lunes, 11 de agosto de 2008

Socialización y totalitarismo del dinero

Hace no mucho tiempo que hablamos del Estado social, Estado de bienestar, Estado socialdemócrata o Estado-providencia, que es la única forma democrática en que el socialismo ha plasmado sus ideales de redistribución y de igualitarismo, sustentados en una fuerte intervención en los ámbitos sociales, antes dejados al libre albedrío del individuo y de la comunidad. Esa intervención no se agota en meras cuestiones de mercado, como proclama la pomposa fórmula “economía social de mercado”, sino que intenta permear las consciencias y todo el juego de interacciones sociales orgánicas, espontáneas, comunitarias, y fomentar en cambio un “hombre nuevo”, esclavo de la seguridad, fuertemente individualista e incapaz de hacerse cargo de su propia vida, tal como lo denunciara Michel Foucault en Vigilar y Castigar: de la docilidad de los cuerpos a la docilidad de los espíritus.

Michel Foucault (aunque la filósofa Lilita Carrió lo pronunciara "Máiquel Fúcolt")

Asimismo, hemos hablado de la mercantilización general del ser humano, y de algunas consecuencias devenidas de las desmesuras de la sociedad de consumo (deterioros al medioambiente, crecimiento irracional, contradicciones en la economía de trabajo vs. la dilapidación de los recursos, adolescentización, etc.) y lo hemos hecho reseñando el pensamiento de Thorstein Veblen, de Bertrand de Jouvenel, o de Guillaume Faye.

Es de este último, por su originalidad y espíritu fáustico, que nos permitiremos realizar una nueva síntesis, que justamente relaciona lo primero con lo segundo. Este talante nos acerca peligrosamente, a través del camino de la coherencia, a las fauces de los lobos, y por su implacable olfato, a las tripas de un sistema tan cínicamente moralizante como deshumanizador.



Ficha técnica.

Autor: Guillaume Faye

Lugar: París, Eléments, Nº 50 (L’Argent), pp. 29-42.

Título: “El dinero como ideología”

Tema: Estado socialdemócrata y dictadura del dinero

Virtud: Parece escrito para esta Argentina de todos los días.


El ciudadano, unidad humana de consumo, más exactamente unidad monetaria viviente, debe ser fiduciariamente transparente. El homo consumens es un productor de contabilidad para el Estado contemporáneo, que flota como un verdadero fantasma… Este fantasma se puede formular así: socialicemos la sociedad civil y haremos retroceder el mercantilismo. Marx pensaba igual: el socialismo nos hará salir de la economía monetaria. Ahora bien, ha ocurrido todo lo contrario. El Estado, al instalar el socialismo en la sociedad (sin tener por otra parte necesidad de la doctrina socialista para esto), refuerza al mismo tiempo el dinero y los circuitos económicos. Simplemente porque el medio empleado para socializar a una nación es el dinero. El socialismo para aplicar su obsesión igualitaria, fiscaliza, opera transferencias de rentas y transforma en prestaciones o en deducciones monetarias los vínculos de intercambio sociales. Incluso se puede decir que una sociedad socialista no se caracteriza por una modificación de las relaciones de producción, sino por una transformación de los circuitos monetarios, que va en el sentido de su extensión.

De manera que, contrariamente a la opinión de Habermas, la social-democracia y la tecnocracia moralizante (que se vanagloria de un anticapitalismo oficial) producen relaciones sociales mucho más desencarnadas dentro de los circuitos monetarios y dominan mucho más a los ciudadanos mediante el dinero que el modelo capitalista clásico.

Jürgen Habermas

El Estado fuerte –o soberano- duplicado por una economía privada da menos lugar a la sociedad mercantilista que el Estado social-burocrático. Cuando el Estado se convierte en banquero, comerciante, fabricante de automóviles, no existe ningún remedio contra la sociedad del todo-dinero. La lógica monetaria –y su dictadura sobre la vida privada de cada uno- ya no es contrapesada por una lógica política.

Otra paradoja: cuando el Estado socialdemócrata restringe el intercambio en el seno de la sociedad civil (la seguridad social, en lugar de mutuales privadas, servicios públicos asegurados por la Administración, en lugar de sociedades de servicios, un circuito bancario estatalizado, por tanto aplicando a todos las mismas reglas, en lugar de bancos competidores, etc.), la dominación del dinero y del reglamentarismo monetario sobre las familias y las empresas se agrava.

Dicho de otro modo, las relaciones mercantilizadas y el poder del dinero se refuerzan cuando el intercambio mercantil abandona la tercera función, cuando la sociedad civil ya no es más orgánica, privada, competitiva.

La tecnoestructura deriva entonces, lenta pero firmemente, hacia un “totalitarismo neutro”, cuyo soporte es la red coercitiva del dinero. El democratismo y el humanitarismo de los discursos oficiales no se resienten apenas por ello: la dictadura del dinero es muda, sin ética, “técnica”, anónima. El pathos de los derechos humanos está fuera de alcance. El Estado ofrece a los electores la imagen consoladora de su bondad comprensiva, de su socialismo paternalista, preocupado por los pobres, los “desfavorecidos”, los disminuidos. Giscard (puede ser también Aníbal F.) estrecha la mano de los presos. Defferre (puede ser la Lubertino) llora la marcha de los “inmigrados magrebíes”. Pero una huelga priva de su giro postal a una viejecita (también puede ser una huelga de Aerolíneas).

¡Dale una pitada a la tuca progresista!

Dureza anónima del circuito reglamentado del póker monetario. Los empleados de ventanilla son amables, pero “no pueden hacer nada”: son las reglas; y luego: “la computadora le indica que usted es nuestro acreedor. Usted seguramente tiene la razón. Pague primero, siga el procedimiento, se le devolverá el dinero después. Si no… nos veremos obligados a…”.

La voluntad humana ya no existe; el humanitarismo, la democracia, la justicia social que presiden este ballet totalitario (ya que han establecido estos mecanismos contables redistribuidores) quedan fuera del alcance de las críticas: ¿no son la justificación de los políticos para que los elijáis y los miréis por televisión?

Libertario en su concepción permisiva de la sociedad (liberalización de las drogas, casamiento y adopción gay, etc.), el Estado-providencia se muestra coercitivo y autoritario en la vigilancia económica y monetaria de los comportamientos. Ahora bien, como el dinero controla a la sociedad, con controlar el dinero se contenta a una tecnoestructura (funcionarios y piqueteros repartidores y redistribuidores), que sigue siendo fundamentalmente totalitaria en su ideología.

Encerrado en la reglamentación cada vez más precisa, coactiva e invasora de las cuentas bancarias, de los seguros y de las cotizaciones sociales obligatorias, de las limitaciones del cambio, de los empréstitos forzados, de las tarifas impuestas por los monopolios, de los impuestos directos e indirectos, el consumidor (o el empresario) ve su comportamiento vigilado y predefinido por una multitud de discos rojos administrativos de naturaleza monetaria.

De ahí la ficción de una sociedad mercantilista en la que reinaría una “libertad adquisitiva y una asignación de las rentas”: la tecnoestructura por una parte, y la publicidad por la otra, orientan cuasi-autoritariamente el empleo de las rentas, y por lo tanto, en una sociedad que reposa en la economía, las costumbres.

Programado en el empleo de su renta, el actor social lo está también en la percepción de esta última: asalariado, subsidiado o rentista, percibe lo que la tecnoestructura ha decidido que obtenga, en función de su puesto en el escalafón de los “derechos” sociales. De una manera u otra, considerando tanto sus ingresos como sus gastos, su responsabilidad de elección es una ficción.

Y como en la sociedad mercantilista el poder adquisitivo, el presupuesto y el acto de consumir bienes y servicios constituye la principal preocupación, la primera inversión psicológica personal, se puede decir que el Estado-providencia controla, a través de los presupuestos privados, la existencia de los ciudadanos, su vida íntima. Las consecuencias son terribles: los individuos pierden toda responsabilidad, todo gusto por la libertad de acción personal; la privación de su libertad económica privada es compensada por la seguridad de la que creen beneficiarse en tanto que asalariados funcionarizados.

Esta sumisión, particularmente tentadora para una generación joven, cada vez menos aventurera, corre el riesgo de ser aceptada con fatalismo, dentro de un sistema económico que anestesia los espíritus, erosiona las ambiciones personales, adormece las rebeliones mediante el acceso de todos, a muy buen precio, a una masa enorme de distracciones que incitan al ensueño, al intimismo doméstico, a la autosatisfacción del propio destino… y nada más.

El humanismo del Estado-providencia, artífice de toda justicia, que se había constituido sobre motivaciones “anti-dinero” y anti-economicistas (compensar las desigualdades de una economía capitalista mediante la redistribución), ha desembocado en el resultado inverso de su intención de origen: ha acabado por reducir el intercambio social al intercambio monetario, ha puesto entre las manos del dinero el monopolio de la bondad y de la justicia (asignaciones sociales y familiares, subsidios, pensiones, ayudas, etc.); destruyendo las antiguas redes orgánicas y humanas de ayuda mutua, ha reducido las relaciones intrasociales a juegos de bolsa de poca monta.

19 comentarios:

Anónimo dijo...

Occam, ahora si que esta usted calentando motores, nos esta llevando al meollo de las cosas. Todavia las neuronas dan vueltas, lo confieso. Donde tenia usted escondido ese genio h.d.p. con el que nos esta abrumando? Un placer verdaderamente.
Salute y felicitacioes!
Y recuerde: Escabio + Jauretche = Escabeche

Occam dijo...

Escabeche: No está escondido. Quizás un poco para nuestro microclima intelectual, que se revuelve en una burbuja que retrasa cuarenta años. Tal vez para cierta censura animosa, que determina la compra directa de los containers llenos de libros en el mismo puerto de Buenos Aires, para que ciertas ideas peligrosas no lleguen a los lectores. Fíjese usted que el otro día, revolviendo una libería de saldos, me encuentro con un "Juicio de Paris" de Gore Vidal editado en Buenos Aires y... ¡en 1954! Casi antes que en EE.UU., cuando el autor era un joven impertinente y desconocido. Después hablan de autoritarismo.
El verdadero totalitarismo es el que conduce a silenciar las ideas, y hoy día se desarrolla de la forma más sutil y venenosa: comprando ediciones enteras, monopolizando el mercado editorial, para hacernos creer que el pensamiento vigente es Ernesto Laclau o José Pablo Feinmann.
Hoy día en Buenos Aires no hay riesgo editorial. No hay editores que se jueguen más allá de los mezquinos horizontes de la rentabilidad a cortísimo plazo. Entonces no hay lugar para corrientes de pensamiento que en Europa y otras partes sí han calado hondo, y representan una verdadera contestación a un modelo social y cultural que se extingue.
Vea usted que "Buenos Aires 451", como faro de la cultura hispanoamericana, ha sido reemplazada hace algún tiempo por Barcelona, México y Bogotá, en ese orden. Mire nomás los lugares de impresión de cada libro.
Saludos cordiales, y gracias por su comentario.

RELATO DEL PRESENTE dijo...

Permitime explayarme:

"Nos asustamos, a veces, de los jóvenes que usan la palabra socialismo. Yo también me temo que la introducción de esa palabra traiga algunos inconvenientes. Tal vez sería más acertado decir nacional-socialismo, pero esa expresión tiene una mala imagen, y con razón."

"Pero toda idea política, para ser eficaz, debe ser producto de las circunstancias y condicionada a las circunstancias históricas; es decir debe ser, ante todo nacional. Es peligroso condicionarla a esquemas importados, y éste es el peligro de la expresión ‘socialismo nacional’, en cuanto es producto de importación (...) Por lo demás, el ‘socialismo nacional’, en su verdadera acepción, tiene orígenes en nuestro país. ¿Acaso el concepto de Tercer Mundo no es el desarrollo de la ‘tercera posición’, propuesta por Perón?"

"Cuando el mundo se dividía en dos; cuando se enfrentaban las consignas de Moscú por un lado y, por el otro, las consignas de Nueva York, la Argentina de Perón elaboró una actitud de independencia que era, en lo externo, la prosecución de una doctrina que, en lo interno, se basaba en la justicia social."

"Una doctrina no inspirada en otra anterior, y exterior. Una doctrina que era el resultado de un método, del pragmatismo; más que construir un modo de pensar"

Arturo Jauretche.

Hoy no pensé demasiado. Pero no me digas que no escribí.

Tus textos se van convirtiendo en clases particulares. Muy bueno.

Destouches dijo...

Occam:
Realmente los textos de Faye que ud. ha venido extractando dejan mucha tela para cortar. Es muy valiosa su divulgación por este medio, porque todos sabemos la censura subrepticia que opera en el mundo editorial, en especial en lugares tan alejados y tan intelectualmente rendidos como nuestro país.
La crítica del Estado providencia ha sido uno de los tópicos más desarrollados por los politólogos europeos de la segunda mitad del siglo XX. La tesis de que ese estado omnipresente ha incrementado la mercantilización o monetización de las relaciones sociales ha pasado desapercibida en estas latitudes. Además, es notable cómo este tipo de Estado se ha traducido en un acotamiento muy importante de la esfera de libertad privada. Paralelamente, se produce la decadencia de las funciones tradicionales del Estado y que justifican su existencia: básicamente el monopolio de la coerción legítima (que es compartida con innumerables grupos de choque y con bandas cada vez más preparadas de delincuentes) y la conducción política (reemplazada por una tecnocracia inerte, que renuncia a toda toma de decisiones estratégicas). Un abrazo.

Occam dijo...

Relato:
El socialismo, por supuesto que el internacional, pero también el llamado "nacional", no ha producido nunca decidida simpatía en el pensamiento peroniano, como tampoco la ha producido el liberalismo.
Su ideario, como ha quedado plasmado bastante claramente en un texto de Tarruela que posteé al principio de este blog (el primer o segundo artículo), rechaza el sustrato ideológico devenido de la Revolución Francesa, y con ello entronca también con la posición de Rosas.
Perón entendía -y no creo que errara en el concepto- que el socialismo y el liberalismo son dos expresiones nacidas de la misma cosmovisión igualitarista e individualista, que concibe al ser humano como una suerte de plastilina maleable, y como un autómata inerte, sin raíces y sin más condicionantes que su propio albedrío (o interés).
Y sobre todo, porque la política de los fines suele ser capciosamente confusa (en el fondo todas las doctrinas hablan de amor, de bienestar, de humanitarismo, de felicidad, etc. como fin de sus acciones), preludiaba que en los medios para conseguir sus propósitos igualizantes e individualizantes del ser humano respecto de su entorno, ambas ideologías se parecían demasiado.
En la concepción lineal de la historia, que parece recorrer un destino predeterminado e inevitable (respecto del cual el hombre no puede ejercer opción alguna), la única diferencia está en el grado: mientras el marxismo considera que el liberalismo es una fase necesaria para la consecución de la sociedad sin clases, el liberalismo entiende que ese fin igualador y pretendidamente emancipador, que se producirá por la misma lógica del mercado, ocurrirá en su seno, y que el marxismo es entonces una etapa innecesaria, o negativa.
La tercera posición peroniana conduce entonces a una superación de esa falsa dicotomía, sin renunciar a los instrumentos neutrales de la ciencia: en otras palabras, ya ha probado Weber, que el capitalismo no es otra cosa que la raíz misma de la ciencia económica. Roma ha sido capitalista, y Persia y Grecia. Incluso en el mundo feudal los productos se regulaban en el mercado de forma capitalista. Lo que ocurre es que el mercado regulaba los aspectos propios de su esfera, y no la vida completa del individuo. La gran revolución liberal marca la mercantilización de todas las relaciones humanas, y el socialismo, con su intervención tecnocrática en la sociedad a través del dinero, la agudiza.
Entonces, la superación de esa falsa disyuntiva se sustentaba en dos ápices: por un lado, la recuperación de la autonomía y protagonismo de la política; y por el otro, la recreación de las instituciones sociales intermedias de contención del individuo, lanzado descarnadamente a la absoluta orfandad y soledad (la alienación) frente al mercado o frente al Estado, en una u otra ideología.
Ya ese mismo problema había sido abordado a fines del siglo XIX por Emile Durkheim en el Prefacio a la Segunda Edición de "La División del Trabajo Social", en el que apreciaba que los lazos sociales espontáneos, que vinculaban al individuo como una persona integral con su entorno, y que generaban mecanismos de solidariadad, de defensa y de contención espontáneos, habían sido reemplazados por lazos sociales funcionales mediante los cuales lo único que el resto aprecia de cada uno es aquel aspecto en que nos puede ser útil, deshumanizando y alienando a la persona.
Cordiales saludos

Occam dijo...

Destouches:
Nada que agregar a su brillante comentario. Basta nada más apreciar que el aparente "desvío" de la actividad política a una actividad mercantil lucrativa no es tal desviación, sino más bien una lógica aplicada del sistema de mercantilización de las relaciones humanas. La fase final del derrotero iniciado hace dos siglos, y que conduciría, según Fukuyama, al "fin de las ideologías" (o más propiamente, al "fin de la Historia"), es decir, a la supresión para siempre en la actividad humana del ejercicio de la libertad.
Un abrazo

Occam dijo...

Ah, Relato, otra cosita. Espero que estas "clases" no sean tan "particulares", y que ayuden a unos cuantos a abrir la mollera y revolver un poco las neuronas. Un ejercicio de libertad dentro del Mundo Feliz...

Monsieur Sandoz dijo...

Existe una luz de esperanza cuando alguien tiene el valor de exponer ideas que escapan a los lugares comunes y a los hechos consumados. Cuando, cada vez más, se dan por verdades inamovibles e incuestionables ciertas cosas, es bueno que alguien, por lo menos, tome la iniciativa de poner el dedo en la llaga. De esta manera, podemos darnos cuenta de que no somos extraterrestres y que muchos no nos conformamos con lo que nos intentan vender como si fuéramos estúpidos desde los mass media.
Lo felicito porque su artículo (y su blog, en general) busca abrirnos un poco más nuestras cabezas. Y tengamos en cuenta que la Sabiduría nace de un hachazo en la cabeza.
Mis saludos

Occam dijo...

Gracias, M. Sandoz, por su elogioso comentario. El artículo no es mío, aunque podría bien suscribirlo. Sobre lo demás, no se trata de una tarea evangélica de esclarecimiento. Sólo de llegar a lo profundo de las cosas. Quejarse de los síntomas superficiales es una actividad entretenida y popular. Pero si queremos aliviar al enfermo, tenemos que revisar la etiología de la enfermedad.
Cordiales saludos!

PS: La comparación no es arbitraria. Lo que pasa es que hoy ando postrado y con fiebre.

Mensajero dijo...

Así como el estado-providencia es libertario en su concepción permisiva de la sociedad y autoritario en lo económico, el estado liberal lo es a la inversa, al menos en los postulados de quienes lo proponen en Argentina.
No termino de entender esa aparente contradicción.
Muy interesante una vez más, Occam.

Occam dijo...

Gracias Mensajero por su mensaje. Bien cierto lo que dice, aunque ha habido Estados liberales bastante libertarios en lo político, y Estados socialdemócratas menos progresistas en lo social (sin ir más lejos, recordemos las implacables persecusiones a determinados "vicios" antiproductivos por parte de los regímenes socialistas, tales como la homosexualidad, el alcoholismo o la prostitución).
Sin embargo, como bien usted lo ha dicho, la naturaleza del sistema liberal de sociedad y de Estado, en cualquiera de sus dos tendencias: liberalismo o socialismo, es precisamente la contradicción. Muchos teóricos la hallarán sustentada en la disyuntiva insalvable entre libertad e igualdad. A mayor nivel de una, menor de la otra.
Codiales saludos!

piscuiza dijo...

Son épocas raras estas, estamos como en el reino del revés.
A veces hasta me hacen dudar y me dan como ganas de no leer más, de no saber. Por momento me agota espiritual y hasta físicamente pensar en cómo nos trajeron hasta acá. Pero cuando siento eso leo posts como el suyo y me vuelven las ganas de seguir remándola. Gracias por eso Occam! siga repensando la realidad que le sale un primor!
Salute

Victor dijo...

A la pelota. La verdad es que admiro su prolífica producción, pero eso mismo me hace difícil mantenerme al dia con "El Corral..."

Interesante el enfoque. Me parece que el capitalismo no es un sistema, es un hecho. Los estados socialdemócratas que funcionaron, lo hicieron en base a una aceptación del capitalismo como sustento. Me parece.


Saludos

Occam dijo...

Gracias, Piscuiza, por su comentario. Me honra saber que con este espacio contribuyo aunque sea un poquito a cierto solaz espiritual.
Dos maestros, y sendas obras, merecen ser citadas como predecesoras agudas y certeras que no hablan del futuro, sino del presente, pero disfrazado de anti-utopía: 1984 de George Orwell y Un Mundo Feliz de Aldous Huxley, para cada una de las aplicaciones de la cosmovisión igualitarista: la socialista y la liberal, respectivamente.
Como esta última ha prevalecido, "Un Mundo Feliz" parece casi una postal del mundo actual: hombres y mujeres manteniendo una apariencia joven a través de la cirujía estética; las mujeres más deseadas son las denominadas allí "chicas neumáticas" (no hace falta aclarar demasiado a qué se refiere); todo el mundo se parece, por efectos de esa cirujía, y todos tienen un aspecto indeterminadamente "joven"; a un aparente y postulado igualitarismo social le corresponde en realidad una fuerte estratificación, pero como está manipulada genéticamente, cada uno se conforma con el lugar que ocupa en la estructura social; hay una religión universal general y muy elemental, que hermana a todos los hombres bajo premisas muy elementales y lavaditas como el amor, la concordia, la paz... Todo el mundo vive solo, cada uno en su departamento con modernos implementos de confort; la forma de relación humana es muy promiscua, y está muy mal visto tanto tener pareja estable como tener hijos; todos se divierten todo el tiempo, gastan, consumen, hacen turismo, y no se permite a la gente deprimirse. Para evitar eso, existe una droga oficial y promovida llamada "soma", y que se parece bastante al Prozac.
Muy sugestivo, sobre todo, porque está escrito en la década de 1930.
En realidad, este "final feliz" en que vivimos estaba anticipado. Había que saber verlo.
Mis más afectuosos saludos.

Occam dijo...

Víctor: Muy cierto lo que usted dice. Ya lo había puesto de relieve Max Weber en Historia Económica General, editado por el Fondo de Cultura Económica. El sistema capitalista no es otra cosa que el nombre que se le da al mecanismo de funcionamiento que subyace a toda la actividad económica, desde los viejos mercados persas y las caravanas orientales, a la moderna actividad bursátil y el dinero secundario.
La cuestión que se aborda radica en que, a partir de la Revolución burguesa, el Tercer Estado (el estado mercantil) suprime a los otros dos y comienza la aventura igualadora del ser humano con base en sus premisas y necesidades economicistas. Para un sistema así no es necesario el ciudadano, sino el consumidor. En la versión marxista (que abreva en todos los autores liberales, y nunca niega la utilidad del liberalismo en la línea de desarrollo determinista que terminaría con el socialismo), tampoco se habla de ciudadano, sino de proletario, es decir, una categoría netamente económica, a la que había que desarraigar de cualquier condición "superestructural" (patria, familia, religión, cultura, etc.).
El problema, que determina el carácter tan antinatural de nuestra civilización contemporánea, es que así como la economía obedece a una lógica capitalista más o menos natural, la sociedad tradicionalmente, desde la Edad de Piedra hasta la Revolución Francesa, se estructuró (independientemente del sistema político, sea monarquía, sea la polis griega o la república romana) en tres funciones: la guerrera (o política), la sacerdotal (o moral) y la denominada "tercera función", que era la doméstica o económica. La revolución burguesa vino a demoler ese sistema trifuncional, tan antiguo como la sociabilidad humana, y a subsumir toda la actividad del hombre a criterios económicos, de una forma esencialmente deshumanizadora (en que el hombre termina convirtiéndose en un bien transable, en parte de una maquinaria indisponible, acotado a su mínima expresión utilitaria).
Gracias por pasar, y muy cordiales saludos.

PS: Soy consciente de la extensión y complejidad de los artículos de este blog. Voy a tratar de morigerarlas, pero sin embargo advierto que se trata de cosas para leer con paciencia, de puertos en donde deternerse de la navegación virtual. No tiene la lógica amena de la mayoría de los blogs, sino una aspiración diferente. Por ello es que estoy tratando de espaciar los artículos, para darle a cada uno de ellos el debido tiempo para su lectura. A veces uno pasa por acá, y del solo tamaño del post, se dice que no tiene el tiempo de leerlo con detalle, y mejor lo deja para más adelante. Es por eso que a cada uno lo trataré de dejar un tiempo mayor, para que uno pueda ir a otros lados, y volver cuando sea el momento, y seguir encontrando la comida caliente sobre la mesa.

Victor dijo...

Estimado Occam: Gracias por la respuesta y no se te ocurra cambiar nada del "el corral..." lo mio no fue una crítica. Esta muy bien asi.

Ocurre que particularmente estoy en una etapa de gran simplificación del pensamiento para intentar entender las cosas, la realidad es lo suficientemente compleja como para que nos ocupemos de complicarla aún mas.

Los posts del "el corral..." son largos pero amenos y muy interesantes.

Saludos

El Isáurico dijo...

Occam:
En referencia a su comentario sobre la "vigencia" en estas pampas del ideario de la vieja loca de J.P. Feinmann o de Laclau no pude mas que recordar un reciente reportaje que le hicieron a este último muchacho que vive en Londres.
En el mismo, efectuado luego del primer acto de Cristina en Plaza de Mayo (el que mas gente movilizó gracias a Hugo y la simpática Mazorca)luego del cacerolazo y la heroica reconquista nocturna de "la calle" por parte de un D´Elía que rebosaba de clorohidrato, el Sr.Laclau comentaba dos cosas:
1-Que en el acto le habían robado la billetera con los documentos y $600 adentro (le faltó nomás decir que el caco fue algún "infiltrado" que se hacia pasar por partidario de Cristina).
2-Que el kirchnerismo estaba pujante, y su soporte popular, estructura y fuerza política intactas ya que el cacerolazo había sido protagonizado por solo "5 señoras gordas de Barrio Norte".
La verdad, tengo que leer a Laclau.
No puedo creer que un tipo que se haya mostrado tan miope y pelotudo en esa instancia sea defendido por tanta gente si no cuenta por lo menos con algún mérito.
Aunque no me extrañaría que sea un pelotudo nomás. Es común que en las capitales europeas se presten oídos a expatriados del tercer mundo que disfrutan de explicarlo mientras gozan de las comodidades del primero.
Pero bueno, no adelantaré un juicio definitivo sobre la víctima del hurto hasta que haya leído algo de su obra. No me gusta hablar de lo que no tengo idea.
Y por eso mismo, y continuando en la tónica de la "picadita" que ofreciera hace un par de posts, luego de tan sabrosa entreé, no me queda otra que leer a Faye.
Por otro lado, A.Smith, padre de la "gran escuela liberal" como la llamó Alberdi, no solo escribió "Una investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones".
También escribió antes "The Theory of Moral Sentiments" y en su opus magna también considera, por dar un ejemplo de "redes de contención" extra-mercado, a la educación como una indispensable herramienta de igualación, que debe de ser esgrimida por el Estado si el sector privado renuncia a hacerlo.
El mismo Chomsky (santo de la devoción de los "progresistas" locales...lo pongo entre comillas, porque usted bien sabe que Teddy Roosevelt y Aníbal Ibarra no pensaban/piensan lo mismo aunque ambos se sentían/sienten cómodos con el calificativo de "progresistas") sostiene en "UNDERSTANDING POWER" que está errado quien piensa que A.Smith pregonaba la superioridad económica del egoismo, y que por el contrario, el sabio escocés entendía que el mercado era un camino hacia la igualdad.
Lo explica mejor P.Werhane que yo: Smith..."believes that ideally, competition should be among parties of similar advantage. A system of perfect liberty, he argues, should create a situation in which "the whole of the advantages and disadvantages of the different employments of labour and stock . . . be either perfectly equal or continually tending to equality." Smith sees perfect liberty as a necessary but not a sufficient condition for competition, but perfect competition occurs only when both parties in the exchange are on more or less equal grounds, whether it be competition for labor, jobs, consumers, or capital".
El descrédito que algunos atribuyen al liberalismo como un sistema de ideas egoísta y purammente mercantilista, no contempla quizá que sus apóstoles fundadores eran gente que daba por sentado que principios como la solidaridad, o la promoción activa de los valores comunitarios, debían ser parte integral de la ética de todos.
Como siempre, muy buen post.

Saludotes!.

Occam dijo...

Gracias, Víctor. Paradójicamente, de lo que trata "El Corral..." es de simplificar algunas cuestiones para hacerlas accesibles a todos. A veces lo logra el mismo artículo, otras lo intentamos desde los comentarios.
Es usted muy amable en sus conceptos. Mis más cordiales saludos.

Occam dijo...

Gracias, Isáurico, por su sesudo y erudito comentario. Ya lo dije antes: lo que se intenta es el análisis de la aplicación empírica de los medios, y sus resultados prácticos. No la evaluación de los altos fines que inspiraron a los idéologos, los cuales resultan siempre muy venerables. No creo en el cinismo. Sí le doy cierto crédito a la ingenuidad, como usted mismo insinúa al final de su comentario.
Mis más cordiales saludos.