Nos sorprendimos cuando el INDEC dejó de ser una oficina científica de estadísticas y se transformó en una herramienta de desinformación manipulable y elástica hasta lo risible. (En realidad, debo confesar que yo me sorprendí muchos años antes –todavía mozo ingenuo pero ya no tanto- al enterarme de que el INDEC era, en el contexto de un país bananero y propenso a la totalización estatal, un organismo políticamente independiente y reconocido a nivel internacional; de modo que, supongo, en realidad nunca debimos sorprendernos verdaderamente por traernos, los grandes revolucionarios del discurso, los francotiradores de lengua (Jorge Asís dixit), al terreno pedestre y banal al que nuestra pulsión disolvente nos condena). Nos volvimos a sorprender, aunque ya esa función del sistema operativo estaba bastante aletargada por el abuso, cuando desde el mismo poder que intervino el INDEC se comenzó a hostigar, perseguir y sancionar a las consultoras económicas independientes que intentaban aportar al público algún parámetro alternativo de cotejo de las variables que estaban siendo manipuladas.
Sin embargo, de nada de todo ello deberíamos habernos sorprendido, y ya algo insinuamos recién, cuando el mundo de la numerología tan contaminado se encuentra en cada ámbito con relevancia futurológica. Después de todo, no se trata de nada grave. Un país que vive el día a día, que gasta mucho y mal cuando tiene y pena cuando no tiene, en donde no existe el mínimo vestigio de la cultura del ahorro, pulverizada por una más fuerte cultura de la inflación, en donde no es posible siquiera planificar mínimamente el uso de la tierra, la dinámica demográfica, o la matriz productiva, no puede permitirse contar con mecanismos de anticipación o de prospectiva medianamente confiables. El huracán de la improvisación, de los vaivenes humanos, de los humores masivos, de lo anecdótico y lo provisional, arrasará con cualquier estimación científica establecida con la mayor objetividad, independencia y prudencia concebibles.
Es por ello que tampoco debemos sorprendernos ante la llamativa unanimidad en el error de cálculo de las empresas dedicadas a encuestar intenciones de voto, que volvió a manifestarse con las elecciones del día de ayer. CEOP por ejemplo, que en 2009 había anticipado una holgada victoria de Néstor Kirchner sobre Francisco de Narváez por 8 puntos porcentuales (terminó perdiendo por 3, cuando dejaron de contar…), para este caso había pronosticado un ajustado 36,6% (Macri) a 30,5% (Filmus).
Fue el siempre perspicaz y agudo Jorge Asís el que primero alertó acerca del empleo de estas consultoras como herramienta política de direccionamiento del electorado. Él llamó a la estrategia “Frente Encuestológico para la Victoria”, y la explicó en la instalación de una realidad paralela mediante la manipulación de una catarata de encuestas por parte de un universo bastante amplio de pequeñas empresas de sondeos, que para los abultados bolsillos públicos, resultan notablemente baratas: por entre $ 500 mil y $ 800 mil anuales, básicamente todos los encuestadores nos estarán dando escenarios muy auspiciosos.
Luego, una vez instalado un futuro inexorable, una victoria cantada de antemano que en casi todos los casos orilla o supera el 50%, es difícil para los demás competidores encontrar auspiciantes, y todo el centro de gravedad de la opinión pública se vuelca a asumir, a resignarse, a un destino inconmovible. Por otra parte, lábiles como suelen ser los formadores de opinión, eso realimenta una aun mayor complacencia, y se llega entonces finalmente al escenario prefigurado de antemano, sin mayor esfuerzo que el de hacer la plancha.
El viejo problema de trocar la realidad por el deseo, empero, es que la realidad sigue siendo la realidad. Se pueden instalar muchos “relatos”, pero si ellos luego no se corroboran, se corre el riesgo de terminar al fin y al cabo, no sólo mal, sino fundamentalmente, como un boludo. Para todo ello, se emplean instrumentos muy caros a las pseudociencias sociales: las ambigüedades. Un sondeo siempre tendrá un margen de error. Si ese margen es, por ejemplo, de 5 puntos, basta con restar 5 puntos al que uno quiere desfavorecer y sumar 5 puntos al que uno quiere ensalzar, y ya redujimos cualquier diferencia en 10 puntos. Parece grotesco, pero en el gráfico que figura a continuación, puede verse que 10 puntos fue lo mínimo que los numerosos “estudios” redujeron entre el candidato del PRO y el candidato del Frente Encuestológico para la Victoria. Si se aprecia en dicho cuadro que OPSM pronosticó una diferencia de 10,3% entre uno y otro, es decir, 9 puntos menor que la real, es solamente porque esa evaluación fue realizada en sondeos a boca de urna, es decir, verificados el mismísimo domingo 10 de julio.
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Fuente: Clarín, Lunes 11 de julio de 2011, pág. 15 (artículo de Martín Bravo).
Finalmente, en esta breve crónica escrita a las corridas, no podemos dejar de mencionar que dentro de las citadas “ambigüedades”, otra que se está manipulando ostensiblemente es la vinculada con el difuso segmento etario denominado “juventud”, y de la que se desprende otra mitología encuestológica: que el oficialismo tiene su mayor arraigo en la juventud (como si diciéndonos eso nos indicaran que allí está la piedra filosofal, o la quintaesencia de la sabiduría; en fin, lejos quedó el pobre Viejo Vizcacha cuando aconsejaba que “el Diablo sabe por Diablo pero más sabe por viejo”). Si por “juventud” entendemos a los mayores de 30 y a los menores de 50 (nosotros, muy agradecidos por la benevolencia del concepto), tal vez el mito tenga algo de verdad. Pero si por “juventud” nos referimos en cambio al segmento comprendido entre la edad mínima para elegir (18 años) y los 30 años (que era el límite propuesto como sesgo para la “Gloriosa JP” en los ’70, ¿recuerdan?), entonces, lamentablemente, el deseo volverá a chocarse con la realidad, porque en esa franja, en cualquier escenario, el voto “juvenil” les es esquivo. A no dejarse engañar por el puñado de borregos (en todo el sentido del término) que salió a alborotar para no tener clases. De todos ellos, los que están en edad de votar, deberán llevar la boleta en el bolsillo, porque si no, corren el riesgo de equivocarse en el cuarto oscuro… si encuentran la escuela primero, claro.
7 comentarios:
Impecable análisis, caballero, le envidio la claridad de conceptos y la elegancia para exponerlos.
Yo no tengo dudas de que octubre les va a deparar una desagradable sorpresa a los fraudulentamente convencidos. Autoconvencidos, diríamos, considerando el autoconvencimiento como uno de esos mecanismos de defensa que nos enseñaban en la clases de Psicología del secundario.
Bastardeados todos los manuales, deshabilitada la posibilidad de optar por la experiencia, o aunque sea por la intuición (que no es otra cosa que experiencia acumulada), resultan más precisos los oráculos, o al menos, más graciosos; aunque no tanto como las inevitables "sorpresas".
Amigo Bugman: Gracias por su inmerecido elogio. No hice más que plasmar una verdad evidente, seguramente nacida de un error de percepción previo y de conocimiento del electorado (que es el pueblo), que no es nuevo ciertamente en cierto progresismo, y que queda de manifiesto con los recientes conceptos peyorativos, despectivos y resentidos que venimos escuchando como "explicación" de un fenómeno bastante anticipable si uno tratara de mirar con los ojos, en lugar de refugiarse en el relato de los amigos y rentados.
Amigo Mensajero: Las "sorpresas" son ciertamente de lo más graciosas. Ésta, sin embargo, no logra siquiera empañar la del recordado (y demorado) momento del "perdimos por poquito".
Mi más cordial saludo a ambos.
El periodista José Benegas propuso que estas consultoras anuncien sus servicios en el rubro 59. También podrían ir a parar a ese rubro los periodistas, artistas etc que quieran prostituir sus convicciones por algunos miles de razones.
Así las cosas, me está gustando que se esperen un resultado y les salga después cualquier cosa. Y más si la sorpresa siempre viene en la misma dirección: les va mucho peor de lo que esperan.
Mariana: Muy bueno su comentario, aunque no estoy del todo seguro respecto de eso de que les va finalmente mucho peor de lo que esperan. Probablemente, esas argucias antes bien contribuyan para acercarse algunos porotos de más. Ningunear estadísticamente a algún/os candidatos implica restarles posibilidades, y que el electorado se vuelque hacia otros que sean más accesibles en la contienda. Sin ir más lejos, las exageraciones de todas las "consultoras 59" respecto de la intención de voto hacia Filmus, seguramente le restó votos recalcitrantemente antimacristas a Pino Solanas. Probablemente Filmus, sin esa ayudita, hubiera estado disputando el segundo lugar mano a mano con el Proyecto Sur. Aunque claro, son especulaciones. La realidad se impone, y es de todos modos más árida para los constructores de relatos que esas delirantes expectativas generadas.
Mi cordial saludo.
No comprendo bien el mecanismo del dibujo encuestológico, siempre creí que la intención era instalar un candidato pero nuestro amigo el Groncho afirma que no sirve. Es como fingir que un producto cuesta 10 pesos mientras uno hace cola, sabiendo que en la caja indefectiblemente nos van a cobrar 20.
Que ganas tengo de ver un 80-20 para la segunda vuelta.
Almafuerte: El mundo de las prospectivas encuestológicas no es menos oscuro que el arte de los augures. Sospecho incluso que del vuelo de los pájaros o de la forma del hígado de un toro blanco se extraían conclusiones más certeras...
Hay empleadores, que adictos a las encuestas como productores de TV son adictos al minuto-a-minuto, contratan innumerables mediciones para evaluar las posibilidades personales, las de otros referentes, las de los rivales, etc. Cuando esos empleadores se pasan de obsesivos, tienen enseguida a mano un espectro amplio de gurúes de la numerología. Si asimismo se pasan de déspotas y de irritables, no aceptarán de esos gurúes otros pronósticos que aquéllos que quieren escuchar. Se genera así una maquinaria muy atractiva para los seudo-científicos del chamuyo, que les permite vivir bien sin trabajar. Todo se trata de dibujar un poco.
Ahora bien, como tantas relaciones dialécticas, si luego alguna de sus exageraciones logra o se presume que logra algún efecto, entonces el artificio ideado para calmar a un déspota obsesivo e irritable se transforma en método...
Usted ponga los nombres.
Un muy cordial saludo.
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