jueves, 7 de agosto de 2008

MUNDO TEENAGER

Hoy Piscuiza en "Blogudeando" (www.piscuiza.blogspot.com) expuso una cuestión bastante angustiante, que no resulta ninguna blogudez: la adolescentización cultural general. En realidad, la autora partía de una apreciación, lamentablemente, cada vez más frecuente, acerca de los niños "engreídos maleducados" y "las nenas imitando el baile del caño que ni siquiera debieran ver". En el comentario que formulé en su espacio dije al respecto:

Estimadísima: Lo que ocurre como fenómeno general y globalizado puede denominarse "adolescentización" de la sociedad. En efecto, el sistema de consumo exige teenagers superficiales, demandadores, despreocupados, materialistas, irresponsables. Y esa brecha se proyecta para ambos lados de la franja etaria. La palabra "teenager" hace referencia a la edad terminada en "-teen", o sea, de 13 a 19 años. Sin embargo, actualmente la adolescencia comienza mucho más temprano. Las conductas propias de esa infausta etapa empiezan a asomar en torno a los 8, con imposturas sexuales (a veces hasta incomprendidas por el sujeto) incluidas: seducción, histeria, desvelo por la imagen, consumismo, inseguridades y agresividades, etc. Y termina pasados largos los 30... A veces no termina nunca. Entonces, en mi opinión, estamos ante un mundo de padres teenagers y de hijos teenagers. Una sociedad teenager... ¡Hasta presidente y presidenta teenagers tenemos! Todo tiene que ver con el tipo de relación que en la casa encaran los padres con los hijos. Si los padres se comportan como adultos (es decir, asumen su papel social), los niños se comportarán como niños. Algo parecido ocurre con la indiferenciación sexual, eufemísticamente llamada "igualdad de sexos": Todos andróginos. Mi más cordial saludo. Está de más decir que adhiero a todo lo que dijo. Ya que los Simpson forman parte de su agenda (como se dice en política), mencionaré el capítulo de la niña venida de la ciudad, que tanto atormentó a Lisa, que tenía 8 años, usaba celular, se maquillaba y organizó una dance-party en la que todos se demostraron cohibidos. Muy buen episodio. ¡Otra vez saludos!


Como me quedé con ganas de profundizar un poco más en el asunto, y sobre todo, ampliarlo a ciertos márgenes sociológicos que me resultan atractivos, y no tenía la intención de abrumar con un extenso texto el espacio de comentarios allí gentilmente puesto a disposición, entendedor de los límites cordiales de la hospitalidad, y sabedor de que para ello tengo este sitio, es que me permitiré citar una opinión autorizada sobre el particular, con una capacidad de análisis, a mi modesto entender, impecable.
Antes que ello, y como no puedo con mi genio, reforzaré brevemente algunos conceptos vinculados con la adolescentización de la conducta.


Un adolescente es trivial, establece relaciones basadas antes en el compinchismo que en la profunda amistad (la que en realidad madura y se solidifica con la madurez y la consolidación de la personalidad de los individuos).

Otros reverendos teenagers

En el caso masculino, propenso al juego de manos, a la cargada de circunstancia, no muy elaborada por cierto, a la sonrisa fácil y los gestos cómplices (véanse reacciones de ciertos mandatarios ante las cámaras de programas de corte informal, como CQC, por ejemplo).
En el caso femenino, al aniñamiento seductor, a los pucheritos, guiños de ojos, fruncimiento de naricita, coquetería exacerbada, impostura, exageración.

En realidad, estas dos últimas actitudes son comunes a ambos sexos. Están vinculadas con esa fuerte inseguridad que debe disfrazarse. En el hombre se encubre con el desafío permanente, las paradas agresivas, las bravuconadas vacías. En la mujer, con una actitud de seguridad sexual que no se tiene, con mucha histeria disimulada de superación y transgresión, con mucha "producción", como si cada contexto en que el individuo se desenvuelve sea una puesta en escena. Entonces, si se debe marchar por las calles de París por una cuestión de derechos humanos, se lo hará calando boina guerrillera versión fashion, si se debe ir a una provincia conservadora y folklorista se usarán casacas recatadas con puntilla y faldas amplias, en lo posible, haciendo juego con la bandera provincial (que es bordó), y si encima el evento es un día patrio, todo el look debe emparentarse o evocar a las damas antiguas de las fiestas escolares, con significación telúrica y tradicional, etc.


Esa superficialidad e impostura se proyectan a los diversos aspectos de la vida, que el adolescente, compelido a la adaptación a un medio social en el que se sabe inseguro, y del que desconoce las normas básicas del decoro y la conducta, encarará siempre desde lo teatral, es decir, desde una posición externa a la situación vivida, la que le es imposible internalizar. Así serán frecuentes los desafíos, la búsqueda de los límites que pretenderá que le marquen los demás (el medio social adulto), la provocación tanto para autoafirmarse como para desencadenar las pulsiones autodestructivas tan comunes en esa angustiosa etapa de la existencia.


Ahora sí, vayamos a nuestra reseña. Palabras de Guillaume Faye, Los héroes están cansados, París, 1984. Tema: La cultura teenager:

La juventud se convierte en una cualidad por sí misma, puramente exteriorizada, en el mismo momento en que deja de ser una disposición del espíritu. Física y aparente, esta falsa juventud pretende eternizarse, lo que corresponde muy bien a una sociedad inmovilizada en el presente. La auténtica cultura juvenil supondría, por el contrario, que la adolescencia constituyera el tránsito hacia el mundo adulto, y, por lo tanto, un estado provisional. El verdadero adulto -el vir de los romanos o el kalos kagathos de los griegos- lograba que en él conviviesen el vigor dionisíaco y el autocontrol apolíneo, pero sobre todo, no pretendía permanecer siempre joven, precisamente para poder actualizar, en tanto que adulto dueño de sí mismo, esa parte de su alma que en cualquier caso permanecería siempre creativa y original. Estamos por lo tanto, ahora, muy lejos de esta concepción orgánica del hombre...

A la "infantilización" del mundo adulto corresponde lo que muy bien habría que denominar, con un neologismo bárbaro, como "adultización" de los niños y de los jóvenes en general. El "niño-rey" de los años cincuenta y sesenta se ha convertido en un joven aburrido, pero sus padres siguen infantilizados y continúan leyendo Mickey. Juegan a ser jóvenes y se imaginan que es suficiente llevar la misma ropa, tener aspecto de jóvenes y utilizar su lenguaje para parecerse a ellos.

Estos rasgos pueriles de la cultura de masas quedan compensados por una afectación general de "seriedad". La liberación de las costumbres, programada triunfalmente como la nueva moral, disimula muy mal la rigidez de comportamiento. Las etiquetas sociales y el funcionalismo inarticulado de la vida cotidiana extinguen todo juego, toda espontaneidad en las relaciones sociales. El canto, la risa, el mimo y la frase ingeniosa no forman parte ya de las relaciones humanas, aparentemente sin "limitaciones", pero en realidad aprisionadas en circuitos rígidos. Las fiestas de la juventud son bailes tristes o acoplamientos electrónicos con simuladores de "guerras espaciales", sucesores de los viejos flippers.

La desaparición de todo carácter juvenil en las relaciones sociales corresponde en buena medida al intelectualismo que domina nuestra época. El espíritu de geometría ha triunfado en todas partes sobre el ingenio, y la "esfera literaria" de la que habla Aldous Huxley, ha sido dirigida por la "cultura matemática". Los jóvenes de hoy en día han sido excesivamente formados matemáticamente, y son completamente neoprimitivos en cuanto a su lenguaje, comportamiento, vestimenta y gustos musicales. Al mismo tiempo, el exceso de espíritu hiperanalítico ha destruido toda frescura comportamental en el conjunto de la sociedad. La juventud moderna corre el peligro de convertirse en la vanguardia de una nueva burguesía salvaje, partidaria del confort y de las comodidades electrónicas, pero de espíritu limitado por el pragmatismo tecnológico, y de una sensibilidad embotada por el contacto con la subcultura americana.


Parece como si, para compensar el envejecimiento demográfico y la instalación de los valores decrépitos del igualitarismo de masas, la ideología social hubiese creado un simulacro de juventud, y para prevenir una auténtica rebelión de la juventud contra este estado de cosas, la hubiese encarcelado en un mundo artificial.

Varios estudios sociológicos contemporáneos, entre ellos los del Centro de Comunicación Avanzada, constatan el nacimiento de dos nuevos tipos de mentalidad en la gente joven: "el integracionismo", que es mayoritario y el "desenganche", todavía minoritario, pero en constante aumento en los menores de veinte años.

Los "integrados" vuelven al Sistema, después de haberlo combatido, pues se dan cuenta de una manera más o menos consciente que difundía sus mismos valores. Desengañados de las virtudes del "revolucionarismo", estos nuevos pequeños-burgueses han conservado de la "izquierda" los ideales humanitarios, ecologistas y pacifistas. El futuro deseado es el de un mundo en el que la "paz" debe ser preservada a cualquier precio. Los valores dominantes no son la revolución social, ni tan siquiera la ambición personal de los "jóvenes ejecutivos dinámicos", sino la seguridad y la tranquilidad de la vida privada, sin ningún tipo de exigencias, hecha de placeres estetizantes, de mucho tiempo libre y de rentas "suficientes". Los grandes problemas sociales o nacionales ya no les interesan a los "integrados", aunque como –buenos consumidores de los medios de comunicación- lloriquean por los acontecimientos de Polonia (o cualquier otro lugar remoto), y están de acuerdo siempre con Amnistía Internacional. Si en algo militan es en "la mejora de la vida", a fin de construir una sociedad pacificada y de convivencia. El dinamismo y la potencia colectiva son deshonrosos para estos nuevos adeptos de un "petainismo en frío". Amantes de los magnetoscopios y de las revistas prácticas, reservan su imaginación aventurera para el cómic o para las palmeras del Club Méditerranée, y viven la liberación sexual "por poderes". Tienen necesidad de una atmósfera televisiva, musical y humana, tranquilizadora y placentera. La vida para ellos es ante todo la vida privada, el nido o el capullo, lejos del furor "débil" de los militantismos y de las verdaderas competiciones.

Los "descolgados", que representan ya el 20 % de los de más de quince años y menos de veinticinco, a diferencia de los "integrados", se han desenganchado completamente. Ni aplauden ni critican, simplemente se "inhiben". Nada utópicos en absoluto, se encierran en su narcisismo, constituyendo muy a menudo pequeños grupos dispersos, pero dotados de un estilo propio. Su creatividad es a menudo fuerte, pero va dirigida hacia la esfera individual o hacia la reconstrucción de pequeños mundos hechos de simulacros y fantasías. Eternos niños y adultos desilusionados a la vez, estos jóvenes se convierten en esquizofrénicos: trabajan para vivir –a menudo en empleos temporales-, pero su verdadera vida está en otra parte; están ausentes mentalmente de su profesión y de la vida social. Perpetuamente en busca de la evasión, pasean su psiquismo de soñadores en una marginalidad psicológica y en una no-contestación indiferente, lo que no impide en absoluto su inserción social definitiva. Hay que consumir y de esto no se privan.
Cada época tiene la mitología que se merece. La nuestra ha hecho de la juventud su ídolo omnipresente, al que rinde un culto permanente y obsesivo. Parece como si la preocupación esencial de nuestros contemporáneos fuese la de ser jóvenes o, en su defecto, actuar como si lo fuesen. Y es abusando de esta palabra como se engendra la sospecha. Por lo tanto, habría que hacerse sobre la juventud la misma pregunta que Jean Baudrillard se ha hecho sobre lo "nuevo": ¿Cómo es que hay en realidad tan poca renovación, en un mundo donde todo pretende ser nuevo? ¿Cómo se explica que los valores dominantes que impregnan la mentalidad colectiva de los jóvenes -bienestar, humanitarismo, asistencia, etc.- sean tan seniles, cuando de la juventud se tiene un sentido mágico? ¿Cómo darse cuenta de la paradoja de una sociedad, que pone a la juventud en la cúspide, y que tanto en su ideología como en sus valores, rechaza el gusto del riesgo, del desafío y del combate?

La argumentación antiburguesa y el aspecto revolucionario de la contracultura no deben ilusionamos: transmiten una ideología del embrutecimiento y preconizan modelos que conducen directamente al hiperindividualismo y a la búsqueda del bienestar y la comodidad. Theodor Adorno ha tenido al menos el mérito de señalar cómo las músicas rítmicas constituían un simulacro de rebelión, que tenía por objeto desmovilizar a la juventud, como paso previo, antes de enseñarle a consumir.



En estas condiciones, no es sorprendente que la teoría de la guerra de generaciones, los movimientos contestatarios y el estilo insurgente de la contracultura conociesen su declive a comienzos de los años ochenta. Una vez lograda la integración en la americanosfera, ya no es necesario servirse de éstos, a no ser de forma cada vez más aséptica, casi académica y curiosamente conservadora. Una auténtica contracultura de las jóvenes generaciones, en perpetua renovación, y que transmitiese temas realmente movilizadores y sensibilidades aventureras, haría temblar al mundo burgués humanitario. Es mucho mejor el individualismo de la falsa ruptura y del seudomarginalismo, con el que comulgan hoy en día los jóvenes "integrados", sus padres de cuarenta años y, también, los antiguos teenagers de los años sesenta, que se imaginan que son todavía jóvenes, cuando en verdad no lo han sido nunca.

20 comentarios:

Anónimo dijo...

Terriblemente bueno el post, bah como siempre en este blog
Trato de hilvanar dos ideas porque realmente me ha dejado muda.(cosa rara en mi).
Para este diagnostico tan acertado... hay medicina posible? Porque necesita medicación urgente. Digo, acoto, colijo
Como provocar un cambio que ayude a recuperar la sociedad como tal es?
Donde cada miembro cumpla el rol que le corresponda.
El adolescente adolece de madurez que se supone la debe tener el adulto.
Era así no?
Lo de la gorra guerrillera fashion mmm no se, parece mas una boina de la que usan los
gringos en el campo, pero claro, que en la dama de la foto su descripción es la correcta

FELICITACIONES!!!

Occam dijo...

Sí, cierto lo de la boina. Pero la interpretación no es mía. Se la debo a Pilar Rahola (y eso que ella, como española que es, de boinas vascas, que son las que se usan en el campo, debe saber un poco).
Respecto de todo el resto de lo que dijo, no puedo dejar de agradecerle profundamente cada uno de sus conceptos.
Mis más cordiales saludos.

Helena dijo...

Estimado Occam, soy una nueva visitante de su blog y no puedo más que felicitarlo. Coincido totalmente con su visión, vivimos en una realidad tan o más bizarra que los personajes de Capusotto, donde se incentiva el conflicto y la rivalidad puramente imaginaria, sin ningún tipo de contenido, cual emos versus floggers.
Continue estimulando el pensamiento crítico, tarea no fácil y bastante abolida actualmente.
Toda mi admiración y los mejores augurios para usted.
Saludos

Stella dijo...

Muy bueno Occam! La descripción de la adolescencia de Kristi es maravillosa! Es lógico, los teenagers se masificanm quieren parecerse unos a otros. En su caso podría ser tomado como un honor que ella se vista acorde al lugar, pero sabemos cual es la razón de fondo.

Desde mi óptica veo un problema el tema de las madres y las hijas. Las madres y las hijas adolescentes usan las msmas ropas, van a bailar a los mismos lugares, hablan usando el mismo código...
Es preocupante que los hóvenes no se puedan separar de esa imagen materna, pues necesitan hacerlo para formar la suya propia.
Una amiga mia le pidió a su hija que en el gimnasio al cual acudían, ella diga que son hermanas....
Sin palabras...
Hay pocos referentes para los chicos, y eso es grave!

Besos

Anónimo dijo...

Occam:

Ya hace rato ha quedado claro que usted no es partidario de los enfoques superficiales. Su blog tiene la virtud de ir a la médula de los problemas. El texto de Guillaume Faye es brillante y tremendamente acertado. Vivimos en una cultura paradójica: ha edificado un culto a la juventud, pero ha derogado simultáneamente los valores juveniles (riesgo, aventura, desafío, innovación, lucha), sustituyéndolos por los seniles valores "pequeño burgueses" que se enseñorean por todas partes. Puede encontrarse un antecedente muy claro en la cultura teenager de los años 50 (que tuvo un origen comercial, digno de la cultura de masas capitalista), pero sabemos que el fenómeno tiene raíces más profundas que ya ha identificado Nietzsche.

piscuiza dijo...

Nobleza obliga, su post es impecable.
En cuanto a la frecuente cuestión acerca de qué podemos hacer, me pregunto acaso: nos tenemos que preguntar eso? Como padres, digo.
Quizás la solución pase como en muchos temas porque cada quién se ponga el saco, ambo,piloto o tapado que le corresponda y de a poquito pongamos las cosas en su justo medio. A muchos de nosotros nos toca a diario convivir con niños que piden a gritos lo que siempre pidió la infancia: LIMITES y claridad de mensajes. Será pues cuestión de ponerlos, sin temor a ser tildados de represores u ogros.

Evidentemente en nuestro país hay toda una generación que perdió el rumbo por cuestiones que no vienen al caso y ahí los vemos tratando de "terminar" -según ellos mismos pregonan- lo que no pudieron en los 70'. Un planteo ridículo por donde se lo mire, teniendo en cuenta que el mundo siguió su curso en estos 30 años.
Los veo como a esas estrellas de ballet frustradas que tratan de revivir glorias jamás obtenidas.
Muchachos: FRACASARON una vez y van por la segunda. Dejen de adolecer al cuete, las segundas vueltas nunca fueron buenas pregonan por allí, y menos cuando la primera ya fue mala.
Perdón Occam por lo extenso de mis dichos.
Salute

Occam dijo...

Helena:
Muchísimas gracias por sus conceptos, y sea usted bienvenida a esta humilde espacio. Siéntese y póngase cómoda, que esto recién empieza.
Mis más cordiales saludos.

Occam dijo...

Stella: Muchas gracias por su comentario. Los principales referentes de los hijos deberían ser sus padres, si dejaran por un rato de ser tan pelotudos (y perdóneme la expresión). En eso hay que rescatar la impronta que Neki y Crifer le marcaron a sus vástagos. Ambos ya manifestaron sus deseos de participar en política. Aunque, claro está, esa impronta es más o menos parecida a la de los padres que juegan con sus chicos en la play-station. Con ese nivel de liviandad, de externalidad, de irresponsabilidad, se hace política en la Argentina. Como jugar con la play-station.
Esas madres pendeviejas expansivas de las que usted habla, lo único que hacen es mucho daño a sus hijas, a las que no les permiten consolidar su individualidad. Pero en un mundo del presente congelado y eterno, y de un individualismo tan pero tan egoísta, a esas madres el asunto, por lo menos, les importa un pito. Digo por lo menos, cuando no hay una patología severa que determina que esa competencia y sus funestos resultados no sean deliberados.
Muy cordiales saludos.

Occam dijo...

Destouches:
¡Muchas gracias! Aunque el que tiene un enfoque más profundo sobre la cuestión, a la luz de su última mención, es precisamente usted. Estése tranquilo. De a poquito vamos a llegar a ese punto. Por ahora le recuerdo que nos debe una ampliación sobre el análisis de Heidegger que prometió. Me lo puede pasar por mail y yo lo edito.
Un abrazo.

Occam dijo...

Piscuiza.
El ejemplo de la regresión setentista es un claro síntoma del fenómeno que abordamos. Una suerte de inmadurez eterna mezclada con el voluntarismo de "voy a ser astronauta".

Respecto de la cuestión de cambio, que también planteara S.G., sólo puedo decir que los enfoques que aquí se manifiestan -no sólo sobre este tema, sino también sobre la ecología, etc.- están volcados a correr el velo sobre una forma sutil y venenosa de esclavitud, que es la colonización de los espíritus. Entonces, toda revolución provendrá de la liberación del individuo de esas ataduras inconscientes. Será sin dudas una "revolución interior", como preconizaban en mis mozos años Los Violadores (el grupo musical, no los de las pulseras electrónicas).
El desarrollo ideológico de la civilización condujo poco a poco, a través del antropocentrismo, a un individualismo cada vez más radical, al punto que el fin último del ser humano parece ser la alienación por el confort, el discurrir placentero, la tecnología, o lo que sea, pero como burbuja alienante, profundamente mezquina y egoísta.
En esa instancia en donde estamos situados, frente a un radical individualismo, toda respuesta de cambio deberá provenir necesariamente de un cambio interior, espiritual, del individuo. En ese plano se desenvuelve la disciplina llamada metapolítica.

Muchas gracias, y mis más cordiales saludos.

Estrella dijo...

Hace unos días, vi a dos niñitas de 7 y 9 años, más o menos, vestidas para matar, como si tuvieran 20. Hasta la actitud corporal resultaba violenta. Pobrecitas, pensé, se han quedado sin infancia.
Buena reflexión, para seguir pensando.

Occam dijo...

Gracias, Estrella, por su comentario. Es que es verdad: se han quedado sin infancia. La infancia es una etapa de la vida que está tan en extinción como la adultez. Apenas se supera la instancia de supervivencia elemental, de fuerte dependencia hogareña, o sea, más o menos, el jardín de infantes, ya se entra sin transiciones en las presiones del mundo teen: que la pilcha, que el peinado, que la actitud, que la marca y modelo del celular, que los chicos si me miran, o si la miran a la de al lado, que qué estarán pensando de mí, que divinas y populares (yo quiero ser divina)...
Es decir, como se remarca en el artículo reseñado, que se omite la etapa lúdica, el gran fuego de creatividad y transgresión, para entrar de lleno en "las cosas serias". Coincido con usted: tristísimo, un mundo de conformistas amargados encerrados en el consumo.
Cordiales saludos.

Unknown dijo...

Occam, la nota por supuesto es br5illante; pero los comentarios incitan a la reflexión.
Hay un video en you tube "Usa Protector solar", donde un humano maduro, aconseja, con todo lo que implica un consejo no pedido, y enaltece, al mismo tiempo la humanidad que estamos construyendo.
La responsabilidad es de los que somos mayores; no me vengas a los 50 años ha decir que la culpa la tuvo tu madre porque no te regaló la barbie que querías.
Dignidad para con el cuerpo, dignidad en la conducta.
Lo que no quiere decir perder la alegría.

Anónimo dijo...

Cerriwden esa es la clave :
Dignidad
Muchas mujeres y porque no, algunos hombres no han entendido que DEL RIDICULO ES DE LO UNICO QUE NO SE VUELVE. Y entonces se justifican con alguna frustracíon pelotuda.

Mensajero dijo...

Muéstrame cómo has criado a tus hijos y te diré quién eres.

Monsieur Sandoz dijo...

Impecable análisis Occam. Coincido plenamente con su concepto de adolescentización de la cultura. Al respecto le acerco y me permito traducir una definición del "Manuel du politiquement correct" de Vladimir Volkoff. "Adolescencia: edad que se impuso como tal en el siglo XX (antes se pasaba directamente de la infancia a la edad adulta: algunos de los últimos subtenientes de Napoleón tenían 14 años). Los fabricantes y comerciantes, en la búsqueda de un mercado fácil, han contribuido mucho para la instauración de la adolescencia como edad distinta, instauración que puede considerarse como providencial, porque esta edad escapa a las estructuras familiares sin acceder aún a las estructuras profesionales, y se encuentra, por lo tanto, abierta a todo tipo de influencias, comprendiendo las políticamente correctas. El efecto del inglés teenager ha sido benéfico en este dominio; el adolescente -'aquel que crece'- puede ser aún sentido como un 'futuro adulto', mientras que los teenagers forman, de por sí, una categoría aparte."
Mis saludos

Occam dijo...

Gracias a todos por sus comentarios.
M. Sandoz: El ejemplo que aparece en su cita, sobre el ejército napoleónico, también es dado por Faye en otra porción de su artículo que no transcribí, aunque en su caso, hablando de los generales de 25 años.
Tan sólo para acercarnos a nuestra más íntima experiencia, y sin pretender con ello abundar en el tema del paso -más temprano en el pasado- a la adultez, siempre en el ámbito marcial, podemos citar el desempeño de Rosas en las Invasiones Inglesas, a los 13 años, y el de San Martín en el ejército español, como subteniente, a la misma edad.
También cabe remitirse a lo que he expresado en un post de julio sobre algunas falacias frecuentes en el tema Malvinas, en el capítulo titulado "Los chicos de la guerra".
Mis cordiales saludos.

RELATO DEL PRESENTE dijo...

Que alguien cite a Guillaume Faye es una buena señal de que todavía se puede encontar algo de ideas en la internet.

No creo que sea solo que los adultos se vuelvan adolescentes en sus culturas. Es más bien la idealización de la adolescencia, que históricamente es la étapa más conflictiva de la vida del hombre entre cambios hormonales e inicio de responsabilidades. Los niños tienen actitudes de adolescentes, los adultos tienen actitudes de adolescentes, y los adolescentes...siguen siendo adolescentes.

Increíble su blog. Sépalo.

Occam dijo...

Relato del presente:
Bienvenido a este espacio, y muchas gracias por su comentario y sus elogiosas palabras. Espero tenerlo seguido por acá, que esto recién empieza.
Mis cordiales saludos.

Nicolás Lucca dijo...

Estimado, vería con mucho agrado que tuviera la deferencia de envirame un mail a lumineida@gmail.com, así tengo forma de contactarme con usted.

Gracias! Saludos!