lunes, 30 de junio de 2008
ADIÓS MR. GRONCHO
Se fue de la blogósfera Mr. Groncho, un prócer de la inteligencia más aguda, un incisivo analista y comentarista de la realidad, además de un ser cabal y honesto, de convicción inquebrantable y talento excepcional. Frente a tanto mediopelismo intelectual, político, conceptual, ético, que abruma, invade, asfixia, el chabón supo mostrarnos a todos nosotros que aún hay espacio para pensar y para ser.
Pero que todo esto no suene a un epitafio. Todos sus compañeros de ruta queremos creer que es simplemente un "hasta luego". Que se va a tomar un descanso, a recargar las baterías para todo lo que viene por delante. Que va a abrevar en doradas fuentes de meditación y de solaz para conjurar la tristeza. Porque la tristeza es la condición para el optimismo, como la caída es necesaria en el cruce del puente para la superación.
Quiero a través de estas palabras dedicarle mi homenaje y mi agradecimiento por tanto talento que ha sabido compartir gratuitamente, con la generosidad de los grandes hombres.
¡Salud!
Y por favor, insto a todos a visitar su obra en www.todosgronchos.blogspot.com. Se trata de un mundo realmente imprescindible.
Y para Usted, Mr. Groncho, que yo sé que me está mirando: vamos a tratar de cuidar su legado, para que cuando vuelva vea que ya somos millones.
UNITARIOS Y FEDERALES
En una coyuntura en la que las actividades productivas son menospreciadas y vilipendiadas en favor de las especulativas y financieras, en que la sociedad es abiertamente confrontada y subestimada en su intelecto, y son mancilladas abiertamente sus aspiraciones de rectitud, de idoneidad, de honestidad y de concordia, vienen a cuento las siguientes reflexiones que Marcelo R. Lescano formulara en Imposturas históricas e identidad nacional (Ed. El Ateneo, Buenos Aires, 2004, págs. 113 a 122). En este texto podrá verse cómo en nombre de premisas accidentales, accesorias, gobiernos nefastos e intelectuales necios se ha puesto en riesgo la consecución de los grandes objetivos de la patria y la prosperidad y bienestar del conjunto. También puede apreciarse la primera "contradicción de clases" históricamente relevante, que como ha sostenido Thorstein Veblen (ver en este mismo blog) permea globalmente todas las capas de la sociedad en forma transversal, y que opone a productores y hombres de acción contra especuladores y hombres de contemplación, seres aislados de las duras circunstancias de la realidad, que desde su suficiencia y comodidad pontifican sobre lo que debe hacerse, mientras modelan en tubos de ensayo sistemas artificiales, conducentes siempre a la anomia y la disgregación.
Ahora sí. A continuación, el texto mencionado.
Hemos recorrido un largo camino. Éste brinda elementos para explicar la razón ontológica, quizás existencial, de nuestros desencuentros culturales, el siempre latente estado de conflicto y la incomprensión de nuestras posibilidades reales y actuales como sociedad y como nación que supo proclamar su independencia con el esfuerzo propio y el talento de los padres fundadores, con José de San Martín –incuestionablemente- en primer lugar y Juan Manuel de Rosas como custodio de la heredad geográfica que, guste o no, hoy constituye
Esa apreciación no subestima al resto del patriciado. Simplemente, pone el acento en las figuras centrales de la vida de la nación.
Unitarismo y federalismo representan dos culturas, dos formas de vida y, si se prefiere, dos proyectos nacionales. Para San Martín y Rosas, como para Washington y Lincoln, lo importante era la independencia y la unidad nacional. Para todos ellos, la elección de la forma de gobierno era secundaria respecto de esos objetivos. Es la lógica de lo principal y lo accesorio, que algunos todavía se resisten a utilizar.
El desencuentro argentino aún no está resuelto, como sí lo está el norteamericano, cerrado mediante una guerra que terminó por despejar las incógnitas. Este sangriento episodio tuvo vencedores y vencidos, más allá de la excepcional generosidad del general Grant con Lee, sus oficiales y soldados cuando se suscribió, en Appomatox City Hall, el acta de rendición de las tropas confederadas.
Para el federalismo argentino –o rioplatense, si se prefiere-, la independencia y la unidad nacional constituían los temas centrales, los verdaderos ejes de la acción política. Para los unitarios, en cambio, la libertad se ubicaba en el centro, era el núcleo de sus aspiraciones, incluso en momentos críticos para la nacionalidad. Según testimonio de John Lynch, los unitarios compartían ese temperamento, pero, como se verá, ni la conducta de sus prohombres ni sus declamaciones permiten compartir este aserto.
En esa atmósfera intelectual, Valentín Alsina le reprochaba a San Martín ser uno de los tantos que en la causa de América “no ven más que la independencia del extranjero, sin importársele nada de la libertad y de sus consecuencias”, recuerda Díaz Araujo en su trabajo sobre las ideas alberdianas. Esta confrontación entre independencia y libertad, quizá filosóficamente legítima, es impensable en los auténticos constructores de Estados.
Por si quedaran dudas, es oportuno mencionar otra vez a Sarmiento. En Argirópolis, éste afirma textualmente: “La independencia no era un objetivo en sí mismo; resultó meramente un método para lograr una mejor vida política y social”. Las diferencias responden, ciertamente, a un problema cultural, de valores políticos –si se me permite la expresión-, pero las consecuencias siempre serán irritantemente distintas. Creo que esa afirmación, producto de la madurez intelectual del autor del Facundo, resultaría incompatible con el fuerte sentimiento –common sense- político norteamericano que irradió la revolución en 1776 (Thomas Payne).
Mi interrogante, casi de naturaleza ontológica, existencial, me empuja a indagar si las libertades concretas (en definitiva, de ellas se trata y no de la libertad genéricamente entendida, porque ésta, como universo conceptual práctico, no existe) pueden llegar a ejercerse plenamente en una sociedad que no ha ganado todavía su independencia, o cuya fuerte fragmentación la enreda en discordias disolventes. Me parece que no. Por eso discrepo con el unitarismo. Éste equivocó la jerarquía de los valores políticos. Si el grupo o sus individualidades no entendieron que la consolidación de la nación en un territorio hegemónico era el presupuesto básico, esencial, para organizarse institucionalmente y elegir el camino que conviniera al futuro, entonces le faltó madurez.
Debido a esas discrepancias fundamentales no hemos resuelto todavía las cuestiones indispensables, estructurales, que siguen pendientes a pesar de haberse derribado al dictador y demonizado arbitrariamente su gestión como –estimo- no se ha hecho con otro personaje en la historia. Si los vencedores de Caseros hubieran valorizado correctamente la experiencia de
Creyeron, ideológica o utópicamente, que una simple acta constitucional que remitiera a los pactos preexistentes para afirmar una necesaria continuidad y garantizar ciertas libertades –que ya existían a fines de la década de 1840, esto es, una vez pacificado el país- era el pasaporte para un destino feliz que, sin embargo, no alcanzaban a comprender, al menos no como un sistema nacional ajustado a los requerimientos de concordia que demandaban las circunstancias. Si no fuera así, cómo se explica la irrupción de una violencia que duraría un par de conmovedoras décadas.
Los vencedores de Caseros y sus unitarios influyentes prefirieron las trampas doctrinarias ambiguas e interesadas antes que someterse al realismo subyacente. Recuerda Díaz Araujo que Bolívar, conocedor de las circunstancias de la región, había sostenido categóricamente que había que restablecer “la voz del deber” como un enfoque político adecuado para asegurar la gobernabilidad de nuestros países. Por supuesto, no fue escuchado.
Los federales eran una garantía para la tradición, una custodia del territorio, suponían fidelidad al orden constituido y abogaban por un sistema nacional y evolutivo de economía política, como lo demuestra
Al igual que en los Estados Unidos, el federalismo argentino ha buscado nutrirse de sus propias realidades históricas y no de programas ideales o exóticos con escasa vinculación social. Dice Ricardo Zorraquín Becú que “la pedantería intelectual (de la otra facción) la llevó a considerar factible la soñada transformación del país mediante preceptos legislativos” [hoy día, ni siquiera: alcanza con una resolución del ministro de economía], lo cual ratifica la falta de realismo que la llevó a su propio derrumbe.
En cambio, el Pacto Federal del 4 de enero de 1831, extraído de las entrañas de la sociedad política y de su experiencia histórica, es, en definitiva, el antecedente constitucional irrevocable, como lo fueron los famosos Artículos de Confederación en el país del norte (1776), formulados una década antes de la aprobación de
Los frustrados intentos constitucionales de 1819 y 1826 (de indisimulado linaje unitario antes que liberal, más allá de la vinculación ideológica) terminaron desencadenando la fragmentación política, colonización, anarquía, guerra civil y exterior y, finalmente, la dictadura, como remedio clásico, universal, frente al vacío. Es que no contemplar escrupulosamente la idiosincrasia de la sociedad donde ese cuerpo básico debe regir es garantía de conflicto, y así sucedió también después de Caseros.
Los unitarios, según se anticipó, han mostrado desaprensión territorial, cultural, religiosa, y escasa vocación empresaria, dada su función de auxiliares del mundo mercantil y librecambista, generalmente en provecho de intereses exógenos no siempre compatibles con los de las Provincias Unidas y sus producciones locales.
El tema no es nuevo ni responde a las “internas” fundacionales. En noviembre de 1818, William Bowles, en informe oficial al Foreign Office, afirma: “El plan de
Si los miembros del partido “de las luces” no hubieran monopolizado esas inconvenientes condiciones, resulta difícil pensar que habrían podido aprovechar el gobierno de Rivadavia para que éste, en una atmósfera adversa, suprima por decreto en 1826 los festejos celebratorios de
Bernardino González de Rivadavia
Los descuidos y provocaciones contra la fe profundizaron las brechas. Don Julián Segundo de Agüero (cura unitario) fue un exponente de ello. Cuenta el general Paz que no se lo ve tomar el breviario, pero sí chacotear, inclusive sobre sexo (Los curas de
Sin ánimo de incurrir en falsas caracterizaciones, es oportuno tener presente que el golpismo tan dañino a nuestra experiencia histórica, tiene firmes antecedentes unitarios. Recordemos cronológicamente los sucesos más trascendentales: Lavalle contra Dorrego (1828), Paz contra Bustos (1829), Urquiza contra Rosas (1852), a pesar del origen federal del entrerriano. Rosas, contrariamente a los términos de la leyenda que lo muestran como personaje de ambiciones desproporcionadas, sin embargo, en 1826 se negó a derrocar a Rivadavia.
Aunque pueda parecer fuera de lugar, es ilustrativo saber quiénes fueron unitarios y quiénes fueron federales, sobre todo en los tiempos fundacionales de la nación. Debe subrayarse que en el grupo federal encabezado inicialmente por Saavedra y Artigas, figuraron caudillos de relevancia como Rosas, quien además de gran organizador, como empresario llegó a tener sesenta arados operando al mismo tiempo. Según Beatriz Bosch, Quiroga, Ramírez, López, Urquiza y otros, han sabido sobresalir, además, como verdaderos e innovadores hombres de negocios. Así sucedió también en el norte con Washington, Adams, Jefferson y Madison, por no citar sino a los precursores, todos farmers, o mejor, landlords, considerando la extensión y diversificación de su propiedades y producciones.
Aquellos federales, al mismo tiempo, estuvieron acompañados por héroes militares, como Guido, Pacheco, Lucio Mansilla, Guillermo Brown, Álvaro de Alzogaray, Pinedo, Thorne, junto con calificados profesionales, como fueron Manuel Moreno, Vicente López y Planes, Dalmacio Vélez Sarsfield, Felipe Arana, Pedro De Angelis, Baldomero garcía, el joven Bernardo de Irigoyen y tantos otros que se destacaron en sus propios ámbitos de actuación.
Bien, el unitarismo, por su parte, estuvo generalmente integrado por gente más afín a los servicios profesionales que a la producción, como Mariano Moreno, aunque su prematura muerte impide saber si se hubiera enrolado en esa facción, como no lo hizo Manuel Belgrano cuando optó por tomar la espada para consolidar la independencia. Los acompañó en el grupo Juan Bautista Alberdi, prominente jurista, y toda una constelación de auxiliares mercantiles y de consejeros financieros, como Félix Castro y Manuel José García; éste de ingrata memoria por la forma como arregló la paz con Brasil (1827) en carácter de delegado de Rivadavia y, según él, siguiendo instrucciones que siempre fueron desmentidas.
Manuel José García
La verdad es que los negocios, al menos los productivos, no llegaron a cautivar a los unitarios. En esto los federales se aproximaban más a los padres fundadores del norte. No es un dato menor para entender a
viernes, 27 de junio de 2008
UN APORTE POR LA RIGUROSIDAD DEL MÉTODO
Comprometidos con
No está ciertamente a nuestro alcance e idoneidad la evaluación del trabajo realizado tenazmente, día tras día, desde
Llama sin embargo la atención la exigüidad de datos relativos a gran parte de esas personas, situación que a estas alturas no deja de generar escalofríos, porque evidencia la falta de compromiso con la verdad de gran parte de la sociedad, empezando, en muchos casos, por las mismas personas vinculadas al círculo más directo de las víctimas. Así, la mayor parte de los casi 10 mil nombres listados como máximo y más completo esfuerzo en estos 25 años, carece de fotografía (de los primeros 1.500 nombres, sólo dos centenares tienen imagen, y en muchos casos indescifrable), documento de identidad, o cualquier dato que permita su identificación certera. De los que sí se posee fotografía, que resulta ser una ínfima proporción, la mayor parte de las veces la misma corresponde a una edad muy temprana (primer día de clases en la escuela primaria, por ejemplo) o a versiones de imagen sumamente oscuras y confusas. Todo ello evidencia, por un lado, la escasa propensión a documentar recuerdos a través del largamente centenario arte de la fotografía que tuvo la sociedad argentina por lo menos desde 1960, y por otro, el nivel sumamente precario de la organización institucional, característica propia de un país en situación de opresión colonialista, en el cual no existe el mínimo atisbo de orden y civilización. Así las cosas, Argentina se situaría, respecto del genocidio que hubo de sufrir en esa terrible década, en un nivel de angustiante desinformación cercano al de Uganda, Liberia o Burkina Fasso. Cuestión que resulta aun más indignante a la luz de nuestra centenaria institución del Registro Civil, que ha sabido en mejores tiempos documentar escrupulosamente a las personas, y a nuestro también impecable sistema de alfabetización. Sin embargo, pese a ello, en esta ardua materia, a la que se ha asignado imperiosa prioridad, en función de los altos principios y valores comprometidos en la defensa de
Y todo lo dicho debe servir como un llamado de atención a la labor de dichas organizaciones de investigación, que tanto tiempo y tantos recursos humanos y materiales destinan únicamente a la función esclarecedora que con urgencia nuestra nación necesita. En efecto, millones de pesos anuales provenientes de recursos del erario público se vuelcan en las tareas de investigación del caso, en forma de subsidios no reintegrables, y el Estado argentino le ha asignado un carácter absolutamente prioritario al avance en este ámbito, que se proyecta a acciones concretas de reparación (cuantiosas indemnizaciones a víctimas, detenidos y exiliados, donación de monumentos y edificios, construcción de museos, etc.).
Como un humilde aporte a esa tarea de esclarecimiento, y pidiendo la indulgencia del lector en orden a la falta de tiempo, la falta de recursos y de capacidad de nuestra parte, reseñaremos a continuación una serie de sugerencias conducentes al perfeccionamiento de la labor de 25 años descripta. Ellas están dirigidas, sobre todo, a evitar duplicaciones en la consignación de datos, y a pulir algunas falencias discursivas que agreden la verosimilitud del relato, y por tanto, el debido homenaje a las víctimas de la violencia más demencial y reprobable.
En el primer aspecto, hemos abrevado en la lista publicada en la página www.desaparecidos.org, como producto de la intensa investigación del Grupo Fahrenheit. De esa lista se dice que
“Incluye casi 10,000 nombres, basados en denuncias a
Tenía 22 años.
Asimismo, consultando acerca del mencionado Grupo Fahrenheit nos encontramos con que se ha tenido en cuenta la información proveniente de las siguientes fuentes: "Suplemento Especial: Informe de
Asimismo, los integrantes del Grupo Fahrenheit se definen de la siguiente forma:
“Fahrenheit es el nombre de un grupo de militantes de la vida que no se resignan a la desmemoria. Convencidos de que la única batalla que se pierde es la que se abandona, nos hemos tomado la tarea de recuperar, comprensivamente, históricamente, esa parte del pasado que hoy es presente en la rabia por la impunidad de tanto torturador, tanto asesino suelto.
“Por esa rabia presentamos este primer trabajo que es la síntesis de varias listas de represores denunciados una y otra vez a lo largo de estos años. Hasta donde sabemos es un trabajo único por su magnitud, esfuerzo de síntesis y calidad de las fuentes”.
Sabedores de la fuerza motivadora de la rabia, pero conscientes de la necesidad de encauzarla en los límites de la racionalidad y prolijidad que exige la evaluación y el debido esclarecimiento de nuestra historia, es que formulamos estas sugerencias, efectuadas exclusivamente sobre los nombre listados bajo las iniciales A y B, por cuestiones de tiempo y de precariedad de medios, y sólo sobre casos manifiestos de duplicación, reseñados a vuelo de pájaro (puede haber muchos más, pero este esfuerzo ha demandado nada más que 30 minutos; con el apoyo del Estado, podremos sin dudas avanzar más diligentemente en la iluminación de una etapa tan oscura).
El listado bajo la letra “A”, por ignotos motivos, empieza con el Nº 493 y termina en el Nº 1.183. El listado de la letra “B” comienza en el Nº 1.184 y termina en el Nº 1.949. Es decir, se han considerado 1.456 casos, que resulta un número bastante ilustrativo respecto del conjunto final (que termina, en la letra “Z”, en el Nº 9.921; o sea, 9.429 casos; de forma tal que el ejemplo que hemos analizado representa más del 15% del universo total).
Va a continuación, entonces, nuestro aporte a los investigadores, para facilitar la depuración de las listas. Entre paréntesis aparece la referencia de los números duplicados, para su fácil constatación en http://www.desaparecidos.org/GrupoF/des/.
Julio Abad: 2 veces (495-496); José Abdala: 2 veces (506-507); Ricardo Elías Abdón: 2 veces (508-509); Víctor Acosta: 2 veces (534-535); Acuña: 3 veces (541-542-543); Favio Acuña: 2 veces (544-545); Filemón Acuña: 2 veces (546-547); Porfirio Acuña: 3 veces (554-555-556); M. Rolando Acuña: 2 veces (553-557); Roberto Achares: 2 veces (565-566); José Luis Aguilar: 2 veces (605-606); Raúl E. Aguirre: 2 veces (623-624); Ahumada: 4 veces (628-629-630-631); Genaro Alarcón: 2 veces (655-659); Horacio Albert: 2 veces (675-676); Fabián Alberto: 2 veces (678-679); Albite: 2 veces (680-681); Ramón Albizo: 2 veces (682-683); Alcaraz: 2 veces (691-692); Alegre (Gaby): 3 veces (702-703-704); Verónica Aleman: 2 veces (707-708); Guillermo Almaraz = Guillermo Almarza (727-730); María Rosa Almirón: 2 veces (734-735); Altamirano: 2 veces (756-757); José Luis Alvarenga: 2 veces (767-768); Álvarez: 2 veces (770-771); Federico Álvarez: 2 veces (781-782); Manuel Álvarez: 2 veces (797-798); Pedro Álvarez: 3 veces (806-807-808); Cristina Álvarez de Hurtado: 2 veces (815-816); Jorge Allega: 2 veces (835-836); Allende: 2 veces (837-838); Anaconi: 2 veces (880-881); Anderson: 2 veces (888-889); Andhal: 2 veces (890-891); Rafael Daniel Andrade: 2 veces (899-900); Archetti: 2 veces (987-988); Amílcar Archetti: 2 veces (989-990); Alberto Arguello: 2 veces (1018-1019); Carlos Arias: 2 veces (1025-1026); Fernando Arias: 2 veces (1029-1030); Armasto: 2 veces (1049-1050); Julio Armesto: 2 veces (1054-1055); Hugo Arqueaga: 2 veces (1064-1065); Arroyo: 2 veces (1086-1087); Aldo Luis Auretnechea: 2 veces (1139-1140); Alberto Ávila: 3 veces (1153-1154-1155); Jorge Ayastuy: 3 veces (1175-1176-1177); Diana Badeza: 2 veces (1192-1193); Badu: 2 veces (1197-1198); Báez: 2 veces (1201-1202); Lidia Baldini: 2 veces (1219-1220); Marta Baldini: 2 veces (1221-1222); Ballent: 2 veces (1231-1232); Banfield: 2 veces (1238-1239); Barbosa: 2 veces (1262-1263); Liliana Barone: 2 veces (1281-1282); Ángel Barrera: 2 veces (1298-1299); Barrientos: 2 veces (1314-1315); Eduardo Froilán Barrios: 2 veces (1334-1335//Para CONADEP son 9390 y 9518; desaparecidos en Beccar el mismo 14-4-76, con idéntico nombre); Basualdo: 2 veces (1367-1368); Juan Carlos Bearce: 2 veces (1397-1398); Mariana Carlota Belli: 2 veces (1439-1440); Benavente: 2 veces (1452-1453); Luis Benavídez: 2 veces (1457-1458); Benedetti: 2 veces (1466-1467); Benítez: 2 veces (1473-1474); Juan Carlos Benítez: 2 veces (1483-1484); Julio Bentaco: 2 veces (1498-1499); Bercovich: 2 veces (1514-1515); Ana María Bergés: 2 veces (1526-1527); Bermúdez: 2 veces (1532-1533); Omar/Oscar Rafael Berón: 2 veces (1545-1546); maría del Luján Bertella: 2 veces (1555-1556); Betopo: 2 veces (1574-1575); Blanca: 2 veces (1613-1614); Blanco: 2 veces (1617-1618); Leonardo Blanco: 2 veces (1623-1624); Néstor Blanco: 2 veces (1625-1626); Francisco Javier Bogarini: 3 veces (1660-1661-1662); Boliviano: 2 veces (1676-1677); Oscar Orlando/Alejandro Bordisso: 2 veces (1719-1720; en el mismo lugar, la misma fecha, el mismo trabajo); Borgi: 2 veces (1725-1726); Borojovich: 2 veces (1732-1733); Rodolfo Mariano/Mario Borroni: 2 veces (1736-1737; en este caso la presunción de duplicidad la tiene el mismo G. Fahrenheit); Bernardo Pablo Bousán: 2 veces (1756-1757); Boxitracio: 2 veces (1761-1762); Brawin: 2 veces (1780-1781); Briant: 2 veces (1792-1793); Brito: 2 veces (1801-1802); Britos: 2 veces (1805-1806); Brizuela (El Gordo): 2 veces (1815-1816); Brizuela (El Negro): 3 veces (1812-1813-1817, ¿quizás también “Beto” Brizuela -1819?); Brollo: 2 veces (1836-1837); Luis Brotman: 2 veces (1842-1843); Bulmarza: 2 veces (1889-1890); Graciela Buscarielo: 2 veces (1912-1913); Bustos: 2 veces (1930-1931); Luis Ramón Bustos: 2 veces (1938-1939); Mario José Bustos: 2 veces (1941-1942); Miguel Ángel/A./Ramón Bustos: 3 veces (1943-1944-1945).
Es decir, que por duplicación o triplicación, en las primeras 2 letras del alfabeto hay 113 nombres impropiamente computados. De los mismos, resalta que los mayores errores corresponden a los apellidos más comunes, y puede obedecer probablemente a esa cuestión. No se han considerado las duplicaciones de duplicaciones, es decir, cuando aparece solamente el apellido, y abajo el nombre y apellido como si fuera una persona distinta; o cuando se consigna ambiguamente por nacionalidad (v.gr., Boliviano) o por algún criterio toponímico (v.gr., Banfield). No ayuda a este intento de colaboración el hecho de que la muy mayor parte de los casos omite cualquier circunstancia individualizadora (fecha y lugar de detención, etc.).
También es de destacar que en ese listado obra la penosa desaparición de
De la misma lista, en
En total, del listado consignado, 885 casos corresponden a hechos anteriores al golpe de Estado de 1976; y de ellos, Viviana Irene Ringach corresponde al gobierno de Cámpora (desaparecida el 11 de junio de 1973), 14 al período lanussista de transición y llamado a elecciones, y 19 al gobierno del General Perón (hasta el 1 de julio de 1974). Dulio Sergio Vela, el último de la lista, en tanto, “desaparece” luego de los comicios del 30 de octubre de 1983.
En el mismo listado Fahrenheit de los “casi 10 mil nombres”, cuando se clasifica por fecha de desaparición la lista se reduce a 8.425, y eso que persisten varias duplicaciones (dos o más homónimos en la misma fecha). Lo mismo cabe decirse respecto de la clasificación por lugar, la cual se realiza sólo en la forma más genérica (Capital, Córdoba,
Sin mencionar a desconocidos, tampoco puede aceptarse, en los márgenes de la honestidad intelectual, la inclusión, por ejemplo, de Francisco René Santucho, muerto en combate contra el Ejército Argentino en el monte tucumano en abril de 1975 (en total, hay 112 casos consignados en Tucumán en 1975 y los 3 primeros meses de 1976). También hay cuatro combatientes del ERP muertos en la noche del 23 de diciembre de 1975, durante el ataque a Monte Chingolo, que también resulta impropio computar: Carlos Omar Oroño, José Alfredo Rivas, Guillermo S. Salinas y Carlos Suárez.
En fin, se hace muy difícil enumerar las inconsistencias, y estamos hablando tan sólo de las detectadas en una primera y poco profunda lectura. Referenciaremos a continuación una historia que también debe ser corregida, en beneficio de la verosimilitud del relato, y que fue abordada al azar, leyendo de paso las conmovedoras situaciones de tanta gente muerte por la locura y el fanatismo:
“María Cristina Alvira. Desaparecida el 5/5/77. Tenía 23 años. María Cristina estudiaba bioquímica en
En el relato recién transcripto aparece una contradicción que debe ser necesariamente enmendada. Si el niño fue entregado por el capellán a la abuela materna, es ella quien lo tiene, y el niño no está desaparecido. O al revés: el niño está desaparecido, y entonces el capellán nunca se lo entregó a la abuela materna.
Finalmente, para que quede claro, frente a cierta manía persecutoria, que tiende a ver en cada actitud honesta de revisión de estos datos en procura de racionalidad y seriedad, una actitud reaccionaria: Desde este espacio repudiamos cualquier forma de terrorismo de Estado, de proceder clandestino e ilegal contra las personas, y por supuesto, la muerte de esas personas. Por eso mismo, como homenaje a su memoria, y por respeto a la verdad histórica y a la solemnidad que reviste la cuestión, es que exigimos rigurosidad y prolijidad de parte de quienes se dedican a su sesuda y permanente investigación, así como desearíamos que un aspecto tan escabroso y tétrico de nuestra historia no fuera usufructuado con fines políticos o económicos.
Eso es todo, ni más ni menos. Por
(Fuente: Investigación del Grupo Fahrenheit)
jueves, 26 de junio de 2008
CONTINUANDO CON LA HISTORIA... (2da. PARTE)
miércoles, 25 de junio de 2008
LA SERIEDAD DE LOS IDIOTAS
(O "ME GUSTA LA PLATA, ¿Y QUÉ?")
Ayer estaba viendo, sin prestar mayor atención, el debate que había organizado Santo Biasatti en su programa "Otro Tema", que se emite por el golpista canal Todo Noticias (TN). Al mismo estaban convocados un diputados schiarettista (FPV "con reservas"), el inefable Basteiro (Socialismo) y Diana Conti (FPV, ex Frepaso) por el oficialismo "peronista"; y Patricia Bullrich (CC), la "Oveja" Sarghini (PJ Disidente) y Federico Pinedo (PRO) por la oposición. Además de muchas obviedades ya gastadas en 106 días en que pudrieron a la población entera con una dialéctica artificiosa, los puntos relevantes provinieron quizás de Sarghini, cuando desarrolló un paralelismo alarmante -y evidente- entre el crecimiento de la inflación y los sucesivos aumentos de las retenciones, desde 2003 a esta parte. También de Sarghini emanó el dato curioso, que refiere a que habla muy parecido a Carlos Ischia, el técnico de Boca Juniors.
Nos preguntamos por qué no es entonces "JC". Ah, claro, "JC" es la Juventud Comunista.
"Lo que pasa es que vos estás envidiosa, porque no podés hablar con el matrimonio presidencial".
Impagable.
Era, claro, obvia respuesta al reclamo de que el matrimonio presidencial no hablaba con nadie, y había tensado las cuerdas del conflicto irresponsablemente. Entre gritos y calificativos del tenor de "ignorante" y "obsecuente", Santo mandó todo a la reverendísima pauta publicitaria.
Un breve insert: A todo esto, las actitudes despóticas, la altanería y la soberbia, y las matonerías plasmadas en puñetazos, ostentaciones de fuerza bruta y tolderías copando el espacio público, en ninguneos y desprecios continuos al diálogo, en utilización de la fuerza pública como fuerza de choque parcial y malintencionada, etc., etc., han conducido con sopresa a la revalorización de la figura del denostado ex presidente Menem.
De la boca del insospechable De Ángeli, en el programa "Palabras Más Palabras Menos" (de la misma emisora), salió una anécdota según la cual el susodicho Demonio de Anillaco, sorprendido por algunas puteadas y protestas en una visita que realizó como primer mandatario a Entre Ríos, apenas se bajó a la vuelta del helicóptero en la Rosada envió una invitación a los puteadores para que al día siguiente se reunieran con él en Buenos Aires.
Bersuit Vergarabat decía por esos tiempos en Se Viene el Estallido (del gobierno de Menem) que "si eso no era una dictadura, qué era". A la luz de todo lo ocurrido, del manejo discrecional de la pauta oficial, de los embates violentos a la prensa, y todas las demás cosas que se han vivido, habría que preguntarle al Pelado Cordera qué opina, qué calificativo sobre formas de gobierno y sobre medidas de excepción tradicionales (como la dictadura, figura romana emanada del Senado, que tan bien supo honrar Camilo, por ejemplo), le pondría a todo esto...
En fin, el dato más interesante de mi audiencia al programa comentado, ocurrió a la vuelta de la pausa comercial. Ya el estudio se había despejado, y Santo Biasatti, solo y de frente a la cámara, con la cara de orto habitual (sólo equiparable a la de Alberto F.) pero agravada por un hondo pesar, una cara de orto de sepelio, digamos, empezó a referir que en la emisión anterior a ésta que estaba terminando (una última reflexión), en el maremagno de otro quilombo de debate, había sido proferida una frase terrible, que él se preocupó en aclarar varias veces, en el momento nadie oyó, y recién días después revisando el tape pudo escucharse.
A continuación lo "escrachó" a su autor, un productor rural de origen piamontés del que no me acuerdo el nombre, pero si me lo acordara, creo que tampoco lo diría. Y reprodujo la frase terrible:
"Si a los piamonteses nos gusta más la plata que a los judíos"
A continuación Santo, visiblemente compungido, pidió disculpas (ya que no podía pedir perdón, porque sólo Dios es capaz de perdonar) a la colectividad judía, y también a la colectividad piamontesa, por haber dejado pasar sin censurar -inconscientemente, porque repitió que en el momento nadie había oído nada- la terrible frase, a la que él atribuyó un evidente carácter despectivo.
Y yo me quedé entonces pensando si no estamos todos un poquito susceptibles, y después de un rato de pensar, si no estamos todos un poquito pelotudos. En primer lugar, porque no sé en dónde está la ofensa por la circunstancia de que a uno "le guste la plata".
¿No vivimos acaso en un mundo mercantilista, signado por el ánimo de lucro, y cuyas -generosas- oportunidades aparecen circunstanciadas por el dinero? ¿No es acaso el dinero el medio de ascenso social, y como signo, un auténtico atributo de nobleza?
O más simple: ¿A quién no le gusta la plata? Que levante la mano, sea chino, boliviano, uruguayo o vaticano.
El asunto de la imputación de un sentido negativo a la frase corre por cuenta de un Santo Biasatti y de su producción, que quedaron empantanados en la época de los Santos (precisamente) y de los mártires. Nadie espera que los judíos -que después de todo parecen ser como colectivo el sujeto injuriado- se dediquen exclusivamente a la poesía y a la mística.
Como pueblo históricamente dedicado a las actividades comerciales, han recibido una atribución general similar a la que emitió el ingenuo piamontés. Los pueblos agrarios o guerreros de la antigüedad miraban con recelo a los pueblos mercaderes, porque en su candidez sabían que si pestañeaban los otros los caminaban, y se iban del mercado habiendo comprado más que sus intenciones o pagado más alto que lo que el sentido común indicaba. Pero ya no existen los pueblos agrarios ni guerreros (salvo quizás en el África subecuatorial profunda). Todos, absoultamente todos los pueblos de mundo, son pueblos de mercaderes, y la economía del intercambio, expandida y difundida por efecto de la globalización, impera en absolutamente todos los aspectos de la vida social, sean ellos artísticos, militares o religiosos.
Cierto que para los patricios griegos y romanos el mundo comercial era despreciado, y el ocio era ensalzado por sus virtudes para la creación y el progreso mental y espiritual (de ahí que negocio etimológicamente sea "la negación del ocio"). Pero hoy día hubiera sido realmente afrentoso que el tano este dijera que "los piamonteses somos más vagos que los judíos".
Max Weber en La ética protestante y el espíritu del capitalismo claramente expone las raíces religiosas de la explosión capitalista en los Estados Unidos. Ellas se encuentran precisamente en la permanente referencia veterotestamentaria (o sea, bíblica) del cristianismo de raigambre calvinista (metodistas, presbiterianos, baptismales, etc.). En la carencia del instituto de la gracia -es decir, de la salvación por medio del arrepentimiento.
Como el protestante considera que en el Cielo los lugares están previamente asignados desde el día de la Creación, su vida transcurre tratando de descubrir si cada uno de ellos está dentro del círculo de los elegidos. O sea que si se equivoca, si delinque, si se emborracha, si insulta, en realidad lo que está evidenciando es que nunca tuvo su butaca reservada en el Reino de los Cielos.
El protestante de esas confesiones bíblicas también considera que Dios obra todo el tiempo en el mundo, a través de gestos sutiles hacia sus hijos. Entonces, desconocer esos gestos, no ser capaz de reconocerlos, es despreciar la generosidad de Dios, y otra vez hacer evidente que uno no fue elegido para sentarse a su diestra. Así las cosas, si sale un negocio, el protestante que abreva en el Viejo Libro debe obligatoriamente hacerlo, como debe trabajar y ganar plata día a día, desde el primer rayo de sol, porque Dios le ha puesto la oportunidad delante de la nariz y no debe ser despreciada.
Ello ha generado la "forma de vida metódicamente ordenada" muy común en el interior norteamericano, de donde surge el término "metodista". El metodista entonces, acumulaba enormes sumas que no gastaba, porque incurrir en vicios o excesos también lo hubiera sacado de la planilla celestial. Con esas fortunas, con la primera gran acumulación capitalista, se produjo el nacimiento de la vigorosa economía estadounidense, aún hoy la primera y dominante a nivel mundial.
Como dijimos, el metodista, sea presbiteriano, bautismal, cuáquero, menonita, etc., el Ned Flanders americano en definitiva, obedecía fielmente a su religión y era un buen ciudadano a la vez (el régimen estadounidense proviene de los colonos protestantes llegados en el Mayflower, y a partir de su independencia adquirió un carácter cada vez más teocrático: "In God we trust"), haciendo dos cosas que a Santo Biasatti le producen escalofríos: ganar plata y ahorrarla.
Asimismo, la capacidad para los negocios no siempre fue denostada tampoco en la antigüedad. Hay un dicho en el Mediterráneo Oriental (tierra de árabes, otros hábiles mercaderes como los fenicios y los babilonios), referido a la maestría para los negocios atribuida genéricamente a diversos pueblos: "Diez judíos lo que un armenio y diez armenios lo que un griego" y no he visto ni a Kalpakián ni a Aristóteles Onassis quejarse de ello. Más vale con su actividad fecunda han venido a demostrarlo. Tampoco por cierto se han incomodado mucho los Ezquenazi, los Werthein, los Epztein, los Soros, los Rokefeller, los Rothshild, el taquillero Spilberg o el joyero brasileño Howard Stern.
Ni creo que los coreanos se hagan demasiados problemas por una "fama" similar de talento y vocación comercial que en el extremo oriente le hacen los chinos y los japoneses.
En fin, poco que agregar. Quería compartir estas reflexiones, sobre todo a la luz de lo ridículo que resultaba la solemnidad de Biasatti, y su rasgado de vestiduras, sus terribles "disculpas" y su penoso talante.
Siempre los serios suelen bordear el ridículo (a veces sumergirse de cabeza en él). Y éste, desde 2003, es "Un país en serio".
Ah, y lo confieso: A mí también me gusta la plata más que a los judíos. Así que si les sobra algún manguito, y no saben qué hacer con él, acuérdense de su buen amigo Occam, que aquí los espera.