miércoles, 31 de agosto de 2011

Lo lingüísticamente correcto


Me llegó por segunda vez por correo-e una presentación .pps que aborda claramente taras lingüísticas reiteradas, y sobre todo, reiteradas desde el poder y el monopolio del "decir bien" en nuestra sociedad, es decir, imposiciones tan prepotentes cuanto arbitrarias, que con su repetición martilleante, han terminado por lastimar mi susceptibilidad, fraguada por la lectura, la escritura y la plática, y por qué no, por el aprecio genético y visceral por nuestro rico idioma. Un "decir bien" que es "decir mal", y por tanto, si seguimos a Unamuno y aceptamos que sólo se piensa en palabras, un "decir bien" que no conduce a un "pensar mal", sino a un "pensar menos" (aunque, o tal vez por ello mismo, ocupando más espacio en el disco rígido).

Como se trata de un documento cuya finalidad es la difusión de mano en mano, o de correo en correo, creo que al agregarle este medio de publicidad contribuyo con su objeto, tal vez más que tomándome la molestia de reenviarlo a todos mis contactos. Aquí van algunas de las diapositivas entonces (click sobre cada imagen para ampliarla):










4 comentarios:

destouches dijo...

Impecable post. Hace poco precisamente leía un artículo de Camilo José Cela sobre el español y la creación popular del lenguaje. En concreto, el autor se quejaba del uso de circunloquios y eufemismos espantosos para proscribir indirectamente aquellas palabras consideradas inmorales o groseras. En la misma tendencia se inscribe la jerga impuesta por la dictadura de lo políticamente correcto y que no sólo empobrece y falsea el lenguaje, sino que carece de la más mínima base popular (esencial en cualquier lengua).

Occam dijo...

Destouches: Sin profundizar, y para contestar de memoria, al menos por cumplir: "aborigen" o "indígena" (desde los orígenes o relativo a ellos) por "perteneciente a los pueblos originarios". ¡Qué largo y qué farragoso! Antes que pensar, un circunloquio así sólo pretende apabullarnos y sacarnos las ganas de hablar (y de pensar), ciertamente.

Un cordial saludo.

Anónimo dijo...

Occam: Aplauso, medalla y beso por ese mail.
A mi me llego uno por audio, pero es engorroso de transmitir, así que lo resumiré.
PRESIDENTE: El sufijo ente, denota que la persona (el ser) a la que se hace referencia, realiza una tarea u ocupa un cargo, en este caso la presidencia.
De tal manera que si se dice la presidenta, el ente desaparece, por lo cual podríamos inferir que la presidencia esta acéfala.
A ver si la terminan con la PRESIDENTA, a menos que estén asumiendo que no hay un ente que ejerza.
A mi esta psicosis de algunas mujeres, de ir por el mundo vociferando a cada momento su "mujerez" me agota.
En el barrio diríamos que eso, lo hace una persona que necesita reafirmarse a si misma su condición.

Saludos!

Piscuiza

Occam dijo...

Piscuiza: Coincido plenamente con usted, que bien parece se trata de una complejo de inferioridad y de una crisis de identidad, sustentados ambos en una negación de lo femenino (¿para parecerse, y por tanto asimilarse, a lo masculino?).

En cuanto a su reflexión sobre el sufijo "-ente", "que ejecuta la acción expresada por la base" (DRAE), o sea, para el caso mencionado, "que preside", supongo que no provoca otra cosa que llevarnos a respaldar enfáticamente la tendencia a denominar a la nuestra como "presidenta".

Saludos cordiales.