miércoles, 12 de octubre de 2011

Cuando el 12 de octubre no existió


Ya nos hemos referido al 12 de octubre en varias ocasiones (link, link, etc.). También hemos hablado entonces del Día de la Raza como una iniciativa argentina, debida al presidente Hipólito Yrigoyen en 1917, luego generalizada en el mundo Iberoamericano, y por la cual hemos gozado (y en algunos lugares, aún gozamos) de cierta popularidad.

No hace falta decir más acerca de que el particular esquema de "feriados turísticos" en verdad desnaturaliza cualquier recordatorio y, por su frecuencia, bien podría anular todos los feriados históricos, y establecer en su reemplazo los primeros y terceros lunes de cada mes, por ejemplo, a los efectos de estimular el paseo doméstico y el consumo interno.

Por esa desnaturalización, y por otra quizás más malintencionada [la que confunde el "Día de la Raza (Americana)", o sea, del mestizaje etnográfico, lingüístico, cultural y religioso que nos caracteriza como un conglomerado de pueblos singular en el orbe; con un supuesto "día de las razas", como si la clara y unánimemente aceptada iniciativa argentina de 1917 condujera a exaltar un racismo segregacionista... ¡Justamente en América!], no sólo el 12 de octubre este año no existió en el calendario, sino que tampoco existió en su concepto, disfrazado de "Día del Respeto a la Diversidad Cultural" (Decreto cristino 1.584/2010), que en tanta diversidad, sobre todo de banderas subnacionales, de minorías políticas y de pertenencias confusas, recuerda más a una Babel de la condena bíblica que al tan pregonado proyecto de unidad latinoamericana, que siempre -curiosamente- encuentra en las tentaciones disgregatorias y en las reivindicaciones sectarias una prioridad más acuciante que impone su indefinida postergación.


Teniendo en cuenta que esas "tentaciones" y "reivindicaciones" vienen financiadas y promovidas sin tapujos por las antiguas potencias coloniales que fomentaron la actual balcanización durante el siglo XIX, y sumando a ello la sospecha cada día más certera acerca del divorcio hasta el antagonismo entre lo proclamado y lo propiciado ("Patria sí, colonia no"), uno puede entender un poco mejor por qué tantos patriotas han muerto en el olvido o en el exilio, o peor, mancillados en su memoria, y tantos traidores sirven con sus bronces y sus mármoles, con sus mausoleos y sus toponimias, de baño público a las palomas.

In english, please...

Pero, como he dicho, no hace falta decir más de este vacío. La posmodernidad define todos los términos importantes a través de su existencia negativa. Llegará tal vez un momento en que todo lo que no se pueda nombrar, ni recordar, ni pensar, sea lo real y verdadero.


Ahora en cambio, nos ocuparemos de una curiosidad histórica referida a estas fechas. Ese día tampoco existió en el año 1582. Por entonces, el Calendario Gregoriano (que es el que empleamos en todo el Occidente) comenzó a regir en reemplazo del Calendario Juliano (instaurado por el divino Julio en 46 a.C.). Así entonces, al jueves juliano (4 de octubre) le siguió el viernes gregoriano (15 de octubre), y 10 días intermedios desaparecieron de un plumazo sin llegar a ser, puesto que se habían ya contado de más en el calendario anterior. Por lo tanto en ese año 1582, el 12 de octubre no existió.

Asimismo, Santa Teresa de Jesús, muerta el 4 de octubre, fue velada durante esa larga noche y enterrada el 15 de octubre, al amanecer siguiente.

Como se trató de una reforma impulsada por la Iglesia Católica, que tardaría en ser reconocida por los países protestantes, y los ortodoxos nunca aceptaron (la Revolución de Octubre de 1917 -el año en que en octubre se decretaba en Argentina el Día de la Raza- en Rusia, ocurrió exactamente el 7 de noviembre), los países en que el "salto temporal" operó entre las fechas señaladas fueron, además de Italia, España y Portugal. Sus provincias en América, en una era de comunicaciones más demoradas, recién experimentaron la innovación exactamente un año después (el 4 y el 15 de octubre de 1583).

El gran investigador de la reforma (el miembro más destacado de la comisión pontificia) en la forma de contar el tiempo fue el matemático y astrónomo jesuita Clavio, llamado "el Euclides de su tiempo"... de nombre Cristóbal, curiosamente.




2 comentarios:

Flor de Ceibo dijo...

Haría falta evocar el Calendario Republicano francés, que aquellos iluminados que supusieron que regirían mil años y apenas llegaron a una década cuando los fagocitó Napoleón Bonaparte, instituyeron uno muy pintoresco que, maguer su "paganismo", no sorteaba el calendario gregoriano sino que contaba los días de 15 a 15 de cada mes "abolido" de éste.
Serviría paraa traer a comento aquello de sic tránsit gloria mundi, que tan pocos tienen presente salvo cuando los tapa el agua...

Occam dijo...

Exacto. O como diría Tomás de Kempis, el último compañero de Roger Casement en el cadalso, "O quam cito transit gloria mundi", Oh, qué rápido que pasa la gloria del mundo. Y qué efímeros y absurdos son esos "pobres triunfos pasajeros" cuanto más aspavientos hace el pavo real abanicando su cola.
De paso... qué triste que es el pavo real en decadencia, conservando un miriñaque desplumado y caduco que arrastra sin gracia como el fantasma sus cadenas.
La verdad, es que, siempre en referencia al calendario solar, no se pueden hacer demasiados malabarismos, y los revolucionarios franceses lo comprendieron claramente, efectuando un cambio estético y de denominación para hacer todo más confuso y artificial, que en el fondo me parece que es lo que hacen todas las revoluciones con todas las cosas, incluyendo este nuevo "Día de la Diversidad Cultural".

Un cordial saludo.