El colorado es el color del federalismo en la Argentina, "para la mayor perspectiva, lucimiento, e inclinación al gusto común de los paisanos", según la célebre observación que formulara el caudillo Estanislao López en su mensaje a la Honorable Junta de Representantes del 10 de abril de 1821, explicando el proyecto de bandera antecesora en un año, de la que hoy día es la oficial de la Provincia Invencible de Santa Fe (también de su inspiración).
Precisa Federico Cervera, en el artículo "Escudo de la Provincia de Santa Fe" (en Historia de las Instituciones de la Provincia de Santa Fe, Santa Fe de la Vera Cruz, 1970) que "Una larga tradición rioplatense acompaña el color colorado y sus matices rojos, punzó o escarlata... en la Reconquista de Buenos Aires y en la defensa de Montevideo portaron las tropas locales estandartes encarnados, azul turquí y blancos... rojos fueron los distintivos de los soldados patriotas antes de la adopción de la escarapela blanquiceleste; rojos, los detalles de las banderas provinciales conocidas, y rojo el rasgo dominantes de los uniformes de las tropas de Güemes".
Estandarte Real enarbolado en la Reconquista de Buenos Aires (1806). Lo llevaba el Alférez Real. Museo del Cabildo de Buenos Aires.
Armas del Conde de Buenos Aires (título nobiliario otorgado a Santiago de Liniers en 1809, en reconocimiento a su papel en la Reconquista), luego Conde de la Lealtad.
Las banderas provinciales federales cayeron definitivamente en desuso con la consolidación del Partido Liberal (ex Partido unitario) triunfante en Pavón por la defección de Urquiza, y luego de la sangrienta masacre de la población gaucha que llevaron adelante los coroneles de Mitre, bajo la Dirección de Guerra del entonces gobernador de San Juan, Faustino Sarmiento.
A partir de los años '80 se restableció la sana tendencia a la identidad simbólica provincial, en un proceso que encabezaron Corrientes, La Rioja y Santiago del Estero en 1986, seguidas por Entre Ríos (Bandera de Artigas) en 1987, por San Luis (1988) y por Neuquén en 1989. En la década de los '90 comenzaron a flamear, junto a la bandera nacional, las enseñas de Formosa (1991), Mendoza y Misiones (1992), La Pampa (1993), Buenos Aires, Salta y San Juan (1997), y Tierra del Fuego (1999). La provincia de Tucumán aprobó su bandera en 1995, pero a fines de la década comenzó a sufrir objeciones de parte de minorías religiosas no cristianas, por la utilización de la cruz, y fue derogada en 2008 por el actual gobernador Alperovich, y reemplazada por la histórica bandera belgraniana de Macha (tres franjas horizontales, blanca-celeste-blanca).
Asimismo, Jujuy adoptó su bandera en 1960, pero ésta no es otra que la réplica de aquella que Belgrano obsequiara al cabildo de San Salvador de Jujuy en reconocimiento por el sacrificio del pueblo en el éxodo, que consiste sólo en un paño blanco con el escudo nacional bordado en el medio.
En 2000 vería la luz la bandera de Santa Cruz, y las más demoradas en ese proceso de autoafirmación fueron las provincias históricamente radicales: Chubut (2005), Chaco (2007), Río Negro (2009) y Córdoba (2010). A propósito del reciente auge del verde en las enseñas provinciales, hemos tenido la oportunidad de explayarnos dos años atrás. Sólo agregaríamos, para resaltar una particularidad curiosa, que la bandera de Río Negro reproduce fielmente (salvo por el cantón negro sobre la franja azul) el pabellón del "Reino de la Araucania y de la Patagonia", para algunos, un intento colonialista de apropiarse de esa dilatada región, disfrazado de excentricidad y delirio individuales. Dice al respecto Pacho O'Donnell (Historias Argentinas. De la Conquista al Proceso, Sudamericana, Bs. As., 2006, pág. 175): "También Francia puso sus ojos en nuestra región austral y su ejecutor fue el imaginativo 'Rey de la Patagonia', Orélie Antoine de Tounens, cuyas andanzas en 1869 con el apoyo de Napoleón III son habitualmente tomadas en solfa a pesar de que llegó a estar acantonado con su ejército de indígenas sublevados contra la autoridad de Buenos Aires esperando, a orillas del mar, el desembarco de tropas francesas".
El pasado 25 de agosto, con motivo de la celebración de los 190 años de la Provincia de Catamarca, su gobierno presentó en sociedad la bandera que faltaba. El diario La Unión Digital la ha descripto así: "En los bordes cuenta con un fileteado teñido de color oro, que representa la riqueza cultural hereditaria que posee la provincia. En tanto, el lateral superior es celeste y blanco, que representa el cielo, la enseña nacional y el manto de la Virgen. En la parte inferior, posee una franja rojo sangre, que representa, 'la mixtura de nuestra sangre'. En el centro, en la unión de los colores fue diseñado un sol, inspirado en el sol de los incas. En los laterales del mismo, se diseñó una corona de olivos, formada por 16 hojas, que representan a todos los departamentos de la provincia".
Descontamos que la mención al manto de la Virgen se trata de un "desliz desafortunado", que no ha tenido en miras a las minorías ya no sólo no-cristianas, sino incluso no-católicas, como podemos ejemplificar con la obra del "Maestro Amor", por caso.
También deberemos considerar que la justificación del rojo en la "mixtura de la sangre" está vinculado con atendibles pruritos respecto de la defensa del federalismo. No son tiempos propicios para esas patriadas, ciertamente. Y menos en Catamarca.
También soslayaremos la similitud con la bandera de Chile, incluso en lo relativo a llevar el celeste al asta. Ese tipo de similitudes es comprensible, tratándose de banderas bien hechas (como es el presente caso), ya que la síntesis y las líneas rectas, así como la austeridad en el empleo de los colores, puede conducir casi siempre a remotas e insospechadas coincidencias. La flamante bandera de la paradisíaca Sint Maarten (Estado en el Commonwealth Neerlandés creado el 10 de octubre de 2010) viene a replicar la disposición y los colores de la de Filipinas. Aunque sólo la ubicación tropical y la característica insular tienen ambos países en común. En cambio, siendo Catamarca provincia limítrofe con la República de Chile, hubiera sido aconsejable poner el acento en la necesidad de distinguirse respecto de esa bandera.
En fin, lo cierto es que Catamarca se integra con su decisión al círculo de provincias con banderas federales, compuesto por:
Excluyendo a Misiones y Neuquén, que hasta mediados del siglo pasado fueron territorios nacionales, es interesante señalar la pérdida de peso relativo que sobre el total de la población argentina han tenido esas provincias (un tema en el que no abundaremos, porque desarrollaremos más adelante):
Provincia | % sobre Total País - 1869 | % sobre Total País – 2010 |
Catamarca | 4,26 | 0,92 |
Córdoba | 11,21 | 8,24 |
Entre Ríos | 7,15 | 3,08 |
La Rioja | 2,60 | 0,83 |
Salta | 4,74 | 3,03 |
Santa Fe | 4,75 | 7,98 |
Santiago del Estero | 7,08 | 2,24 |
Total | 41,79 | 26,32 |
Se ha tomado como punto de partida el Censo de 1869, que además de ser el primero, puede reflejar con mayor fidelidad (olvidándonos de las sangrías mitristas) la distribución histórica de la población en la Argentina, y también, por qué no, el sustento popular y el peso específico de cada provincia en el contexto político argentino de la primera mitad del siglo XIX. Apreciando ese orden de importancia, puede ser mejor comprendida la gravitación efectiva de caudillos como Artigas (que, controlando la Liga de los Pueblos Libres, integrada por la Banda Oriental, Entre Ríos, Corrientes, Santa Fe, Córdoba y La Rioja, se opuso al Directorio unitario de Buenos Aires), que compendiaba en su liderazgo al 40% de la población argentina; o como Facundo Quiroga, que siendo la principal espada de la Liga Federal, agrupaba bajo su liderazgo a todo Cuyo y La Rioja, es decir, más de un 12% de la masa humana (comparar con el 10% de la ciudad de Buenos Aires, el 11,2% de la provincia de Córdoba o el 5,8% de la provincia de Tucumán, de esa misma época). Si en un ejercicio especulativo, y al mero efecto gráfico, trasladáramos esa relevancia demográfica a la actualidad, Artigas lideraría a un 28% de la población y Facundo a menos del 8%. Ambos habrían perdido un tercio de su poder geodemográfico.
Bien es cierto, que corresponde mencionar que esa declinación en el peso relativo de las provincias frente al centralismo porteño incumbe también a las demás que no tienen banderas federales en la actualidad (Buenos Aires, pese al empleo del rojo, y como ya se manifestó en una anterior oportunidad, tiene una bandera de corte "productivista" y churrigueresca amalgama; y Corrientes, otra de las provincias originales del Pacto Federal, tiene una bandera muy asimilada desde lo simbólico a la nacional, como ocurre con Mendoza, San Juan, Tucumán, La Pampa, etc.), principiando, curiosamente, por la mismísima Provincia de Buenos Aires, siempre que se considere que el conurbano de la ciudad federalizada compone un conjunto con características propias, diferenciadas de las de la provincia y asimilables al ideal y objetivos centralistas que concibieron y llevaron a cabo esa segregación. Así, si Buenos Aires pasó de un 16,4% en 1869 (20,4% en 1914, luego de la inmigración euroasiática) al 10,1% actual, Corrientes cayó de un 6,9% a un 2,5%; Jujuy de un 2,6% a un 1,7%; y Cuyo de un 9,5% a un 7,1% en 2010.
En tanto, Santa Fe, que consolidó su actual territorio recién en 1887, representaba en 1914, con el aporte de los colonos inmigrantes, el 11,4% de la población total del país, con lo que, respecto de esa referencia, perdió un 30% de su peso demográfico relativo.
¿El espacio geopolítico beneficiado? El puerto, naturalmente, y su área de influencia y continuidad urbanas (que coincide plenamente con el primer proyecto de capitalización en el marco de la Constitución Unitaria de 1826, presentado por Rivadavia el mismo día de su asunción como Presidente y aprobado por el Congreso por 24 votos a 15 menos de un mes después, con Norte en el Tigre, Sur en Ensenada, Este en el Río de la Plata y Oeste en Puente de Márquez, actual partido de Moreno). En ese mínimo espacio, densamente poblado, se desarrolla el proyecto político unitario para la dominación y el sojuzgamiento de las provincias, finalmente convertidas en meras delegaciones del poder central, que puede prescindir mayormente de ellas para acceder al gobierno general. En ese área, el hoy día conocido como Región Metropolitana de Buenos Aires, el peso poblacional relativo pasó del 9,98% en 1869 al 36,01% en 2010 (equivalente a la suma de toda la Región Pampeana más las provincias de Cuyo).
Bien es cierto, que corresponde mencionar que esa declinación en el peso relativo de las provincias frente al centralismo porteño incumbe también a las demás que no tienen banderas federales en la actualidad (Buenos Aires, pese al empleo del rojo, y como ya se manifestó en una anterior oportunidad, tiene una bandera de corte "productivista" y churrigueresca amalgama; y Corrientes, otra de las provincias originales del Pacto Federal, tiene una bandera muy asimilada desde lo simbólico a la nacional, como ocurre con Mendoza, San Juan, Tucumán, La Pampa, etc.), principiando, curiosamente, por la mismísima Provincia de Buenos Aires, siempre que se considere que el conurbano de la ciudad federalizada compone un conjunto con características propias, diferenciadas de las de la provincia y asimilables al ideal y objetivos centralistas que concibieron y llevaron a cabo esa segregación. Así, si Buenos Aires pasó de un 16,4% en 1869 (20,4% en 1914, luego de la inmigración euroasiática) al 10,1% actual, Corrientes cayó de un 6,9% a un 2,5%; Jujuy de un 2,6% a un 1,7%; y Cuyo de un 9,5% a un 7,1% en 2010.
En tanto, Santa Fe, que consolidó su actual territorio recién en 1887, representaba en 1914, con el aporte de los colonos inmigrantes, el 11,4% de la población total del país, con lo que, respecto de esa referencia, perdió un 30% de su peso demográfico relativo.
Comparación territorial de Santa Fe entre los años 1858 y 1914 (sombreado enla segunda figura, el territorio preexistente).
¿El espacio geopolítico beneficiado? El puerto, naturalmente, y su área de influencia y continuidad urbanas (que coincide plenamente con el primer proyecto de capitalización en el marco de la Constitución Unitaria de 1826, presentado por Rivadavia el mismo día de su asunción como Presidente y aprobado por el Congreso por 24 votos a 15 menos de un mes después, con Norte en el Tigre, Sur en Ensenada, Este en el Río de la Plata y Oeste en Puente de Márquez, actual partido de Moreno). En ese mínimo espacio, densamente poblado, se desarrolla el proyecto político unitario para la dominación y el sojuzgamiento de las provincias, finalmente convertidas en meras delegaciones del poder central, que puede prescindir mayormente de ellas para acceder al gobierno general. En ese área, el hoy día conocido como Región Metropolitana de Buenos Aires, el peso poblacional relativo pasó del 9,98% en 1869 al 36,01% en 2010 (equivalente a la suma de toda la Región Pampeana más las provincias de Cuyo).
4 comentarios:
Ciertamente esas estadísticas demográficas son significativas. Demuestran hasta qué punto un país formalmente federal es fácticamente unitario.
Destouches: Realmente, sólo iba a hablar de las banderas federales y de la novedad catamarqueña. Pero, usted sabe, en el comer y el rascar, todo es cuestión de empezar. Y así rascando, uno llega a perturbadoras conclusiones, que se intensifican con las necesidades de garantizar la permanencia en el poder en un esquema "democrático" de circunscripción única y fortísimo presidencialismo, con una participación decidida del Estado Nacional en las rentas generales (pasó del 40 al 70% en estos últimos 8 años), en detrimento de la autonomía económica de las provincias y las regiones. Pongo "democrático" entre comillas, porque como todo concepto evanescente, el de "pueblo" es, con su progresiva desaparición, tan difuso como el de "dios". Modernamente, desde hace 16 años, ese concepto de "pueblo" no tiene para los argentinos, en relación con la decisión sobre el "gobierno general", espacio para las provincias que fundaron (constituyeron) la república.
Un cordial saludo.
datos osbre Jujuy estan mal, deberian estudiar y corregir.
Población de Jujuy en 1869: 49.379 habitantes.
Población total de la República Argentina en 1869: 1.877.490 habitantes.
Participación relativa de Jujuy en la población total: 2,63%
Población de Jujuy en 2010: 672.260 habitantes.
Población total de la República Argentina en 2010: 40.091.359 habitantes.
Participación relativa de Jujuy en la población total: 1,68%
Fuente: Censos 1869 y 2010.
(En 2001 esa participación relativa fue de 1,69%)
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