martes, 24 de mayo de 2011

Detalle disonante


El verano pasado conocí la ciudad de Santa Rosa, la moderna capital de La Pampa (segunda de ese territorio), fundada el 22 de abril de 1892 por Tomás Mason, y cuyo nombre homenajea a la santa patrona del de su esposa, Rosa Fouston. En 1900 Santa Rosa fue declarada capital del territorio, en reemplazo de General Acha (decisión ratificada en 1904). Actualmente es una ciudad moderna, atractiva, muy forestada, con cómodas avenidas y hermosos espacios públicos, que supera los 100.000 habitantes. 


Casi como autómatas, sin pensar siquiera en discutir el derrotero del primer paseo por la ciudad, y una vez que dejamos las valijas en el hotel, nos dirigimos a la plaza principal, que como reflejo del antiguo modelo indiano de urbanismo, sigue siendo en casi todas las ciudades argentinas que no han crecido demasiado, el meollo de la vida de la ciudad, y por supuesto, el marco en el que se levantan sus más importantes y valiosos edificios.


Como no podría ser de otra manera, la ciudad es un fiel reflejo de la modernidad planificada. Sin ir más lejos, el Centro Cívico (que incluye la Terminal, la Gobernación, los Tribunales y los Ministerios) corresponde a la autoría de Clorindo Testa (primer premio, 1956), el arquitecto argentino más importante de la segunda mitad del siglo XX, padre de la Biblioteca Nacional, el Banco de Londres, el Hospital Naval, el Centro Cultural Recoleta, entre tantas otras obras relevantes.


Pero sin dudas el edificio que más llama la atención, y de hecho domina la Plaza San Martín, es la Catedral, obra del arquitecto pampeano Santiago Swinnen, que temió por mucho tiempo aquello de "no ser profeta en su tierra", y hubo de insistir hasta con ingeniosos métodos (como el de emplazar una gigantesca maqueta del proyecto a la vista de todos) para lograr su ansiada concreción.

El resultado arroja un interior sobrio, austero y luminoso, que exalta la realeza divina, según la intención confesa del arquitecto, y que aloja los restos del fundador de Santa Rosa, el citado Mason. 


Pero sin dudas su originalidad y contundencia están expresadas en el pórtico, constituido por 12 rombos del mismo tamaño que simbolizan a los Apóstoles, y coronado por otros dos rombos, uno con una corona encima que representa a la Virgen María, y uno mayor, con la cruz, que simboliza al Cristo. Una idea interesante, con un resultado impactante, que insinúa monumentalidad a la par que disimula las seguras estrecheces presupuestarias del lugar y de la época.


Inicialmente, según pude enterarme hace un rato, el concepto estaba signado por la fuerza del cemento concreto, como elemento que otorga estabilidad y permanencia (atributos de la religión y de la Iglesia); aunque luego toda la edificación fue pintada de blanco, lo que, si bien resalta los perfiles y las aristas, confiere a la estructura un carácter de liviandad rayana con la endeblez, y bien puede el desprevenido imaginar que ella está elevada por caprichosos juegos de moldes, a partir del yeso u otro tipo de elemento maleable.


En fin, a mí me pareció una obra íntegra, honesta, original y feliz en su equilibrio y su desarrollo, en gran medida sustentada en esa organización en rombos, tan equilibrados y emparentados con la cruz como símbolo y como signo.

Sin embargo, me pareció horrible el campanario que nítidamente surge por detrás, hecho de metal (incompatible con los elementos y concepto general de la obra), que a la distancia y por su escaso espesor, bien puede parecer de simple chapa (antes amarilla, ahora también blanqueada, lo que le otorga una apariencia de palomar o cobertizo), y que asemeja un carillón improvisado por alguna necesidad momentánea. De hecho, es frecuente ver hoy día en las iglesias que a una exquisita escultura de un santo le ponen al lado otra más improvisada y moderna (o sea, en general, precaria), para acordarse de otro santo, aunque sin considerar el equilibrio estético. O que junto a un lienzo del siglo XVII, se pega con cinta scotch un póster de un Cristo new age, con estrellas y lucecitas saliéndole por detrás de los hombros.


Como yo entiendo bien poco de arquitectura, y menos aun de arquitectura moderna, me guardé para mí la apreciación de ese detalle disonante, y me limité a compartir con mis compañeros de viaje el para nada impropio calificativo de "raro" para todo el conjunto. Pero, como se dice mucho hoy en día, a mí el carillón ése "me hizo ruido".

En la última edición del programa Teleproyecto, que emite Canal Metro desde hace 20 años y se dedica a la arquitectura, pude ver un reportaje a Lucas Swinnen, hijo del autor de la Catedral, arquitecto como el padre, aunque de mayor renombre, con larga trayectoria en Europa, pero con un corazoncito pampeano que lo hizo instalarse, luego de haber conocido tantas delicias en la tierra más prolífica de ese arte, en su tierra natal (cuestión que atrajo justificadamente varias preguntas durante la entrevista).  

Lucas Swinnen (derecha)

El asunto de la Catedral de Santa Rosa, estando el padre probablemente muerto, a juzgar por el tenor del diálogo, ocupó también un tiempo importante, si se quiere, el de mayor duración, del interviú. A partir de éste, en el que me detuve porque me encontraba con las respuestas, a sólo 4 meses de surgidos los interrogantes, pude establecer, con un énfasis indubitable, que el campanario del caso constituye, no sólo un detalle disonante para mi humilde percepción, sino para la de toda la autorizada familia Swinnen. 

Al menos tres veces repitió el talentoso Lucas que, para él, "habría que sacarlo". Y eso que la pregunta que le formuló el interlocutor (un periodista aficionado, probablemente arquitecto como él) fue hecha con la mayor prudencia, sin anteponer al tema del campanario ninguna adjetivación, siquiera esas introducciones ominosas, que como pidiendo disculpas, clavan el puñal antes de interrogar. 

Posada Piedras Blancas, obra de Lucas Swinnen, en piedra.

Así que a mí, afirmado en mi intuición estética, antes que en los módicos conocimientos que abrigo en la materia, ello me sugirió la siguiente reflexión:

Por más que pretendan esconderse en sofisticaciones modernistas (que siempre son sofismas), los detalles disonantes no sólo aparecen a la vista de cualquier paisano, sino que encima gritan su presencia. De últimas, puede ocurrir que el paisano calle esa presencia por cautela, por prurito (el paisano suele ser reservado, sobre todo, porque no ha sido narcotizado con los humos de la soberbia intelectualoide), pero todos terminan por ver, aunque nadie lo diga, que el rey tiene la bragueta abierta.


 

28 comentarios:

Mensajero dijo...

Aunque he vivido rodeado de arquitectos, conozco bastante poco del tema.
Pero las catedrales modernas siempre me hacen ruido.
Como si no le correspondiera a la modernidad incursionar en ese tipo de construcciones.
La asociación conceptual del cemento con algunas de las características de la iglesia se me hace demasiado racional, cuando la religión es un acto de fe.
Son edificios que no me emocionan.
En una catedral -de las viejas- uno, como individuo, se somete ante la majestuosidad de su arquitectura y su ornamenta, que define nuestro lugar ante Dios.
Siento que la arquitectura religiosa moderna, aunque claramente más austera en adornos y figuraciones, me transmite, paradójicamente, una actitud desafiante, vanidosa, donde el alma no encuentra contención y la liturgia, entorno adecuado.
Bastante temerario este comentario, siendo su autor, hombre que no participa habitualmente de la ceremonia religiosa.

Con Clorindo me entiendo mejor.

Ojalá Almafuerte aporte su visión sobre el tema.

Saludos cordiales.

Enzo A. C. dijo...

El final me sugiere que los paisanos no somos como los porteños. Valga la redundancia.
Excelente tu blog

Occam dijo...

Mensajero: Coincido con sus apreciaciones, que me evocan necesariamente esas llamativas iglesias brasileras (la Catedral y la Igrejinha de Brasilia de Oscar Niemeyer, la Catedral Metropolitana de Rio de Edgar Fonceca, y largo etc.), aunque claro, los brasileños han desarrollado una arquitectura moderna del Mundo Novo, con notas típicamente nacionales, que tiene su mérito e identidad. No me pasa lo mismo con las iglesias que aparecen en Argentina con inspiración racionalista (la de Coronel Díaz y Juncal, por ejemplo). Aunque hay que convenir que, hoy por hoy, se ha perdido toda memoria artística (sobre todo, la que deviene de la experticia del artesano, y que se transmite de generación en generación), y la única opción que se ofrece para una construcción nueva parece ser necesariamente moderna. Si no, véase la pobreza de líneas y de soluciones que ocasionan los imperativos de edificación en determinadas zonas urbanas, como puede ser, el neoclásico francés en la zona de la Embajada de Francia...

La última parte de su comentario me parece sencillamente brillante, y su excusa compartida, puesto que el suscripto sólo entra a las iglesias cuando hace turismo, o frente a una ceremonia social. Pero es bien cierto que en las modernas, como en todo el arte moderno, resalta fundamentalmente el ego del autor. Desde la Edad Media, en que las obras eran todas anónimas, y respondían al canon del gremio que garantizaba su calidad y pureza, el proceso ha sido de progresiva individualización del artista sobre la obra. A los artistas identificados (que no obstante tenían su escuela y discípulos) del Renacimiento, pasando por las corrientes artísticas colectivas a partir del Impresionismo, llegamos primero al artista que es más importante que su obra, y luego finalmente al artista sin obra, que prefigura Nietzsche.

Occam dijo...

Agrego finalmente, que no es necesario remontarse a la época colonial, o al siglo XIX, para encontrar iglesias en donde se produce ese fenómeno espacial de magnificencia de lo divino. La Catedral de La Plata, por ejemplo, concebida por Pedro Benoit y Ernest Meyer en 1885 (los trabajos comenzaron en 1898) en lenguaje puramente gótico, se edificó a lo largo de todo un siglo (puede afirmarse que la obra fue completada en 1999), tiempo que por otra parte merece en la tradición la edificación de semejante monumento colectivo y trascendente.
La primera vez que entré en ella (al menos, que yo recuerde), en 1994, había muy poca gente, los espacios eran enormes (como luego pude apreciar en el Domo de Milán), y de pronto comenzó a sonar el órgano de tubos, todo el lugar vibraba con la imponente melodía, y uno se podía figurar sin esfuerzo que se trataba de la voz de Dios.
Hace no mucho di por casualidad con un concierto en una vieja iglesia de Florencia, también ejecutado con órgano de tubos, y tuve la misma sensación que embargaba cada arteria y cada nervio del cuerpo, que me secuestraba y suprimía mi voluntad para integrarme en el espacio y sacarme del tiempo.
Luego del suceso de La Plata, bastante tiempo después, pude enterarme que aquello de los órganos de tubo importaba una cuota de mi genética, pero ésa es otra historia...

Mi más cordial saludo.

Occam dijo...

Enzo: Muchas gracias por su elogioso comentario. Esperaré no defraudar en el futuro, y le doy la bienvenida a este espacio de pensamiento y debate, para que pasee como en su casa, y se sirva de lo que más le guste.

Un cordial saludo.

Andy dijo...

Muy buena la reflexión final!

Occam dijo...

Andy: Me alegro de que la haya usted apreciado. A veces temo, debo confesarlo, excederme con la sutileza. La sociedad del espectáculo sólo se conmueve (fugazmente) ante el impacto, fuerte pero siempre fugaz. Uno trata humildemente, y casi siempre sin conseguirlo, de oponer a esa sociedad del espectáculo la cultura de la fiesta, que es una celebración compartida, construida por todos. En esa inteligencia, tiendo a concebir la reflexión como aporte, como disparador de otras -y mejores- reflexiones, como las tres botellas de vino que uno lleva a un asado. Cada vez reniego más de las construcciones intelectuales cerradas y perfectas, y de su comunicación evangelizante... Aunque claro está, esa posición mía debe encauzarse siempre, empero, por el camino de la claridad. He ahí el difícil desafío, y el temor siempre presente.

Mi más cordial saludo.

Almafuerte dijo...

Hace poco me lamentaba de no encontrar ningún blog de arquitectura, ninguna conversación sobre el tema. Ja.

Conozco la obra de Swinnen hijo, a la posada le tengo echado el ojo (para pasar en persona si alguna vez voy en auto al sur), pero no conocía nada sobre el padre.

Su conclusión es tan oportuna, le hubiera gustado a Borges. Don Isidro Parodi, mateando en la celda con jarrito de lata, empaquetaba a los pretenciosos y veía venir la moneda falsa a diez leguas de distancia.

Almafuerte dijo...

Ahora paso a defraudar con el tema en sí.

La cuestión de la arquitectura religiosa contemporánea pasa creo yo por la difícil relación de la modernidad con la religión. Lo que era natural en el medioevo es trabajoso y casi conflictivo ahora.

La catedral gótica es irrepetible fuera de su tiempo. No hay gremios, ni organigramas de obra que duren siglos, pero por sobre todo no existe el contexto, el hombre medieval consagrado anónimamente a tallar piedra o colar vidrio de colores durante toda una vida, para celebrar a Dios.

Pero lo que tal vez podemos aprovechar hoy con otros medios es la esencia de la construcción espacial del gótico: la luz. Ingeniosamente trasladaron cargas y estructura al exterior, para desmaterializar el interior de la nave y bañar al creyente con rayos de luz desde arriba. El edificio sube y levita, desde dentro nadie entiende como se sostiene pero no importa. La luz es el elemento espiritual por excelencia del gótico.

Almafuerte dijo...

Por eso me gustan algunas capillas modernas que trabajan con la luz. No son catedrales, apenas capillas. No tengo educación religiosa así que no puedo evaluar desde ese punto de vista, pero creo que me emocionaría bastante visitar alguna de estas pequeñas iglesias:

- la Capilla de las Capuchinas, del mexicano Luis Barragán.

- la Iglesia de la Luz de Tadao Ando, que también tiene una iglesia sobre el agua

- Las dos capillas del suizo Peter Zumthor, intrigante sobre todo la construida en hormigón sobre un encofrado de troncos que luego del fragüe fueron quemados, dejando el interior como lastimado, con la luz bajando del óculo superior.

En resumen. Son espacios y materiales contemporáneos y austeros, no hay órgano de tubos, no es gótico medieval. Pero está la luz como búsqueda espiritual.

goolian dijo...

Tadao Ando es un genio absoluto.

Agrego dos más, que a mí particularmente me fascinan.
La sagrada familia de Gaudí, es un neogótico genial, bien diferenciado del estilo del de la catedral de la Plata.

Y la Chapelle del Rosaire de Vence de Henri Matisse, humilde, luminosa y alegre.

Les gustan ?

Occam dijo...

Goolian: Gran aporte el suyo. ¡Cómo olvidar la mención de la Sagrada Familia de Gaudí! Una obra realmente impresionante, que ya puede vivirse intensamente por más que le falte tanto para su terminación. Yo la visité apenas semanas antes de su consagración como templo, y me pareció maravillosa, como todo lo que hizo Gaudí. Esa integración de la arquitectura con la escultura, ese uso de los elementos de la naturaleza, de los tallos e injertos y flores, de las colas de dragón, de sus lomos brillantes... Estamos hablando, claro está, de otro presupuesto y otros tiempos constructivos respecto del caso de Santa Rosa, pero vale como ejemplo patente de las posibilidades de la innovación a partir de la tradición, como pregonaba su compatriota Dalí.
En cuanto a la Capilla del Rosario de Matisse, puedo decir que es una bella obra de arte, con espléndidos vitrales y un colorido envolvente realmente sugerente. Está allí para ser apreciada, y como ambiente, bien podría ser un museo, o un salón, un living amplio y extasiante. Como templo, en cambio, creo que entra en la casuística percibida por Mensajero, aunque habría que estar adentro para vivirlo y sentirlo. No he tenido nunca el placer de conocer Francia.

Un cordial saludo.

Tortita Negra dijo...

Ahh amigo Occam, que gran reflexión aquello de los "artistas sin obra". Esto ha pasado en casi todas las ramas del arte. Ahora, no podemos decir sobre las catedrales que TODAS están separadas del sentimiento de Dios.

Fíjese nomás la nueva catedral de Coventry, Luego de haber sido bombardeada impiadosamente por los alemanes durante la 2a Guerra fué reconstruída de manera moderna y perfectamente consonante con el espíritu que había creado a la vieja catedral, obra del genial Basil Spence. Y como si esto fuera poco, se compuso para ella la no menos magnífica "War Requiem" de Benjamin Britten, gran autor con grandes obras. Todo en su justa medida.

Pero es cierto que las artes de algún modo se han plegado sobre sí mismas, en una especie de... eemm (¿como decirlo sin ofender?) "Paja autocumplimentada" En un idioma contínuamente variable que define un círculo cada vez mas chico de "iluminados" que "entienden" al artista (ya nisiquiera a la obra)

No obstante lo anterior, yo no le achacaría estos efectos a la modernidad (concepto que he visto repetirse a lo largo de los hermosos posts de este blog).

Creo que toda esta masturbación en masa (y los efectos deletéreos de esta actitud retratados tan bién por usía en diferentes posts sobre diferentes tópicos) es mas achacable a lo que se llama "pos-modernidad" (en mi entender un oximóron, por que para mí la modernidad es un nuevo equilibrio metaestable en la humanidad, y por lo tanto autosuficiente y perenne)

Y la "pos-modernidad" es nada mas que el grito de resentimiento de una élite política y cultural que vino a tomar el lugar que antes tenían los reyes o clérigos influyentes, pero se encontró conque este lugar era exiguo, o inexistente.

En fin, tema aparte. Es cierto como cambió todo , y de un tiempo a esta parte parece que la comunidad artística ha tomado preferencia por el "monumento artístico" en vez del arte como una parte de la vida y celebración necesaria de la civilización, encarnada en el ámbito privado como "arte" y en el ámbito público como el comercio, instancia previa y necesaria de la República.

Yo he tenido oportunidad de atestiguar en mis estudios musicales ese proceso. Si quiere en otro momento se lo detallo, pero es preciso recalcar que a partir de mediados del S XVIII la música era una actividad "casual". Simplemente se tocaba, la gente asistía a conciertos por los que pagaba, y se componía con gran calidad y en cantidades espeluznantes. Luego esta tendencia menguó (mas o menos a partir de la 3a década del S XIX), hasta el día de hoy en que (no voy a decir que se compone mal, no) se compone poco. Quizás por efecto de esta preferencia tácita de los artistas por el "monumento musical" que sin duda está alejado de la gente común.

Cualquier compositor hoy día se conforma con dos, tres... diez? sinfonías. En el siglo XVIII un compositor mas o menos del montón no componía menos de 40 sinfonías.

Es cierto también que las prerrogativas eran otras. En aquella época un compositor tenía que vender su música para vivir (entre otras actividades como enseñar, dirigir, dar conciertos, etc.) Mientras que hoy día un compositor se puede establecer con becas ("ad-eternum" si tiene los contactos apropiados) y vivir de arriba, sin importar si su musica se vende o siquiera se toca.

También está el tema del Copyright que en aquella época no existía (al punto de que ni bien la música salía del escritorio del músico ya pasaba al dominio público, con las consecuentes "falsas atribuciones" que hoy endía afrontamos) Hoy, para tocar una obra de un compositor moderno hay que presentar hasta hemogramas seriados a la oficina de Copyright, que cobrará lo que se le antoje.

En fin, ya deliré bastante.
Un abrazo
TN

Occam dijo...

Almafuerte: Pues muchas gracias por su (primer) comentario. Es la segunda vez que me comparan con Borges, aunque sea, en nimios detalles, en esta semana, y eso representa para mí un honor indescriptible. (Si bien la primera de ellas fue con ánimo peyorativo: alguien me dijo en otro blog que yo me hacía el boludo tan bien como Borges cuando hablaba del fútbol, en alusión a ciertas incomprensiones mías referidas a la interna o primaria de Santa Fe).

Coincido con su apreciación del segundo comentario. La modernidad ha significado sin dudas una revolución total, ha dado pasos "que no se pueden deshacer". Sobre todo, no sólo en la desacralización del mundo, sino en el desmantelamiento de los sistemas gremiales de artesanado, a cambio del trabajo mecanizado, automatizado y masificado.
Es bien cierto lo que usted dice de la luz en el gótico, aunque debo lamentar que en la luz no se agote la cuestión. Evoco como ejemplo a agregar a Santa María la Bella de Segovia, espléndidamente iluminada, pero mucho más que eso. Creo que en gran medida el vacío que se percibe, que usted tan bien apunta, está fundado en la pérdida del componente mistérico e iniciático, fundamental en el mundo tradicional.

Occam dijo...

Almafuerte: Excelentes las capillas que usted tan gentilmente ha señalado. Las del japonés, increíbles, y bien japonesas también, sobre todo, la de agua, aprovechando la belleza panorámica. Las del suizo, realmente me han sorprendido. Ambas. Aunque me guste más la del estilo alpino en general (la de San Benito), si bien la primera, la de los troncos quemados, tiene un cenit impactante.

Otra vez muchas gracias. Con lectores como usted, no dejo de aprender cosas nuevas y fantásticas. Volveremos a la arquitectura más seguido entonces.

Mi más cordial saludo.

Occam dijo...

TN: Muy interesante su comentario. me impactó muchísimo la catedral de Coventry, y le agradezco su mención. Como contrapartida -sin efectos comparativos, sino sólo complementarios, en materia de opciones- a esa solución, podemos mencionar la catedral de Köln (sepultura de los Reyes Magos), cuya segunda torre fue reconstruida tan escrupulosamente luego (en 1956 y en 1994) de los impíos bombardeos de la SGM (14 bombas la impactaron en forma directa), que incluso se reprodujo por medios químicos la pátina de siglos que la ennegrecía antes de su destrucción.
Respecto de la clasificación modernidad-posmodernidad, me parece poco conducente. Comparto con usted que la modernidad es una estabilización de Occidente (con aspiraciones ecuménicas que hacen a su misma esencia totalizante), y que la posmodernidad es una aspiración bastante difusa y seguramente elitista. Pero sigo sosteniendo que las tendencias apuntadas son estrictamente modernas, si se considera que la modernidad es esencialmente progresista, es decir, se define en una línea evolutiva fácilmente predecible y trazable desde un principio. En verdad, ya otros antes y mejor que yo apuntaron el triple efecto de la modernidad en la cultura, consecuencia también de esa lógica totalizante: 1) la cultura de masas, pop, de mickey mouse y coca-cola, etc.; 2) la museificación de las culturas particulares tradicionales de los pueblos, en una suerte de catálogo petrificado de código abierto y mixturas varias (todos los folks habidos y por haber, fusiones... hasta una suerte de pan-religión new age); y 3) la cultura elitista, para grupos de selectos snobs (sine nobilitate), que a diferencia de la definición tradicional universitaria inglesa, a saber, de ciertos intelectuales o nuevos ricos que tienden a imitar ampulosamente la cultura de una clase a la que consideran superior, hoy día podríamos bien definirlos como patéticos imitadores de algo que no existe, de un fantasma muerto hace demasiado tiempo, o sea, imitadores de la propia imagen mental distorsionada que pueden hacerse de la nobleza (un concepto ya inaprensible para el moderno). Esa última rama cultural de la estrategia totalizante, es la que es hábilmente definida como abstrusa, deliberadamente intrincada y excluyente, sólo para connaisseurs...

Muchas gracias por su excelente comentario, y espero poder seguir disfrutando de sus fecundos aportes.

Hegeliano dijo...

Les acerco mi ignorante absoluto comentario.

Para las dos cosas que menciona Occam en su post, el trazado de una ciudad y una iglesia de arquitectura moderna, les recomiendo a todos ir a Adrogue.

Su trazado, del arquitecto Canale, imita al de la ciudad de La Plata, con diagonales.

La iglesia, construida por el año 1974, merece que le peguen una mirada, a mi me gusta y provoco bastantes controversias en su momento.

De paso miren el paseo de Las Delicias, lo único que queda del histórico hotel.

Una ciudad muy de 1890/1910 en la parte vieja, una ciudad mas del conurbano en el resto.

Almafuerte dijo...

Goolian: a Gaudí le debo una visita personal. Me atrae su persona, la entrega apasionada a su vocación, era uno de los que se podían olvidar hasta de comer o dormir.

Mi problema con el modernismo catalán y con todos los creadores atípicos y excepcionales viene de la profesión. Los puedo admirar como artistas, pero su obra es una expresión tan personal que casi nunca dejan seguidores o aprendizaje.

Almafuerte dijo...

Todo el tiempo sucede esto, la imposibilidad de reproducir las obras del pasado, la impostura de copiar estilos, o la construcción basada en ideas imaginarias del cliente sobre períodos históricos mal aprendidos.

Para restaurar obras antiguas hay técnicas alucinantes, se puede analizar y reproducir casi cualquier material si es necesario. El tema es que no tiene sentido hacerlo para obras nuevas, no se puede resucitar a las generaciones de frentistas italianos y sus aprendices, no se puede recrear el contexto económico y cultural que permitió construir de una determinada manera.

El edificio Grand Bourg y el Chateau nosecuantos de la Av. Libertador están decorados con molduras de telgopor de alta densidad, rosetones de cemento alivianado y demás artificios producidos industrialmente para reproducir una imagen artesanal del sXIX. Fingir una identidad ajena no tiene sentido, en ningún plano de la vida.

Los espacios religiosos o de devoción son doblemente difíciles hoy por todas las circunstancias que apunta Occam. Creo que es lo que nos toca, admirar el equilibrio y la armonía de otras épocas y tratar de resolver el proyecto con las herramientas imperfectas que tengamos hoy, aquí y ahora.

aquiles m dijo...

Me encantó lo de Hegeliano!!!
Si uno tiene la fortuna de estar en ese lugar de Adrogué en un día de poco tránsito, le parecerá estar transportado al siglo XIX!!!
Definitivamente, la Iglesia, es disonante!
Gracias Occam por la frescura del post!

Occam dijo...

Hegeliano: Muchas gracias por la recomendación. Desde mi modesta perspectiva, debo decirle que la actual iglesia parroquial no le llega a los talones a la anterior, y aparece como un edificio discordante con el entorno. Estaría mejor ubicada en Santa Rosa que en Adrogué. Sólo mi humilde opinión.

Un abrazo.

Occam dijo...

Almafuerte: Una visita a Gaudí importa, obviamente, una visita a Barcelona. Ella no puede ser menor a los 5 días (no le haga caso a las agencias de turismo, que le dicen que con 3 alcanza). Además del Parc Güell, la Sagrada Familia, la Pedrera y, sobre todo para mi gusto, la Casa Batlló, hay infinidad de obras que ver del autor, y otras que también valen más que la pena. Ah, y además, Barcelona tiene una catedral gótica que se las trae...
Hágame caso, ahora que el dólar está barato y España está en la lona. No lo piense mucho y vaya para allá, que de paso está empezando el verano y el Mediterráneo está más azul que nunca. (No sé por qué, evocando al Mediterráneo, me acordé de Serrat, y eso me lleva a recomendarle que vea también el Montjuic y el cementerio que está atrás, sobre "la ladera de un monte más alto que el horizonte", con una excelente vista al mar).

Otro cordial saludo.

Occam dijo...

Aquiles M.: Gracias a usted por la visita. Compartimos la apreciación sobre la iglesia. Lo he dicho también un par de comentarios más arriba.
Lo interesante, y quizás rescatable, es que esa iglesia fue construida con el aporte de las dietas de un diputado durante un año, el Dr. Mariano Demaría. Un gesto inusual ya en 1975. Ahora es realmente inverosímil.


Un abrazo.

Mensajero dijo...

Puedo confirmar los dichos de Occam,
Desayuné la semana pasada en Madrid pinches de tortilla, jamón, bollería, y zumo de naranja por cinco euros.
Cuestión de abrir "Despegar" y buscar alguna oferta.

Almafuerte dijo...

Con el estado de mis finanzas puedo viajar hasta el centro de Adrogué, que tampoco conozco (gracias por el dato, Hegeliano). Lo de Europa quedará para algún otro ciclo de destrucción monetaria.

En San Andrés de Giles hay una iglesia bastante mítica, de los arqs. Adesso y González. Alguno la visitó?

Y al margen de la arquitectura. La iglesia San Isidro Labrador de Saavedra tiene unas obras de arte muy lindas: un mural ingenuo que adoro y varios originales de Raúl Soldi. El San Jorge y el dragón de Soldi es de lo más extraño e intrigante, pero nunca encontré ninguna información sobre esa obra, ni siquiera una imagen para poner acá. Si pasan por Nuñez, no dejen de ir a verlo.

goolian dijo...

UNA PICARA OBRA DE RAUL SOLDI
Uno de los edificios más emblemáticos del barrio de Saavedra es el templo de la parroquia San isidro Labrador. En un terreno adquirido por la Liga Cooperadora de Culto y gracias al generoso aporte de doña Concepción Unzué de Casares, realizado en memoria de su marido, Carlos Casares, el templo fue levantándose con ritmo sostenido en esta barriada alejada del centro porteño. El proyecto fue encargado al prestigioso arquitecto Carlos Massa, que durante las décadas del 30 y el 40 fue el autor de numerosas obras religiosas no sólo en Buenos Aires sino también en otras ciudades del país. El diresño arquitectónico del exterior del templo presenta distintos estilos e influencias; sobre todo es de destacar que el frnete de estilo colonial americano, con un doble portón de madera y su característico balcón, se asemeja al de la Universidad de Chuquisaca en Bolivia. A su vez, la cúpula octogonal es de estilo neobizantino, está revestida con cerámicos y remata en una importante cruz de hierro. El templo fue bendecido el 14 de mayo de 1932 por Mons. Santiago Copello, en ese entonces obispo auxiliar de Buenos Aires, siendo padrino el presidente de la Nación, Gral. Agustín P. Justo.
Su interior fue cambiando a lo largo del tiempo sobre todo a partir de la reforma litírgica animada por el Concilio Vaticano II durante la década del ´60.
El antiguo retablo del altar de estilo colonial, fue reemplazado en 1971 por un magnífico mural realizado por el destacado artista plástico Raúl Soldi. La obra representa al niño Jesús sostenido por dos ángeles, y está compuesta por aproximadamente 300 baldosones cerámicos. Pero no es esta la única obra de Soldi; un collage que representa a un ángel con trompeta puede apreciarse en la base del ambón. Pero quizás la mas curiosa es la que se encuentra en el bautisterio, ubicado a la derecha del atrio. Junto a la pila bautismal podemos apreciar un óleo que representa a San Miguel Arcángel en lucha con figuras demoníacas. Este cuadro esconde un llamativo detalle; cuando Soldi quiso elegir un rostro para darle forma a una de las imágenes que representa el mal, eligió el del crítico de arte Jorge Romero Brest, incluyendo su característica pipa, con quien en esos tiempos se encontraba enemistado.

goolian dijo...

tomado de la pagina de facebook del templo

Almafuerte dijo...

Es Romero Brest!!! Exactamente, hay una cabeza pelada con cara de agonía. En realidad el monstruo está ensartado por la espada del ángel y de la herida surgen varias cabezas (estilo Terminator 2). Además de Romero Brest hay otro individuo de rasgos precisos y con rostro verde, y por atrás huye un pedazo seccionado del monstruo, también con rostro y patitas. Totalmente lisérgico.

El ángel es una típica figura de Soldi, impasible y etérea, creí que era San Jorge porque además hay un caballo blanco.

Gracias goolian por el dato. Quién diría que la parroquia tenía facebook.