lunes, 5 de noviembre de 2012

El verdadero sentido de la Lealtad

Para un argentino no debe haber nada mejor que otro argentino.
Juan Domingo Perón

Este año se cumplen, el próximo 19 de Noviembre, 40 años del abrazo de Perón y Balbín, el proyecto fallido de la reconciliación, la concordia y la unidad. Esa aspiración loable y generosa fue sustituida por el egoísmo agresivo, violento, cobarde y mezquino, la división entre santos y demonios, entre justos y réprobos, la concepción del todo o nada, de la unicidad, del sólo nosotros... El impulso de autodestrucción y sectarismo que siempre vuelve.



Tiempo atrás Jorge Asís calificaba aquí al Gallego De La Sota como "portador de la indescifrable cultura peronista", ésa que desconcierta al principalísimo ideólogo oficial, apodado el Chino, quien considera al peronismo "la ideología 'nacionalista burguesa' que combate desde que militaba en las adyacencias pro-chinas del Partido Comunista Revolucionario". Por entonces, creo que por twitter, Asís le aconsejaba a De La Sota dirigirse a la militancia antes que a la dirigencia. Una está tan harta como huérfana, condenada a mascullar en el silencio, a tener que aclarar cosas demasiado claras, a tener que separar la paja del trigo en un contexto político sin política triguera... La otra está demasiado desvelada por mantenerse dentro de una estructura cada vez más acotada, refractaria y sectaria, que la provoca, la humilla, la hace cargar con costos impensados (como la pesificación de los bonos provinciales) y en cuanto puede la descarta y la reemplaza por la entusiasta tropa de la juventud renovadora.

Parece que J.M. De La Sota le hizo caso, y el pasado 17 de Octubre pronunció el discurso que, por su claridad expositiva y varios aciertos conceptuales, creemos propicio reproducir a continuación:

 
 
 Acto en Córdoba por el Día de la Lealtad  
(Texto completo) 
 
«Durante la pasada dictadura militar, un anónimo compañero escribió en una
pared, jugándose el pellejo, la frase “Perón ¡cuánto te extraño!”. Y esto es lo 
que hoy, estoy seguro, sienten también todos ustedes y todos los compañeros
a lo largo y a lo ancho del país.
 
Extrañamos a Perón, al mejor Perón. A ese Perón que hacia el final de su vida,
logró dejar de lado todas las humillaciones, proscripciones y persecuciones
sufridas, para venir a la Argentina a buscar la reconciliación de todos los
argentinos. A ese hombre que aprendió, luego de años de reflexión en el exilio,
y retornó para advertirnos del abismo que se abriría bajo nuestros pies si no
aprendíamos a dialogar, a convivir, a ser pluralistas y amantes de la libertad.
Por eso estamos hoy aquí reunidos todos los peronistas que aprendimos, y que
hace rato preferimos pasar del viejo enfrentamiento del 5x1 al sueño de una
Patria para todos: El 5+1, y así sumar compañeros, sumar argentinos y sumar,
sumar y sumar al infinito. El peronismo es Amor y el que nos insta al odio, no lo
es, nunca lo fue o ha dejado de serlo.
 
Recordamos en este Día de la Lealtad al Perón que escribiera el “Modelo Argentino
para el Proyecto Nacional”, el verdadero modelo, el único que existe para nosotros
los peronistas. Emprender esa tarea, en este día, es para mí una obligación moral y
un mandato político que no podía postergar. Y quiero hacerlo en estos momentos,
cuando han vuelto a circular entre nosotros, personajes que invocan un Perón
falsificado, a una caricatura de Perón cuya insignia no es la de la paz, sino la de la
lucha de clases y del resentimiento. Nosotros no podemos permitir que se confunda
de esa manera a la ciudadanía, especialmente a los jóvenes; no podemos permitir
que se adultere así el testamento que el Presidente Perón nos legara.
El Perón que aprendió, que evolucionó, que se autocriticó, fue un visionario y, a mi
juicio, un visionario aún incomprendido por muchos que se dicen peronistas. Tal vez
porque se quedaron en el pasado, no aprendieron y su bandera es la venganza.
 
Ante todo, Perón intuyó con claridad que el único camino para lograr la liberación y
el progreso de las naciones del Tercer Mundo –mucho antes del derrumbe del
bloque comunista y del agotamiento del neoliberalismo- era que sus gobiernos no
se apartaran de la Tercera Posición. También nos señaló que cualquier desviación
en uno u otro sentido –a derecha o a izquierda, real o fingido- necesariamente iba a
terminar en un aumento de nuestra dependencia ya que, como él bien nos
aconsejó, “el bienestar de los Pueblos se halla por encima de las concepciones
políticas dogmáticas”. Y sostenía que la Argentina debía apartarse del “juego
pendular entre el liberalismo y el estatismo”. Paralelamente, tuvo muy en claro que
el mundo se orientaba hacia una etapa de creciente integración internacional, de
“universalismo”, y que en el futuro no tendrían cabida los nacionalismos extremos
ni el patrioterismo, ni era concebible el aislamiento de pretender vivir sólo con lo
nuestro. Perón siempre sostuvo la necesidad de una creciente integración
continental –que en alguna medida hemos realizado ahora gracias al Mercosur-
para emprender desde allí la integración universal. 
 
Una y otra vez, el Presidente nos recuerda que el justicialismo no puede sino
proponerse realizar una revolución en beneficio de los más humildes, pero una
revolución en paz. También nos aclara que “Todo debe hacerse dentro de la ley y
que nada debe realizarse fuera de su alcance”. Su principio fundamental era lograr
que los argentinos pudiéramos vivir en una “democracia social” poniendo iguales
acentos en la palabra “social” –es decir, equitativa- como en la palabra
“democracia”. Y -adelantándose décadas a su tiempo- vislumbró que el mundo
actual ingresaría en un período de creciente preocupación por el agotamiento de los
recursos naturales, esenciales para la subsistencia de la humanidad. Como si hoy
conviviera con nosotros, nos dijo: “la definición de una política estable para el agro,
constituye una responsabilidad ineludible de las generaciones de hoy para con las
del futuro
 
Otra de las grandes visiones de nuestro líder fue su preocupación por que los
argentinos cuidáramos nuestro medio ambiente y elaboráramos una política de
cooperación internacional destinada a evitar los usos ecológicamente indebidos de
los avances tecnológicos. Trató como tema prioritario un tema de estricta
actualidad en estos días: la necesidad de establecer controles en todos los niveles
de la administración. Dicho en otras palabras: para Perón no podía existir un buen
gobierno, honesto y eficiente, sin la trasparencia absoluta de los actos de sus
funcionarios en todos los niveles. 
 
El pensamiento del Perón de 1974 se ubicaba en las antípodas de cualquier forma
de autoritarismo. Afirmó su rechazo a los sistemas de partido único, y sostuvo que
su ideal era el pluralismo. Otro aspecto del pensamiento Perón, que hoy adquiere
relevancia, es su recomendación de respetar a rajatabla la pluralidad informativa.
Así dijo: “La opinión pública está lo suficientemente preparada para criticar la
información que recibe”. Y agregó, “No es posible ‘venderle’ ideas al Pueblo”.
En esos años Perón manifestó también una profunda preocupación por la
organización interna del movimiento y del Partido Justicialista. “El hombre no vence
al tiempo; lo único que puede vencer al tiempo es la organización”, nos dijo
reiteradamente. El ya sabía en los años '70, que pasaría a la historia como el único
y el último “hombre providencial” de los trabajadores y los humildes de nuestro
país. Para él la única salida viable era que el movimiento quedara en manos de los
peronistas, de todos los peronistas, actuando orgánicamente, respetando la
democracia interna y la voluntad del pueblo. Sin duda el mayor consejo paternal
que el General supo dejarnos es que, ante todo, el Justicialismo seguiría existiendo
como una gran fuerza política sólo en la medida que supiéramos defender a los más
humildes y a la democracia que tanto nos costara recuperar después de años de
luchas y sacrificios.
 
Seguramente, si hoy viviera, nos diría que no es peronista quien intenta
dividir al pueblo, quien trata como enemigo al adversario, quien ignora los
verdaderos problemas del país o intenta acallar a sus críticos bien
intencionados. Hoy los argentinos, además de los muchos problemas que
quedan por resolver en materia de inflación, inseguridad o empleo; vivimos
en un clima de tensión. Parece que lejos de estar Unidos, estamos
Dominados. Dominados por un estado de crispación que nos divide.
Dominados por una trampa absurda que enfrenta a argentinos contra
argentinos. 
 
El peronismo está muy lejos de la sociedad bipolar que nos quieren imponer.
Somos un gran movimiento popular cuyos pilares son la unión nacional, la justicia
social y la independencia económica. Y no hay un solo compañero o compañera del
peronismo, capaz de bajar la cabeza y resignarse a este presente lleno de conflictos
innecesarios. Los verdaderos peronistas, tenemos un solo enemigo: la miseria, la
desigualdad, la pobreza. Y el amor que tenemos por la Patria, será el motor de los
cambios que se vienen.
 
El futuro está adelante. Y el progreso para todos, también. Si dejamos de pelear
por cosas que no tienen sentido. Si decidimos aprovechar la enorme oportunidad de
crecimiento que tenemos al alcance de nuestras manos. Si respetamos al otro, más
allá de si piensa igual o distinto que uno. Si somos valientes para reconocer que
muchas cosas podrían hacerse mejor y que no importa tanto quién las haga, sino
resolver los problemas con los que la gente se despierta todos los días. Hoy en
nuestro país parecen sobrar peronistas y faltar peronismo. Esto que hoy pasa, no
tiene nada que ver con lo que aprendimos de Perón. Del mejor Perón. Hay amigos
que ya no se encuentran a tomar un café, porque parecería que las diferencias de
opinión son cosas de vida o muerte. Por culpa de la mala política, hay familias que
dejaron de compartir la mesa los domingos. Es como que prefieren esperar hasta
que volvamos a la normalidad, porque la bipolaridad los obliga a discusiones al todo
o nada. Y todos sentimos que el país, así, no es normal.
 
Este peronismo de pie. Lleno de amor. Determinado a progresar, tiene hoy una
nueva misión histórica. Que nadie se confunda. Estamos vivos y llenos de la
energía de nuestra militancia. Que se escuche en todos los rincones del país. Que
sepan del primero al último de nuestros compatriotas. Que aquí está el peronismo
pensando en el porvenir. Un peronismo que rechaza el maltrato, la soberbia y el
aislamiento como forma de gobernar. Que rechaza el autoritarismo unitario, que
discrimina y posterga a las provincias. Y que le dice BASTA a la división entre los
argentinos. Este peronismo incansable, que mira el futuro lleno de esperanzas,
asume la responsabilidad democrática de la hora. Nuestro grito de unión nacional
es una convocatoria a todos los argentinos. Es la defensa de la libertad, el
federalismo y la democracia social.
 
CON TODAS NUESTRAS FUERZAS LE DECIMOS: Sí a la integración regional,
afianzando el proceso con los países hermanos del Mercosur. Sí a la defensa
permanente de los derechos humanos sobre la base de la verdad, la justicia y la
reconciliación. Sí al acuerdo entre el capital y el trabajo para el crecimiento
sostenido de nuestra economía y una justa y simultánea distribución de las
riquezas. Sí al diálogo, la convivencia y el respeto de todos los sectores sin
exclusiones. Sí a la defensa irrestricta de las libertades públicas, y sí a la más plena
libertad de expresión. Sí a la democracia y al federalismo como único sistema de
gobierno. Sí a la construcción de una sociedad plural y solidaria. Sí a las políticas
sociales universales y no clientelistas para ayudar a nuestras familias más
humildes. Sí a la justicia social, la independencia económica y la unión nacional.
Eso es peronismo. Eso es lealtad. A la Patria y al Pueblo Argentino.»


[Dedicado por este blog a la memoria de Leonardo Favio.]

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Disculpe mi ignorancia, pero las veces que intenté arrancar a leer el discurso quedé trabado en el 1er párrafo. Me cuesta asimilar que ese "mejor Perón", con todos los adjetivos que le siguen, sea el mismo tipo que se postuló a presidente con casi 80 años, con la imprudencia de poner como vice a ME Martinez. Lo que pasó después del 1ro de julio del 74, consecuencia de esa "imprudencia", hacen que me cueste pensar que todos los adjetivos de ese "mejor Perón" sean aplicables a un tipo con semejante ceguera de poder

Occam dijo...

Perón designó a Cámpora para hacerse cargo de la presidencia de la Nación. El cariz que a partir del 25 de mayo de 1973 adoptaron los acontecimientos (amnistía de todos los criminales condenados mediante procedimiento penal en los años anteriores, comienzo de las milicias populares a partir del Operativo Dorrego, copamiento de altos cargos y áreas enteras del gobierno y mandos policiales, etc.), lo obligó a tener que tomar la decisión de asumir personalmente un cargo para el cual ya su salud no estaba preparada. Su médico personal escribió que los disgustos que tuvo que vivir desde entonces, comenzando por el asesinato de Rucci, siguiendo por la masacre de Azul del ERP y terminando por el famoso acto de la Plaza en que expulsó a los "imberbes" hablando desde detrás de un vidrio blindado, fueron los que precipitaron sus problemas cardíacos y su muerte. El facultativo, sin hacer futurismo o especulación contrafáctica, asegura que Perón hubiera tenido cuerda para rato, si se limitaba a llevar una vida austera y tranquila como la que caracterizó su exilio madrileño, como un consejero y nada más.

Cuando ya él sabía que estaba irremediable, convocó desde el lecho en que estaba postrado a Balbín y le pidió que se hiciera cargo de la presidencia en su ausencia. Isabel fue lo único leal que le quedó, de un entorno contaminado de traidores y dudosos, en que se jugaban cartas lejanas al sentir nacional y más propias de un juego de ajedrez continental o incluso mundial, en el que Argentina era sólo un peón más. El concepto de poner a Isabel conllevaba la legitimidad del apellido, pero era claro que ella, que además era humilde en cuanto a sus capacidades y conocimientos y aceptaba consejos y asesoramientos, iba solamente a poner la firma. Lamentablemente, Balbín no se sintió capacitado para acometer semejante tarea. Supongo que el famoso "entorno", y las sordas luchas dentro del movimiento y afuera de él, en la guerra civil que se libraba cada vez con mayor virulencia y descaro, habrán influido en esa decisión.

Ahora bien, más allá de los desbarajustes económicos, devenidos del fracaso del Gran Acuerdo Social (CGT-CGE) y sobre todo, de la crisis mundial del petróleo y su vertiginoso efecto inflacionario mundial, lo cierto es que el gobierno constitucional y democrático que le sucedió efectuó una exitosa tarea en el marco de la lucha legítima e institucional contra la guerrilla, cuando ésta ya era guerra abierta y muy sangrienta, y triunfó sucesivamente en Catamarca, Tucumán, Formosa y Monte Chingolo. Cuando se produce el golpe de 1976, la "M" estaba en retroceso y su cúpula yéndose al exilio, y el ERP se había quedado prácticamente sin combatientes (por lo menos, de los que estaban preparados militarmente y experimentados), después de haber jugado las cartas "a todo o nada" en el Batallón de Arsenales Domingo Viejo Bueno, típica maniobra intempestiva de Santucho.

Además, se habían adelantado las elecciones presidenciales para mediados de 1977, garantizando una salida institucional a la crisis política.

Occam dijo...

Creo que de la enunciación somera efectuada, que lamentablemente no puedo hacer extensiva por cuestiones de tiempo y de espacio, y recomiendo la lectura seria, sensata y estricta de la Historia disponible, está claro que poco pasó "después" de 1-7-74. Antes bien, todo venía germinando desde antes de 1970 incluso, y fue en progresivo incremento. Lo más trascendente de la mediación de Perón en su corto gobierno fue el esclarecimiento de la sociedad civil, el mensaje de paz, de concordia y de unidad que resultó en un pérdida de simpatías y de adhesiones de ésta para con una guerrilla que se invocaba su representante y protectora. El efecto inmediato de esa situación está marcado por la unificación del frente revolucionario (FAR y Montoneros, y luego todas las organizaciones en el marco de la Junta Coordinadora Revolucionaria que incluía al MIR chileno, a los Tupamaros de Uruguay y al ELN de Bolivia), y su pase a la clandestinidad.

Claramente, la actitud de Perón, de reconciliación, de unidad y de concordia extendiendo los brazos a todos los argentinos y poniéndose por encima de los atroces desgarramientos generados por el golpe de 1955 y las persecuciones y fusilamientos, y de la tendencia fatal al odio y la fractura que tiene nuestra sociedad, generó desconcierto y luego furia en los elementos revolucionarios que habían practicado el entrismo en el peronismo entendiéndolo como vehículo idóneo para la lucha, dado su historial de resistencia y su posible resentimiento acumulado. Ortega Peña llegó a decir que Perón no era peronista.

Sin embargo, el peronismo, más allá de alguna proclama altisonante cuando el golpismo arreciaba a mediados de los '50 (y ciertamente no llevada a la práctica ni en atisbos) nunca fue un movimiento afín a la sangre. Como acertadamente se ha apuntado, el asesinato de Aramburu (ocurrido sugestivamente cuando él y Perón estaban conversando la reconciliación historica, lo que hubiera propiciado el regreso de éste en 1970) inserta la venganza como concepto en el peronismo. Una inserción "desde afuera", una operación de inteligencia que terminó por desencadenar todas las desgracias. [Véase Alejandro Tarruela, Guardia de Hierro, o los extractos que aparecen en el segundo post de este blog, allá por 2008].

Anónimo dijo...

agradezco sus conocimientos y su tiempo Occam. Lamento personalmente no tener el tiempo de lectura que me demandaría hacerme de una base más sólida en Historia. Aún si lo tuviera, supongo que los conceptos sobre Perón siempre van a estar sesgados por las subjetividades de los autores (como Ud, peronista de perón!). Y tampoco viví su época, ya que nací post Perón.
Saludos

Occam dijo...

Estimado Anónimo: La subjetividad evidentemente juega un papel importante en la evaluación e interiorización que cada cual hace de la Historia. Si usted me dice que nació luego de la muerte de Perón, significa que su subjetividad está marcada por la transmisión intergeneracional de valores y no por la experiencia personal. En mi caso, aunque nací antes de la muerte de Perón, puede ocurrir algo parecido. La diferencia, quizás radique en que yo, como el último Perón, no guardo rencor ni juicio negativo por ninguno de los hombres de su época. Los observo con cierta neutralidad, y con los años, incluso con la indulgencia que permite comprender la debilidad humana.

Otra cosa me generan los malintencionados y los resentidos que deliberadamente se apartaron de la conciliación que Perón pregonó, cuando ya no existían causas objetivas para proseguir (y menos, para profundizar) la lucha armada: Perón había regresado, se había terminado la proscripción, había un gobierno democrático y popular elegido por el 62% del electorado, que gozaba con la colaboración incluso de las otras fuerzas políticas democráticas...

En cuanto a la valoración que se está haciendo de ese último Perón, las voces que alimentan desde distintos sectores a la Historia (me refiero, claro, a las voces honestas) coinciden cada vez más en la misma línea apuntada en este artículo. Pongo como ejemplos que se me ocurren al pasar y sin pensar demasiado, a tres caracterizados "gorilas", como Mariano Grondona, Juan Bautista Yofre y (aunque éste es mucho más objetivo) Vicente Massot.

Un cordial saludo.

Edgardo Adrián dijo...

Tibio final del peronismo .
Apo 3:15 Yo conozco tus obras, que ni eres frío, ni hirviente. ¡Bien que fueses frío, o hirviente!
Apo 3:16 Mas porque eres tibio, y no frío ni hirviente, yo te vomitaré de mi boca.