jueves, 29 de diciembre de 2011

Karma


Tanto se habla del karma, que uno se ve necesitado de hacer un aporte testimonial, que radicará en una anécdota pequeña, nimia, pero que resalta por su ejemplaridad, la que por otra parte resulta adunada por el funcionamiento casi mecánico del sistema de balance universal: inmediato, inevitable, proporcional, cuando no simétrico.

Resulta que en la noche de ayer, casi 22 horas, voy con mi hermano a hacer una compra de emergencia al supermercado chino más cercano. Se hacía necesario agregar dos vinos espumantes (que si son de Champagne, se llaman “champagnes”, y si son de España se les dice “cavas”) a los que se enfriaban ya en la heladera, habida cuenta que a las razones de siempre para brindar se sumaba que mi hermano había ganado un concurso muy importante en el sistema de salud pública, obteniendo al efecto puntaje perfecto en el examen. Pavada de hermano tiene uno por ahí, y henchido de orgullo de primogénito bajé de las estanterías las dos más primorosas: un brut rosé y un brut nature.

Nos dirigimos a la única caja que estaba abierta, en donde, mientras una persona descargaba sus productos, otra (un señor con un cochecito con un niño) esperaba su turno, y dos pibes más atrás también. O sea, había tres compradores adelante.

En un momento, al señor con el cochecito que estaba en segundo lugar, se le sumó una señora algo nerviosa hablando fuerte, lamentándose de que la fiambrería ya hubiera cerrado, y trayendo una canasta de plástico llena de productos alimenticios con apariencia de ésos que son “para salir del paso”.



De inmediato, la otra empleada china que estaba acomodando las verduras, para apresurar el ritmo de atención, y habida cuenta de la hora de cierre, procedió a abrir una segunda caja. Los muchachos que estaban en tercer lugar, a continuación del matrimonio de la señora nerviosa, se fueron hacia esa nueva boca de atención, con los dos o tres artículos que tenían en la mano (a las 22 hs., generalmente todos van al mercadito chino a comprar un par de cositas que necesitan, con lo que el asunto se hace bastante rápido).

Mientras en una caja la china de las verduras atendía a los muchachos, en la otra (la primigenia) se demoraba el proceso de cobro por motivos desconocidos. Supongo que quien estaba comprando tuvo la ocurrencia de pagar con tarjeta de débito. La señora nerviosa comenzó a apretarse contra la señora que presumiblemente pagó con tarjeta de débito, para mostrarle su apuro con el aliento en la nuca, mientras comenzaba a descargar sus comestibles sobre el mostrador de la caja.

En tanto, los muchachos, habiendo terminado con su menester, se alejaban de la segunda caja, que quedaba despejada. Al percibir esa situación, yo miré a la señora nerviosa que me precedía y que se encontraba enfrascada en presionar a la señora de la tarjeta de débito para que finiquite su parsimoniosa compra y, esperando todavía algunos segundos, me dirigí a la caja que había quedado vacía. De repente, una voz chillona y subida de tono me paró en seco:

—¡A dónde vas! Yo estaba primero.

—Usted —yo no tuteo a la gente que no conozco— está esperando en la otra caja…

—No, yo estoy esperando para ambas cajas. La cola es como una y griega. La primera que se desocupa es para el que está esperando primero.

—Así que la cola es una y griega… Primera vez que lo escucho en un supermercado.

—Sí, la cola es una y griega, y vos sos un irrespetuoso.

—Bueno, no sea peleadora. De todos modos, la iba a dejar pasar si me lo pedía.

—Yo no soy peleadora, y no te voy a pedir nada si yo estoy primera, ¡estúpido!

Dicho esto, impetuosa agarró la canasta y sus comestibles apoyados en la primera caja y cruzó el pasillo hacia la segunda caja de la china verdulera, mientras el marido que asía el cochecito miraba el techo con esa expresión inanimada y silenciosamente sufriente de los santos de las iglesias.

Poco tiempo después, la señora de la tarjeta terminó de firmar el papelito y se retiró, dejando la caja original disponible. Yo me adelanté, todavía masticando el insulto, porque por más que ya he ingresando a una senda metafísico-aristocrática algo zen en mis propósitos, sigo conservando un acendrado orgullo occidental-competitivo, que instintivamente me compele a apropiarme de la última palabra. Pero me sofrené, conté hasta diez, y con la mejor sonrisa me dirigí a la empleada china, para que me cobrara mis dos botellas de espumante y cinco botellas de agua mineral que también llevaba aprovechando la compañía de mi hermano.



No miré hacia atrás, pero intuí alguna mirada de soslayo de la nerviosa compradora de la caja vecina. Advertí por unos segundos un denodado afán de su parte por despachar primero su trámite y salir antes que yo del mercadito. Tal vez sólo impresión personal. Pero lo cierto es que en ese momento pude ver que a la derecha de mi mano derecha había una bolsa con ciruelas, una caja de puré de tomate y algún producto comestible más, que en el empecinamiento agresivo por cruzarse de caja, dejó allí olvidados.

La china que a mí me atendía, y que evidencia una inmigración muy reciente, le advirtió a su compañera, la verdulera, en chino, de esa circunstancia. Y la verdulera intentó en vano detenerla a la señora nerviosa, cuando en un veloz movimiento de mawashi-geri (o tal vez de unsu, para entendidos), recibía su vuelto y con el marido sufriente y el cochecito a cuestas, en un santiamén daba la vuelta y escapaba rauda por la puerta de calle.



Pensé por un segundo, para fortalecer mi propio karma, en salir a la calle y advertirle del olvido, que probablemente sería crucial para la preparación de su cena tan tardía como improvisada. Pero, después de todo, un occidental que se sumerge en una cascada metafísica de budismo zen sigue siendo, aun mojado por fuera, un occidental porteño y jodido. Así que terminé de realizar mi compra, lentamente salí en compañía de mi querido hermano por la puerta, miré hacia ambos lados de la cuadra para constatar que la señora nerviosa y su séquito ya no tuvieran oportunidad de regresar, y mientras detrás de nosotros las persianas metálicas empezaban a bajar, me invadió ese beneplácito ligeramente maligno, marcadamente occidental, típicamente porteño, ciertamente jodido, del que todos nos avergonzamos cuando hablamos del karma.



lunes, 19 de diciembre de 2011

Mitos

En honor, sobre todo y por siempre, al mito más hermoso, el mito de la libertad.

El mito es una intuición prerracional, un reconocimiento de la incapacidad movilizadora de la razón como fuente de los impulsos humanos, un postulado apriorístico que, con el avance de la neurociencia, ha demostrado su verdad: la razón aparece siempre detrás de la acción, justificándola, llenándola de sentido –racional-, creando en el sujeto la ilusión del autocontrol, de la autodeterminación. No hay nada más perturbador ni más sombrío que la certeza de nuestras limitaciones en punto a nuestro tiempo, nuestro espacio, nuestra circunstancia y nuestro destino. A ese hallazgo llegó Sorel a partir de Marx y de Bergson. Apoyándose en el segundo, y revisando al primero, con esa obsesión meticulosa nacida de su firme pertenencia marxista original, enfrentada a una condición constitutiva de su más íntimo ser: la necesidad de ser sincero y verosímil, de ajustar el viejo esquema de mediados del siglo XIX a la realidad dinámica y arrasadora de la Europa de la primera mitad del siglo XX.



De ese viejo esquema, como de las capas de la cebolla, fue desembarazándose el pensador de Cherburgo principiando por los postulados económicos. La llamada “teoría económica marxista”, hija ingenua, esquemática y tal vez demasiado ortodoxa de las vetustas concepciones manchesterianas, de la utopía del mercado puro a la cual la utopía comunista refleja casi con la fidelidad de un bruñido espejo. Liberada la cebolla de esa primera capa, poco tiempo podía esperar la segunda para seguirla en el sumidero de esa cocina en frenético trabajo de reelaboración teórica. Me refiero al economicismo marxista. Al materialismo dialéctico, tan calculador y elemental, que poco tenía que ver con la pasión revolucionaria que desde la actividad sindical encendía las calles y las mentes en esas primera y segunda décadas del vigésimo siglo. Mientras los ojos empezaban a enrojecerse en el despanzurramiento de la cebolla, de ese marxismo revisado, tras todas las capas desechadas, no quedaba ya más que un diminuto núcleo de potencialidad explosiva: el mito de la lucha de clases. Y como mito, debía encender los corazones, con la fuerza que Hölderlin atribuía a los dioses de antaño.

Al no haber ya más lastre racional (y por tanto, esencialmente falaz e hipócrita), la intuición es predisposición a la acción, y la acción es reveladora de verdad. A más de algo peronista, diría Evola que hay algo profundamente medieval en todo eso. Esa visión mítica y metafísica del trabajador como la nueva figura epocal en los términos del primer Jünger, se acerca ciertamente más al caballero andante que a cualquier otro arquetipo. Y completando la idea, la visión mítica y metafísica que del sindicato tiene el sindicalismo revolucionario de Sorel y Lagardelle se emparienta antes con las órdenes ascético-caballerescas medievales que con cualquier organización más reciente, sea ella alguna corporación comercial, alguna hansa, o una cámara empresaria, una bolsa de comercio, o incluso un trust transparente o secreto.



Hace ya mucho que en el ámbito universitario público no hay mucho para elegir, en términos de pluralidad de orientaciones ideológicas. Se debe confiar en la capacidad crítica y en la inteligencia de los estudiantes, en aquel aguijón de rebeldía que suele acicatear a quienes se hartan de la unanimidad activa y vigilante. Será por ello que son pocos, y en tanto pocos, buenos, los que van generando un criterio propio, al margen de la ideología hegemónica que domina desde el CBC, sobre todo, a las Humanidades.



En el reducto de Marcelo T. de Alvear 2.230, siempre enchastrado, empapelado, grafiteado, pintados sus ventiluces con aerosol… Plástica popular para el Cortázar paseandero del París de los ‘60, y bastante alejada de la plástica popular de un Berni, un Guttero, un Spilimbergo (para la suerte de nosotros, los criollos de acá lejos), por ejemplo; y cuya poética popular, siguiendo con el piadoso eufemismo, se repite en unos escuetos versos tan rancios en su modernismo cuanto predecibles en su vehemencia, en los objetivos de sus invectivas, en las proclamas evangélicas evangelizadoras… No hay nada más gracioso y patético a la vez, que lo moderno que envejece, una pendeviejada de carmela y peluquín. En el reducto de Marcelo T. al dosmildoscientos, decía, puede que haya libertad de cátedra, pero no libertad de cátedras, como el chiste de las tres peras.


Alfredo Guttero, Feria, 1929.

Comenzando la carrera de Sociología, por ejemplo, uno se encontraba con una sola opción para la materia Filosofía: Cátedra Rubén Dri, un ex sacerdote del Tercer Mundo que, compromiso va, compromiso viene, decidió finalmente dejar los hábitos, en lugar de arremangárselos un poquito, y en los tiempos de ocio entre libro y libro, “hacer hablar a la boca del fusil” (preferiblemente, del fusil de los otros), fuente de toda verdad y justicia para la monada universitaria inquieta de los ’70. Cuando yo lo conocí, seguía pareciendo un sacerdote, con sus lentes culo de botella que le disminuían los ojitos al tamaño de una lenteja, mientras vestía un eterno pulóver azul marino, una camisa gris o a cuadros que de su cuello redondo asomaba, un pantalón gris de vestir y franciscanas de cuero marrón con medias azules de strech.

En Sociología General, la otra materia obligatoria e ineludible al ingresar, ya que de ella dependen todas las correlatividades, había dos cátedras, pero no competían en el mismo segmento horario. En resumidas cuentas, si uno laburaba, tenía que elegir la de Lucas Rubinich. Me acuerdo que allí, en carácter de Jefe de Trabajos Prácticos, daba clases, en todo lo referido al marxismo, el Lic. Christian Castillo, últimamente candidato a Vicepresidente de la Nación por el Partido Obrero. En ese momento, muchos años más joven que ahora, se parecía al Muñeco Gallardo. Ahora, por lo que he visto en afiches y en la tele, tiene más pinta de Jairo. En verdad, el Partido Obrero resulta una usina de la docencia plural argentina, y en particular, en la Facultad de Sociales. No olvidemos que Pablo Rieznik, un importante referente de ese espacio, monopoliza en el mismo ámbito la cátedra de Economía. Lo cierto es que el joven Christian se autoadjudicaba el carácter de “marxista marxiólogo, experto en Economía Marxista”. Por ese entonces, teniendo yo ya 7 años de educación universitaria pública sobre el lomo, y 2 años de docencia en el mismo ámbito (y dando clases sobre temas en los que la doctrina marxista estaba siempre presente, tanto en bibliografía como en debates y ponencias), era la primera vez que escuchaba algo así como “Economía Marxista”. Algo así como un oxímoron. Sin desmerecer, naturalmente, entendía que la economía era sencillamente economía, es decir, una disciplina humana con pretensiones cientificistas, con unos 2 siglos de existencia, y que en la óptica sociológica marxista las diversas formas de organización social eran estudiadas bajo su lupa, más allá de su morfología. De hecho, siempre me pareció que el marxismo (al menos, el político) postulaba, dentro de su utopía emancipadora del individuo, la supresión de la economía a través de la gestión totalizada, centralizada y planificada, supresión que en su lógica conduciría al fin de la conflictividad social. Una sociedad sin clases es una sociedad sin necesitados y por tanto, sin necesidades a las que atender económicamente.


Jacques Gouverneur nos enseña, con sólo postular el título de su libro, que el marxismo es, como teoría económica, un análisis económico de la economía capitalista. El Seminario Latinoamericano de Economía Marxista realizado en la Universidad Bolivariana de Venezuela (picar en la imagen para ampliar) aborda un tema, el tema central, el gran y único tema para el análisis económico marxista: "Crisis capitalista: causas y consecuencias".

Recuerdo un pibe en la cátedra de Filosofía de Rubén Dri, que tenía que hablar (bien) de la razón cartesiana, como soporte de las ulteriores razones kantiana y hegeliana… hasta llegar, claro está, a la suprema razón marxista, que es aquella que Sorel tiró al sumidero cuando decidió salvar algo de aquel vetusto legado museológico (pobre Sorel, el único revolucionario leal a un esqueleto que los políticos abandonaban, el único revolucionario que quedaba en un mundo occidental que se iba haciendo cínico y reformista, preludio de tantos Zapateros sin zapatos). El pibe, un honesto auxiliar docente, arrancó con esa consideración tan cronocéntrica de la modernidad, que abarca con un galicismo (el ancien régime) 5.000 años de historia del hombre, una somera introducción que, para la Sociología que nos provee la educación pública, no debe insumir más de 20 minutos. Entonces habló de los mitos, en el sentido más convencional del término. O sea, como leyendas e imágenes conceptuales de las antiguas religiones. Pero como estábamos en Filosofía, y la filosofía es dialéctica al menos desde Sócrates, yo me permití respetuosamente intervenir, para señalarle que aun la modernidad y el racionalismo (y sobre todo, la modernidad y el racionalismo) están soportados sobre la figura del mito. Y ejemplifiqué con los dos primeros fenómenos que se me vinieron a la mente: la ciencia como esperanza soteriológica de la humanidad, como patrón de verdad y por tanto como Deus ex machina neutral e infalible; y la lucha de clases… Para qué. Una joven desde la otra punta del aula me increpó con una voz tan estridente cuanto indignada: “¿Cómo decís que la lucha de clases es un mito?”. Enseguida, un coro de rumores aprobatorios de su valiente intervención. Y mi respuesta, tal vez demasiado piadosa, que intentaba explicar lo evidente. O sea, que la lucha de clases es un mito porque constituye un sistema ideal y apriorístico de acción política, nunca una situación empíricamente demostrable en cualquier ámbito, lugar o tiempo. La cancha de fútbol, las tribus musicales, o la eficacia convocante de los nacionalismos (incluso del estalinismo, que debió apelar a la figura nacional y patriótica de la Madre Rusia en los momentos más aciagos para movilizar a su pueblo… ni qué hablar de nuestro socialismo nacional) vienen a patentizar esa verdad. Pero ya no había lugar para el diálogo. La pregunta que formuló la joven era retórica. No pedía explicaciones, sino que daba pie a una rebelión patotera. Enseguida el diálogo se trasladó a una presunta interna dentro de ese grupo, entre “radicales y moderados”: “-Bueno, tranquilizate, es un gorila forro boludo, que quiere provocar”. “-¡Qué me voy a tranquilizar! ¿No ves que es un hijo de puta? ¿Qué hace acá?”.

Pluralismo, universidad pública, libertad de cátedra… En medio del alboroto, el docente auxiliar, entre las exclamaciones de odio y anatema, se encontraba en mis ojos y reconocía la naturalidad inocente del concepto apuntado, lejos, en un mundo medianamente racional, de cualquier intención polemógena. Las aspiraciones explícitas de la cátedra eran liberales en cuanto a favorecer, incluso propiciar, el intercambio irrestricto de las ideas (supongo), pero la imposición dogmática de “las bases” impedía a los profesores, presas del “consenso”, la “legitimación horizontal” y la “reversión autoritaria”, garantizar esa “libertad de cátedra”… Recuerdos de gobiernos débiles o cómplices (a efectos de sus resultados, tal o cual son lo mismo) frente a los terrorismos, sobre todo cuando los atentados casualmente sirvieron para desembarazarse de algunos oponentes incómodos. En el terreno de las ambigüedades, de las medias tintas, de la clandestinidad y las falsas banderas, o sea en el río revuelto, lo más sensato es mirar el panorama de las lanchas que regresan a puerto, y advertir cuáles vienen atiborradas de pescados. Cuáles son los pescadores que ganaron con el tole tole.


Disfrazados de obreros. "La ridiculez también es revolucionaria".

En fin, yo por esa época trabajaba en dos lugares distintos a la vez, y daba clases en otra facultad de la misma universidad (que al estar más vinculada al mercado del trabajo, tal vez fuera considerada por estos niños de clase media mantenidos, como más reaccionaria y oligárquica), además de prestar en ese marco ciertos servicios profesionales gratuitos para las personas sin recursos. En todos esos ámbitos, por una cuestión de respeto y responsabilidad, tenía que vestirme como un profesional universitario. Tenía que comportarme como tal, tenía que saludar con corrección, ceder el asiento, abrir la puerta del ascensor a las damas, mantener la mesura y el respeto al otro, por más que la situación no implicara reciprocidad. No está en el juramento que se hace al recibir el diploma. No está demasiado claro en los plexos normativos de ética profesional. Pero las obligaciones más interesantes y venerables son aquéllas que uno se impone a sí mismo porque cree que son correctas. Como ha dicho Alain de Benoist alguna vez, sólo es libre aquél que aprende a ser señor de sí mismo.

En esas condiciones, era muy difícil concurrir de noche, cansado luego de arduo trajín, a un ámbito en el que la borregada cursaba con pantalón de jogging cortado a media canilla, zapatillas de lona, polerones apolillados o canguros con la chala verde en el pecho, que fumaba en clase, con las patas sobre el respaldo del asiento de adelante, y que lo detectaba a uno como la jauría al cordero, lo miraba con los ojos inyectados de furia, y estaba al salto de cualquier gesto, el que desde ya, antes de ser, era censurado a partir del prejuicio. Una borregada sostenida por los papis (en ningún laburo hubieran admitido la facha con que iban a la facu), que se llenaba la boca con las viejas consignas del trabajador explotado, la alienación de aquél que vende su fuerza laboral, etc., en un mundo que encima estaba yendo en el rumbo de la maquinización y tecnificación intensivas… un mundo concebido a partir de la condena bíblica del “ganarás tu pan con el sudor de la frente”, y por tanto un mundo que para liberar al hombre de su carga, progresivamente expulsa la fuerza laboral sencillamente porque ya no la necesita, porque el descanso, el entretenimiento y el consumo, son salud.



En fin, así como el mundo expulsa al hombre del trabajo en procura de la automatización, así terminé yo saliendo de Sociales, para favorecer el bálsamo pacifista de la unanimidad ideológica y militante. Terminando primero, y con la máxima calificación, las materias que había empezado (y llevándome una nutrida bibliografía para seguir con aquello desde la autodidáctica y el disfrute solitario). Sin una violencia explícita y acuciante, claro está. Es más, sin que esa violencia generara en uno algo más allá de la diversión. Pero es incómodo, convengamos, ir a un lugar en donde todos te miran feo, todos putean antes de escuchar tus argumentos, los asientos están sucios y rotos, las paredes y los pasillos también, hay olores y vahos, y colas eternas para fotocopias, y tantas cosas que ya uno no soporta. Probablemente en realidad, uno ya se estuviera volviendo burgués. Consecuencias no deseadas (¿o sí?) del ingreso pleno al mundo del trabajo. Y entonces ya no tuviera paciencia para bancarse (otra vez) las folklóricas vejaciones de la “universidad para todos”. Sobre todo para morderse la lengua, tomar apuntes y dejar pasar una, dos, tres, cien, mil, todas, haciendo íntima objeción de conciencia, estableciendo la frontera del cuerpo y del silencio como el único y último baluarte de libertad.





Muchos Mitos, Las Pelotas con el inolvidable Alejandro Sokol.




lunes, 12 de diciembre de 2011

Educasión moderna

Primero sacaron el bléiser azul, la corbata y el pantalón de sarga gris (a los 15 días era una competencia de marcas de blue jeans, chombas y camisas sports, o remeras estampadas con ocurrentes frases en inglés o transformaciones graciosas de marcas famosas; y ¡guay del que repitiera pilcha con menos de 10 días de diferencia!). Luego sacaron las calificaciones numéricas, y dejaron un sistema conceptual en el que sólo se "alcanzaban" o se "superaban" los "objetivos propuestos". Lo menos diferenciante posible. Es más, visto ahora a la distancia, sorprende que no quedara el sistema limitado a un "democrático" alcanzó o no alcanzó. Después sacaron el Latín, porque era demasiado difícil para los chicos, que debían emplear dos vetustos mecanismos de la mente: la memoria y la lógica, hoy día superadas por las virtudes de la informática y las comunicaciones. Además, el Latín ya no se habla ni en las iglesias, es una lengua muerta. Entonces, ¿para qué sirve? ¿Poner algún otro idioma de reemplazo, por ejemplo? Noooo, mirá si los chicos se confunden, y en vez de responder "yes" responden "oui". Mejor, simplifiquemos la grilla de materias, para que los pobrecitos "alcancen" los objetivos propuestos con mayor facilidad. Cada chico que repite es un fracaso de la institución. Para que la institución "alcance sus propios objetivos propuestos" debe asegurarse de que ninguno, ninguno, pero ninguno, ¿eh?, repita el año. Por esas miserias de la vida, y porque los chicos son así de rebeldes, como ya no podían repetir, y nadie les daba la más mínima bola tampoco a nivel disciplinario (porque se sacaron las amonestaciones, resabios nazifascistas-estalinistas de las más cruentas dictaduras), empezaron a faltar, a quedarse libres, a aumentar la deserción escolar. Entonces repetían el año, pero sólo porque al año siguiente debían volver a inscribirse en el mismo en el que desertaron. Cada chico que se va de la escuela es un fracaso de la institución. Para que la institución alcance sus propios objetivos propuestos debe asegurarse de que ninguno, ninguno, pero ninguno, ¿eh?, deje de venir a la escuela. Que vengan borrachos, drogados, armados, que lleguen a las 11 de la mañana, que se vayan media hora después de dar el presente... pero que den el presente, siempre, o muchas veces, algunas veces... o al menos 2 veces al mes. Con eso basta para no perder la regularidad. Para no perder los subsidios. Para no perder en las estadísticas, lid en la que venimos invictos. Porque Argentina es el país más alfabetizado del mundo. Y si no del mundo, de Latinoamérica, que es nuestro pequeño marco de referencia desde un tiempo a esta parte. Y si no de Latinoamérica, del Cono Sur. Y si tampoco lo somos del Cono Sur, inventaremos alguna subregión parageosociodemoetnopsicolingüigráfica. O si no, nos compararemos con alguna estadística de 2001 que quede perdida por ahí, en un viejo archivero del INDEC o del Palacio Pizzurno. O que imaginamos en un abrir y cerrar de ojos. Si desde que se inventó el Excel y las impresoras, que los tijeretazos del MiniVer pasaron al terreno de la ingenuidad. Es lo lindo del mundo de las estadísticas: un noventaynuevecomalgoporciento de escolarización, un veinticuarentiochoporciento de reescolarización inminente o programada, un trescientosquédigocuatrocientoscincuentaypicoporciento de inversión en equipamiento recontraelectrónico con híperconectividad y redundancia sinóptica de contenidos, y docemilsetecientosveintitantosmil alumnos lo vieron a Paenza haciendo magia con las matemáticas, y salieron con la boca abierta y la baba colgando de esas tan estupendas como inexplicables sesiones de prestidigitación televisadas por Encuentro. Porque educar es innovar todo el tiempo. La revolución permanente. -¿Vos fuiste a primero superior? Yo fui a segundo. -¿A segundo? Yo fui a noveno del Polimodal, y usaba guardapolvos tan grandes, y tenía la barba tan crecida, que parecía un doctor.

En fin, para qué seguir. Les dejo un videíto que viene de España, de donde adoptamos algunas de las ingeniosas innovaciones que tanto han fructificado.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

La visita a Santa Genoveva




Santa Genoveva es la patrona de París. Nacida en Nanterre en 423 de padre romano y madre griega, por una inspiración divina y sobre todo, la resolución de su carácter, impele a los parisinos en 451 a no huir de la ciudad y resistir a los hunos, confederación de hordas bárbaras mongolas que finalmente sería derrotada ese mismo año en la batalla de los Campos Cataláunicos por Aecio y sus aliados germanos, conducidos por el visigodo Teodorico I.

Tras 89 años de piadosa existencia, es inhumada en la iglesia consagrada a los apóstoles Pedro y Pablo, que años antes erigiera Clodoveo I, obedeciendo a la insistencia de la santa. A Clodoveo y a la reina Clotilde precisamente iría Genoveva a acompañar en su lecho de muerte.

Durante la Revolución Francesa sus restos fueron profanados: el ataúd fue fundido y los huesos fueron quemados y esparcidos por el río Sena. El recinto donde se encontraban fue tranformado en el Panteón francés. En verdad, ese "recinto" era la iglesia que en homenaje a Santa Genoveva y para albergar sus restos mortales, dispuso se erigiera Luis XV en 1764. Las obras sin embargo se demoraron 26 años, y cuando estaban prontas a ser consagradas como templo católico en 1790, las autoridades revolucionarias dispusieron el cambio por un destino más jacobino (la Asamblea Nacional resolvió en 1791 que el edificio se destinara a templo laico para albergar a los muertos ilustres de la patria).


No puede dejar de mencionarse que el emperador Napoleón I, en 1806, con su encomiable capacidad pragmática y política, sin que el edificio abandonara su carácter de Panteón de Francia, le agregó el de iglesia consagrada a la Santa Patrona de París. En 1830 la "Monarquía de Julio" le vuelve a eliminar el carácter sacro, y pasa a denominar a la construcción "Templo de la gloria". Con la Segunda República, entre 1848 y 1851, las cosas se clarificaron más: el edificio se llamó "Templo de la humanidad". Después de una breve restauración durante el Segundo Imperio, la Tercera República reafirmó el uso laico del Panteón, fundamentalmente a propósito de las exequias de Víctor Hugo en 1885.

Hasta hoy día el Panteón alberga también los restos de Émile Zola, Marie Curie, Jean Jaurés, Jean Moulin, Louis Braille, Jean Monet y del arquitecto del edificio, Jacques-Germain Soufflot. Alejandro Dumas ingresó al Panteón recién en 2002. De entre los idéologos burgueses pueden mencionarse a Voltaire y a Rousseau. Como ejemplo de los convulsionados y aciagos días que deparó al mundo la revolución francesa, Marat, que allí estuvo luego de una justiciera puñalada en su propia bañera en 1793, fue retirado en 1794.


Santa Genoveva, además de patrona de París, es patrona de la Gendarmería Nacional francesa y de los fabricantes de velas (en honor a las visitas nocturnas que ella hacía a la basílica de San Dionisio).

Los españoles veneran a Santa Genoveva Torres Morales (canonizada en 2003 por Juan Pablo II), nacida en Almenara el 3 de enero de 1870, y muerta casi exactamente 86 años después, un 5 de enero de 1956. Mujer de vasto sufrimiento, que culmina (pero no termina, pese al equívoco semántico tan difundido actualmente) en su adolescencia con la amputación de una pierna, desarrolla una abnegada e intensa obra piadosa, a través de la fundación de la Sociedad Angélica en 1911, que se consagra como orden diocesana el 18 de diciembre de 1925. Desde ese momento, con sede central en Zaragoza, la orden se extiende por muchas ciudades, aunque debe sufrir las persecuciones de la República y luego los estragos que los "rojos" producen en el marco de la Guerra Civil (¿un paralelismo con su remota homónima?), y pierde varias de las casas de la orden, que son recuperadas por su empeño y determinación algunos años luego de vuelta la paz a su tierra.

Anoche soñé que visitaba un santuario en una gruta, una suerte de ermita excavada en una montaña, que tenía varias salas conectadas, como las capillas que se disponen en los laterales de las iglesias. En una de ellas, con las paredes bien lisas y blancas, de planta de forma trapezoidal (con la cara menor en la abertura), se distinguía una imagen bien blanca, de una virgen o de una santa, rodeada de muchas velas encendidas. Recuerdo que se hablaba -no está bien clara la procedencia del mensaje, pero sí la conciencia de que era algo sabido por todos los presentes en el recinto- de que era "el Santuario de Santa Genoveva". Mucha gente lo visitaba, aunque entendí en el sueño, que más por afán turístico y por curiosidad histórica que por devoción.

Como desconocía de quién se trataba la santa en cuestión, a la mañana me puse a averiguar algo sobre ella, que finalmente me llevó a las dos mujeres que he mencionado. Nunca estuve en París, y reconozco que en materia de viajes, es mi gran asignatura pendiente. Como suele sucederme, aquellas cosas a las que les doy demasiada trascendencia quedan postergadas para un momento ideal y pleno que por lo menos, suele demorarse mucho. Es así que a veces pasan años antes de que estrene alguna corbata, porque me parece demasiado linda como para "quemarla" en una jornada laboral cotidiana.

En el sueño también se dejaba saber, aunque también desde una esfera superior a la vivencia, como una información previa y apócrifa, que el santuario en cuestión estaba en Australia. Resultaba bastante curiosa la locación, siendo preliminarmente un país mayormente protestante. Digo "preliminarmente", puesto que, informado sobre el asunto, parece que el último relevamiento se hizo en 2001 y arrojó un 68% de cristianos. Esos cristianos se dividen en un 41% de protestantes y un 27% de católicos, con lo que los protestantes no son la mayoría, sino la primera minoría, aunque con changüí suficiente como para ganar sin balotaje.

Lo cierto es que, cuando agregué "Australia" a la búsqueda de "Santa Genoveva" en la espléndida biblioteca de Alejandría que es Internet, me encontré con resultados inverosímiles y sin sentido. Ello así, salvo en un caso: el pasado 20 de octubre de 2011 el Papa inauguró en Roma la "Domus Australia", una capilla y albergue para peregrinos australianos. Noticia que desconocía en absoluto, y que aún ahora que la conozco no deja de asombrarme. No me imaginaba que había tantos peregrinos australianos como para merecer una instalación tan importante. Y debo aclarar, por las dudas, que peregrino no es lo mismo que turista. Quien se aloje en la "Domus Australia" deberá hacerlo con circunspección, respeto y un régimen bastante monacal...

La imagen que vi en mis sueños, puede parecerse tanto a la Santa Genoveva de París:


...como a la imagen de Santa Genoveva Torres Morales que el Papa bendice luego de ser ubicada en una hornacina en la parte posterior externa de la Basílica de San Pedro en el Vaticano, en 2006:


Después de todo, cómo saberlo. A ninguna de las dos la había visto jamás en mi vida.

Entre las diversas interpretaciones de los sueños que circulan por allí, puede mencionarse:

"Dependiendo en gran medida de la religión y creencias propias del soñante, este sueño suele ser un buen presagio y anuncia beneficios, no necesariamente económicos en la vida. Es generalmente un indicador de que se tienen las condiciones necesarias para que nuestra propia vida se desarrolle sin contratiempos y advierte que no debemos desviarnos del camino actual que es el correcto, y que si se sigue este camino nuestra vida estará llena de paz y libre de preocupaciones. El sueño puede variar ampliamente en su significado dependiendo de qué santo se sueñe y las condiciones y circunstancias en que el santo o santa aparezcan".


Si afrontamos la cuestión desde los números de la quiniela, el asunto se circunscribe al 60: "la Virgen"; y el 77: "pierna de mujer". Aunque no le he jugado a ninguno de los dos, porque no sé si creo en esas cosas.

lunes, 31 de octubre de 2011

Abriendo los ojitos



1) El sobrino.

El 23 de octubre pasado, mientras todos hacíamos los aprestos sin entusiasmo para salir de casa a votar, y a la vuelta agradecíamos que no tuvimos que hacer cola, con lo que la ominosa ceremonia de gestualidad escritural (la 4ta en pocos meses) al menos se limitaba a un frío trámite, el verdadero "sobrino del Tío", es decir, Mario Cámpora, sobrino del ex presidente Héctor J. Cámpora, nos dejaba las siguientes reflexiones comparativas entre los comicios del 11 de marzo de 1973 y los que acaban de sucedernos:

«Los procesos electorales de 1973 y 2011 son por lo pronto la foto de dos Argentina bien distintas: en 1973 menos del 8% de los argentinos era pobre, la indigencia apenas superaba el 2%, y aun en un clima de enfrentamiento político violento y permanente, la Argentina atesoraba su mayor conquista para proteger a los más humildes: la esperanza cierta de la movilidad social ascendente.

«La situación es hoy bien diferente: uno de cada cuatro argentinos es pobre y ocho años de crecimiento económico a tasas altísimas sólo han servido para consolidar inmensos bolsones de pobreza en la periferia de nuestras ciudades. Nuestro país ya no es el de 1973: las evaluaciones educativas internacionales demuestran que la escuela pública ha dejado de ser un instrumento de igualdad social a pesar de que el gasto por alumno es el más alto de la región.

«En este contexto, se evidencia la mediocridad del debate público protagonizado por nuestros políticos.

«Y aunque asistamos anestesiados al relato incesante del modelo K, lo cierto es que llegamos a las elecciones de este domingo sin haber debatido problemas de evidente notoriedad como son la pobreza que padece la cuarta parte del pueblo argentino, las sistemáticas denuncias de corrupción en el manejo de fondos estatales, la inseguridad frente al delito, la pérdida de jerarquía de la Argentina en el mundo, la extranjerización y depredación de recursos naturales, el corrimiento descontrolado de la frontera agropecuaria o la sospecha ciudadana del crecimiento silencioso del narcotráfico, apañado por estructuras políticas y de seguridad del Estado.

«Debemos a los K haber desconectado el discurso político de los debates públicos que delinearán la Argentina del futuro. En este sentido, su vocación por vaciar de contenido la política se opone a las luchas por democratizar los procesos de toma de decisiones a los que aspiraba la primavera de 1973.

«A conciencia, ellos han silenciado el debate sobre nuestros desafíos futuros y miserias presentes, escudándose en cortinas de humo basadas en consignas ya antiguas del campo nacional y popular.»

Recuerdo al preclaro editor de Todos Gronchos cuando, el 23 de marzo de 2010, agregaba a esta reflexión -también suya-:

Esta explicación:

«Había trabajo, buenos ingresos (un obrero con seis sueldos se compraba un cero kilómetro), todos salían de vacaciones (ahora MDQ es un éxito si entran 200 mil autos, mientras que en los '70, hacia el 15 de enero ya había alojados 2 millones de personas -dos palos-).

«El analfabetismo era funcional (superábamos hasta a los EE.UU. y Canadá en América). Las convenciones colectivas funcionaban. Estábamos cerca del 50-50. Las obras sociales funcionaban, igual que la salud pública.

«La desocupación no existía (fijate en el video de Palito de la película "Los muchachos de mi barrio") que Minguito (Altavista) era el único pobre pero lo era por opción ("Fatiga: laburás, te cansás, ¿qué ganás?!").

«Estaba en marcha una reforma agraria sobre la tierra improductiva, la crisis del petróleo ni nos tocó porque eramos productores autoabastecidos.

«Para mí, los '70 fueron "Los Campanelli", la familia feliz, trabajando y estudiando, produciendo, creando artísticamente.


«El sueño de la Argentina Potencia que en sólo dos años había puesto Perón en marcha desde su llamado a la unidad nacional, sin rencores ("Vuelvo descarnado, casi sin piel, como un león hervíboro"), dejando el pasado atrás para poner este país en movimiento.


«Pero también sé que vivimos en medio de la Guerra Fría, con los yanquis y los rusos disputándose el control territorial del mundo.

«Como ejercicio, humildemente (de verdad) te pido que preguntes a los viejos cómo era la vida en los '70, si era una buena vida o no, si eran personal y socialmente felices o no».


2) El sindicalista.

El Secretario Adjunto del Sindicato de Camioneros, Pablo Moyano, nos dejó el pasado 29 de octubre de 2011 (según consigna La Nación de esa fecha, pp. 1 y 10) la frase más contundente del fin de semana:

«Te da bronca, porque firmás un aumento por equis valor y a fin de año te lo sacan por el impuesto a las ganancias. No es justo. Al final trabajás para el Estado» [declaraciones a Radio El Mundo].



Ha debido pasar algún (largo) tiempo y alguna (re) reelección para que desde el sector trabajador se comenzaran a dar cuenta de la impronta social que deviene de la aplicación estricta del esquema de Hübberk, de la paradoja de Myrdal, de la forma de bancar el festival previsional (que desde hace años, y con un unánime beneplácito, no beneficia prioritariamente a los ancianos, ni siquiera, remotamente, a los ancianos que además de haber trabajado, aportaron), o de aquello que se lee en el comentado diálogo con Alexandre Moreira de Freitas.


martes, 18 de octubre de 2011

Un ojo de la cara


Aprovechamos la ocasión para vincular dos temas de actualidad: el 17 de octubre considerado como fecha histórica, y la cuestión de las reservas de libre disponiblidad del Banco Central, según consignan hoy medios periodísticos nacionales. Si bien parece que poco se puede emparentar entre una y otra cosa, hagamos primeramente un ejercicio inmobiliario:

US$ 10.000 (diez mil dólares) sale una hectárea de campo en la denominada "zona núcleo" de la provincia de Córdoba (Marcos Juárez, Corral de Bustos, etc.), y algo menos en la región llamada "centro-sur" de la misma provincia (Río Cuarto, Río Tercero, La Carlota, Vicuña Mackenna, Gral. Deheza, etc.). También vale eso en el sur de Entre Ríos, en el núcleo norte de Santa Fe (siempre lejos del litoral anegadizo, en las mejores zonas sojeras). Mucho menos vale la hectárea en otros atractivos lugares de la Argentina, por ejemplo: en los bosques andinos patagónicos el tope máximo es de US$ 8.000, en la selva misionera US$ 5.000, en el monte tucumano oranense también, etc. En tanto, en las islas del Paraná o en la cuña de monte de La Pampa la hectárea promedia los US$ 600; en el Chaco o en Santiago del Estero los US$ 1.000... Finalmente, en la estepa patagónica, que es el punto de comparación más acorde, la hectárea vale entre US$ 30 y US$ 500 máximo.

Cruzando el charco, y yendo a las exclusivas inversiones en el Uruguay, US$ 10.000/ha. encontramos en la paquetísima zona de Laguna Garzón; entre US$ 5.000 y 7.000 en proximidades de Soriano; o entre US$ 4.000 y 6.000 en Rosario, cerca de Colonia.

Si nos muestran unos campos como los que se ilustran en la siguiente imagen (click en la imagen para ampliar), y nos los describen como "terreno rocoso de rocas arcaicas, afloramiento del nesocratón del Deseado, cubierto de pastos y musgos, medianamente montañoso, con peñascos y planicies onduladas, donde abundan las turberas. Un elemento geográfico característico son los llamados «ríos de piedra», cauces de antiguos ríos que periódicamente se transformaban en pequeños glaciares, dejando estas acumulaciones longitudinales de guijarros y cantos rodados". Y asimismo nos especifican que su superficie es 0% arable, 0% cosechable, 0% apta para bosques o actividades forestales, y tan sólo pasible de pasturas; que el mayor "peligro" que afronta la región son los "fuertes vientos que persisten durante todo el año", con temperaturas medias que oscilan entre los 12º en verano (2 meses) y 3º en invierno (los demás meses), el cielo casi siempre nublado y continuas precipitaciones en cualquier época...


Nos encontramos sin duda ante una opción de inversión inmobiliaria poco interesante, seguramente comprendida en el segmento de la árida estepa patagónica de entre US$ 30 y US$ 500 a todo trapo y con algunas ventajas concomitantes, como los servicios, el paisaje, los cursos o espejos de agua, etc. Desde el aspecto agropecuario, un terreno tan sólo apto para la cría del ganado ovino, y con sus salvedades. Recordemos la fábula de la vaca y la oveja, que cuenta que, en medio de una terrible helada, la oveja se mofaba de la vaca que tiritaba. Pasado el tiempo, ante una copiosa lluvia, la vaca se encontraba nuevamente con la oveja gastadora, y con malicia demostraba su beneplácito ante las nuevas condiciones climáticas, tamizadas por las opuestas aptitudes funcionales entre ambos animales. No es bueno para nadie encontrarse bajo el más espeso chaparrón cobijado con un grueso pulóver de lana, y encima, en medio de un frío glacial. Así entonces, a diferencia de la seca estepa patagónica argentina, los terrenos del caso nos ofrecen precipitaciones cercanas a los 600 mm anuales, tres veces más abundantes.

Imaginemos, en tan desventajosas condiciones, que el comprador ofrezca por esos terrenos un precio de US$ 10.000 por hectárea. Aunque parezca descabellado en un principio, consideremos, para darle credibilidad a la hipótesis, que ese comprador es el Estado argentino. En tal caso, con recordar cada obra que se paga dos y tres o cuatro veces en el tiempo a un valor increíblemente inflado, o cuánto dinero se tira en enormes burocracias de ejecutivos súperpagos (el INCAA destina $ 84 millones anuales a subsidios al modesto cine nacional y $ 82 millones a sufragar sus costos de funcionamiento; ayer vimos el caso de Aerolíneas; poco cabe agregar sobre la ANSeS, engrosada en forma obscena tanto en su planta de personal como en los sueldos suizos con que lo retribuye, etc.), o las eternas megaobras faraónicas como Yaciretá, podemos entender que, en este caso, hasta puede ser que esté pagando un precio, comparativamente, razonable.

Si así fuera, el Estado argentino estaría ofreciendo nada menos que US$ 12.173 millones por una cantidad equivalente de kilómetros cuadrados. Si prorrateamos la cifra entre los 3.140 habitantes de la zona en cuestión, implicaría para cada uno un ingreso de US$ 3.875.000, lo que nunca es pavada, pero menos, si se tiene en cuenta que el unitario concepto de "habitante" suele estar agrupado en unidades tales como "matrimonio" y "familia". Si se trata sólo de una pareja, recibiría US$ 7.750.000; y si hablamos de una familia tipo, US$ 15,5 millones.

Es una hipótesis de máxima, claro está (hay otras mucho menores con las que especular). Una oferta imposible de rechazar, máxime en el actual contexto internacional, en el cual dentro de poco la metrópoli colonial se verá obligada a cortar unos cuantos servicios y beneficios, entre otras cosas, para mantener la precaria paz social en su propia casa, amenazada por el desempleo, la cantidad de prestaciones sociales comprometidas, la inmigración masiva y los conflictos sociales explosivos.

Sí, así es; como usted, lector, ya habrá inferido: El archipiélago correspondiente a las Islas Malvinas tiene 12.173 km2 y 3.140 ocupantes, que según la potencia colonial invasora, son sobre los que recae la cuestión de la soberanía. Según sostuvo hace días el ministro de Defensa británico Liam Fox, las Malvinas serán británicas "mientras sus habitantes así lo decidan", y entonces los ingleses "seguirán garantizándoles la seguridad" (link). Ante un papel tan generoso de parte de la potencia colonial, conocido ya en otras piratescas ocupaciones, que invariablemente terminan en el gigante imperial cuidando a los "pobres" habitantes que en las tierras ocupadas con violencia (en general, luego de matar y desterrar a los que estaban previamente) se sienten luego amenazados por las reivindicaciones del país agredido, no queda entonces otra cosa que negociar con esos habitantes.

¿Cómo se vincula lo hasta aquí dicho con el 17 de octubre? Bueno, el 17 de octubre es una fecha que señala un triunfo nacional. No por nada el mártir de la jornada del '45 fue Darwin Passaponti, un joven poeta y militante nacionalista de 17 años, que fue tiroteado junto a una columna que marchaba a la Plaza de Mayo, por milicianos internacionalistas desde la azotea del diario Crítica, y que a partir de entonces fue considerado como "el primer peronista" por el propio Perón (carta al padre de Passaponti del 20-12-67). Y, guste o no, Malvinas es una causa nacional, a la que sectores no nacionales han adherido "tácticamente" en algunos momentos, sobre todo con la excusa del antiimperialismo, cuando la guerra fría era el contexto en el mundo.


Pero sobre todo, el 17 de octubre es la fecha en que decimos homenajear la lealtad al ideario y la obra de Juan Perón, y entonces el asunto cobra fuerte trascendencia, porque fue Perón quien propuso al gobierno británico la compra de las Malvinas el 2 de junio de 1953, a través de una oferta formulada personalmente por el presidente del Senado, Almirante Teisaire, a lord Reading, subsecretario de Relaciones Exteriores, durante la coronación de la reina Isabel II. En esa ocasión, la oferta fue rechazada porque el primer ministro Churchill temía que su aceptación generase rispideces con su íntimo aliado, los EE.UU. (Link).

Nuevamente fue Perón, en 1974, quien acercó la negociación por Malvinas a un punto próximo a la recuperación del archipiélago austral (incluidas las Sándwich y las Georgias del Sur). En esa oportunidad, propuso un condominio por tiempo limitado. Archibaldo Lanús (De Chapultepec al Beagle. Política Exterior Argentina 1945-1980, Emecé, Buenos Aires, pág. 480) transcribe los términos de la posición británica, plasmada por escrito en una comunicación del embajador británico en Buenos Aires al canciller argentino Vignes, en el cual aquél admitía haber sido instruido por su gobierno "para proponer que las discusiones entre Gran Bretaña y la Argentina sobre el futuro de las Islas deberían resumirse sobre la base de las salvaguardas y garantías a extenderse a los isleños en el hipotético caso de un condominio de Gran Bretaña y Argentina en relación a la soberanía territorial sobre las Islas Falkland".

La misiva británica además expresaba: "...el objetivo del Gobierno de Su Majestad al entrar en negociaciones sobre la base del condominio será resolver la disputa de la soberanía a través de la aceptación de la co-soberanía argentina sobre las Islas y que el producto final pueda ser un tratado que solucione la disputa anglo-argentina creando una atmósfera favorable en la cual los isleños puedan desarrollarse acorde a sus intereses".

Finalmente, el documento señalaba que "cualquiera fuera la forma que pudiese asumir el condominio, éste tendría algunos elementos básicos, como ser que ambas banderas flamearan juntas, quese adoptaran los idiomas español e inglés como idiomas oficiales, que se aceptara la doble nacionalidad para los isleños, y que el gobernador fuese designado alternativamente por la Reina y el Presidente de Argentina". Sobre estas bases, el gobierno británico aceptaba oficialmente iniciar las conversaciones en Buenos Aires.

Es sabido que Perón las aceptó, pero también que a la Argentina, país desdichado en cuanto a las cuestiones de oportunidad (que determinan las muertes en los peores momentos, y que raras veces coincidan los liderazgos positivos con las bonanzas económicas, y los negativos con las malarias, para garantizar que aquéllos sean largos y éstos cortos, y no al revés como acontece) se le murió Perón el 1º de julio de 1974, en el peor momento social y cuando la guerrilla arreciaba en su intento de provocar un golpe de Estado que le permitiera afrontar la batalla decisiva en su iniciativa bélica... Y mucho ha contribuido el accionar de los jóvenes "maravillosos" en adelantar su muerte, como señalara reiteradamente su médico personal, siempre empeñados en la pequeñez y las querellas de consorcio, en "tirarle cadáveres a la mesa" al líder para negociar carguitos, y ciegos ante las grandes cuestiones que nos determinan como nación en forma definitiva, determinante.

Así entonces, acá estamos, y lógicamente, ante la catarata de números prepotentes que nos llueve desde hace 8 años, que entre otros, mentan reservas récord en el Banco Central, récords que se rompen año a año, y blablablablá, qué más obvio que recordar las iniciativas y acciones diplomáticas de Perón a la hora de volver a afrontar la cuestión de Malvinas. Siempre, claro, que la cuestión de Malvinas nos interese de verdad, y no sea una mera gestualidad electoralista, como TODAS, con protestas airadas y deditos levantados en la ONU o en la OEA.



Pero ocurre que, mientras uno cavilaba sobre esta posibilidad, se desayuna con que, para mantener el dólar artificialmente barato aun ante la devaluación brasileña, para hacer la plancha y simular que aquí no pasa nada, que hasta este lejano punto del globo no llega la crisis mundial, que no hay inflación ni desempleo ni fuerte merma en el superávit de la balanza comercial, para disimular la tremenda fuga de capitales, el Central se quedó sin reservas de libre disponibilidad (que son el excedente entre reservas y el equivalente en divisa americana de los pesos en circulación). Las pocas reservas de libre disponibilidad con que cuenta, en realidad provienen de prestamos de muy corto plazo otorgados por Bancos Centrales europeos. Si descontamos esos préstamos, en verdad las reservas del BCRA son menores que los billetes en circulación. (Link).

De modo tal, que para llevar a cabo la iniciativa apuntada, teniendo en cuenta que los pesos en circulación equivalen a US$ 46.000 millones, el dólar debería subir hasta los $ 5,75.

Ahora bien, si el dólar, aun sin tener en cuenta esta iniciativa, llegare en algún momento no muy lejano a los $ 5,75 por unidad, acuérdense de que el "sablazo" nos costó, nada menos, que unas Islas Malvinas.