martes, 10 de mayo de 2011

INSTRUMENTO

De Estado-sujeto a Estado-objeto.



Silvio Juan Maresca, además de ser un reconocido licenciado en filosofía y pensador nacional, con una docena de libros publicados y numerosísimos artículos, y profesor universitario en varias casas de altos estudios, fue Director de la Biblioteca Nacional; y antes de ello, Director de Acción e Industrias Culturales de la Secretaría de Cultura de la Nación, Director General de Bibliotecas de la Ciudad de Buenos Aires, Director del Fondo Nacional de la Artes, Presidente de la Fundación Origen, Vicepresidente de la Asociación de Filosofía Latinoamericana y Ciencias Sociales, etc.

Hace más de dos meses atrás, apenas desatada la arremetida oficial y paraoficial contra Vargas Llosa, escribió un breve pero contundente artículo en la revista Noticias (Nº 1.785, 12 de marzo de 2011, pp. 50-52) titulado "¿Hacia el totalitarismo cultural?".

Un extracto de ese texto, particularmente tan bueno como valiente, he demorado todo este tiempo en publicar (de hecho, específicamente he esperado a que terminara la Feria del Libro), para que la profundidad y pertinencia de sus conceptos no se enmarañara con la anécdota particular referida a la circunstancia del escritor peruano. Es decir, para evitar las zancadillas y diversiones (DRAE, 3ª acepción: acción de distraer o desviar la atención) a que nos estamos acostumbrando como sociedad para evitar los debates serios y constructivos.

Acá va:

¿Cuál es pues la concepción del rol del Estado en la cultura implícita en la intervención de los intelectuales que ocupan el aparato cultural oficial? Muy simple: el Estado es instrumento de una ideología. En consecuencia, el gobierno vigente tiene pleno derecho de ponerlo al servicio de la misma y de excluir todas las manifestaciones culturales adversas. En el fondo, alienta la teoría marxista de que el Estado es siempre expresión de intereses de clase; cuando las clases tradicionalmente dominadas toman el poder, deben proceder igual que las dominantes, sólo que a la inversa. Muchas veces reclamé que la cultura fuera incluida en la discusión de las políticas de Estado, tan necesarias en todos los órdenes. Hasta ahora, he predicado en el desierto, como de costumbre. Pero una sólida tradición política y un mínimo de sensatez indican que el Estado es la expresión jurídico-política de la totalidad de un pueblo-nación. Por ende, los organismos culturales del Estado, así como los medios de comunicación públicos, deben limitarse a brindar el espacio y promover las distintas manifestaciones culturales, artísticas e ideológicas que el pueblo alberga en su seno, respetando las debidas proporcionalidades y sin ningún tipo de privilegios o censuras. Una “cultura oficial” es incompatible con la democracia.

La carta de (Horacio) González y las expresiones que la acompañaron son apenas la punta del iceberg. Para comprobarlo, basta consultar la programación de los organismos nacionales de cultura y los medios oficiales. Nadie que no haga profesión de fe izquierdista tiene la menor cabida en ellos. No interesa su trayectoria, la calidad de su obra, lo que tenga para decir o mostrar; sólo que sea “progre”. Todo ello –por supuesto- en nombre de la “multiplicación de las voces” y la “pluralidad de las miradas”.

La lección de Antonio Gramsci ha sido aprendida, claro que en una versión módica y berreta: para volver a embestir alguna vez contra la propiedad privada de los medios de producción hay que conquistar primero las mentes. Después de los fracasos soviético, chino y cubano, las cosas son más difíciles.

La concepción del aparato del Estado como instrumento de la ideología –esa hija bastarda de la religión, la filosofía y la ciencia- conduce por vía directa al totalitarismo; es ya totalitarismo. De izquierda o de derecha, poco importa; la estructura es la misma. Pero esto recién empieza: de “profundizarse el modelo”, “6,7,8” se convertirá en el paradigma de la cultura y la comunicación en el país.


9 comentarios:

Hegeliano dijo...

Amigo Occam de apuro nomas paso para decirle que debe reclamarle a La Nacion los royalties de su post
http://www.lanacion.com.ar/1372346-oviedo


Abrazo y mas tarde comento, sobre este post.

Mensajero dijo...

No puedo negar el poder del aparato cultural, algo de eso le comentaba a Relato hace unos días; pero señalaba que el esfuerzo no produce resultados masivos, en términos de hegemonía cultural; sí produce resultados en términos de hegemonía política.
Militancia contra militancias, el oficialismo ha logrado sacar varios cuerpos de ventaja y corre cómodo la carrera.
Pero en términos de influencia cultural no estoy tan seguro.
Sus productos (a los que destina una cantidad ominosa de glucolines) son para consumo de la propia tropa, basta ver los ratings y tirada de los medios oficiales y amigos.
Salvo el fútbol para todos, no han sido capaces de anexar o producir contenidos masivos, de conquistar por medio del gusto, como reza el posmodernismo; insisten con el deber, evenagelizan, pero aburren.

Hegeliano dijo...

Comparto con Mensajero, son aburridos como evangelistas (pun intended).

La religión que nos pretenden vender es para consumo de los iluminados, solo basta con oir al director de la biblioteca nacional, ese señor con cara, actitud corporal y apellido de almacenero.

Occam dijo...

Hegeliano: Pues me alegro de que hayan encontrado la utilidad a esa herramienta. Si la única verdad es la realidad, la observación de ésta debe recurrir a los métodos más eficaces y directos, en lugar de empantanarse en el fárrago de la difusa numerología estadística, cada vez más enturbiado por la prepotencia del poder político.
En un giro más hacia lo virtual, hacia un mundo paralelo construido al margen de la realidad, las discusiones se plantean en torno a encuestas, sondeos, mediciones, futurismos varios y criterios siempre opinables. Hasta la nueva izquierda francesa empezó en los '90 a advertir sobre los falaces criterios utilizados en las estadísticas oficiales. Por ejemplo, computar como gente que trabaja a gente que vive de un seguro de desempleo o cualquier otro subsidio.
Yo lamentablemente no he encontrado todavía un archivo google earth de diez años atrás del GBA, para efectuar ese cotejo. Así que uso el de Capital, que encima, no es de 2000 sino de 2004, lo que demuestra que la depauperación y concentración demográfica centralista son fenómenos drásticamente acelerados en estos oscuros años del relato invertido.

Un cordial saludo, y gracias por el link.

Occam dijo...

Mensajero: Coincido absolutamente. Lejos estarán de la hegemonía si no controlan absolutamente todos los canales de difusión. Mientras haya competencia, es muy difícil que un mensaje tan lavacerebros, tan bajalínea, tan moral, en donde toda historia tiene que tener buenos, malos y moralejas, tan de predicador evangélico de subte, es antes bien "pianta-rating". Pero es claro que el objetivo de quedarse con los fierros está planteado.
Más allá de ello, es de lamentar que se utilice al aparato del Estado para pontificar en un sentido. Que se use y conciba al Estado como un instrumento al servicio de determinada ideología. Como dice el autor citado, es reflejo del concepto marxista que concibe al Estado como mero aparato de dominación de clase. Aun si el Estado burgués lo hubiera sido, no resulta verdaderamente revolucionario reproducir el mismo esquema pero en un sentido opuesto, sino no hacerlo. Romper con esa tara y poner al Estado al servicio del bien común, en lugar de usarlo para el interés de una facción "revolucionaria".
Es más, el canal oficial y los medios oficiales deberían ser los de más pruritos en ese sentido. Lo mismo que, naturalmente, una persona debería sentirse incómoda de hablar siempre, y siempre bien, sólo de sí misma.

Un cordial saludo.

Occam dijo...

Hegeliano: ¡Ja Ja Ja! Sólo le falta la birome en la oreja (para escribir en la libretita la nómina de los justos y la nómina de los pecadores).

Flor de Ceibo dijo...

Silvio Maresca dice con su sobrio y elegante estilo lo que es de toda evidencia en la Argentina de esta época oscura. Prueba al canto: el 8/5 se presentó en la Feria del Libro la novela "Noche de Lobos", de Abel Parentini Posse, tarea que estuvo a cargo del "Tata" Yofre. Éste pronunció un discurso memorable,admirable, antológico. De ésos que sólo gente que tiene atributos masculinos en grado superlativo además de un buen estándar económico-financiero, puede animarse a decir. Sólo un diario -del interior bonaerense- se animó a reproducirlo íntegro (en la indomeñable web está, dicho sea de paso, en "juanchocaminos.blogspot.com"); y eso tal vez porque sabe que no tiene retorno.
Un cordial saludo del cacique Ancafilú.

Occam dijo...

Estimado cacique Ancafilú (Flor de Ceibo): Un colapso electrónico de Blogger ha borrado su comentario anterior. No le pido que se tome la molestia de reproducirlo, porque ya bastantes dolores de cabeza tengo yo por todo esto. Lo que sí le solicito, es que tenga a bien repetirme las coordenadas donde hallar la disertación que el Tata Yofre hiciera en la Feria del Libro. Parece mentira, pero estas casualidades de la web 2.0 terminan por refrendar lo que se estaba sosteniendo en la nota reseñada.

Un cordial saludo, y desde ya muchas gracias.

Occam dijo...

Les dejo, como resarcimiento por los inconvenientes causados, el link a una entrevista al pensador que en esta ocasión citamos:
Primera Parte
Segunda Parte
Tercera Parte