Iba a escribir ayer sobre otro tema, que me parece muy atractivo, y que dejaré para más adelante. Ocurre que Fran Urdínez y Santi Trogliero, en El Libre Debate plantearon un cuestionario sobre la actual cuestión de Bolivia, que motivó un comentario mío que ahora aprovecho para reproducir acá, con variaciones y enriquecimientos.
Ahí va:
“Zapatero a tus zapatos”, así que responderé desde donde mejor me sale: La historia. Veamos:
El Alto Perú era parte del Virreinato del Perú hasta que en 1776 se decide la creación del Virreinato del Río de la Plata, y se determina la inclusión de ese espacio en esta última unidad política. Concretamente, se trata de las provincias de Potosí, Santa Cruz de la Sierra y Charcas, y los corregimientos, pueblos y territorios sobre los cuales se extendía la jurisdicción de la Audiencia de La Plata o Charcas, más la parte septentrional de la provincia de Tucumán.
Esa determinación, como tantas otras tomadas por Carlos III para el caso, no fue en absoluto arbitraria. Para ese entonces, ya el intercambio comercial, educativo y de relaciones era más fuerte con Buenos Aires que con Lima. Ejemplos hay muchos, así que citaré sólo cuatro: Cornelio Saavedra era potosino; Mariano Moreno hizo toda su educación superior en Bolivia (cursó su doctorado en la ciudad de Charcas); José Mariano Serrano participó de la Asamblea del Año XIII en representación de su provincia natal, Chuquisaca (actual Sucre), y del Congreso de Tucumán en representación de Charcas, en el cual se dispuso la redacción en español y en quechua, y en la versión impresa, también en aymara. En el mismo Congreso, Pacheco de Melo fue el representante de la región de Chichas.
José Serrano, también ideólogo de la trastocación del azul de la bandera nacional en celeste. Su habitual gattopardismo llevó a que fuera luego, en 1825, el redactor del Acta de Independencia de Bolivia. Un "independiólogo" profesional.
Por otra parte, el 25 de junio de 1810, tan sólo un mes después de la asonada porteña, el cabildo de Tarija es de los primeros en adherir a la Revolución de Mayo, y el caudillo tarijeño Olivera se suma de inmediato a las fuerzas del Ejército del Norte. El 18 de agosto de 1810 Tarija designa a José Julián Pérez de Echalar como representante en la Junta Grande de Buenos Aires.
Fernando Díaz Venteo decía al respecto: “Es curiosa la afinidad ideológica que existía entre las provincias del Alto Perú y las del Río de la Plata. Se sentían completamente ajenas a los intereses e ideales del Perú, y en cambio se mantenían profundamente unidas al Virreinato de Buenos Aires convertido en la vía natural de salida de estos pueblos hacia el mar. Tal afinidad nos da la clave para explicarnos el proceso de la posición de las ciudades altoperuanas a lo largo de la guerra de la Independencia”. (En Atilio Cornejo, Actuación de Juan Saturnino de Castro en la guerra de la Independencia, rev. Investigaciones y Ensayos, Academia Nacional de Historia, 1974).
Cuando comienza el proceso de emancipación, los territorios más alejados de Buenos Aires son los que corren mayor peligro de resultar perdidos. Por eso es que la primera campaña que se decide, en 1811, a las órdenes de Belgrano, conduce al Paraguay (que una vez emancipado propone a Buenos Aires integrarse en una federación, cosa que ésta no acepta y consecuentemente la provincia norteña se independiza); y la segunda, a recuperar el Alto Perú, en donde los realistas se hallaban acantonados, aprovechando la comunicación logística con Perú. Esa campaña, que arranca venturosamente con la victoria de Suipacha (1810) y el consecuente levantamiento de Potosí, Chuquisaca y La Paz, llega hasta la frontera misma con el Perú en el río Desaguadero, donde sufre la derrota conocida como el Desastre de Huaqui (1811). Luego de ese traspié los realistas avanzan decididamente hacia el sur, y son frenados por Belgrano en Tucumán (1812), que los persigue y los derrota definitivamente en Salta (1813), para luego, ya en actual territorio boliviano, perder en Vilcapugio y Ayohuma (ambas, a finales de 1813). Por último, Rondeau avanza nuevamente incentivado por los levantamientos criollos y es derrotado en Sipe-Sipe en 1815, y luego Lamadrid en el río San Juan en 1816 (sin embargo, conserva Tarija, al menos hasta julio de 1817, luego de que es nuevamente derrotado a las puertas de Chuquisaca). Queda entonces suspendido cualquier avance desde Salta, y se confía la defensa de la frontera provisoria (un poco al norte de la actual) a los gauchos de Güemes.

Insert: Belgrano: Modelo de hombre. Es sabido que Manuel Belgrano murió absolutamente pobre, y que hubo de pagar con su reloj de bolsillo los últimos servicios de su médico en 1820. En el momento de su esplendor militar, el prócer recibió una muy importante suma de dinero de Buenos Aires como premio por sus victorias, que él donó para la construcción de escuelas públicas a los cabildos de cuatro ciudades argentinas: Santiago del Estero, Salta, Jujuy y Tarija. La remisión a la cuestión de Tarija aquí ventilada se hace también en la memoria de tan insigne argentino.
Al tomar San Martín el relevo del Ejército del Norte, planifica una estrategia muy superadora, que conduce justamente a asegurar las espaldas del Río de la Plata (Chile) y, mediante un rodeo por el Pacífico, conquistar el gran reducto resistente, que es Lima, para luego marchar sobre el Alto Perú y entregarlo a Buenos Aires.
Las estrategias de San Martín y Bolívar eran coincidentes: asegurar que las naciones que surgieran de la emancipación respetaran los límites virreinales originales. Luego se verá que Bolívar no cumplió.
En medio de todo esto, surge en Buenos Aires el pernicioso partido de los doctorcitos burócratas, que tan sólo quería asegurar un hinterland para un porteñado burgués impo-exportador con Gran Bretaña, y por tanto consideraba todo este derroche de energías como comercialmente inapropiado. Así, le dicta unilateralmente la independencia a la Banda Oriental. Artigas, tomando el guante, en Arroyo de la China, proclama con su congreso Oriental que, desde el carácter de unidad política independiente, voluntariamente Uruguay decide incorporarse a las Provincias Unidas del Río de la Plata. El partido de Rivadavia, entonces, con la anuencia de su sector afín de la otra orilla, convoca a los portugueses a una invasión, y logra el destierro de Artigas y desembarazarse de esa provincia no querida.
Insert: Dos ejemplos del desapego unitario y del modelo de la “patria chica”:
…Entre tanto, los portugueses han invadido la Banda Oriental, donde permanecerán diez años con el tácito acuerdo de Buenos Aires.
2) La miserable entrega del Alto Perú que se efectúa en el gobierno de Rivadavia opone la mezquindad y el egoísmo al altruismo y sacrificio de Belgrano. Así, el Congreso Constituyente unitario de Buenos Aires dispone, en 1825:
“…aunque las cuatro provincias del Alto Perú han pertenecido siempre a este Estado, es la voluntad del congreso general constituyente, que ellas queden en plena libertad para disponer de su suerte, según crean convenir a sus intereses y a su felicidad”.

Bandera de Bolivia determinada por la Asamblea de 1825.
Por la mala suerte que sigue a este país condenado al éxito, da la casualidad de que San Martín, ya exánime después de una campaña de tres años, se encuentra con Rivadavia en el poder, que le niega cualquier recurso económico o humano, y lo obliga a claudicar ante el avance militar consolidado de Bolívar, en el famoso coloquio de Guayaquil. San Martín se retira a un exilio interno en Mendoza, que no duraría mucho, pues demasiados eran los signos de que agentes de Rivadavia lo querían asesinar.
Entre tanto, Bolívar triunfa en Junín y Sucre en Ayacucho (1824), aseguran Perú, y luego dan un paseo por el Alto Perú.
Por qué digo que Bolívar traiciona su propia consigna: porque incorpora Perú a la Gran Colombia (en lugar de dejarlo independiente) y porque, cediendo a la presión de su principal general, Antonio Sucre, crea del Alto Perú un país independiente, en detrimento de la Argentina. En un primer momento, Bolívar escribe a Sucre a través de su Ministro de Guerra, Tomás Heres, reprobando la idea de convocar a una Asamblea Constituyente altoperuana, “porque esto habría sido dar un terrible ataque a los derechos de la Nación Argentina e infringir el de gentes, reconocido hasta hoy en la América antes española… Si se reuniese esta asamblea se daría a los pueblos todos un funesto ejemplo, que vendría a debilitar la asociación y a fomentar la anarquía…” Clarito como el agua, y para tener en cuenta para todo lo que vino después, tanto en la historia argentina, como sobre todo, en la boliviana.
Ahora bien: quizás por cargo de consciencia, Bolívar (y Sucre, sobre todo) reconoce como argentinos dos territorios de la entonces Bolivia: el Departamento de Antofagasta (actual Chile), que desde 1817 era parte de la provincia de Salta, y Tarija, que también formaba parte de Salta, aun en contra de la voluntad de gran parte de sus pobladores, que siguen teniendo como fechas patrias el 20 de junio, el 9 de julio y el 6 de agosto (día nacional boliviano), y enarbolan las dos banderas y usan las dos escarapelas.
Mariscal Sucre, el idéologo de Bolivia independiente.La comunicación de Sucre a Arenales (gobernador de Salta) de febrero de 1825, utilizando el criterio del uti possidetis, es elocuente al respecto:
“Desde mui atras yo tuve dudas sobre esa provincia y dejé de convocarla en la Asamblea General para tomar mejores informes, porque no hai derecho para hacerla corresponder á Potosí por una resolucion mia si ella era de Salta en 1810. La pertenencia de Tarija en aquella época de la revolucion debe de servir de guia en el caso”.
Insert: La Real Cédula del 17 de febrero de 1807, que incorpora Tarija a Salta:
El Rey — Gobernador-intendente de la Provincia de Potosí. —
Para el mayor bien y felicidad de mis vasallos de, Salta del Tucuman, he tenido á bien mandar, á consulta de mi Consejo de las Indias de diez y nueve de octubre del año de mil ochocientos cinco, se erija un nuevo Obispado, cuya capital sea la de aquella Provincia, asignando á la nueva diócesis, entre otros territorios, todo el partido de Tarija de esa Intendencia, cuyo partido he mandado se ponga bajo la jurisdiccion del nuevo Obispo de Salta, y de su Intendencia, separándole de la de Potosí, como se previene respectivamente en cédula de esta fecha. Lo que os participo para que tengan entendido quedar sugeto dicho partido á la jurisdiccion de la Intendencia de Salta, que hasta ahora ha pertenecido á la nuestra, haciendo por este medio mas útiles los derechos de aquel Intendente, por su inmediacion al Chaco y sus Reducciones. En consecuencia le facilitareis y remitireis como muy particularmente os lo mando, los autos, documentos y papeles que existen en nuestro archivo respectivos al citado partido de Tarija así en lo gubernativo, como en lo contencioso, sin permitir se pongan embarazos, ó reparos que dificulten, ó dilaten la remision de todos los que sean necesarios para su gobierno, contribuyendo vos por vuestra parte á que tenga el mas cumplido efecto esta mi real resolucion, por ser asi mi voluntad.
Fecho en el Pardo, á diez y siete de febrero de mil ochocientos siete. — Yo el Rey — Por mandato del Rey nuestro señor — Silvestre Collar —
Bolívar instruye a Sucre para la devolución de Tarija a la Argentina el 17 de noviembre de 1825, y la ciudad de San Bernardo de Tarija es entregada al comisionado argentino Ciriaco Díaz Vélez en marzo de 1826. El 30 de noviembre de 1826 el Congreso Constituyente argentino constituye de Tarija una provincia independiente de Salta, con un territorio muy extenso, de 183.126 km2, que englobaba también a Chichas y a Lípez.
Tarija, en violeta, una provincia fundadora de la Argentina.
La insidiosa influencia de agentes altoperuanos en la administración tarijeña, sumada a tropas bolivianas acantonadas en las cercanías y a la debilidad argentina por la guerra con el Brasil por la Banda Oriental, determinan que luego Sucre traicionara el mandato de Bolívar e incorporara Tarija al país creado a su medida.
Hacia el presente, las consecuencias de esa actitud (y de la claudicación definitiva en 1889, ya que la Constitución Argentina de 1853 dejó en claro que consideraba a Tarija como una de “las Provincias que componen” a la Nación Argentina) son las siguientes: se pierde la salida al Pacífico y se pierden las enormes reservas de gas natural de Tarija.
Pero claro, el unitarismo sólo pensaba en el modelo francés de nación, y en la inconveniencia de seguir sumando indígenas a la europea población argentina.
De modo que Bolivia resulta en un rejunte peligroso, desde el principio.
Primero, porque su unidad territorial menor incrementa las desaveniencias entre los diversos grupos étnico-sociales que componen su sociedad: los blancos de origen europeo, los mestizos o cholos, los aymaras, los collas, los guaraníes del llano, los chiriguanos y tobas de la zona cercana al Pilcomayo...
Históricamente, los blancos tuvieron como misión, además de aprovecharse de todos los indios mediante la servidumbre, evitar los conflictos raciales y el potencial genocidio de los aymaras hacia los collas.
Pero el núcleo "oligárquico" blanco quedó muy debilitado con la independencia, en número y en medios, con lo cual se abroqueló y generó una estratificación muy negativa, y antirrepublicana, por miedo a ser eliminado por los indígenas. Para dar una idea del drama boliviano, en 1854 su población se calculaba en 2.300.000 habitantes, y 30 años después en 1.400.000 habitantes, de los cuales los blancos de origen europeo representaban un tercio de la población, según la Enciclopedia catalana Montaner y Simón de 1889.

Hoy mismo, en Argentina somos testigos del fracaso del proyecto boliviano, con una colectividad de esa nacionalidad que supera los dos millones de habitantes. Sin detenernos demasiado en el asunto, hablemos del destino de una de las regiones que por derecho e historia debió ser argentina: Chichas. Desde 1992 a la actualidad su población se redujo en más de un 19% por la constante emigración hacia Argentina. Un modelo progresista serio conduciría a tomar el control sobre el territorio en cuestión, a través de tratados de cooperación e inversión directa, y fomentar la radicación de los emigrados en su terruño natal (ver el post “Un ejemplo”, del 9 de septiembre, en este mismo sitio).
Otra cosa hubiera sucedido si Bolivia formaba parte de la Argentina, tal como era su natural destino. Cuando los españoles planificaron la administración territorial, nunca se les ocurrió crear un "Virreinato del Alto Perú"; ni siquiera hacer depender las provincias altoperuanas del Perú. Téngase en cuenta que Juan Martín de Pueyrredón, nombrado por la Junta Grande Presidente de la Audiencia de Charcas, en solmene acto en las ruinas de Tiahuanacu, anula el sistema de castas y declara la igualdad de razas, a la par que dispone el envío de representantes indios y blancos de cada intendencia al Congreso General de Buenos Aires. Éste es el único acto político realmente innovador en la historia altoperuana, de modo tal, que puede bien considerarse al engendro boliviano independiente como una respuesta reaccionaria a favor del orden segregacionista (de uno u otro signo, como lo demuestra la política reaccionaria actual).
Cautiva de una dialéctica que trasciende el curso de los siglos, la actual Bolivia vuelve a demostrarse reaccionaria con un intento segregacionista y suprematista de signo opuesto, y sólo un orden político superador puede sacarla de este pantanal de retroceso.
Dice al respecto, con elocuencia, Andrés Juan Martinelli, en La Argentina en el Océano Pacífico, Depalma, Buenos Aires, 1978: “El antiguo territorio virreinal se proyectó durante diez años en el acontecer de las Provincias Unidas del Río de la Plata, hasta que factores internos y razones económicas quebraron esta unión en cuatro países independientes entre sí que aún hoy están en búsqueda de su destino, y que tal vez sea logrado retornando a la vieja integración en términos de presente y futuro…” (pág. 34).
De modo que, este rejunte, no obedece ni a causas étnicas (que nuestro miope etnocentrismo considera, ya que no sabemos distinguir la profunda cisura y distancia cultural que hay entre todos los grupos étnicos originarios) ni a causas políticas, sino al capricho de un lugarteniente demasiado poderoso, que al dejar el poder, dejó también un caos detrás de él.
Ya para empezar, la cosa no surge muy republicana que digamos. Bolívar le dicta la constitución desde el puerto de Lima, a punto de volverse a Colombia. A Sucre se lo erige como Presidente vitalicio, pero un balazo propinado por los “antivitalicios” lo obliga a partir, a menos de dos años de haber asumido. En medio de continuos golpes de Estado, tiene el artificio político de Bolivia un pequeño solaz con el gobierno del Mariscal Andrés Santa Cruz (que había sido realista en la época de la guerra de Independencia), que intentó darle un destino como nación, una viabilidad, al rejunte, pero que por apresurado y ambicioso, dejó las cosas aún en peor sitio que donde las encontró.

Mariscal Andrés Santa Cruz
Luego se suceden en Bolivia gobiernos dictatoriales, comandados por jefesuchos y tiranuelos sin representatividad, sustentados en cierta fuerza militar, que se van derrocando y/o asesinando unos a otros, al punto de que hay más de un cuarto de siglo de historia boliviana en que no pueden determinarse claramente los que fueron "presidentes".
Parte de ese período es genialmente contada por Pierre Drieu La Rochelle en el inmortal libro El Hombre a Caballo, en el cual relata las peripecias de un oscuro teniente de caballería que llega al poder con un golpe sin participación popular, contra un dictador al que pocos bolivianos conocían, y así sucesivamente.
La conclusión más llamativa de esa obra es que el pueblo boliviano, de natural pacífico, trabajador, sacrificado, sumiso, cada 60 años despierta en una furia incontenible, que lleva los episodios de guerra civil y linchamientos incluso hasta el canibalismo.
Es evidente que esos ciclos, en la decadencia latinoamericana general, se han acelerado. El anterior a éste fue paralelo a la dimisión de Gonzálo Sánchez de Losada en 2003 (que había tenido en los ‘90 por vice al dirigente aymara Víctor Hugo Cárdenas, lo que también desmiente una suerte de arribo “histórico” al poder de un indígena, de parte del mestizo Evo Morales), hace unos añitos apenas, y el anterior a ése fue el linchamiento del Presidente Gualberto Villaroel en julio de 1946 en La Paz (ahí sí se cumpliría, años más años menos, la regla de los 60 años).
En el caso de la revuelta contra Sánchez de Losada, no hay que olvidar la oportunista participación del MAS de Evo Morales junto a junto a la Confederación de Trabajadores Campesinos y el Movimiento Indígena (en realidad, indigenista, si no quiere entrarse en consideraciones de segregación racial) Pachakuti, arrojando nafta a un fuego de rebelión que necesitaba de la templanza de las fuerzas políticas para su apaciguamiento. El que escupe al cielo…
En mi opinión, hay algunos asuntos relevantes:
a) Bolivia es un país paupérrimo, en el cual las condiciones de vida son africanas; su deterioro proviene, antes, de esa emancipación antinatural comandada por Sucre, que de su pasado colonial.
b) Pese a ello, los bolivianos se destacan por ser un pueblo trabajador y abnegado, sacrificado y sumiso hasta la exasperación, que no pide mucho, con lo que la "espiral de expectativas" de las democracias occidentales todavía no le ha llegado. Eso da a un dirigente bienintencionado un plafón inigualable para iniciar reformas progresivas y mejoras paulatinas, sin estar conminado por la urgencia, lo que por tanto puede alejarlo de la demagogia. Ya en el pasado el nacionalista revolucionario Víctor Paz Estenssoro había realizado una profunda reforma agraria, eliminando latifundios y repartiendo muchas tierras entre los indígenas, había consolidado la nacionalización y monopolio sobre el estaño y concesionado el petróleo, situaciones que no generaron enfrentamientos de ninguna índole. Es más, le valieron tres elecciones como presidente (1952, 1960 y 1964, aunque naturalmente en la última fue derrocado por un golpe de Estado) y su vice lo sucedió en 1956, protagonizando más de 12 años de paz y armonía en la convulsionada república. A mediados de la década del ’80, nuevamente convocado para hacer frente a una hiperinflación del 27.000% anual, adoptó medidas económicas que pusieron freno al desastre, y que sirvieron de modelo al resto de Latinoamérica.
Víctor Paz Estenssoro c) Por el contrario, esa situación de partida, en la que todo está por hacerse con un pueblo tranquilo y con moderadas aspiraciones, da a un dirigente condicionado por la ideología, y más si esa ideología parte de usufructuar el resentimiento y el conflicto social, una base potencialmente explosiva, que puede encenderse en violencia desatada con cualquier excusa, que lejanamente se emparienta con alguna política concreta. Porque no puede responderse a una situación de dominación preexistente con otra situación de dominación de signo opuesto. Ésa es a estas alturas una de las lecciones más claras de la política, que el presidente boliviano parece desconocer.
d) A ello hay que agregar un alineamiento total de ese dirigente con una nación entrometida, que a través de cuantiosos petrodólares quiere dictar la política continental, más por impostura y divertimento que por convicción y plan estratégico; pero siempre desde la ignorancia del que está lejos y del que no comprende. Paradójicamente (o no tanto, como hemos visto respecto de Bolivia), a esa tendencia se le llama "bolivarismo".

e) El separatismo en Bolivia está ínsito en su concepto de "rejunte". No hay un origen común, una auténtica pertenencia histórica natural, porque Bolivia es un engendro artificial creado en un escritorio. Sin embargo, ese separatismo no adquiere los ribetes "racistas" que el progresismo le quiere adjudicar, sino que, al contrario, clama desesperadamente por un antirracismo: convoca a todos los bolivianos a sentirse mestizos como la mayor parte de los latinoamericanos; es decir, una mezcla que iguala y hermana, que supera la anacrónica querella de cowboys e indios. Recuerda a Evo que es "Morales" y no Mamani, por ejemplo. Evo es aymara, y como tal, miembro de la etnia indígena dominante, que siempre ha oprimido a los collas, y que ha llevado a éstos a apoyar el dominio europeo en otros tiempos como "mal menor". Lo que se aprecia, por el contrario, es una política racista cada vez más violenta de parte de esa facción apoyada por la fuerza gubernamental.
f) Entretanto, Brasil, excusado de cualquier deber histórico hacia Bolivia, a la cual ha contribuido a desmembrar, comprándole crapulosamente en el pasado (1904) el territorio de Acre (355.242 km2, más grande que la Provincia de Buenos Aires), luego de la guerra del caucho, seguramente está jugando, a través de su diplomacia e inteligencia, un papel disgregador, llevando agua para su molino. No debiera extrañarnos que en unas décadas nos encontremos con que Santa Cruz es brasileña. Por lo pronto, la mayor parte de su clase económica predominante es filo-brasilera. Hacia esa Embajada, y no la inefable y providencial Embassy, debería mirar el gobierno boliviano, que se encuentra confundido en la improvisación y los esquemas maniqueos setentistas.
g) Argentina, con su actual dirigencia, que ha dado la espalda a la política internacional (que según Perón y tantos otros, es a partir de donde se construye una nación), que se ha aislado, se ha peleado con medio mundo por cuestiones triviales, que ha desarmado cualquier política estratégica; se encuentra hacia un deber, una misión histórica, para con su hermanita perdida (por lo menos, hacia Tarija). Sin embargo, cautiva desde lo político, lo económico y desde otros lugares inconfesables, de la agenda que le marca su jefe de Caracas, se queda quieta y expectante, contemplando cómo, una vez más, le pasa el tren de la historia por delante.
Como dije al principio, este país condenado al éxito, tiene muy mala suerte con sus gobernantes.

PS: De EE.UU. no hablo, porque me parece absurda la retrógrada invocación al "Cuco" para tratar de evadirse de los problemas generados por uno mismo.
Me recuerda un poco a un artículo que leí hace poco de un hondureño chavista, que decía que la alianza bolivariana había tomado un vuelo definitorio con la incorporación de Honduras al ALBA, saliendo de la esfera de dominación de los EE.UU.
Si los españoles vendían espejitos de colores, queda claro que Chávez es un excelente vendedor de espejismos.