lunes, 29 de noviembre de 2010

Globalización de la pavada




Sobre los efectos de la "vieja modernidad", es decir, ese sistema de pensamiento igualitarista y humanitario que se encuentra acorralado y sin respuestas ante los desafíos concretos que plantea la historia en este tiempo, se han explayado múltiples autores inconformistas, principalmente desde Francia, hace ya más de una década. Guillaume Faye ha abordado la cuestión de la globalización de las penurias y las situaciones disfuncionales y nocivas, que tienden a generalizarse aun en el líricamente llamado "Primer Mundo", que sin embargo va en un camino cierto y acelerado hacia los bolsones de contigüidad territorial con un tercer mundo en el mismo territorio.

Guillaume Faye


En El Arqueofuturismo (Les Editions de L'Æncre, París, 1998), l'enfant gâté del pensamiento galo expone algunas percepciones con clara tendencia incremental geométrica:

La colonización de población del hemisferio Norte por los pueblos del Sur, cada vez más importante a pesar de las afirmaciones tranquilizadoras de los mass-media, está cargada de situaciones explotadoras, sobre todo en conjunción con el hundimiento de las Iglesias en Europa, hoy tierra de conquista para el Islam; el fracaso de la sociedad multirracial, siempre más multirracista y neotribal; la metamorfosis progresiva etnoantropológica de Europa, verdadero cataclismo histórico; el retorno del pauperismo tanto al Oeste como al Este; la progresión lenta, pero constante, de la criminalidad y del consumo de estupefacientes; la pulverización continua de las estructuras familiares; la decadencia de los cuadros educativos y de la calidad de los programas escolares; la herrumbre en la transmisión de los saberes culturales y de las disciplinas sociales (barbarización y descompetencia); la desaparición de la cultura popular en provecho de la lobotomización de las masas pasivas por la galaxia electroaudiovisual (Guy Debord se suicidó porque vio cumplirse sus predicciones reflejadas en Société du Spectacle, escrito en 1967); la decadencia continuada de los tejidos urbanos y comunitarios en provecho de zonas periurbanas imprecisas sin coherencia, ni legalidad, ni seguridad; la instalación, particularmente en Francia, de una situación endémica de motines urbanos -más graves que Mayo del 68- ; la desaparición de toda autoridad civil en los países de la antigua URSS, víctimas del fracaso económico. Todos estos fenómenos se conjungan en un momento en donde los Estados-Nación pierden su autoridad soberana sin conseguir frenar el pauperismo, el paro, la criminalidad, la inmigración clandestina, la potencia creciente de las mafias y la corrupción de las clases políticas; y en un momento en que las elites creativas y productivas, presas del fiscalismo y de la vigilancia económica, sueñan en el gran viaje americano. Una sociedad cada vez más egoísta y salvaje, en camino del primitivismo, paradójicamente tapada por el discurso de la “moral única”, angelical y pseudohumanitaria.


Guy Debord


Para a continuación explayarse sobre los efectos económico-demográficos del individualismo narcisista que se agudizan y de los que hemos hablado algo en el pasado post:


Jubilados en Grecia, 2010.


A partir de 2010, el número de activos será insuficiente para financiar a los jubilados del “papy-boom”. Europa se hundirá por el peso de los ancianos; pero más aun: en los países envejecidos, la economía estará debilitada y “handicapada” por la financiación de los gastos de salud pública y de las pensiones de los ciudadanos improductivos; además, el envejecimiento deseca el dinamismo tecnoeconómico. La ideología igualitaria de la (vieja) modernidad ha resultado un impedimento para solucionar esta situación catastrófica, debido, sobre todo, a dos de sus dogmas: el antinatalismo (este etnomasoquismo), que censuró las tentativas de recuperación voluntarista de la natalidad, y el rechazo igualitarista de los fondos de pensiones. Por el momento, todavía no sentimos estos efectos que están por venir. El paro y la pobreza van a empeorar, mientras que una clase minoritaria, conectada con los mercados mundiales, la clase de los funcionarios y de los asalariados protegidos, va a prosperar. Estamos hablando de un terror económico. El igualitarismo, por un efecto perverso, mostrando que en realidad es el inverso de la justicia -en el sentido que le diera Platón-, crea sociedades de opresión socioeconómica. El Estado-Providencia socialdemócrata, basado en el Mito del Progreso, también tiende a hundirse, en un estrépito más impresionante aun que el que sacudió al comunismo en 1989. Europa se está tercermundizando. La crisis está por delante, o más exactamente, asistimos a la ruptura de los cerrojos del edificio socioeconómico civilizacional. América, continente inmenso condenado a las migraciones pioneras y acostumbrado a una cultura brutal y a un sistema conflictual de ghettos étnicos y económicos, parece menos vulnerable que Europa. Puede encajar una ruptura de equilibro. Por lo menos en el plano de la estabilidad social, porque no podrá escapar a un eventual maremoto general.


Londres, 2010


Inquieta sobremanera la capacidad de anticipación del autor que, en consonancia con Jacques Attali, predice la crisis financiera global con más de una década de antelación, más precisamente, en un momento de apogeo económico del mundo occidental:

...la amenaza de una crisis financiera mundial, que será mucho más grave que la de los años treinta y comportará una recesión generalizada. La caída de las bolsas y de las monedas esteasiáticas, como la recesión que afecta a esta región, son los anticipos. Esta crisis tendría dos causas: a) Demasiados países están endeudados con relación a las capacidades acreedoras mundiales; y no solamente los países pobres. El servicio de la deuda de las naciones europeas es preocupante. b) La economía mundial se apoya cada vez más sobre la especulación y la lógica de los flujos de inversión rentables (bolsas, sociedades financieras, fondos de pensiones internacionales…); la predominancia del monetarismo especulativo sobre la producción va a producir un efecto de “pánico general” en caso de hundimiento de los cursos en un sector: los especuladores internacionales a la hora de retirar sus capitales. La economía mundial se encontraría así “deshidratada”, con inversiones en caída provocadas por el hundimiento del mercado de los capitales, que es donde las firmas industriales y los Estados piden sus préstamos. La consecuencia: una recesión global y brutal, funesta para una civilización fundada únicamente sobre el empleo económico.

Jacques Attali

Pero en esta ocasión, más allá de compartir con los lectores estos párrafos ilustrativos, nos interesa resaltar tres extractos impecables, que realmente perturban por la similitud con la situación argentina, y evidencian que, con un moderado retraso, nuestro país está también inmerso en la globalización de la pavada. Pertenecen a Palabras Ideológicamente Disidentes, en el mismo libro citado:

¿Políticamente correcto o políticamente pijo*?

Lo “políticamente correcto” no se funda sobre unos sentimientos éticos sinceros, ni sobre el miedo físico de una represión, sino sobre un reflejo de esnobismo intelectual y de cobardía social. En verdad, lo “políticamente correcto” es políticamente pijo. Los periodistas y los “pensadores” del actual sistema reproducen de manera “soft” y burguesa el mecanismo de la sumisión de la época estalinista: ya no se corre el riesgo de ser enviado en un campo de concentración, sino de no ser admitido en los restaurantes u otros lugares elegantes, de ser excluido de los círculos “intelos**”, de disgustar a las chicas guapas, etc., si se emite unas ideas al margen del sistema. Es lo que ha pasado con Jean Baudrillard. Ser políticamente correcto, no es un problema de ideas, sino de inserción social.

*"Pijo" se usa en España para nuestro "mediopelo", en el sentido que para la intelligentzia le diera Jauretche.

**"Intelos" es un galicismo despectivo, equiparable a nuestro "intelectualoides".


Jean Baudrillard

De la censura a la distracción

El sistema no utiliza la censura brutal, excepto en unos casos muy limitados, sino el desvío mental, etimológicamente la distracción. El sistema focaliza sin pausa nuestra atención sobre los problemas inesenciales. No solamente se trata del clásico truco del embrutecimiento de la población por el aparato mass-mediático de la sociedad del espectáculo, cada vez más sofisticado, verdadero “prozac audiovisual”, sino también del camuflaje de las cuestiones políticas esenciales (inmigración, contaminación, política de transportes, envejecimiento demográfico, ruptura financiera de los presupuestos sociales hacia el horizonte del 2010*, etc.) por unos debates secundarios y superficiales: matrimonio homosexual, PACS, paridad obligatoria de elegidos de los dos sexos**, dopaje en el deporte, despenalización del cannabis***, etc. Estos problemas insignificantes evitan que las verdaderas cuestiones urgentes y cruciales sean tratadas, lo cual, evidentemente, es la situación ideal para una clase política preocupada, por arribismo, de no disgustar nunca a los electores. Constantinopla está asediada, pero se diserta sobre el sexo de los ángeles.

* Véase por lo que está pasando Europa en este 2010, y se volverá a apreciar la magnitud de la anticipación efectuada en 1998 (Grecia, Irlanda, Gran Bretaña, España...).

** En Europa occidental, siempre un poquito más "adelantados", el tema del cupo femenino ya abarca el 50% de las postulaciones.

*** He resaltado en negrita los dos ejemplos citados, simplemente porque son aquéllos que se les ha ocurrido al actual gobierno para ejercer la distracción comentada en el extracto. No nos asiste a los argentinos, ciertamente, el privilegio de la originalidad, al menos...


Abel Bonnard


La “concertación” y la “negociación”, plagas de la democracia moderna

La clase política de los “moderados” (según esta palabra horrible, aborrecida por Abel Bonnard) ha inventado un concepto temible: la concertación, como sinónimo de “modernización de la democracia”. Es uno de los signos de degeneración y de suicidio de la democracia liberal occidental. La concertación es el pretexto para la inacción. Paraliza todas las decisiones y las reduce a compromisos bastardos y minimalistas, pues significa que estas últimas tienen que estar precedidas por acuerdos globales de los grupos de presión y de los sindicatos minoritarios. En los casos de urgencia, esta práctica se demuestra funesta. La concertación es el antifaz del miedo a actuar, del miedo a los riesgos y a las responsabilidades. Sobre todo no herir a la clase mediática, no enfrentarse a las minorías activas de la corrección política, no enfrentarse a los sindicatos agarrados a sus privilegios como a un clavo ardiendo: ningún conflicto, ningún problema. Uno no debe enfrentarse a los camioneros, los “jóvenes”, los profesores, los pescadores, etc. ¿El interés general? Los políticos no conocen esta palabra. Luchar contra el fuego es penoso, y se pueden quemar la cola. La concertación significa el hundimiento del Estado democrático de derecho, porque los dirigentes renuncian a sus programas, ratificados por la mayoría del pueblo, en provecho de ciertos compromisos con las instituciones no representativas. La verdadera “concertación” es el sufragio popular, es la voluntad del pueblo. Resultado del reino de la “concertación”: el statu quo, el conservatismo, la dejadez, el retroceso de lo político. La otra cara mórbida de la concertación es la negociación. Cuando una decisión política legal y legítima choca contra una minoría ínfima apoyada por los mass-media, el gobierno cede y la vacía de su substancia; por miedo, pereza, cobardía o desaliento. Consecuencia: la ley es sustituida por la excepción y el privilegio, la decisión por la indecisión, la solución por la derrota y el compromiso. Ejemplos: los inmigrantes son, en este momento, inexpulsables de facto; toda reforma de la Educación Nacional, totalmente esclerotizada, es imposible, todo plan de reforma de la Seguridad Social fracasa, toda política racional de transportes es inaplicable, etc. La campeona, en este dominio, es la derecha parlamentaria. Nunca ha admitido que la política sea un combate ni que es indispensable e inevitable disgustar a una parte de los electores, enfrentarse a las corporaciones, sufrir los sarcasmos moralizadores de la izquierda. Pero los gobiernos de derechas siempre fueron softs. Tienen miedo de la batalla y no se atreven a aplicar las ideas por las cuales han sido elegidos. En el fondo, no se sienten realmente legitimados a sí mismos. En Francia, un poder de derechas prefiere no disgustar a los que han votado contra él antes que satisfacer a los que sí han votado para él. ¡Como estos diputados RPR encantados de que la izquierda los aplauda, después de su voto -contra su campo y el deseo de sus electores- en favor del PACS, el Pacto Civil de Solidaridad! La pareja “concertación-negociación”, bajo un pretexto moral y democrático, firma la dimisión de la democracia y del Estado de derecho. Los sistemas políticos occidentales rechazan el principio de autoridad y el decisionismo legal. Se condenan al fracaso y al hundimiento. ¿Quizás preparan el retorno de los autócratas?


Espero que disfruten de un pensamiento irreverente, refrescante y frontal, en medio de tanta somnolencia "concertada" en lo "políticamente correcto".


[Supongo que puede interesar también, este artículo , de hace 11 meses.]

4 comentarios:

Mensajero dijo...

Leí El Arqueofuturismo hace algunas semanas.
Me sorprendió encontrar tantos puntos de contacto con Debord.
Es que ambos hicieron lo que pocos pensadores hacen: pensaron.
Aunque uno proviene del marxismo y el otro esté tal vez más cerca de Nietzsche, creo que tienen en común el hecho de que los dos piensan en imágenes.
Miran. Y por lo tanto, ven.
No en vano los dos incursionaron en el mundo del cine o la tv.
El diagnóstico es implacable, un cachetazo al pensamiento mágico, al voluntarismo y a la ilusión.
Es natural que con el espíritu de la Ilustración consumado en al modernidad, el pensamiento original, la provocación y la contracultura surjan "por derecha".
Aunque parezca un comentario banal, destaco el "outfit", la estética de Faye: encaja maravillosamente con su pensamiento.
Me parece que el taquillero Houellebecq debe haber leído bastante a Gillaume.
La propuesta que Faye hace de una Nueva Europa ya me resulta más esquiva.
Pero no puede sino simpatizarme que alguien castigue a nuestra actual sociedad tecnoespectacular, en la que los distintos establishments de izquierda, derecha o centro, operan como sus principales custodios.
Un abrazo.

Occam dijo...

Mensajero: Es brillante su sintético análisis del autor y su obra. Efectivamente, lo que cautiva es la originalidad y valentía de su pensamiento, y de su propuesta radical. Obviamente, tratándose de pensamientos, todo análisis que uno haga debe ser crítico, tomando lo que le sirve, y no tanto lo que no, permiténdose dudar. Lejos está uno de cualquier monoteísmo bíblico, de la Biblia, del Corán o del Capital...
Ciertamente, el ensayo futurista es lo menos sólido de su libro, principalmente, porque creo que incurre en ciertas trampas racionalistas. En general, nunca las "imágenes" finales se atienen rigurosamente al concepto abstracto inicial, y todo es más mezclado, más polimorfo e inasible. Sin embargo, ¡cuánto hay en nuestra sociedad actual de "Un Mundo Feliz" de Huxley! Claro está, no adoramos a un dios llamado Ford y su símbolo de la letra "T", pero adoramos a la técnica, y más que nada a la ciencia, y confiamos en ella como vehículo de bienaventuranza (y hasta de eternidad). Claro está, no ingerimos soma todos los días para estar "pilas" y de buen humor y pensar lo menos posible. Pero sí estamos abrumados por alcohol, estupefacientes y químicos varios. Una vez, años atrás, alguien muy conformista se sorprendió cuando le dije que venía algo deprimido, y me dijo "pero cómo, a tu edad (eran 30 años mi edad entonces) ya tendrías que tomar "la pastilla de la felicidad"... ¿tu psicólogo no te la recetó (confundiendo, claro, psicología con psiquiatría)"? Se refería al Prozac, o algún sucedáneo.
En fin, como usted bien dijo, Faye entiende bien el asunto, y no está mal entonces que se ponga a desafiar desde una "nouvelle" futurista, pletórica de eco-tecnología y contrastes arqueofuturistas.
No es un profeta. No es un hombre riguroso que acierta siempre. No es un adalid de nada. Creo que la mayor utilidad de su pensamiento irreverente y desafiante es la de marcar cuál es el lugar que se espera de la intelectualidad: que abandonen sus cómodas poltronas y salgan a la palestra, que después de todo, los mismos que son tan celebrados, y editados, y honrados en las Universidades, en menos de 25 años serán indefectiblemente olvidados por su lábil tibieza y su conformismo.

Los textos extractados, sobre todo los tres últimos, me parecieron dignos de difusión (aunque la obra puede ser consultada íntegramente en Internet) desde que tienen una sorprendente similitud con nuestras condiciones sociopolíticas, y nuestras taras dirigenciales y estructurales que se van acentuando (nada más atisbar las alternativas que no han surgido, los líderes que no aparecen, la imaginación y el ingenio en la resolución de problemas que no está... todo lo nuestro congelado en una existencia negativa... por eso será tan difícil hablar de política en la Argentina del siglo XXI).

Un abrazo.

Destouches dijo...

Sencillamente brillante. Voy a hacerme algo de tiempo para comentar con más profundidad.

Occam dijo...

Destouches: Bien nos vendría a todos por acá que usted encontrara ese tiempo perdido. Ya lo estábamos extrañando.

Un abrazo.