la cuestión del Eterno Retorno, de acuerdo con el brillante abordaje que ha hecho Michael Torigian en Los Fundamentos Filosóficos de la Nueva Derecha Francesa, extenso artículo aparecido en la Revista Telos, Nueva York, Otoño de 1999, Nº 117. Como toda cuestión filosófica analizada con seriedad, el texto (que es un fragmento en el capítulo referido al Ser) resulta bastante arduo, y recomiendo una lectura sosegada y con detenimiento. Entre corchetes, y en cursiva, las fuentes citadas en el original. Que lo disfruten.


[La obra filosófica de Nietzsche] se empapa en los aspectos historiológicos pertinentes a los problemas de la renovación cultural y de la fatiga histórica. De esto ha emergido no sólo la más profunda y la menos entendida de sus ideas —el pensamiento del Eterno Retorno— sino también la inspiración para la confrontación de los grecistas contra las limitaciones y determinismos del proyecto cristiano/modernista.

El Eterno Retorno, a diferencia de las interpretaciones usuales, no implica una repetición literal del pasado. Es un principio axiológico, no cosmológico, que representa la voluntad de metamorfosis en un mundo que está inscrito en metamorfosis sin fin. De hecho, es un principio de devenir del ser que no conoce ni comienzo ni final, sino sólo el proceso de la vida que retorna a sí misma. Así, el Eterno Retorno afirma "la voluntad de poder" (característica del espíritu mítico del paganismo Indoeuropeo) y no la negación, sublimación de los dialécticos que se sostienen en un logos con un objetivo y una verdad fuera de este mundo. Nietzsche exalta los principios ascendentes de la vida y las viejas virtudes nobles que intentan forjar esos instintos en una cultura heroicamente subjetiva frente a la fijación de los dialécticos en la razón y la auto-preservación. Los griegos de Homero están muertos y han desaparecido. Sin embargo, Nietzsche pensó que el espíritu épico podría ser despertado, al regresar, y que podría ser logrado algo tan creativo con la condición de que "el reloj de arena eterno de la existencia sea retrocedido", "abriendo" así el futuro al pasado [Humano, Demasiado Humano].

Argumentó que la vida no es una esencia predeterminada y ahistórica con un telos (propósito) inscrito e imborrable. Ella es construida como el Ser y esta construcción lleva implícita una voluntad de poder particular. El Eterno Retorno representa la afirmación del ser original del Hombre, la afirmación de su diferencia respecto a los otros, y la anticipación de su futuro en su infinito repertorio de acciones ejemplares pasadas. En ese sentido, ese pasado que retorna funciona como un "pensamiento selectivo" que pone el surtido interminable de experiencias memorables al servicio de la vida. El hombre sólo tiene que mirar un futuro similar a alguna faceta selecta del pasado para comenzar su realización. Entonces, el pasado no puede existir como un punto momentáneo en una línea, como una duración mensurable en un reloj mecánico del tiempo, comprendido simplemente como una sucesión avanzada de "ahoras" consecutivos. Más bien, se repite como un diferencial "genealógico" cuyo origen influencia su afirmación voluntarista y se hace recuperable para futuras re-promulgaciones que intenten continuar la aventura de la vida. En el mundo, el pasado nunca termina. Regresa con cada afirmación sucesiva de la voluntad, en cada ejercicio consciente de la memoria, en cada instante cuando la memoria y la voluntad se hacen intercambiables. Esto le hace reversible, repetible y recuperable.


Es más, el pasado del Eterno Retorno de Nietzsche es de un todo con otras temporalidades. En el presente, esas temporalidades se encuentran. Como consecuencia, el sentido humano del tiempo agrupa una infinidad de temporalidades, en tanto que el pasado, el presente, y el futuro convergen en cada momento que pasa. Y como esta infinidad no es sino una pieza, que contiene todas las dimensiones del tiempo, así como también todos los actos del hombre, afirmados en su integridad "siempre que afirmemos un solo momento de ello", los actos presentes son una intersección, no una división, entre el pasado y futuro [La Voluntad de Poder].

En función de esta totalidad policromática, la voluntad del hombre accede a la infinidad del tiempo, donde no hay un final prescrito. Para Nietzsche, toda teleología o finalismo histórico es un derivado del nihilismo cristiano y modernista, una consecuencia de su común indiferencia al juego temporal de la vida. El hombre es el único que moldea su propio futuro (no alguna fuerza externa supra-humana llamada "Dios", "Progreso", o las leyes del Materialismo Histórico) cuando su voluntad es confrontada, lo que le hace participar en la eterna repetición de su afirmación original e imponer el orden en el caos subyacente del mundo [Ibídem]. El Eterno Retorno de Nietzsche testifica la integridad del momento presente en el mismo espíritu de los antiguos helenos que trataron la transitoriedad de vida como la coyuntura de lo actual y lo eterno, de los hombres y los dioses.

La ruptura de Nietzsche con la temporalidad lineal, además de afirmar la acción de la voluntad, introduce la idea de que el Hombre siempre tiene la opción de vivir el pensamiento del Eterno Retorno. Así como cada pasado fue alguna vez una prefiguración de un futuro, cada futuro nace de una anticipación pasada, que puede ser anticipada de nuevo. En tanto que decretado teleológicamente "lo imposible no es posible" [Ibídem].

De hecho, la voluntad de la vida se manifiesta intentando superar lo que se resiste. Solo la creencia en la unidad subyacente y en un propósito "inherente" de la "creación" o el logos, subordina al hombre a unas propiedades escatológicas adscritas al tiempo por terceros. El Superhombre nietzscheano, la antítesis del hombre moderno, bebe de la memoria más larga, no porque lleve en sí la sabiduría acumulada del pasado, sino porque rechaza el cansancio de aquéllos sometidos a un propósito inherente imaginado y en cambio, él impone su voluntad, como una afirmación del ser original, por encima de las vacilaciones del tiempo.

No obstante, esta validación de las afirmaciones antiguas que identifica al ser con el devenir del ser, no debe ser entendida como que el espíritu genealógico de los orígenes míticos (el espíritu de un mundo eternamente abierto y sin propósito sujeto solamente a la fuerza activa de la voluntad) da al hombre la libertad de hacer siempre lo que desee. Más bien, él se enfrenta a los límites puestos por las condiciones de su época, así como también por su naturaleza. Nietzsche reconoce totalmente las limitaciones inevitables de las estructuras, fuerzas sistemáticas, o de lo que Comte llamaba "la estática social." Sin embargo, dentro de esos límites, todo lo que es posible es posible, porque las actividades del hombre siempre están abiertas a las posibilidades inherentes en el momento, siempre que estas posibilidades sean apropiadas según sus propias determinaciones: es decir, siempre que el hombre se comprometa en la lucha incesante que es la vida. Nietzsche argumenta que "la necesidad no es un hecho, sino una interpretación" [Ibídem]. Porque el Hombre "evalúa" las fuerzas que le afectan, entonces lo que últimamente condiciona su actividad histórica es menos lo que actúa en él desde afuera ("objetividad") que lo que emana de adentro (la voluntad). La naturaleza, la historia y el mundo podrían afectar la forma en que él vive, pero no como una "necesidad mecánica".

El concepto nietzscheano de la historia no es una recapitulación del concepto cíclico tradicional debido a su rechazo de los determinismos inmanentes y transcendentes. Según Eliade, el pensamiento del Eterno Retorno encontrado en las sociedades arcaicas implica una repetición sin fin del tiempo, es decir, otro tipo de "línea" (un círculo) o propósito inherente en la historia [Mircea Eliade, El Mito del Eterno Retorno].

Al contrario, Nietzsche evita la repetición automática del tiempo describiendo al Eterno Retorno en términos diferentes a aquellos cíclicos o lineales. La eternidad del pasado y la eternidad del futuro hacen necesaria la eternidad del presente, y la eternidad del presente no puede sino significar que sin importar lo que haya ocurrido u ocurra siempre él está a mano en el pensamiento, listo para ser repotenciado. El pasado del Eterno Retorno es nostálgico, no por el pasado, sino por el futuro.

El concepto nietzscheano del tiempo histórico es esférico para los grecistas. En "el mediodía que se repite eternamente" en el tiempo, las diferentes dimensiones temporales de la mente del hombre forman una "esfera" en la cual los pensamientos del pasado, presente y futuro se revuelven, tomando un nuevo significado porque cada uno de sus momentos se convierten en centros relacionados con los otros. Dentro de esta esfera policronómica, el pasado no ocurre una vez y entonces se aleja de nosotros, ni el futuro se rige según determinantes situados a lo largo de una línea secuencial de desarrollo. Más bien, el pasado, presente, y el futuro influencian cada momento, nunca son definitivamente reemplazados, nunca son superados enteramente. Siempre que el presente bipolar altere su visión de estas temporalidades, su visión del pasado y el futuro simultáneamente cambia. La forma en que estemos situados en el presente determina cómo todo se repite [Martin Heidegger, Nietzsche: La eterna recurrencia de lo mismo].

Y porque cada pasado ejemplar fue alguna vez la preconfiguración de un futuro deseado, esas diferentes temporalidades tienen el potencial de llegar a una nueva alineación, cuando fluyan fenomenológicamente entre sí. Siendo recuperado de la memoria y anticipado por la voluntad, el pasado, como el futuro, estará siempre a la mano, listo para ser realizado una vez más [Alain de Benoist, Fundamentos nominalistas de una actitud frente a la vida].

Cuando esto sucede, y un pasado particular es "redimido" del flujo heracliteano para formar un futuro particular, lo "que fue" se convierte en "algo que yo legué" [Así habló Zarathustra, “De la Redención]. En este sentido, el tiempo funciona como una esfera que rueda hacia el futuro particular anticipado por nuestra imagen del pasado [Giorgio Locchi, La historia]. La existencia, por consiguiente, "comienza en cada instante, la esfera rueda Allí alrededor de cada Aquí. El medio [es decir, el presente] está en todas partes. El camino hacia la eternidad es corvo." [Zarathustra, “La convalecencia”].

Es más, este retorno es más que una mera repetición, porque la re-promulgación de una configuración arcaica invariablemente es transfigurada por su nuevo contexto. Igualmente, la oposición convencional entre el pasado y el futuro es superada porque el pasado deviene en un heraldo del futuro y el futuro en una repetición del pasado.

Cuando el hombre del Eterno Retorno, que rechaza el resentimiento y la mala consciencia de los teólogos, se sitúa totalmente en su momento, Nietzsche aconseja: "¡Conviértete en lo que eres!” Va mas allá de la aufhebung marxista-hegeliana, del progreso liberal, o de la salvación cristiana, invitando a la afirmación heroica que libera al Hombre del agotamiento nihilista o determinista del presente y le imbuye con la confianza arcaica para formar un futuro más acorde con sus instintos más altos y afirmativos de la vida. Convertirse en lo que uno es, implica tanto un retorno como una superación. Retorno a las enseñanzas de la memoria más larga ("cuyo horizonte incluye miles de años pasados y futuros") y la transformación del espíritu de esos actos fundacionales que marcaron el triunfo de sus ancestros frente al caos del mundo; al mismo tiempo, esta memoria que moldea su sentido de la historia ayuda a superar el resentimiento que disipa su voluntad y la mala consciencia que le deja a merced del flujo aleatorio del devenir.

En el proceso, la voluntad de poder implícita en el Eterno Retorno le compele a confrontar lo que él cree que es lo esencial y lo eterno en la vida, impartiendo, a su vez, parte de lo esencial y lo eterno a la "incertidumbre maravillosa" de su propia existencia finita, cuando se va más allá de sí mismo imitando a los dioses. En esa forma, la construcción voluntarista define el carácter de su ser, como el retorno a lo esencial y lo eterno reafirma tanto sus orígenes y los valores (el modo de existencia) que él propone para su futuro. Desde que tal disposición está enmarcada en el contexto genealógico de un origen primordial, el Eterno Retorno no conlleva a una duración atomizada, discontinua, en que el devenir del ser es separado del ser, sino una coherencia que une el destino individual y el destino colectivo en una creatividad superior —aún cuando esta "coherencia" es establecida como premisa bajo la creencia de que el mundo no tiene un significado o propósito inherente—.

Basado en una apropiación selecta del pasado que sirve como un principio valorativo, cada acto individual se vuelve inseparable de su mundo histórico, porque el mundo histórico, producto de múltiples valoraciones individuales, llega a saturar cada acto individual. "Cada gran ser humano", escribe Nietzsche, "ejerce una fuerza retroactiva: por su bien toda la historia es puesta de nuevo en equilibrio." [La Gaya Ciencia]. Siempre que, entonces, el pensamiento de Retorno Eterno coloque al pasado y al futuro en equilibrio, y el presente proyecte su luz en ellos, se restablece "la inocencia del devenir del ser" que permite al hombre activo, heredar las enseñanzas del pasado y decidir su propio destino —a diferencia del hombre que denigra la vida en beneficio de un objetivo mecánico o teleológico, que olvida su pasado y espera su futuro pasivamente como si el destino del mundo estuviese ya escrito—.

19 comentarios:

OliverX dijo...

Excelente texto.
Muy estimulador.
Mis saludos, don Occam.

Occam dijo...

Gracias, Don OliverX, me alegro de que haya sido de su agrado. Evidentemente, estamos de acuerdo (cosa por lo demás muy satisfactoria en este pequeño mundo dentro de otro mundo).
Mi más cordial saludo.

piscuiza dijo...

El tema de su post es por demás interesante y me recordó a los movimientos pendulares en la historia del arte. Por cierto algunas de las ilustraciones utilizadas en su post me resultan casi hipnóticas.
Cuelgue por allí por donde se puede bucear más acerca del tema, porque sinceramente despertó cierto interés por ahondar un poquito más.
Saludos

Occam dijo...

Piscuiza:
Me alegro que el tema del post haya despertado su interés. En verdad, se trata de un asunto necesario, imprescindible mejor diría, puesto que versa sobre la concepción del tiempo, que tamiza todas nuestras estructuras mentales y formas de pensar y de ver y asumir el mundo.

Las imágenes que a usted han cautivado seguramente sean las representaciones gráficas del Uróboros u Ouroboros, criatura-símbolo mítica de la que wikipedia nos dice:

"Según la Enciclopedia Británica, el Uróboros u Ouraboros, es la emblemática serpiente del antiguo Egipto y la antigua Grecia, representada con su cola en su boca, devorándose continuamente a sí misma. Expresa la unidad de todas las cosas, las materiales y las espirituales, que nunca desaparecen sino cambian de forma perpetua en un ciclo eterno de destrucción y nueva creación.

"En algunas representaciones antiguas, el uróboros u ouroboros aparece complementada con la inscripción griega ... (hen to pan), es decir todo es uno. Se asocia a la alquimia, al gnosticismo y al hermetismo. Representa la naturaleza cíclica de las cosas, el eterno retorno y otros conceptos percibidos como ciclos que comienzan de nuevo en cuanto concluyen. En un sentido más general simboliza el tiempo y la continuidad de la vida. En algunas representaciones el animal se muestra con una mitad clara y otra oscura haciendo recordar la dicotomía de otros símbolos similares como el yin y yang. En la Alquimia, el Ouroboros simboliza la naturaleza circular de la obra del alquimista que une los opuestos: lo consciente y lo inconsciente. Siendo igualmente un símbolo de purificación, que representa los ciclos eternos de vida y muerte".

Mis más cordiales saludos.

Unknown dijo...

Occam
he buscado infructuosamente el texto de Elíade ( hay dos ejemplares a falta de uno, pero no quiere aparecer), así que hablaré desde lo decantado en mi espíritu.
Comprenderá que mi acercamiento al Mito del Eterno Retorno está mas cercano a lo que usted tan bien describe en la respuesta a Piscuiza.
Alquimia, Gnosis, y por supuesto, historia de las religiones.
En el mes de la Shakti, recordaré que la manifestación de Durga, en forma de Kali, alza una mano con el mudra: No temas.
En estos tiempos, encuentro consuelo en la Sabiduría antigua.
Me vino muy bien, conocer las ideas de Nietzsche, a quien creo no poder acceder tan fácilmente.
Gracias.

pau dijo...

Aquí anduve, leyendo un poco apurado y contestando sin pensar mucho, quizá demasiado crudamente, sabrá usted comprender, son temas que me apasionan.

Muy bueno el blog.

Mensajero dijo...

Occam, ¡qué tema!
Existe cierto consenso, o acuerdo tácito al menos, entre los distintos establishments intelectuales de una época y lugar, acerca de lo que no debe ser leído (o pensado siquiera).
Desde ahí, su texto, y especialmente la fuente que menciona, el texto de Torigian, pertenecen a la categoría de "lo que debe ser rechazado sin contemplaciones".
Como militante asumido que intento ser, del humor negro, por su función socavadora de certezas, no puedo negar el enorme poder de provocación y la potentísima afrenta a lo politicamente correcto, que mediante sólidas argumentaciones proponen sus textos.
A mí me han corrdo un poco de eje. Me gusta presentarme como una persona de centro, y defino centro no como algo quieto, equidistante de los extremos, si no como una predisposición del ánimo para lanzarse hacia uno u otro lado de acuerdo con las condiciones de un tiempo dado.
La enunciación de una tercera posición, desacomoda esa ubicación y me deja mal parado.
El tema da para largo, aún no termino de leer el texto de Torigian, pero no quería dejar pasar más tiempo sin comentar; volveré a hacerlo pronto, luego de que sedimente un poco todo lo que suscitó la lectura.
Un gran saludo.

pau dijo...

Occam: con respecto a sus banderas opino dos cosas en síntesis:

1) no creo que sea bueno destruir lo existente para crear algo nuevo, creo que deberíamos buscar la superación por adición, no por reemplazo total.

2) es fundamental la variable estética, y sus dos banderas son complicadas y fuleras!!

S2

Occam dijo...

Pau:

La primera bandera que usted aprecia en el margen derecho, no es "mía", sino que identificó a la Confederación Argentina como bandera naval de guerra entre 1835 y 1852. Es y era complicada, como la usanza de la época lo indicaba, ya que iba sólo una por embarcación.

La otra bandera sí, es un invento mío, resultante de amalgamar la enseña nacional con la que la precedió, y coincido en que me parece complicada para su confección, aunque nunca tuvo otra pretensión que la simbología que expresa en este espacio.

De ninguna manera postularía una bandera en sustitución de otra, puesto que la bandera es una construcción colectiva, y su éxito depende de su genuina representatividad.

En fin, la vexilología es un divertimento sano para mí, al que trato de dotar del mayor rigor compositivo y simbólico posible. Cuando he tenido que diseñar banderas para concursos, he buscado la simpleza, a la par que he criticado la complejidad abigarrada de banderas como la de Buenos Aires y la anterior del Chaco (y si me apura, de la actual también).

Mis cordiales saludos, y gracias por pasar.

Occam dijo...

Mensajero:
Es realmente un honor para mí recibir semejante reconocimiento de su parte. No puedo más que agradecérselo profundamente.
Un abrazo.

Occam dijo...

Gracias, Cerriwden, por sus palabras. Conozco bien la óptica de su abordaje a la cuestión, la que no puede dejar de apasionarme (como al propio Juliano o al mismo Évola).

Mi más cordial saludo.

Mensajero dijo...

Occam, esta perspectiva del eterno retorno me hizo resonar otras voces, otras ideas, cuyas frecuencias paerecen afínes, aunque hayan sido concebidas en otras tribus...
Tratando de entender, escribo mientras pienso, gustoso de creer que asociaciando libremente, el azar encontrará un atajo a la verdad más preciso y económico que el intrincado camino de la razón.
Espíritu, arquetipo, inconciente colectivo, ética, sentido común....bucear en la noche de los tiempos, ser asaltado por una forma añeja que reingresa en el mundo, o poseído por una revelación; infinitos son los rostros del retorno.
"El espíritu existe, pero lo imortal es la carne" me dijo un amigo que estudia filosofía oriental.
Nietzche quería hombres fuertes, artífices de su propio destino, liberados de las interdicciones impuestas en nombre de DIos....se dice que Sade anuncia la obra de Nietzche, y éste, mal que le hubiese pesado, la de Freud.
Porque la muerte de Dios, lejos de suscitar el nacimiento del superhombre, acabó generando, un siglo después, el hombre posmoderno, como usted bien dice, la antítesis de aquel; un ser débil, materialista, atento al hedonismo, egoísta, y que implantará un aristocracia de facto, la de managers y directivos, sujetos hiperspecializados en las herramientas y dispositivos de una economía tecno-espectacular hegemonizadora que arrasa con la diversidad y que todo reduce a la categoría de mercancía, apoyada en un cinismo filosófico que degrada la sabiduría a la condición de relato y somete al espíritu logrando materializarlo mediante el marketing y la publicidad.
No obstante, ¿no es esta antítesis del superhombre la que ejecuta, al menos en parte, el proyecto NIetzscheano?
¿No se podría entender que la respuesta judeocristiana al asesinato de su Dios fue la ejecución de los instrumentos del asesino pero para hacer sonar la melodía que el más hubiese detestado?
"El consumismo es la ruina de las ruinas" dirá Pier Paolo Passolini.
Yo me pregunto si realmente es posible hacer sonar a voluntad lejanos y tal vez ajenos arquetipos, recuperar ese pasado mítico para construir un proyecto político como parecen sugerir los autores que cita..
Tantos siglos de supremacía religiosa, y luego el contundente cinismo de la concepción materialista del progreso, ¿no han logrado disipar la luz de la tradición indoeuropea en irrecuperable tibieza?
Una vez consumada la colonización ¿hay posibilidad de retorno? ¿O solo destrucción?
La batalla por la defensa de la diversidad encuentra inusitados soldados del mismo lado; enemigos históricos con un mismo objetivo.
Algunos "igualitaristas" están de acuerdo con algunos "jerarquistas".
No conocía del GRECE, no soy bicho político y en mi ignorancia pensaba que la "ultraderecha" francesa estaba irremediablemente vinculada a la iglesia.
Se me viene a la cabeza la categoría "derecha gramsciana", una derecha dispuesta a dar batalla en el campo cultural luego de haberse debido llamar a silencio por los excesos de las experiencias del nacionalsocialismo y del fascismo, y más cercanamente y en la actualidad, del Proceso de reorganización nacional en nuestro país.
A fuerza de no verificación de postulados la izquierda progresista se encuentra con el peor escenario, ser acosado por la derecha reaccionaria en el campo de lo cultural, donde gozaba de una cómoda hegemonía.
En Europa han identificado a EEUU como el enemigo devastador, y señalan como cómplices tanto a liberales como a socialdemócratas.
No se si existe en latinoamérica un movimiento similar; en nuestras tierras; en Argentina se me hacen más mezquinos, parecen querer poner en jaque a la izquierda setentista para estar en posición de negociar sus propios excesos.
A la vez, en nuestra región, la bandera latinoámericanista parece ser posesión de las izquierdas.
Me voy deteniendo porque es imprudente especular en base a pocos elementos, uno se expone facilmente al papelón.
La asociación de ideas me ha arrastrado ya no se bien a qué galaxias.
Releeré antes de publicar el comentario con la esperanza de haber orientado la proa hacia algún puerto luego de tan ardua lectura y trabajosa sedimentación.
Un gran saludo.

Occam dijo...

Mensajero:
Vayamos por partes: Creo que justamente este "último hombre", el hombre del fin de la historia, es la antípoda de la propuesta nietzscheana, que con su agudeza consigue desmenuzar el futuro que invariablemente seguía, de continuar así la curva natural del devenir. De ahí su propuesta de dar vuelta el reloj de arena, una propuesta revolucionaria ante un mundo agonizante, que nadie fue capaz de llevar adelante. Ya no había superhombres en el mundo. De esa forma, todo continuó en el sentido que Nietzsche había anticipado, hacia el fin de los tiempos y la panacea del consumo, del piensa poco y vive mucho.
En cuanto a la Nueva Derecha, se trata de un término peyorativo adjudicado a un grupo de intelectuales opuestos a las nefastas implicancias del Mayo francés, por una progresía que rápidamente asimismo se adjudicó el mote de Nueva Izquierda, escondiendo entre los pliegues de sus sacos con codos parchados el materialismo dialéctico y la lucha de clases. De tal forma, intentó generar una antípoda inexistente, a no ser, que la misma verse sobre la cuestión del igualitarismo y del etnocidio.
De hecho, creo que la Nueva Derecha rescata algunos conceptos de los que la izquierda rehúye raudamente. En realidad, se trata de una Tercera Posición, diversa de las anteriores, y por ello adaptada al mundo presente y sus renovadas necesidades, principiando por un antirracismo militante, del que deriva su antiigualitarismo y su reticencia a las soluciones homogeneizadoras y destructoras de culturas. También se caracteriza por su nietzscheanismo, punto en el cual confluye con algunas posiciones mías, y por eso algunos de sus exponentes son citados en ocasiones.
Pero, por favor, lejos está la ND de cualquier forma de autoritarismo, por lo menos las aplicadas o conocidas vulgarmente; y sí mucho más cerca lo está gran parte de la izquierda, con sus vicios e intolerancias inconfesables que la han llevado a ser tan sectaria y avasallante cada vez que ha podido; y por supuesto, la derecha (o "vieja" derecha, si prefiere). Su propuesta de democracias populares de base, federadas en un gran espacio político-espiritual ordenador, no lo parece, al menos. Tampoco su distanciamiento de las lides de la política doméstica o cotidiana (y por tanto, del panfletismo y el proselitismo), para postular la lucha de las ideas al nivel filosófico que estructura las sociedades y perfila su decurso histórico.
En fin, compuesta por algunos intelectuales notables, de fuerte reconocimiento en Europa, de cuño universitario y muchas veces laureados por las academias de letras, se disolvió a mediados de los '80 como grupo de estudios (o sea, GRECE), y todos han tomado sus caminos, muchas veces muy divergentes, siempre en la sinceridad de una búsqueda que nunca estará concluida.
La derecha francesa, y su ultraderecha nacionalista, está alejadísima de la ND, y se ha acercado, la primera al liberalismo, la segunda al chauvinismo católico de corte misticista, al estilo maurrasiano.
De modo tal, que justamente una de las primeras cosas que sugiero al respecto, es la de abstenerse de aplicar motes a troche y moche (los famosos "ismos") a la hora de abordar un colectivo tan complejo.
Los franceses suelen serlo.
En cuanto a las influencias que la ND ha dejado en Latinoamérica, las mismas son muchas y variadas, y en algún otro post me encargaré (o no, depende de las ganas) de tratar de sistematizarlas (tarea por demás ardua, debido a la diversidad de ópticas y planteamientos que contiene).

Mis más cordiales saludos, y sinceramente asombrado por el vigoroso motor de su curiosidad.

Mensajero dijo...

Occam, muchas gracias por su paciente devolución.
Saludos.

Occam dijo...

Mensajero: El que debe agradecerle la paciencia soy yo. Un placer el poder departir con usted.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

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