viernes, 1 de agosto de 2008

Día del Nacimiento de la Argentina

La creación del Reino del Río de la Plata.

El 1º de agosto de 1776 el Rey Carlos III de España dispone la creación del “Reyno del Río de la Plata” (conocido, por la investidura de su principal funcionario, como Virreinato), a través de Real Cédula, y da así nacimiento natural a nuestra actual nacionalidad. De hecho, el primer nombre que adopta esa unidad política en su reconversión republicana (supresión de cualquier alusión al instituto monárquico) y federal (mención de unidades territoriales y políticas autónomas voluntariamente unidas) es precisamente el de Provincias Unidas del Río de la Plata, que sigue siendo una de las denominaciones válidas para nuestro país.

Carlos III. Creador del Reino del Plata, y padre de la Patagonia Argentina.

Es más, la denominación actual de la república, asignada popularmente a la licencia poética de Vicente López y Planes en la letra del himno nacional, guarda etimológicamente una significación de pertenencia a la plata (lat. argentum) como metal, o más propiamente al Plata como río, y el mérito a su primera mención corresponde a Martín del Barco Centenera, y su poema histórico-épico Argentina o la Conquista del Río de la Plata, fechado en 1602.

La primera mención de la Argentina.

Ese río, de color de león, obviamente no tiene relación cromática alguna con la denominación, que en otro caso sin dudas debió ser algo así como “río plateado”. Es claro que su origen obedece a la certidumbre de que, a través de su paso, remontándolo río arriba, que muchos en los primeros tiempos imaginaban como transcontinental, se arribaba a lugares en los que el precioso metal abundaba. Y la intuición no era del todo equivocada, y partía de ciertos ornamentos de plata observados en los indios de cultura guaranítica que habitaban en sus riberas y en las de sus dos afluentes principales: el Paraná y el Uruguay. Digo que no era del todo equivocada, puesto que, luego de la travesía fluvial, y desembarcados en Asunción, los expedicionarios llegaban, a través del Chaco Boreal, al Altiplano metalífero. En poco tiempo Potosí se transformó en el principal centro productor de plata y, mientras el comercio legal se canalizaba a través del Perú y del Galeón de Manila, el ilegal (fomentado por los mismos productores, pero sin sellar con el escudo real los lingotes) bajaba hacia Buenos Aires vía Salta y Córdoba, situación que fue marginando la importancia estratégica de Asunción, que se encontró en poco tiempo relativamente aislada y sometida a un régimen endogámico poco supervisado, preludio de su ulterior y temprana voluntad independiente.

Real de plata de Potosí. Las columnas ornadas con la cinta que contiene la consigna "Plus Ultra" son el antecedente del signo $ para designar al dinero.

De más está decir que la Ciudad de la Trinidad y Puerto de Santa María de Buenos Aires tenía de puerto sólo el nombre, y toda actividad portuaria se encontraba rigurosamente prohibida, aunque prolíficamente practicada, como paraíso fiscal clandestino y enclave de contrabando, fundamentalmente hacia las colonias portuguesas, y a través de éstas, Inglaterra. Ya desde entonces, Buenos Aires se distinguía por su cosmopolitismo respecto del resto de las colonias hispánicas en América, y toda familia “bien” del patriciado porteño podía hacer gala de sus hilados de algodón manufacturados en Manchester y de su porcelana con motivos de la caza del zorro y otras exquisiteces de lords de levita.

Buenos Aires, que fue un pequeño poblado fundado en un andurrial a la vera del Río Matanza, en su confluencia con el estuario del Plata, en la misma frontera con el indio, y con una topografía pantanosa, estéril para el cultivo e insalubre, inició con 40 familias, y durante los 100 años subsiguientes no consiguió rebasar el millar de habitantes. Empero, la enorme cantidad de ganado cimarrón encontrado en la zona, que determinó el surgimiento de la denominada “minería del cuero”, sumada a la intensa actividad del contrabando, permitió que ese poblado inviable y alejado de los centros de influencia, primero subsistiera y luego progresara a veloz ritmo, determinando que para la fecha en que se erigió como capital de un extenso reino, tuviera ya una población cercana a los 24.000 habitantes en la ciudad y 9.000 más en su campaña, y superara holgadamente a todas las demás ciudades de su área de influencia, que nacieron más aventajadas y en mejor posición geográfica respecto de las rutas del monopolio.

El reconocimiento de esa situación, y la creación del Reino del Río de la Plata, obedeció entonces a una consideración de carácter estratégico, que tenía por fin primero detener el avance portugués sobre la provincia de Río Grande de San Pedro (hoy, Río Grande do Sul y Santa Catarina, Brasil) y sobre la Banda Oriental; y las incursiones inglesas y francesas sobre las costas patagónicas. La alerta se había encendido ante la constatación de la enorme participación demográfica de la población portuguesa en Buenos Aires, con lazos cercanos a la primera gran comunidad española en tierra porteña, que era la gallega, y que determinaba que en la “Reina del Plata” se hablara un dialecto cercano al actualmente denominado portuñol, y que sin dudas es un componente ancestral de algunas particularidades idiomáticas locales, principalmente, la sustitución del fonema “elle” por el fonema “ye” (sh-), que acercan las formas rioplatenses de pronunciación a las portuguesas (lluvia=chuva; llegar=chegar; llamar=chamar; etc.).

Mapa del Río de la Plata y Buenos Aires (1806).

Carlos III, que era un político muy agudo, comprendiendo las circunstancias humanas que podían preludiar una rebelión, si no una traición lisa y llana, enaltece a Buenos Aires (y la carga de la correspondiente responsabilidad, según la usanza de esos tiempos) con el rango de capital del nuevo reino, y la erige así como la principal arma contra los avances portugueses, ingleses y franceses; condición que, más allá de los avatares y vaivenes políticos ulteriores, nunca perdió, siendo la principal cabeza de resistencia tanto en las invasiones de 1806-1807, como en la de 1817-1825 a la Banda Oriental, la invasión portuguesa a la Patagonia detenida en Cerro de la Caballada en 1827, la franco-inglesa de 1838-1850 sobre el Río Paraná, etc.


Un destino bélico.

Como al pasar, no podemos entonces dejar de mencionar el carácter eminentemente militar que inviste la naturaleza más profunda de la Muy Noble y Leal ciudad de Buenos Aires, que determinó la conformación, a través de sus ejércitos, de la nacionalidad argentina, y por extensión, también el carácter marcial de la argentinidad preinmigratoria.

No por nada todos los próceres fundacionales (con excepción de Moreno y de algún otro tinterillo o sacerdote) revistieron rango militar, y Buenos Aires fue la principal espada de la guerra de independencia en el Cono Sur, libertando las Misiones, el Paraguay, el Norte argentino, el Uruguay de las fauces brasileñas, Chile y Perú, con la excepción del bastión altoperuano (la actual Bolivia), que San Martín tuvo en sus manos y la mezquindad y pequeñez de Rivadavia frustró. Y también, con su marina de corsarios, dominando los mares, consiguiendo que el primer reino que reconociera la independencia argentina fuera Hawai, tomando las ciudades de San Francisco y Guayaquil, y contribuyendo decididamente a la liberación de las Provincias Unidas de Centroamérica, que en honor de ese ascendiente llevan los colores de Buenos Aires (luego, transformados en los colores nacionales) en sus banderas.

Bandera de las Provincias Unidas de Centroamérica y sus derivadas.

No por nada Argentina, pese a su invocado carácter de nación pacífica y amistosa, estuvo en guerra casi todo el siglo XIX (con Inglaterra 1806-07, con España 1810-16, con Brasil 1817-27, civil 1828-35, con la Confederación Peruano-Boliviana 1837-39, con Inglaterra y Francia 1838-40 y 1845-50, civil contra los federales del interior 1859-67, contra el Paraguay 1865-70, las campañas al Desierto 1878-79 y 1881-84… ¡54 años de guerra sobre 78!).


Partida de nacimiento.

Por qué decimos que el 1º de agosto de 1776 se labra la partida de nacimiento de la Argentina. Porque como otros Estados modernos, consigue su reconocimiento político de parte del superior de manera clara, normada y precisa mucho antes de cualquier conato emancipador, y entonces comienza la construcción nacional. Un claro ejemplo de la construcción matricial de las sociedades preconizada teóricamente por Bertrand de Jouvenel. A partir del nacimiento del Estado argentino, entonces, se edificará, con el paso dubitativo y aleatorio de la juventud y la inexperiencia, nuestra nacionalidad. Con la creación del Reino del Río de la Plata estas tierras dejan de ser un apéndice marginal de las colonias, para obtener un estatuto político cercano al que rige el Commonwealth (Estatuto de Westminster de 1931), en el cual la sumisión sólo se da en la relación de vasallaje personal con el rey de España, mientras que la autonomía orgánica virreinal es plena, y se materializa en mecanismos de participación democrática muy adelantados, como los Cabildos. Ésa por lo menos ha sido la teoría política enarbolada en 1810 como resorte emancipatorio, por todos los doctrinarios de la independencia.

Bertrand de Jouvenel.

Para más claridad respecto del alcance de soberanía del Reino del Plata, transcribo el siguiente texto:

Napoleón Bonaparte y José I enviaron al marqués de Sassenay al Río de la Plata con el fin de hacer jurar lealtad al nuevo monarca impuesto en España por la ocupación francesa y dar a conocer la abdicación de los reyes españoles. El marqués de Sassenay llegó a Buenos Aires en julio de 1808, el virrey Liniers realizó consultas con la Real Audiencia y con el Cabildo de Buenos Aires para decidir que posición tomar, pero tanto el Cabildo como la Audiencia rechazaron las exigencias francesas y quemaron los pliegos que les había presentado el enviado de Napoleón, a quien otorgaron un breve plazo para abandonar la ciudad. El marqués de Sassenay se dirigió a Montevideo pero allí fue apresado por el gobernador De Elío. El 21 de agosto se realizó en Buenos Aires la proclamación y jura de Fernando VII como soberano español. En setiembre de 1808 Liniers declaró la guerra a Napoleón y a José I y reconoció la Junta Central de Sevilla.

En segundo lugar, porque, como ya hemos explicado, Buenos Aires toma la posta en la misión de custodia de ese acervo político y cultural, tanto respecto del enemigo exterior, como en el supremo esfuerzo de preservación de la heredad del Reino del Plata. Se hace cargo, acepta voluntariamente su destino, que no es el trazado en los ideales de independencia localistas, sino uno más amplio concedido a esa ciudad por la decisión monárquica que configuró su misión histórica.

En esa asunción hay una actitud de nobleza y generosidad verdaderamente encomiable, máxime si se tiene en cuenta que la sangre porteña, de los burgueses acomodados y de los ex funcionarios virreinales, es la que riega en forma fundacional los más remotos parajes del dilatado territorio de nuestra heredad histórica. Esa nobleza y generosidad que en vano hoy reclamamos de nuestra corrompida y mezquina dirigencia.

Por todo ello las dos tendencias que luego desembocarán en abierta y trágica confrontación ya se encuentran prefiguradas desde el inicio mismo de nuestro derrotero: la del localismo cerrado y egoísta, que decantará en un lógico centralismo unitario, y que no perderá ocasión de desprenderse “generosamente” de territorios heredados por su pesada carga, y en busca de un modelo de Estado-nación homogéneo y acotado; y la más ecuménica y virreinal vocación responsable, que intentará por todos los medios retener la heredad confiada a la Muy Noble y Leal ciudad de Buenos Aires, así como frenar el avance del enemigo extranjero sobre la misma, y representada fundamentalmente por San Martín y Rosas, plasmada en la forma más expresa en el testamento del primero y en el legado que, hacia el segundo, éste contiene.


La construcción de un país.

Por lo pronto, y para clarificar con los hechos, antes que con el discurso, consignaremos a continuación los actos políticos sucesivos que ha desarrollado el Reino del Río de la Plata como configurador de la nación argentina:

- Integración a la nueva unidad territorial del Corregimiento de Cuyo, hasta entonces bajo administración de la Capitanía General de Chile.

- Establecimiento de la Cordillera de los Andes como frontera natural entre el Reino del Plata y la Capitanía de Chile, desde Antofagasta hacia el Sur, modificando la preexistente disposición de creación de esta última, que le otorgaba 100 leguas (unos 560 km en el s. XVI) de ancho desde la costa del Pacífico, y que por tanto englobaba toda la Patagonia en el dominio chileno (y que resulta la postura histórica esgrimida por el ultranacionalismo trasandino, que como vemos, resulta infundada a partir de la Real Cédula del 1º de agosto de 1776).

En 1803 el Teniente de Navío Andrés Baleato, encargado de la delimitación definitiva del Reino, consigna: En la costa setentrional del Estrecho de Magallanes está el Morro de Santa Águeda o Cabo Forward, desde el cual corre hacia Norte la Cordillera de los Andes y divide a la tierra patagónica en oriental y occidental. La oriental siempre se consideró del Virreinato de Buenos Aires hasta el Estrecho de Magallanes, sin embargo de no tener más establecimientos que hasta el Río Negro y la Guardia de la Bahía de San José. La Patagonia occidental pertenecía al Reino de Chile hasta el mismo Estrecho de Magallanes, no obstante que las conversiones de indios no pasaban de lo más Sud del Archipiélago de Chiloé con algunas entradas que hacían los misioneros en el Archipiélago de Guaytecas o de Chonos. La tierra del Fuego no tuvo establecimientos ni conversiones pertenecientes a Buenos Aires ni a Chile y su separación del continente por el Estrecho de Magallanes hacía imaginaria su pertenencia.

- En consonancia con la atribución de dominio sobre la Patagonia, a favor del Reino del Río de la Plata, se dispuso la creación de la Superintendencia de los Establecimientos Patagónicos en 1778, cuya Real Cédula dispone: Con el fin de que los ingleses....no piensen establecerse en la bahía San Julián o sobre la misma costa para la pesca de ballenas en aquellos mares... ha resuelto S. M. que se den órdenes reservadas y bien precisas al Virrey de Buenos Aires y también al intendente de la Real Hacienda que ... con toda prontitud disponga hacer un formal establecimiento y población en dicha bahía San Julián.

- En consecuencia de ello, a través de Francisco de Biedma, fundación en enero de 1779 del Fuerte y Puerto de San José de la Candelaria, en Bahía San José (adyacencias de la Península Valdés). También en 1779 (abril), fundación del Fuerte de Nuestra Señora del Carmen y Pueblo de Nueva Murcia en la margen Sur del Río Negro. En junio de ese año una inundación llevó la población a trasladarse a la margen Norte (barrancosa), que dio lugar a la actual ciudad de Carmen de Patagones, a la cual llega en 1780 un importante contingente de colonos procedentes de Maragatería (León). En 1780 Antonio de Biedma funda Castillos de Todos los Santos y San Carlos, Puerto Deseado. A fines de ese año, fundación de Nueva Población y Fuerte de Floridablanca, Puerto de San Julián. También, exploración del Río Negro hasta Choele-Choel (1780), descubrimiento del Cerro Fitz Roy (1782), fundación de los Fuertes San Javier e Invencible, también sobre el Río Negro (1782), exploración de Neuquén (1783). En total, se movilizaron 2.028 colonos.

Casco histórico de Carmen de Patagones.

- Toma por el primer Virrey, Pedro de Ceballos, de Santa Catalina (actual Brasil) y Colonia del Sacramento (actual Uruguay), en 1777.

- Dictado del Auto de Libre Internación (1777) y del Reglamento de Aranceles Reales (1778), que permitieron el libre comercio directo de los porteños con España, y la primera acumulación capitalista porteña.

Puerto de Buenos Aires. La mercadería se trasbordaba a carretas en el río.

- Creación de la Real Audiencia de Buenos Aires (1783-85), es decir, de los Tribunales de Justicia.

- Establecimiento del alumbrado público, del Teatro de la Comedia, creación de paseos públicos, del Hospital de Mendigos, de la Casa Cuna, del Real Convictorio de San Carlos, e instalación de la Imprenta de los Niños Expósitos, que permitió el progreso intelectual autónomo y brindó al país una producción copiosa, desde 1781; así como de la primera fábrica de instrumentos de cuerda y escuela musical (1784), publicación del primer periódico, “El Telégrafo Mercantil”, a partir de 1801; publicación del segundo periódico, “Semanario de Agricultura, Industria y Comercio”, a partir de 1802.

Hospital de Mendigos de Buenos Aires.

Para finalizar, entonces, diremos tan sólo que las naciones, como los hombres, nacen, crecen, en la adolescencia hacen sus primeros alborotos de rebeldía, y poco después se independizan de sus padres, comenzando a transitar su propio destino. De los dos últimos hechos tenemos reconocimiento oficial en las fechas patrias del 25 de mayo de 1810 y del 9 de julio de 1816. Del primero de ellos, tan trascendente al menos como los demás, poco más que éste, mi humilde homenaje: 1º de agosto de 1776. Día del nacimiento de la Argentina.

26 comentarios:

Anónimo dijo...

Occam: Lo suyo es nuevamente extraordinario. Varios pseudohistoriadores, como el homúnculo de Pigna, deberían visitar este espacio para aprender un poco de historia.

Occam dijo...

Gracias, Destouches. Corresponde a nuestra memoria colectiva, a la configuración de nuestros orígenes, y con ellos, de nuestro destino. Por lo tanto, una obligación, frente a tanta memoria selectiva y, contariamente a sus postulados altisonantes, colonialista, como la de Pigna. Usted sacará sus propias conclusiones al respecto.
Por lo pronto, me divierte más ecribir para gente inteligente, que para ese mediocre plagiario y mentiroso.
Gracias por su visita, y cordiales saludos.

Unknown dijo...

Occam, coincidimos con los calificativos del oportunista pseudo-historiador; pero no nos deje a los mediocres fuera.
Los tontitos también lo leemos, y quedamos pensando.
Me siento obligada a reconocer mi amateurismo en la calificada como pseudociencia astrología.
Con los datos que usted brindó, levanté un mapa del " virreinato".
Para mi sorpresa, la carta natal del 1ª/08/1776, mantiene la estructura de la carta más usada del 9/7/1816, incluso parece ser la carta dracónica de ésta, repitiéndose aspectos y características energéticas.
Agradecida por su exposición, le manifiesto mi admiración.

piscuiza dijo...

Destouches, no invoque a las fuerzas del mal!
Mire, yo no soy de jurar pero si viene Pigna no vengo más eh!
Yo no entraría a un Blog al que entrase Pigna, o Feinmann, o Hadad, o... o...(sigue la lista).

Feliz natalicio y denle una copa de caña con ruda a la Argentina (como se estila hacer los 1º de Agosto en algunas provincias), quién les dice por ahí la Pachamama intercede y opera un terremoto selectivo que se trague a los que a diario violan la doncellez de nuestra patria.
Una delicatessen el recordatorio Occam
Salute

Occam dijo...

Cerriwden:
La mediocridad es medida en función de lo que cada uno es y pregona. Maradona es un genio y Heber Ludueña (para no aludir a nadie en particular) un mediocre. En ese sentido, en el universo de los historiadores, Pigna es un teórico de Billiken y Anteojito, muy publicitado por otros mediocres como Mario Pergolini y quienes le auspician jugosamente su Caras y Caretas, que es como un Boletín 12 pero con forma de semanario.
Me parece muy interesante lo que cuenta de la carta astral. Confirma la cuestión de la identidad que he tratado de exponer.
Otro historiador muy riguroso que he leído recurrió tanto a la astrología como a la grafología para completar el perfil de la personalidad de alguien al que estaba haciendo una biografía, y que había muerto décadas atrás. Sin otorgar a quienes realizaron la tarea ninguna particularidad o circunstancia vital del sujeto, sorprendentemente los resultados que arrojó tanto su carta astral como el estudio de su caligrafía fueron coincidentes con toda la indagación histórica.
Desde ya muchísimas gracias por su comentario y su interés.

Occam dijo...

Piscuiza:
Muchas gracias por su comentario y su fidelidad para con este sitio. Me siento muy honrado.
No sabía lo de la caña con ruda los 1° de agosto. ¿Sabe usted si tiene alguna relación con la efeméride que he relatado?
Cordiales saludos!

Anónimo dijo...

Valoro su idea de desempolvar la historia.
Para muchos la historia Argentina comienza en 1806, para otros en 1810 y para los mas desmemoriados en 1976.

Si raspamos un poquito y ahondamos en la historia de las Misiones Jesuíticas en América del Sur (despojándose de cualquier prejuicio),encontraremos que nada fue porque sí.
Por eso celebro su idea de reivindicar el 1º de Agosto y si es con caña y ruda mejor.Uno nunca sabe y que las hay, las hay.

Ya que estamos con el plumero en la mano, conoce ud. el "Manual de Buenos Aires - 1823" de Jorge Ochoa de Eguileor? Es un texto manuscrito que fue redactado en 1823 y refiere a la denominación de las calles la ciudad de Buenos Aires. Es una Edicion de 1981.
Si no es así, está a su dispoción.
Buen fin de semana.
s.g.

P/D: Gracias por su comentario, que me haya dedicado algo de su tiempo me honra sinceramente.

Occam dijo...

S.G.:
Gracias por su muy buen comentario. En cierta medida este post está dedicado a gente como usted, e inspirado en su post "Mi maestra". Es decir, a gente que ha conocido el atrapante y salvaje misterio de nuestra Patagonia, más allá de los tres o cuatro puntos turísticos de consumo masivo. Entiendo que, más allá del "relato" para la gilada, su colonización real sigue siendo uno de los vectores estratégicos que debería orientar la geopolítica nacional, y que se encuentra demorado como tantas cosas (ojo, hablo desde una aspiración espiritual y política; no me refiero a volcar obscenamente carretillas de dinero de todos los argentinos en Santa Cruz, para que el país le haga a esa provincia las obras que la desidia y mala fe de sus gobernantes preexistentes frustraron en su momento, como el FC a Río Turbio, o el del Deseado, o la interconexión al sistema eléctrico nacional, etc. etc.).
Ese vector fue trazado de inmediato a la creación del Reino del Río de la Plata, como he expuesto, y reforzado en acciones verdaderamente admirables: fundación de cuatro ciudades y dos fuertes, exploración a través de la árida estepa, hasta el Cerro Fitz Roy y el lago Biedma (Viedma), exploración nada menos que del Neuquén, cuando todavía no estaba poblado por los araucanos que ahora invocan su condición de "originarios", sino por los Tehuelches del Norte, que fueron luego masacrados, conquistados y/o expulsados por los mapuches en su invasión desde Chile durante el siglo XIX.
Porque las revoluciones, independientemente de cualquier juicio de valor, en general provocan un atraso en términos sociales, Argentina debería esperar nada menos que un siglo para volver a detentar dominio efectivo sobre esas heredades, luego de las campañas del nunca bien reconocido General Julio A. Roca.
El texto que usted menciona, sobre la toponimia de Buenos Aires, escapa a mi conocimiento, pero por supuesto que resulta sumamente interesante. Pasaré luego por su sitio para que combinemos.
Y respecto de su postdata, no puedo más que decirle que, por el contrario, es un placer.
Mis más cordiales saludos, y gracias.

Nicolás Lucca dijo...

Que la Ciudad de Buenos Aires haya crecido gracias al contrabando, explica muchas cosas. Y van pasando los siglos y sobre el río Matanza, pero cruzando la General Paz, se sigue contrabandeando a cielo abierto en la Feria de la Salada.

Hablando de la General Paz, habría que fustigar un poco a esos pelotudos que le ponen nombres a las calles, ya que sacó el tema SG. Sin ir más lejos, la Ciudad de Buenos Aires, no tiene un solo pasaje que haga referencia a Don Juan Manuel de Rosas. El que fuera su lugar de descanso, ahora se llama Parque 3 de Febrero. Donde estaba su dormitorio, ahora está la estatua de Sarmiento, que casualmente es el nombre que lleva la calle en la que nació Rosas.

Son metidas de dedo retroactivas...


El texto me entretuvo bastante, muchìsimas gracias por tanto laburo.

Occam dijo...

Gracias a vos, Bruno, por detenerte a leerlo y por dejar tan sesudo comentario. A mí son temas que me apasionan, y que escribo con placer.
Efectivamente, la memoria selectiva es un mal de largo aliento. De la deliberada tergiversación de la historia provienen muchas de nuestras taras actuales. El libro de Marcelo Lascano, "Imposturas históricas e identidad nacional" explica claramente este fenómeno, y tiene algunas citas textuales de sus instauradores realmente increíbles por la sinceridad en el daño que estaban haciendo con tanta manipulación. En su homenaje (el de Lescano, obviamente, no en el de los fabuladores) un mes atrás he posteado el artículo "Unitarios y Federales".
Respecto de Rosas, seguramente la figura más rutilante que ha producido Buenos Aires, el caso es por demás afrentoso, máxime teniendo en cuenta que en todas las ciudades del interior -tarde es cierto, pero al fin- el prócer ha logrado su debido reconocimiento.
Aquí la iconoclastia llegó hasta la dinamitación, ordenada por el Intendente Bullrich en la bisagra entre los siglos XIX y XX, del caserón de San Benito de Palermo, que fue nada menos que la sede del gobierno nacional durante 18 años, o sea, debió ser un monumento histórico. En una muestra hecha en el San Martín al cumplirse 200 años del nacimiento de Rosas (o sea, el 31 de marzo de 1993) pude apreciar los pequeños fragmentos de cerámicas, vajilla y cristalería que una investigación arqueológica había sacado recientemente a la luz. Fueron tan groseros, que no sólo no se tomaron el trabajo de vaciar el edificio, sino que inmediatamente luego de la dinamitación taparon todos los escombros con tierra, para que ningún resto visible quedara.
Respecto de ponerle su nombre a una calle, esa calle iba a ser justamente la Avenida Sarmiento, según proyecto presentado por Pacho O'Donell en la Legislatura de la ciudad en 2000. Lamentablemente, en ese momento la Alianza tenía mayoría, y comandados por Vanossi se opusieron férreamente a la iniciativa, por más que hacía justicia hasta en lo geográfico, y además a Sarmiento le sobran calles (inexplicable).
En cuanto al monumento, el mismo logró ser autorizado cuando al Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas se le dio rango estatal como Instituto "Nacional" en los '90. Si bien nunca tuvo presupuesto asignado (en el renglón legal siempre figura "cero"), se realizó con el aporte de sus colaboradores de toda la vida, pero por lo menos, pudo ser emplazado públicamente, en un sitio que le hace homenaje a su memoria. Como se ve, cada gesto de reconocimiento hacia su figura cuesta enormes esfuerzos, y todo aquello dirigido a silenciar su nombre tiene siempre favorable acogida. Poco hemos mejorado desde que Mitre se decidiera a "fabricar" una historia para consumo masivo y comodidad discursiva de los vencedores de Caseros, que tanto daño han hecho a la Patria.
Si no, fijate vos cómo se llenan todos estos intelectualoides rosados, mientras tratan de ocultar sus pelos de gorilas, la boca con las citas de Jauretche que les convienen, pero soslayan en absoluto el imprescindible "Manual de Zonceras Argentinas".
Muchas gracias, y un abrazo.

aquiles m. dijo...

Me habían llegado mentas a través de Oliverx, pero por lo que he visto y leído, se ha quedado corto..
Sólo una pequeña digresión: como misionero que soy, quiero recordar el 2 de julio de 1817, fecha en al que se libró la batalla de Apóstoles, en la que la caballería de Andresito Guacurarí y Artigas, hijo adoptivo del prócer uruguayo, derrota a las fuerzas portuguesas, dirigidas por el Brigadier Das Chagas Santos.
El asedio de los portugueses era interminable. Al punto que recién lo puede terminar Alvear, en la Batalla de Ituzaingó, el 20 de febrero de 1827.
Lo que hoy es la provincia de Misiones, era una porción de las Misiones Jesuíticas, abarcaba lo que hoy son tres países, Argentina, Paraguay y Brasil. Y no estoy tan seguro, con Uruguay.
Es rigurosamente cierto lo de la belicosidad de nuestros antepasados.
En 1811, el General Belgrano cede una línea de pueblos, al Norte de la hoy Posadas, a los paraguayos, los que son recuperados a punta de lanza por Andresito. Entre los pueblos que recupera, está el que hoy es San Ignacio, el de las ruinas jesuíticas.
Las márgenes de los ríos Paraná y Uruguay, que nos pertenecen, estuvieron teñidas de sangre por muchos años.
Cuando no eran paraguayos, eran brasileros..
Gracias a un hombre formado por Artigas, hoy nos pertenecen.
Un placer.
Volveré para seguir aprendiendo.

Occam dijo...

Gracias, Aquiles M, el placer es mío, sinceramente.
Tengo bien presentes las hazañas de Andresito, al que Misiones además le debe su bella bandera provincial (usurpada también por el Frente Amplio uruguayo), y de su padrino el gran argentino que fue José Gervasio Artigas, un prócer más de nuestro panteón (en el sentido más romano del término) que murió en el exilio, y que, si no se lo soslayó tanto como a otros, al menos se lo confinó a una nacionalidad artificial y espuria que él dedicó su vida y obra a negar (él siempre se consideró argentino, contra las intenciones de segregación del centralismo unitario porteño).
Prometo dedicarme a la brevedad a esas cuestiones, y a las vergonzosas entregas que desde la metrópolis española se hicieron de nuestras tierras al Este del Río Uruguay a través del Tratado de San Ildefonso, que fue justamente uno de los motivos que despertó los sentimientos independentistas en el Río de la Plata.
Mis más cordiales saludos, y lo espero de vuelta por éste, mi humilde espacio (y salúdemelo a OliverX, por favor, al que le agradezco tanto la difusión).

piscuiza dijo...

Occam, lo de la caña con ruda tiene que ver con creencias del norte del país. Las provincias de Chaco y Corrientes principalmente mantienen una tradición guaraní que consiste en tomar caña con hierbas medicinales (hoy simplificado en la ruda). Agosto era considerado un mes nefasto, como bien dice el refrán popular: "Julio los prepara, Agosto se los lleva".
Con la ceremonia de la caña y ruda se buscaba protegerse de los estragos del mes de Agosto.
Lo de Roca es uno de los temas nodales en la historia argentina, pocas veces tratado con equidad. Es que nunca se terminará de hacer una merecida síntesis de nuestra historia? Caray que vamos a llegar al siglo 25 discutiendo las mismas antinomias que hasta ahora no nos han conducido a nada?
En cuanto a lo que dice Bruno de los nombres de las calles me encantó la frase metidas de dedo retroactivas. Tiene mucho que ver con la necesidad imperiosa de ver la historia de nuestro país como una eterna batalla y con esa incapacidad de síntesis.
Salute

Occam dijo...

Piscuiza:
Gracias por la explicación.
Roca, más allá de cualquier consideración ideológica, marca un antes y un después demasiado nítido de la Argentina. Al dejar el gobierno, el país era territorialmente un tercio más extenso y tres veces más poblado, al punto que la enciclopedia catalana Montaner y Simón, en la década de 1890, preludiaba que Argentina en breve podía llegar a ser una potencia equiparable a los EE.UU. de Norteamérica, y proyectaba, al ritmo de crecimiento demográfico, 40 millones de habitantes en 1940. En 1950 todavía una publicación chilena imaginaba una población argentina de 100 millones para 2000.
Cordiales saludos

Nicolás Lucca dijo...

Pacho...pensar que Pigna trabajo años con él. En fin, te debo el texto de Jauretche sobre Rosas. A no ser que lo tengas. Esta en un copilado que se llama "Con Rosas, Contra Rosas".

Es imperdible, lo escribió en 1973.

Anónimo dijo...

Aporto un par de pastillitas históricas si me permiten.
Me tocó vivir un año en San Nicolás ahí descubrí que:
-El primer cementerio público lo creó Rosas en esa ciudad a raíz de una epidemia de cólera y aun conserva su fachada original.
-La plaza principal se llama Mitre. San Martín está retirado del centro.
-Aun está en pie unos de los primeros Templos Masónico del país. Es un edificio de 1859, con el busto de Rivadavia.
Le dice algo eso?
Con respecto a los indios Tehuelches del norte o GÜNÜNA KÜNA Efectivamente los mapuches como los aracuanos fueron invasores, venían desde chile pasando por el Neuquén en busca de sal, caballos y mujeres. Muchas veces empujados por el Gob de Chile. Antes lo habían hecho los boroganos…
Los tehuelches del sur o AONIKEN fueron exterminados por europeos que venian de caza.
Ni hablar del injusto desprestigio a Roca.

Mari Mari Kom Pu Che (mapudungun)
"Saludos a nuestras hermanas y hermanos".
No sonó como todas y todos??
Saludos

S.G

piscuiza dijo...

SG: por motivos que no vienen al caso conozco bastante la ciudad de San Nicolás y su cementerio. Es uno de los pocos cementerios junto al de recoleta y uno de las ruinas de Santa Ana (si mi memoria no falla) que considero valen la pena visitar con tiempo y ojos de turista. Realmente me alegra que alguien más lo haya apreciado de ese modo. Recuerdo en particular ciertas historias leídas (en esa época los epitafios eran como el libro gordo de Petete!) de fusilados por el régimen, de gauchos justicieros y demás yerbas.
Una va desgranando pedacitos de historia de primera mano o de primera tumba.
Salute

Occam dijo...

S.G., Piscuiza: Yo reconozco una fascinación por los cementerios, que no deja de ser una fascinación por la historia y el respeto hacia todos los que habitaron antes esto que hoy, lamentablemente, recibimos con irresponsabilidad, como un regalo del cielo, cuando es producto del esfuerzo, de la sangre, de los aciertos y de los errores de miles de generaciones que nos antecedieron.
No conzco el cementerio de San Nicolás. Es más, ni siquiera conozco San Nicolás, de la que sólo tengo un conocido, un rosario y una medalla de la Virgen que nos trajo una señora que nos aprecia mucho.
Pero el que ustedes cuentan es un motivo más que suficiente para visitar con detenimiento la tierra de mi abuelo, es decir, el Norte de la provincia, desde Baradero hasta San Nicolás, pasando por San Pedro y la Vuelta de Obligado (él era de Alsina, que es un pequeño poblado rural en el partido de Baradero).
Hay otros cementarios que llaman la atención, sobre todo por lo insólito. Saldungaray, por ejemplo, cerca de la Sierra de la Ventana, es un pequeño pueblito de no más de 5.000 habitantes, que sin embargo tiene su cementerio precedido por un increíble monumento de Francisco Salamone, una obra maestra del Art Decó, reconocida y estudiada a nivel mundial.
¡Cordiales saludos! Y gracias por el dato.

Occam dijo...

Bruno: Tal como suponés, no tengo el texto de Jauretche que mencionás, y que debe de ser muy interesante.
Sobre Pacho puedo decirte que, en un escritor adscripto a la historiografía oficial, una evolución como la que se produjo en su consideración de los hechos sucedidos no deja de ser encomiable, y motivo de genuina admiración por su sinceridad (no es fácil reconocer que uno vivió equivocado, y hacer luego un largo camino histórico-literario para enmendarlo; siempre es más cómodo dormir sobre los laureles obtenidos). Lástima que esa grandeza no pueda ser aplicada al homúnculo televisivo de su discípulo. En fin, en los hombres todo es posible. Lo único que no puede cambiarse es la madera de la que están hechos.
En ocasión del estupendo libro sobre Rosas (que desde ya te recomiendo, porque además es sumamente ameno y plagado de buenas anécdotas), antes de disponerse a publicarlo O'Donell tuvo la consideración de remitir el borrador al Instituto Nacional de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas. Allí se le hicieron 40 observaciones y sugerencias, de las cuales él recogió y plasmó 38. Si uno conoce el ego de la "gente de la cultura", como se les llama habitualmente a los farabutes conocidos como "intelectuales", el dato que te comento grafica fielmente el noble espíritu del autor.
Un abrazo

pau dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Occam dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
pau dijo...

La verdad es que lamento haber sido tan grosero, doblemente por ser usted una persona tan amable. Le pido disculpas. Tanto me arrepiento que voy a retirar lo dicho.
Después vuelvo a empezar.
Saludos

Occam dijo...

Pau:
Estamos de acuerdo. Muchas gracias por su integridad, que no puedo más que corresponder.
Un abrazo rioplatense.

pau dijo...

Occam: No coincido en la lectura que hace usted de los hechos, pero son tantos los puntos en que disiento que no se por dónde arrancar.

En síntesis, su postura me resulta tan "mirando desde el ombligo" de Argentina que se me vuelve exasperante.

Le sintetizo el contexto en el cual, entiendo yo, usted debería situar su relato para que se muestren los contrastes.

Por la circunstancias, se que sabrá disimular el atropello estilístico y demás errores.

Buenos Aires, luego de haber fracasado como fortaleza inicial y haber sido absorvida por Asunción, fue refundada por los ya entonces paraguayos, junto con Santa Fé y Corrientes -custodios de ambas bandas del Paraná-, para garantizar la navegabilidad del río, ofreciendo un camino seguro a la plata de Potosí, que llegaría de ese modo algo así como un mes antes a España y a un costo mucho menor que embarcando en el Callao, navegando hasta el istmo de Panamá para luego atravezarlo a lomo de mula y recién entonces reembarcar en el Atlántico.

Hernandarias, que a corta edad participó de la fundación de las tres ciudades, convertido en el primer gobernador criollo de la colonia (hacia el 1600), un hombre honesto como pocos han habido en la historia, apenas años después se vio embarcado en la contradictoria misión de combatir el contrabando que se producía de forma irremediable como producto de la antinatural Ley del Rey, que prohibía el flujo de plata por el Plata, el cual de todos modos se producía, siendo el verdadero vector de la economía local, que aparte de la Yerba Mate no tenía ni producía ningún bien exportable. Tal fue el encono de los vecinos de Buenos Aires que, como resultado de la perseverancia y efectividad de Hernandarias, la Provincia Gigante del Paraguay se dividió en dos gobernaciones: Asunción y Buenos Aires. De hecho, desde entonces Asunción quedó aislada y aún Corrientes marginada, ya que los indios del Chaco habían obligado a encontrar un mejor camino a través de Córdoba y Santa Fé.

Acaso como pura coincidencia, quizá como sino, siendo un neto americanista que calzaba botas de potro y sabía hacer fuego o una canoa como un guaraní, el espartano Hernandarias también luchó con par tenacidad contra el consumo de Yerba: el lucro había encendido la avaricia en lo profundo del monte, donde los conquistadores esclavizaban a los indios yerbateros y despertaban la rebelión de los selváticos, impidiendo el avance en la colonización del territorio con anticipación a los protugueses: la verdadera razón de ser de la colonia: lo que había motivado la expedición de Pedro de Mendoza, como respuesta a los avances lusitanos que habían logrado imponer el mote de “Río de la Plata al inmenso estuario, resistiéndose a la denominación de “Río de Solís” (es decir, de los españoles).

Adelantarse a los portugueses, impedir su avance, de eso se trataba y de eso se siguió tratando hasta aún después del nacimiento de la Argentina, en 1860. Pero para eso falta un poco.

Hernandarias era un hombre despierto, sabía que los franciscanos habían logrado entenderse con los guaraníes de forma pacífica; ocupando el lugar de sus pajé (chamanes o líderes religiosos), los misioneros habían demostrado que los valores de los indios eran coincidentes con los evangélicos más allá de algunos detalles como la antropofagia ritual, las borracheras místicas y la poligamia -aunque ésta última beneficiaba sólo a los jefes (hombres, obvio)-. El mítico gobernador criollo también estaba informado sobre el último grito en conquista espiritual: la Compañía de Jesús, el ejército de Cristo que la iglesia de Roma había producido como respuesta a la Reforma Protestante, así es que ofició los medios, con su característica eficiencia, para que en 1610 se fundara la Provincia Jesuítica del Paraguay: ellos serían los custodios de las fronteras que la Corona precisaba. Por más de un siglo y medio los pueblos guaraníes de las Misiones Jesuíticas resistieron el avance brasilero, etableciendo y sosteniendo una frontera concreta y una conquista efectiva del territorio y sus pobladores: los bandeirantes de Sao Paulo (paradójicamente fundada por los jesuitas) esclavizaron más de 100.000 indios reducidos, eso es varias veces la población de la colonia en esos tiempos, pero además de eso, el ejército guaraní de las Misiones fue el único ejército formal del Plata durante todo ese tiempo, interviniendo en más de 70 oportunidades en defensa de la Ley en todos los rincones de la región.

Cuando en 1778 se hizo efectiva la expulsión de los jesuitas de España y todos sus dominios, ante la ausencia de los hasta entonces garantes de la frontera, la Corona tuvo que tomar la drástica decisión de crear el Virreynato del Río de la Plata por más que la raquítica infraestructura colonial del Litoral platino no tuviera entidad suficiente, teniendo que incluir como fuente de financiamiento al mineral del Alto Perú, que por su tradición cultural tiene antes vínculos naturales con el ámbito andino y era ajena a la condición cosmopolita y fluvial de la colonia del Plata, de marcada y ya entonces antigua personalidad mestiza: debemos recordar que, asdemás de otras lenguas nativas, el idioma guaraní tenía entonces mayor extensión que el español si consideramos a los habitantes de las Misiones, Paraguay, Corrientes y todo el curso del Paraná, incluso en el bajo de Buenos Aires. De la misma forma que sólo conocemos el Partenón y no tenemos idea de cómo eran las casas de la gente que lo hizo, la elite hablaba el español, los negocios (blancos) se cerraban en español, los protocolos oficiales y el libro de nacimiento de las iglesias estaban en español, la letra que ha llegado escrita a nuestros días es española y así no se advierte la intensidad del mestizaje cultural de la Argentina embrionaria.

Los intentos de Napoleón de seducirnos (con un virrey francés de por medio!) habiendo fracasado su intento de tomar las colonias nada menos que invadiendo España (!) no puede ser prueba de la entidad política del Plata; más bien parece un buen intento para despertar a nuestros ancestros, que estaban haciendo la plancha!! Desde que Napo invade España hasta el célebre Mayo de 1810 pasan dos años!! El espíritu revolucionario no estaba instalado “ni ahí”. Las comarcas del cono sur, “islas de hispanidad nadando en un mar indígena”, como imaginó Halperín Donghi, habían hallado un cómodo equilibrio a lo largo de los siglos con una fórmula mágica: a las duras y ajenas leyes españolas, que muchas veces eran inaplicables o tan injustas que no debían respetarse, se le contrapuso desde los primeros tiempos la filosofía surrealista sintetizada en los primeros tiempos de la conquista por Hernán Corés, conquistador de México: “se acata pero no se cumple”. Esta frase, que en español es un contrasentido, en criollo adquirió un carácter místico y redentor, convirtiéndose en enseña del simulacro oficial, de la ambiguedad y el dualismo instituidos desde el cuño: Sarmiento, Martinez Estrada, Mallea y tantos otros te darán cuenta de la cantidad de reencarnaciones que tal esquizofrenia adquirió a lo largo del tiempo, viéndose potenciada por ser funcional a la necesidad de disimular una naturaleza incontrastáblemente mestiza con incumplibles ideales eurocéntricos “civilizados” que marginaron el legado nativo por “bárbaro”, instituyendo un paradigma autodestructivo que ha logrado arruinarnos como pueblo.

Lo cierto es que el espíritu revolucionario tuvo que ser agitado desde Londres y París a través de literatura, folletería y de numerosas misiones catequizadoras, como registra el libro “La última campaña del Emperador. Napoleón y la Independencia de América”, de Emilio Ocampo, cuya lectura recomiendo. Cuando llega al Plata la noticia de que la inexpugnable Girona ha caido, estalla el Mayo argentino, pero ya entonces no era Belgrano el único que había leido el Contrato Social, como antes de las invasiones inglesas!

Luego de Mayo, una Ordenanza Real del año del ñaupa que había servido a Irala para consagrarse gobernador por voto popular (con autoridad suficiente como para meter en una jaula al Adelantado del Rey Don Alvar Nuñez Cabeza de Vaca y enviarlo a Iberia de regreso!), decía que, en ausencia de la autoridad legítima del Rey, la soberanía recaía en el cabildo, al decir de la época, del Pueblo. Así es que, ya que los porteños habían derrocado al representante del Rey, cada ciudad reclamó su legítimo derecho y la colonia estalló en tantos fragmentos como cabildos había en ella, para luego sucederse una aglutinación progresiva en la que la identidad cultural tuvo que sufrir las desnaturalizaciones que resultaron de los cambiantes escenarios trazados por los intereses político-económicos, en los que Buenos Aires tuvo la voz cantante a partir de monopolizar las estructuras de gobierno y, sobre todo, los fondos de la Aduana, parasitaria de toda actividad económica del Plata, lo que la puso en posición de privilegio al momento de montar instituciones, impedir que se monten otras y hacer respetar su voluntad.

La actitud dominante y belicosa de Buenos Aires generó la reacción inmediata de las provincias que, habiendo comprobado la hoquedad de las consignas “independencia” y “libertad” se encerraron en la desconfianza y se encaminaron al enfrentamiento civil mucho antes de haber terminado las guerras de independencia. Como resultado, Paraguay se sacudió el mote de “provincia”, que viene de “pro vincere”, constituyéndose en un Estado independiente, partiendo al medio la protonacionalidad hispano guaraní del Alto Plata, unida por la lengua y el impresionante legado jesuítico; Uruguay fue arrancado de forma vil en un fato entre Buenos Aires y Río de Janeiro, en el que los habitantes orientales fueron tratados como reses, el Alto Perú eligió un destino propio y el gobierno de Buenos Aires se alegró!! Un milagro fue que no se hubiera seguido desgajando el viejo Vierreynato. Si hubiera sido por el gobierno del Directorio, que en tres oportunidades le ofreció a Corrientes y Misiones independizarse para conformar un estado artiguista, pasando por alto que el espíritu de Artigas era de unión respetuosa entre iguales de todos los Pueblos Libres del Plata, sin saber que esa idea serviría de guía al Litoral: corazón de la Argentina.

Eso por ahora. Espero no haber superado toda paciencia.

Saludos.

Occam dijo...

Pau: Todo bien, no se exaspere, tampoco conviene a la verdad "mirar desde el ombligo" de otro lado, como el Paraguay, por ejemplo. Hay hechos contados con absoluta parcialidad, ya que el aislamiento de Asunción resultó de una cuestión práctica, que el propio Álvar Núñez Cabeza de Vaca pudo atestiguar al cruzar el imposible Chaco Boreal y subir las altísimas montañas hasta Potosí. Evidentemente, el Plata-Paraná no era el mejor camino. Sí lo era para llegar al corazón del Brasil, a las espaldas de San Pablo y Río de Janeiro, por lo que adquirió carácter geopolítico de prioridad estratégica para Itamaraty.
Está claro que tanto Buenos Aires como Santa Fe como la Ciudad de Vera obedecen a la corriente colonizadora proveniente de Asunción, pero esa aserción resulta tan inconducente a los efectos perseguidos como la que señala que Santiago de Chile proviene de la corriente de Lima.
Es inobjetable el reconocimiento que usted formula a la figura de Hernandarias, tenaz defensor de la ciudad de Corrientes que agonizaba ante los ataques y sitios de los indios, y que resultó salvada, para la mitología cristiana, por la intervención de la famosa Cruz incombustible.
Precisamente, las posteriores feroces campañas de Hernandarias en el Paraná Superior, y la política de reducciones encarada por Francisco de Alfaro, pudieron estabilizar la situación frente a la belicosidad de los guaraníes (que eran invasores provenientes del Norte, que sojuzgaron a los caigang y a los chaná-timbúes), aunque no pudieron prevenir la segunda ola invasora, en el segundo tercio del siglo XVII, protagonizada por las incursiones de abipones, tobas y mocovíes provenientes de la vecina región del Chaco, y que habían adquirido gran movilidad por la domesticación del caballo.
Por la inseguridad y el aislamiento, la población de Corrientes creció con lentitud y muchas de las familias fundadoras terminaron por abandonar la ciudad. En todo el siglo XVII la población apenas si alcanzó a duplicarse.
A partir de aquí, transcribiré al historiador correntino Enrique César Schaller (Prof. Titular en la Facultad de Humanidades de la U.N.Nordeste e investigador del CONICET):

El concepto hispánico de ciudad incluía un centro urbano y un territorio anexo a ella. El fundador proveyó a Corrientes de una amplísima jurisdicción, pero la ocupación efectiva avanzó con lentitud y durante muchas décadas se extendió pocas leguas en torno a la ciudad.
A partir de la segunda mitad del siglo XVIII, Corrientes experimentó una notable expansión territorial impulsada por la ganadería. La actividad ganadera prosperó debido a la apertura del puerto de Buenos Aires al comercio con España. A partir de 1790, Corrientes se vinculó con el mercado porteño: se enviaban, a través del Paraná, cueros y otros productos derivados de la ganadería.
Los avances en la cría de ganado estimularon la apropiación del suelo y la frontera se extendió más allá del río Santa Lucía. Entre 1760 y 1810 [véase las fechas, y compárese con las reseñadas en el post], el área bajo control de la ciudad se triplicó y comenzaron a formarse pueblos en el interior... Al concluir la etapa colonial, Corrientes prácticamente había adquirido sus fronteras actuales, excepto en el sector oriental. Allí, el límite de su jurisdicción corría aproximadamente a lo largo del río Miriñay y de los bordes orientales de la cuenca del Iberá hasta Tranquera de Loreto (Ituzaingó). Más allá se extendía la provincia guaraní de Misiones, la que había comenzado a disolverse tras la expulsión de los jesuitas en 1768.
También se registró un rápido crecimiento demográfico. Hacia 1760 la población tenía unos 9.500 habitantes [menos de 5 veces la población a ppios. del siglo anterior], mientras que 50 años más tarde, según el censo provincial de 1814, sumaba alrededor de 30.000.
[...]
El poblamiento requirió la creación de estructuras eclesiásticas, militares, administrativas y fiscales, cuya compleja articulación se logró de modo gradual. Tras la creación del Virreinato del Río de la Plata, a partir de 1782, el distrito correntino pasó a integrar la Intendencia de Buenos Aires. Con la designación de jueces de campaña y la creación de parroquias rurales, se fueron delineando los futuros departamentos de la provincia. Corrientes adhirió al movimiento revolucionario y en junio de 1810, un Cabildo abierto reconoció a la Junta formada en Buenos Aires. Las autoridades locales y la población colaboraron con la expedición de Manuel Belgrano hacia el Paraguay. Asimismo, se enviaron contingentes para participar en el primer sitio de Montevideo. Como respuesta a estas intervenciones, se produjeron incursiones paraguayas sobre la ciudad de Corrientes y los portugueses atacaron las comarcas del sur.

Por otra parte, le recuerdo lo expresado al principio del post, en cuanto al origen etimológico y el significado de la palabra "Argentina". República Argentina y República del Plata, por ende, son sinónimos.

Nada tengo que agregar a sus críticas para con el Directorio y las permanentes fragmentaciones propuestas e impulsadas por el partido unitario, ora en cabeza de Manuel García, ora de Rivadavia, ora del Manco Paz. Creo que mi post, y muchas otras cosas que he escrito en relación, atestiguan mi posición invariable al respecto, y rescatan la labor tenaz del partido federal por conservar la heredad que se estaba quebrantando en republiquetas inviables.

Mis cordiales saludos.

pau dijo...

Occam: Si bien es cierto que la infactibilidad de un camino transchaqueño dejó a Asunción fuera del circuito, el flujo ilegal de plata por el Plata sigió siendo conveniente por Santa Fé. Si no... ¿entonces cómo se explica el contrabando sistemático e inevitable, auténtico motor vital de la región?

Con respecto a lo del ombligo creo que no acierta. Aunque mi posición sea tan subjetiva como cualquiera, no creo representar una óptica centrada en un lugar particular dentro de la Cuenca del Plata, cosa que subrayo manifestando abierta admiración y respeto por los brasileros, nuestros históricos enemigos: nuestra verdadera razón geopolítica de ser.

Saludos