lunes, 23 de junio de 2008

GALO Y CONSTANCIA

Solamente para contextualizar nuestra situación presente, y gratificarnos de nuestro cómodo destino, voy a exponer a continuación las fechorías de un matrimonio algo más perverso y sádico en el uso y abuso del poder que otros más conocidos en nuestro tiempo. Se trata de Galo y de Constancia, esta última, hija del emperador Constantino I y hermana del emperador Constancio II. Galo fue nombrado César de Oriente en 351 y desposó a la hermana de su Augusto para optimizar la alianza. Pronto se comprobó que los vicios de cada uno se potenciaron mutuamente. Él terminó sus días ejecutado por traición, en 354.
A tal efecto, me valeré del impresionante Juliano el Apóstata de Gore Vidal, en la edición de bolsillo de Edhasa, 2004, págs. 155 y siguientes.

Constantino el Grande, equiparado en santidad a los Apóstoles, fue quien transformó al Cristianismo en religión oficial del Imperio Romano. Padre de Constancia y tío de Galo.

"Durante los años siguientes las fechorías de la pareja fueron más allá de todo límite conocido desde la época de Calígula. Para empezar, ambos tenían avidez por el dinero. Al objeto de favorecer la lucha por sus objetivos políticos, Constancia necesitaba todo el oro que pudiese reunir. Para conseguirlo probó todos los métodos: chantaje, venta de cargos públicos, confiscación. Uno de sus intentos de obtener fondos comprometió a una familia que yo conocía. Fue una situación singular. Cuando la hija se casó con un joven muy guapo de Alejandría, su madre, una matrona habitualmente seria -así lo pensábamos todos-, se enamoró súbitamente de él. Durante un año trató en vano de seducir a su yerno. Por último, él le dijo que si no dejaba de importunarlo, volvería a Alejandría. Fuera de sí, la mujer fue a ver a Constancia y le ofreció a la noble reina una pequeña fortuna por el arresto y la ejecución de su yerno. Constancia recibió el dinero, y el desgraciado joven fue ejecutado por un cargo inventado para el caso. Consumado el hecho, Constancia, que no dejaba de tener un cierto humor amargo, envió a la matrona los genitales de su yerno con una breve nota: "¡Al fin!". La mujer enloqueció. Antioquía quedó escandalizada. Y comenzaron los días de terror".


Perfil de Galo en una moneda de la época.

"Durante el tercer año de su mandato como César, hubo hambre en Siria. Cuando la escasez de alimentos empezó a dejarse sentir en Antioquía, Galo intentó fijar los precios a un nivel que permitiese a todos comprar trigo. Incluso los gobernantes sabios suelen cometer errores. La medida nunca da resultado porque su efecto es habitualmente el contrario del propuesto. El trigo es retirado del mercado o comprado por los especuladores que lo revenden con grandes beneficios, y aumenta el hambre. Los hombres son así y nada puede hacerse para cambiarlos. El Senado de Antioquía tiene muchos defectos, pero sus miembros son conocidos comerciantes que saben que el mercado es su vida. Así que previnieron a Galo sobre los peligros de su política. Él les ordenó obediencia. Como mantuvieron su resistencia, Galo envió guardias a la Cámara del Senado, arrestó a los senadores más relevantes y los condenó a muerte".

"Un incidente terminó por rebosar el vaso. La escasez de alimentos había empeorado. Las clases bajas provocaron tumultos. Tras su fracaso en fijar los precios, Galo había decidido abandonar Antioquía lo más rápidamente posible.
"El día en que Galo decidió abandonar la ciudad, el Senado se reunió frente al monumento de Julio César. También se concentró una gran multitud aunque su interés no era despedir al César. Querían comida, y así lo manifestaban. Hicieron la más terrible baraúnda. Tuve la oportunidad de contemplarla; nunca hasta entonces había visto una multitud tan enardecida. Protegidos por la guardia personal, que había desenvainado las espadas, el César y el Senado intercambiaron formalidades. Mientras, alrededor nuestro, la multitud rugía y empujaba para acercarse hasta donde estábamos. Incluso Galo estaba alarmado.
"Teófilo, el gobernador de Siria, se adelantó para dirigir un discurso al César. Teófilo era un excelente funcionario pero impopular. No conozco bien las razones. Los habitantes de Antioquía son totalmente frívolos ante los asuntos públicos. Son capaces de adorar a un tirano cruel si es ingenioso. Pero si quien los gobierna no sabe expresarse, lo desprecian aunque sea una buena persona. Y a Teófilo lo menospreciaban; se mofaban de su discurso. De pronto, la multitud comenzó a gritar: "¡Comida! ¡Comida!".
"Miré a Galo. Al principio se mostró contrariado; luego alarmado. Pero enseguida dio muestras de ser astuto. Levantó la mano para pedir silencio, pero continuó el griterío. Teófilo dio orden de tocar los tambores, que sonaron siniestramente. La multitud quedó en silencio.
"Galo tomó la palabra.
"-Mi buen pueblo, el corazón de vuestro César se conduele por vosotros. Pero está confundido. Decís que os falta comida. Pero ¿por qué? Hay alimentos en Antioquía. Los depósitos están llenos de trigo. Vuestro César lo guardó allí para vosotros.
"-¡Que nos lo den entonces! -se oyó una voz.
"Galo movió afirmativamente la cabeza.
"-Pero si es vuestro... El gobernador lo sabe- -Se volvió hacia el sorprendido gobernador-. Teófilo, os he dicho que alimentéis al pueblo. ¿Por qué me habéis desobedecido? ¿Por qué habéis sido tan cruel? Aunque estéis aliado con los especuladores, debéis tener piedad del pueblo. ¡Los pobres están hambrientos, Teófilo! ¡Alimentadlos!
"En toda mi vida no he presenciado una escena de tanta maldad. Deliberadamente, Galo incitó al pueblo contra su propio gobernador, y se alejó cabalgando a la cabeza de sus legiones, dejándonos en medio de la violenta multitud. Como el resto del Senado, huí. Por suerte nedie resultó lastimado, a excepción de Teófilo, que fue despedazado. Ese día Galo perdió el escaso apoyo que tenía entre nosotros".

Concilio de Nicea. Galo era un ferviente cristiano.

Bienaventurado es quien sabe sacar provecho de las enseñanzas de la historia. De lo contrario, pasa lo que decía Rivarol:

"La Polithique est comme la Sphynx de la fable: elle devore toutes ceux qui n' expliquent pas ses enigmes".

7 comentarios:

Nicolás Lucca dijo...

Mamita! Hasta el ojo díscolo tiene!

El Isáurico dijo...

Una de las tantas teorías que vanamente intenta explicar la caída del Imperio Romano (digo vanamente, porque soy de los que suscriben la tesis de que el Imperio no cayó, se transformó), sostiene que la decadencia de tan magna organización política se sustentó en la "degeneración" de sus élites, la cual habría sido ocasionada por un epidemia de saturnismo.-
La causa de de esta epidemia de saturnismo (intoxicación crónica con plomo que redunda en lesiones neurológicas y conduce a la locura mas abyecta), se explicaría por el creciente uso de tuberías de plomo en los domus de los potentados romanos ue se verificó a partir del Siglo II D.C..-
No es mi intención llevar el pánico a la sufrida población de Río Gallegos, pero a vistas de la errática conducta que ha demostrado estos últimos tiempos el círculo que gobierna la República Argentina -procedente en un 98% de esa esa ciudad austral-, y atendiendo a que dicho círculo -de venalidad manifiesta- ha sido el responsable de contratar la obra pública de toda la Provincia de Santa Cruz -incluyendo el tendido de cañerías- durante el último par de décadas, no me extrañaría en lo más mínimo que mezquinando el Hidrobronz, hayan tendido cañerías de plomo.
La cagada que recae sobre los argentinos, es que el saturnismo está haciendo evidente eclosión cuando esta camándula se ha proyectado desde la política municipal hacia la Rosada.
Ahora entiendo porqué muchos pensadores veían con simpatía la "purificadora" llegada de los bárbaros provenientes de los bosques y campos de allende las fronteras de la Urbe.

Saludotes!.

El Isáurico dijo...

...y coincido con Bruno y con usted, Occam, el parecido físico y la similitud de las maneras de Galo con las de nuestro presidente de facto es ciertamente inquietante.

Occam dijo...

Estimado isáurico:
Su teoría bioquímico-positivista de los fenómenos políticos me resulta la mar de interesante. Me recuerda alguna otra que asocia la violencia mortal del estudiantado de los '70 con la permisión legal de venta libre de anfetaminas en cualquier farmacia y sin receta que había por esos años.
Empero la decadencia de "la más maravillosa construcción humana", diseñada para perdurar a través de los milenios, y de su permanente afán -para nada dogmático, como lo evidencia el paso de la Monarquía a la República y de ésta al Principado- por la perfección política, es decir, en la consecución del bien común y de la pax romana, merece una explicación un tanto más pluricausal, máxime a la luz de que el sistema, en su esplendor, había logrado semejante grado de eficiencia, que pudo soportar los vicios de Tiberio, las crueles excentricidades de Calígula o las manipulaciones de Agripina la Menor sin tambalear un ápice, y produciendo luego las genialidades de Tito y de los Antoninos.
Más allá de eso, entiendo que el análisis de la decadencia y caída del imperio romano como fuerza ordenadora del mundo, dando paso a un retroceso marcadísimo en la vida social verificado en los siglos ulteriores, y del que Europa nunca se ha repuesto por completo, constituye una instancia obligatoria para entender nuestra aciaga realidad, tanto en su patética plasmación local, como en la -un poco- más disimulada crisis global.
Cordiales saludos, y gracias por su aporte.

José Luis dijo...

Muy bueno. Especialmente sonora me resulta la frase esa "Los hombres son así y nada puede hacerse para cambiarlos.", que es estrictamente cierta.

Es lo que la izquierda no ha aprendido todavía, después de tantas tragedias... y de tantas farsas.

JL

PD: ¿Leíste "Memorias de Adriano", de Marguerite Yourcenar? Es lo mejor que he leído hasta el día de hoy.

Occam dijo...

En efecto, un libro excelente, sobre un emperador excelente. Corrían los tiempos de esplendor, y tanto Adriano como su antecesor Trajano demostraron que estaban a la altura de las circunstancias.
También lo demostró Claudio, contrahecho y tartamudo (de él sale el personaje del dibujito animado), por el que nadie daba un peso, y que fue sin dudas el mejor emperador del s.I. Te recomiendo al respecto las dos obras monumentales de Robert Graves, "Yo, Claudio" y "Claudio el dios y su esposa Mesalina". Imprescindibles. No te vas a clavar, te aseguro.
Un abrazo

pau dijo...

Buenísimo libro, de los mejores que leí!!