jueves, 17 de julio de 2008

CRISTINA, COBOS Y VOS

Grandeza.

Hoy a la madrugada presenciamos un gesto de grandeza. Cobró natural relieve, por la tensión y las características cruciales de la definición, la posición adoptada por el Vicepresidente, lo que igualmente no opaca la trascendencia de una actitud muy resuelta y fundada (casi todos fundamentaron oralmente su voto) de una enorme cantidad de senadores que componen la coalición que sostiene al oficialismo, y que sin embargo decidieron hacerse cargo de los imperativos de la hora, y bregar por la pacificación y unión nacional.

Sin embargo, este gesto de grandeza, que era absolutamente necesario para el país, resalta en estos tiempos porque contrasta con tanta mezquindad y posturas soberbias y ególatras. Pero no por ello, hay que decirlo, deja de ser módico.

No es comparable, siquiera en escala de maqueta, con los gestos de grandeza que caracterizan a la Política como el arte que construye y satisface el interés general. Nada tiene que hacer al lado del alea jacta est de César al cruzar el Rubicón, ni con renunciamientos de poder de gobernantes que tenían a tres cuartas partes de las fuerzas armadas de su lado y a más de la mitad del pueblo apoyándolos, pero que decidieron evitar el enfrentamiento entre hermanos, el monstruo de la guerra civil y los baños de sangre. Me refiero a las decisiones adoptadas con grandeza, ante la perspectiva cierta del abismo. Al ejercicio de la decisión como la instancia gravitante y única de la que no hay retorno.

Cayo Julio César.

El episodio de ayer tuvo la estética y la épica de los grandes acontecimientos, y realmente ha sido un placer ver al Senado invistiéndose de la honorabilidad que decora su nombre, con sus 72 miembros presentes y con una defensa individual y enfática de sus convicciones, evitando la dilución anónima y cobarde en el frío número. Y ha sido un placer ver cómo un hombre, enfrentado a su destino, en este contexto tan decadente, decide en orden a sus convicciones y coherencia, y a favor de la supervivencia de la nación como una unidad de valores y principios.

Este tipo de gestos, tan extraños para una sociedad rumbeada hacia la disgregación, fragmentada en facciones e intereses pequeños, son un signo de esperanza y de autoridad, un renacer de la institucionalidad resquebrajada desde la crisis terminal de 2001. Porque la autoridad fue ejercida, contrariamente a la postura imperativa oficialista. Porque la autoridad no puede ser nunca expresada en la claudicación hacia caprichos megalómanos y sectarismos facciosos. La autoridad, sin dudas, es independencia, y justifica todo el andamiaje jurídico de la nación, estructurado en torno a la vituperada figura de la división de poderes.

Por qué, si es tan trascendente y notable en este tiempo, digo que el gesto de grandeza fue sin embargo módico. Porque no podemos perder la perspectiva real y relativa de las cosas. Su real contexto e implicancias.

El Senado del Pueblo de Roma.

Decisión y autoridad.

Cobos ejerció una decisión última, o sea, una decisión, sí, pero lo hizo en un marco lógico a través del cual minimizó los riesgos. Eso habla de una decisión sana, responsable, pero en ningún caso transgresora y creativa. El contexto señala que era la única decisión que podía tomar.

En primer lugar, si bien es retóricamente válido el argumento sustentado en la falta de consenso, no es el Presidente del Senado el habilitado para efectuar esa consideración, desde que su investidura importa el ejercicio de la decisión ante al empate, para evitar que se pueda generar una hipótesis de bloqueo institucional que ponga en juego a la república. Por eso es que se trata del único hombre de toda la cámara que no se puede abstener.

Ahora bien, ¿cuál es la implicancia de esa decisión final? La opción de “vida o muerte”, “gobierno o anarquía”, “todo o nada” provino nada más que del capricho y la impostura de un proceder demencial, sustentado en una lógica perniciosa de doblar la apuesta ante cada renuencia, de someter al adversario y hacerlo morder el polvo por su insolencia.

Por eso es que la decisión de ayer parecía crucial para la supervivencia de la república, como evidenció Pichetto en su discurso-apriete del final, en el cual mostró (o argumentó) una debilidad del gobierno inaceptable. Si un gobierno es débil, busca fórmulas de acercamiento de posiciones, de diálogo y concordia, de forma tal de fortalecerse a través del ejercicio de la política. A nadie en sus cabales se le ocurriría, con un gobierno débil, embestir agresivamente a amplios y plurales sectores de la sociedad, provocarlos hasta dejarlos sin otra alternativa que la claudicación incondicional.

En efecto, la decisión de ayer era crucial para la república pero en el sentido en que se tomó, y no al revés. Al revés ni siquiera era crucial para la supervivencia del gobierno, que paradójicamente sale fortalecido con el final del conflicto. Porque a un gobierno, más que ganar o perder absurdas querellas intestinas, lo que debe guiarlo es la construcción, a partir de unos sólidos cimientos de paz y concordia de sus gobernados, para de allí en más poder hacer aquello para lo que fue llamado. Aquí el verbo se confunde con el sustantivo. El poder es una cuestión fáctica y no formal. ¿Cómo se puede gobernar en provecho del interés general dando la espalda y con la resistencia de más de la mitad de la población, con un país detenido y enfrascado en una puja insólita?

O sea que ayer la decisión era crucial pero admitía un solo sentido. De tal forma, se relativiza su carácter de libremente elegida, es decir, la propia naturaleza decisoria.

Los caprichos y las bravuconadas baratas de un sector del espectro político que compone la coalición gobernante (la ficción cada vez más resistida llamada “PJ normalizado”, que incluye a justicialistas tan coherentes y cabales como Scioli, Cabandié o Alberto Fernández, aliada a grupúsculos fuertemente subsidiados pero de escasa representatividad) no hicieron más que determinar la “decisión”. Las provocaciones y la infantil vocación competitiva sólo dieron por resultado abroquelar de manera cada vez más sólida la voluntad autonomista de las provincias y los ánimos resistentes de casi todo el interior, y también de la mayor parte del conglomerado urbano macrocéfalo que es nuestra capital.


Legalidad y legitimidad.

De forma tal que esos ánimos facciosos, esa embestida absurda, lo único que logró fue aislar al pueblo de su gobierno. Y recordar al pueblo la esencia de la democracia representativa: el control de los actos de sus representantes. Porque la legitimidad de ejercicio no sólo concierne al Ejecutivo. Antes bien, debe ser asumida resueltamente por el Legislativo, que es el poder constitucionalmente instituido para gobernar, o sea, para dictar las leyes cuya ejecución determina el destino de gobierno.

Parece mentira que se haya degradado tanto la institucionalidad en la Argentina como para que se tuvieran que discutir airadamente los límites de la delegación legislativa, y más cuando esos límites conciernen a los derechos constitucionales de los habitantes. Nadie, más que el Congreso, puede poner restricciones a los derechos individuales, y entre ellos, y de forma fundamental en nuestra Carta Magna, el derecho de propiedad. Y esas restricciones están fuertemente condicionadas por el principio de legalidad.

Agregaríamos, porque surge a las claras también del contexto, que la legalidad (con todos sus condicionantes formales) a su vez se encuentra en función de la legitimidad.

Hans Kelsen

Hans Kelsen sostenía que ambos términos, en un sistema parlamentario, son invariablemente sinónimos. Es decir, que la voluntad de los representantes del pueblo, a través de una ficción organizadora (constitución), es la voluntad del pueblo lisa y llanamente. Y todo ello puede ser cierto, a la luz del resultado de ayer, que no hizo más que responder al imperativo emanado –de forma atípica, es cierto, pero contundente- por los electores. Pero puede también no serlo. Es decir, puede haber leyes impopulares. La media sanción de diputados, que casi casi se convierte en ley, lo demuestra. Y las leyes impopulares son el más letal veneno contra la institucionalidad, porque carecen de legitimidad, al punto que pueden resultar por contagio en la descomposición del sistema legal todo. Si una ley, que ha cumplido con todos los requisitos formales para su sanción, es ilegítima, qué garantiza que las otras no lo sean. Entramos en un terreno sociológico, pero que debe ser la guía infalible para el hombre político.

Todos sabemos que fumar hace mal, y estamos de acuerdo con su prohibición reglada (en determinados ámbitos y circunstancias). Pero si su prohibición se establece como delito, y comienza a procesarse a los fumadores, amenazando su libertad individual, la resistencia popular no tardará en hacerse oír. Un 40% de la población adulta fuma, y sus familiares y allegados que no lo hacen estarán también en contra del castigo penal, generando una oposición unánime que hará imposible la ejecución de la voluntad legislativa. Entonces todo el edificio institucional se desploma.

El oficialismo, en su pulsión de muerte, en su espiral de aceleración cronológica (nuevamente paradójico: un gobierno que retrasa 30 años en todo, sin embargo va muy rápido en su proceso de desgaste, como si tuviera un decidido ánimo de colapsar, y responsabilizar del desastre a la sociedad toda, que no lo entendió o no lo respaldó en sus atropellos y torpezas. Ver la consideración a la responsabilidad colectiva sobre los desaciertos de los gobernantes en Has recorrido un largo camino, muchacho), lleva la discusión sobre cada minucia, sobre cuestiones de detalle técnico desafortunadas, hasta el borde del abismo.


La pulsión de muerte.

En este caso, parece ser que se perseguía que Julio César Cleto Cobos efectivamente saltara. Se habla mucho de que el Vicepresidente debe ahora renunciar, lo que constituye una nueva patraña capciosa. Con seguridad, hubiera debido renunciar si por su voto se sancionaba la ley impopular tan absurda y resistida, si se instauraba un sistema de legalidad ilegítimo y meramente formal, teñido de todo tipo de sospechas acerca de condicionamientos y operaciones tras bambalinas.

Esa pulsión de muerte se expresa nuevamente en el enfático Miguel Pichetto, un cabal soldado “para lo que guste mandar”, principal espada del menemismo duro en la cámara baja en los fustigados ’90. Cuando invoca nuevamente, ante la sugerencia de Cobos de un cuarto intermedio, a “un líder radical” (evitó la imperdonable confusión de Kirchner) que dijo “que se rompa pero que no se doble”. Obviamente, fuera del contexto de las revoluciones de finales del siglo XIX, pero expresando cabalmente la visión oficial de las cosas. Suena parecido a la fase más oscura de Don Cornelio y la Zona en El Rosario en el Muro: “Si ya estás en la azotea, salta”.

Pero Cleto decidió bajar por la escalera, o sea, desescalar el conflicto. La decisión adoptada permite encarar un diálogo maduro y constructivo entre los sectores implicados, que refleje lo que tanto le falta a la Argentina desde hace años: gestión de gobierno. Respuestas meditadas e ingeniosas a los desafíos de la realidad.


Los extremos de la disciplina.

Y sobre todo, un programa de gobierno, definido de forma precisa y concreta. La disciplina de partido sólo tiene lógica cuando el partido tiene una plataforma que cumplir, y las acciones que se plantean son conducentes a los objetivos trazados.

Pero ocurre que aquí, en primer lugar, no había partido. La entelequia que llevó a la actual Presidenta al poder fue un rejunte variopinto amalgamado por variados y circunstanciales intereses, al que se llamó pomposamente “concertación plural”. El PJ normalizado es una creación posterior, digitada por un hombre que meses antes había realizado un “renunciamiento histórico”, rechazando la posibilidad de reelección, y había dejado en su lugar… a su esposa. Sí, ya sé. Una maniobra demasiado berreta, pero parece que a los “plurales concertantes” les alcanzaba con esa ficción y la satisfacción de intereses de corto plazo para “acompañar”.

Parece que ahora ya no les alcanza, cuando sienten la presión de sus representados (porque en definitiva de ellos se trata) soplándoles la nuca.

También aquí, en segundo lugar, es claro que no hay programa. Como genuino producto del peronismo franquiciado, el kirchnerismo es la aplicación más cortoplacista y coyuntural del tantas veces invocado pragmatismo. Sobre la marcha, va construyendo el discurso, mientras los acontecimientos se suceden por otro camino.

El gobierno heredó la solución económica industrialista del dólar alto, y no tuvo que soportar el desgaste del feroz ajuste al bolsillo de los habitantes, fundamentalmente, del sector asalariado y de la clase media (la que en última instancia fue la más castigada, ya que hasta las medidas que atenuaron el impacto del impuesto a las ganancias no contemplaron a los cuentapropistas, y así los $ 2.000 que facturaba un médico soltero en su consultorio se consideraban imponibles de tributo a la renta). El gobierno recibió de la Providencia unas condiciones macroeconómicas inéditas, y de pronto los “términos de intercambio” pasaron a favorecer a las materias primas, luego de haber llegado al fondo del pozo en la década de 1990. Con plata cualquiera es Gardel, y con muchísima plata, incluso es Frank Sinatra. Pero cuando la desmesura y la imprevisión generan las restricciones que se empezaron a ver a partir de 2006, el vacío de gestión comienza a ser determinante.

Tal vez tuvieran razón los antiguos germanos, que en su Edad de Hierro confiaban en la suerte para decidir la idoneidad de sus gobernantes. Si durante el ejercicio de su reinado, la tempestad arrasaba las cosechas, o la peste diezmaba a la población o al ganado, al rey lo decapitaban y ponían a otro, con la esperanza de que fuera más afortunado. Tal vez no nos hemos apartado demasiado de esa convicción supersticiosa. Aunque en este caso la reina, que es bastante yeta, hay que reconocerlo, en cuestiones incidentales, y debe empezar cada acto con un minuto de silencio, tiene desde el contexto internacional condiciones increíbles para un país productor de materias primas como sigue siendo el nuestro. Ello requiere de la generación de medidas que permitan un aterrizaje suave, reacoplando la incubadora del mercado interno a la realidad global. Requiere de empezar a recortar el gasto público, a suprimir subsidios, a fomentar inversión nacional y atraer inversión externa, a obligar a la industria a hacerse competitiva, al menos un poco competitiva, para acompañar al agro, en lugar de expoliar al agro para subsidiar una farsa para el mercado interno, ya demasiado protegida.

Sin embargo, la ausencia de acción política (si por ello se entiende el alto arte de la creación, y no la sucesión de imposturas y manipulaciones) es escalofriante. Las áreas calientes del Estado están reducidas a una mínima expresión. Javier de Urquiza es un pintoresco funcionario de escalafón. Carlos Fernández, un correcto contador según dicen, fue convocado solamente para contar los porotos. Ni siquiera tiene juego como para dedicarse a fernandear, o sea, a charlatanear, como sus compañeros de apellido.

Entonces, en tercer lugar, no hay acción de gobierno, lo que a la larga –o no tanto- significa que no hay gobierno. Porque el gobierno no es –no debe ser- una nómina de muñequitos de torta bajo un sello de agua. Un gobierno se define por la acción, por la creación, por la anticipación a los sucesos, por la capacidad de hacer. Y el kirchnerismo está desnudando en esto su principal debilidad. Su debilidad real, la que quizás intuya Pichetto. Su absoluta incapacidad de gobierno, la inidoneidad de todo el elenco estable, compuesto de verborrágicos licenciados en Todología y feroces “subsidiadores-recaudadores”.

Una repartija de cargos que parece sacada de la Junta Militar de Les Luthiers, en la que el Cabo Primero (con instrucción primaria incompleta) era designado al frente del Ministerio de Educación. Acá un funcionario con experiencia en equipamiento de escuelas provinciales, compra de disquetes y resmas A4, va a ocuparse de Aerolíneas, un subsecretario de puertos provinciales, especialista en la regulación de la captura del calamar, se ocupaba de toda la política de las telecomunicaciones, incluyendo satélites, Internet, tecnología IP, televisión por cable, celulares…

Ese vacío también fue determinante ayer, y por eso la figurita más decorativa de la Constitución Nacional, concentró la atención de todo el país durante horas. Lástima que la conclusión fuera que se esperaría un nuevo proyecto de ley emanado del Ejecutivo, en lugar de asumir la responsabilidad histórica que le toca al Congreso Nacional en esta hora.


Los demás factores.

Por todo ello, la decisión asumida ayer por Cobos implica un gesto de grandeza, pero que debe ser considerado con la adecuada mesura. Incluso en lo personal, las perspectivas en juego para el Vicepresidente se reducían a: 1) Ir en contra de todo su proceder previo, de sus propias manifestaciones, e incinerarse políticamente, absorbiendo en su persona todo el costo de un montón de errores y procederes que le eran ajenos. 2) O posicionarse como un actor sensato y republicano, intérprete prudente de las exigencias contingentes.

Finalmente, en cuanto a las implicancias de la decisión, sólo cabe decir que, en un caso (el del voto afirmativo) ya se ha hablado de las consecuencias de la sanción de una ley ilegítima. En el otro, es decir, el que finalmente fue, las implicancias son las siguientes: Se esquiva la cuestión de la constitucionalidad de las retenciones, evitando consecuencias terribles para las generaciones futuras. Siguen en vigor los impuestos previos, que por la misma dinámica de los precios internacionales y por la reactivación de la actividad implican un aumento en la recaudación. Se abre la instancia del diálogo entre los actores, abarcando un cúmulo de cuestiones estructurales de tratamiento imperativo. Se descomprime la situación social, y se retoma el ritmo productivo (sobre todo, se siembra, mientras se está a tiempo). Se fortalece la institucionalidad y la confianza de la ciudadanía.

Ahora habrá que ver qué se hace en definitiva con la Resolución 125. Si se cumple con el compromiso de derogarla. (Voy a evitar referirme a consideraciones teórico-jurídicas al respecto). Si predomina la pulsión de muerte o impera la mesura. Después de todo, si el riesgo país sigue subiendo, si la inflación galopa como Leguisamo o Falero, si sigue habiendo desabastecimiento especulativo de parte de los comerciantes, no será ya culpa ni del campo ni del kirchnerismo. La culpa la tendrá Cobos… Porque después de todo, en un país enfermo de victimismo, lo único que importa es sólo eso: quién va a tener la culpa.


INSERT: Trastorno Victimista (Wikipedia)

El victimismo es un trastorno de la personalidad muy común en la que el sujeto adopta un rol de víctima a fin de, por un lado, culpar a otros de conductas propias, y por otro, enarbolar la compasión de terceros como defensa a supuestos ataques.

Mediante una proyección, en el sentido de Sigmund Freud, el victimista recurre a la estrategia mental de colocar fuera de sí la responsabilidad o los males que realmente le pertenecen. En este sentido, la personalidad de víctima o victimismo, consiste entonces en defenderse de posibles situaciones de malestar a través del no reconocimiento y la proyección externa de una determinada situación. Éstos se muestran débiles y maltratados para encontrar el apoyo de otros y evitar tener que realizar los esfuerzos que su situación de vida, natural o adquirida les requiere.

Como esta mentalidad no siempre logra alcanzar los objetivos ésta conduce a su vez con facilidad a la desesperación, el conformismo ante el infortunio e incluso el resentimiento, la ira o el deseo de venganza contra lo que le rodea; formando un victimsmo agresivo, una forma rabiosa de victimismo que consiste en molestarse por que otros no son como nosotros o como deseamos que sean.

En estos casos la tendencia es a atacarlos, acusarlos, etiquetarlos para dañarlos moral, emocional o físicamente en una demostración de intolerancia excluyente. Por ello en ocasiones surge junto con la megalomanía, ya que el sujeto, donde no se ve continuamente elogiado y aceptado, se ve víctima de supuestas conspiraciones y hostilidades.

5 comentarios:

Monsieur Sandoz dijo...

Notable, como siempre, Occam. Por si quedaba alguna duda sobre cómo responderían nuestros mandatarios, hace un rato escuché a la Presidenta que nos volvía tratar de estúpidos, diciendo: "todavía no nos entendieron, pero ya nos entenderán". La frase también podía resultar amenazante cuando minutos antes había dicho, luego de enorgullecerse por la reestatización de Aerolíneas Argentinas que, más allá de esta noticia feliz, había algo que la ponía triste, y esto era que hoy había muerto un amigo suyo, un compañero de militancia. Mientras Cobos se atragantaba con un pedazo de mondongo viendo el discurso desde su casa, continuó con su alocución y aclaró que se trataba de un amigo muy cercano, quien fuera padrino del idílico matrimonio que la une al Cmdte. Manolarga.
En fin, parece que la soberbia y la codicia les sigue impidiendo escuchar un sensato pedido del pueblo.
Mis saludos y felicitaciones por su excelente blog.

Gabriela dijo...

Occam, agregar algo a tu excelente y medido pensamiento sería irreverente de mi parte.

Ayer lo escuchaba a Rossi diciendo que la figura del Ejecutivo presidiendo el Senado era no sòlo para desempatar, sino para que en caso de empate prevalezca y fortalezca la figura presidencial en caso de empate; tal vez sea ese el espìritu de la Constitución y ante la hipotètica figura del no arribo al consenso se impone un "ta bien... entonces se hace lo que yo digo" del Ejecutivo. Creo que en este sentido hemos visto un hecho histórico que es la prevalencia de la razón y del sentido sobre las ideas coyunturales y ambiciosas de poder.


Por otro lado también me causò cierto escozor el ver que en la Camara Baja (como bien decís: DONDE EL REPRESENTADO ES EL PUEBLO) no se respetó ni se consideró la voluntad del mismo, y se profundizò aùn más la fisura social hasta convertirla en una profunda cicatriz que, yo particularmente, consideraba ya olvidada y se ha vuelto a sembrar el lamentable y retrógrado resentimiento social.

Paradógicamente la cordura y la mesura fue encontrada en la Cámara Alta (QUE REPRESENTA AL ESTADO EN CADA PROVINCIA); lo que ante una lectura simplista se deja ver como que los legisladores provinciales son mas concientes de la realidad social, econòmica y polìtica que aquellos que DEBEN defender los derechos de sus votantes populares (digo populares en cuanto al pueblo, no en cuanto a masificaciòn del voto).

Sentì, como bien decìs, que este gobierno atrasa pero no sólo 30 años sino que te diria que casi un siglo. Sentì que la visiòn del campo (tèrmino que ya hasta me suena peyorativo y sectario) se había quedado estancada - o al menos era la que se trataba de imponer - en aquella escena de berlinas y carruajes elegantes, con el patroncito vestido de impecable blanco y fusta en mano.

Nada más alejado de la realidad; hoy en día en el sector agropecuario hay mucha gente jóven que no conoce de diferencias sociales abismales, donde se toma en cuenta la experiencia del personal a cargo y donde sobre todo no se puede dejar de capacitar al mismo dada la agradable y bienvenida inclusiòn de tenconologìa de punta. La gente que hoy trabaja la tierra no quedò pegada a la historia cruel de los 70 sobre la que se construyò el relato social por éstos días; no lo niega pero no lo sangra y avanza hacia un estado social más igualitario y respetuoso de algo que parece ya no cotiza en alza como la palabra dada y el esfuerzo del trabajo en conjunto.

El pensamiento “Si ya estás en la azotea, salta”, me hizo recordar un pasaje del libro Plataforma del francés Michel Houellebecq que reza:

Un día, a los doce años, subí a lo alto de un pilón eléctrico, en las montañas. Mientras subía, no miré abajo ni una sola vez. Al llegar arriba, a la plataforma, bajar me parecía complicado y peligroso. Las cadenas montañosas se extendían hasta donde llegaba la vista, coronadas de nieves eternas. Habría sido mucho más sencillo quedarse allí, o saltar. Me retuvo, in extremis, la idea de estrellarme; pero si no, creo que habría disfrutado eternamente del vuelo.

Coincido plenamente contigo en la ausencia total de gestión por la que venimos transitando hace 4 años, pero tambièn es cierto que cuando se han querido poner a trabajar han demostrado que son terriblemente inoperantes dado que no han sabido resolver adecuadamente con proyección y brindando soluciones largoplacistas las politicas de estado, menos que menos drenar las coyunturas sociales, políticas y econòmicas que han tenido entre manos. El juego del Gran Bonete.

Vivir no es lo mismo que durar y tener la investidura presidencial no es lo mismo que gobernar. Utilizar el poder (como sustantivo) para doblegar voluntades està mas cerca de Atila y un comportamiento bárbaro que de un estadista que procura el crecimiento nacional, la paz social y la plena producciòn de todos los sectores industriales.

Por estos dìas nos hemos enterado de muchas cosas, hemos escuchado citas célebres de los grandes protagonistas de la historia, nos hemos enterado de las necesidades, bondades y potenciales de cada sector social y productivo, nos hemos empapado de realidad politica, financiera y social.

Espero que como pueblo a la hora de votar y ejercer nuestro derecho ciudadano lo hagamos con conciencia y conocimiento, que estemos a la altura de demostrar qué hemos aprendido, caso contrario volveremos a girar sobre el aleph como en un sinfín de adquisición de maduerez pero desde un lugar empíricamente demasiado costoso.

Un abrazo, el que desde las ideas no puedo decir que sea peronista, pero con el fervor y el convencimiento de que se debe y se puede proyectar hacia un futuro mejor.

piscuiza dijo...

Ante todo y ya casi de manera innecesaria: felicitaciones por el post.
Concuerdo con Monsieur Sandoz en cuanto a los dichos de la presidente/a, no es que ellos se puedan equivocar, no es que ellos se expliquen como el traste: SOMOS NOSOTROS, QUE NO ENTENDEMOS NADA.
Cualquier parecido con algún transtorno de la personalidad, es mera casualidad?
Pero el motivo de mi comentario es otro, yo ando medio a las corridas estos días, pero hay algo que nadie se detuvo a analizar y desgranar: el discurso? de Pichetto en el recinto. El mismo tuvo ribetes delictivos, cuando apeló sin vergüenza a no respetar la independencia de los poderes de la república, principio consagrado en la Constitución Nacional y base de nuestro sistema de gobierno. Creo haber escuchado en vivo, desde el senado y sin que tenga gran repercusión, cómo un ladero del poder de turno amenazaba, emplazaba y extorsionaba al presidente del senado.
Insisto, creo que no se le dió a ese discurso la trascendencia que amerita. El mismo es una muestra de todos los vicios de la política que los argentinos queremos desterrar.
Salute y que la historia nos juzgue!

Occam dijo...

Estimadísimos:
Gracias por sus medulosos comentarios. No tienen desperdicio, y es un placer leer a gente inteligente, intelectualmente honesta, y sobre todo, desinteresada, cosa que no ha abundado tanto como parece en todo este asunto.
Respecto del comentario de la presidenta del día de ayer, creo que yo me había anticipado a esa manifestación en el artículo "Teórico del gasto público", donde dije:
"lógica macabra que implica que el gobernante no defrauda al pueblo, sino que el pueblo lo defrauda a él".
Es realmente lo que tienen en la cabeza. La facturación permanente de supuestos logros gestionarios que no son más que frutos de una coyuntura que más bien ellos han hecho lo imposible por conjurar, instalando la inseguridad jurídica, la extorsión y el patoterismo, la exacción impositiva abusiva, el clientelismo, aislándonos del mundo y perdiendo mercados día a día, en beneficio de nuestros agradecidos vecinos continentales, que se están haciendo un picnic con los espacios comerciales que les servimos en bandeja. Es terrible apreciar cómo la inoperancia y la mala leche de estos tipos están haciendo que desperdiciemos quizás el último tren que pasa. Y no me refiero sólo a esta cuestión que ha atraído la atención de todos. Me refiero al dispendio descabellado de recursos públicos, en bagatelas y sobreprecios, mientras la infraestructura heredada se sigue haciendo pelota. Me refiero a que le hemos dado a un playboy pródigo y vicioso el manejo de la empresa de papá, justo cuando, luego de una larga malaria, comenzaron a llegar pedidos de mercadería. Y el pródigo la hizo mierda. Además de no pagar las deudas que tenía (gran triunfo demagógico que implica que ahora nadie nos dé financiamiento), ahora ha contraído más deuda todavía que la acumulada en la mala. Y no ha dejado nada. Nada de nada.

En cuanto a lo que dijo Rossi, es otra patraña de cuarta, propia de un tipo de su "conducta". Ayer el constitucionalista Sabsay lo explicó claramente en el programa de Nelson Castro. No existe previsión constitucional alguna, mucho menos "espíritu", del que emane una locura semejante. En el entramado constitucional, el Jefe de Gabinete de Ministros es el encargado de efectuar el enlace entre el Ejecutivo y el Parlamento, en representación, por supuesto, del Ejecutivo.
El Vicepresidente, hasta que no es llamar a suplir al Presidente provisionalmente, o a hacerse cargo del Ejecutivo definitivamente (caso en que deja de ser Vicepresidente para convertirse en Presidente) es meramente un miembro de la Cámara Alta. Un Senador más. Que al presidirla, ordinariamente no vota, salvo en caso de empate.
El problema es que el Vicepresidente, por su posición expectante y su rango electoral (no puede ser desplazado), es una pieza muy trascendente que debe ser especialmente considerada al armar la fórmula. Normalmente se elige a alguien que pueda garantizar disciplina (por eso me detengo en el artículo especialmente en ese asunto), y de ahí que Felipe Solá haya dicho ayer que en política es crucial primero que nada conocer a las personas... Pero además ya hay un caso reciente en que se dio una situación similar: Chacho Álvarez, luego premiado por este gobierno al darle el sillón del Mercosur que antes ocupara Duhalde, con un sueldito de U$ 10.000 mensuales, todos los gastos pagos y cuatro asesores con similares prestaciones.
Estas coaliciones electoralistas (que después de todo siempre ha sido eso el FPV) implican una posibilidad mucho más cierta de partición, de fragmentación ante el primer cimbronazo.
Lo de Pichetto, según ha considerado Jorge Asís, en el fondo es un lamento borincano, y por qué no, un pase de factura, ya que él fue uno de los principales fusibles para el acuerdo con los radicales Kash. Tuvo que bajarse de la gobernación de Río Negro para dejarle un lugar a los aliados. De ahí por qué todo esto le dolía en el alma (ya que como jefe de bloque es su obligación política ganar la pelea que le encomiendan, por más injusta que sea; Rossi pudo, él no: doblemente empomado).
Igualmente, el final de la sesión, con bombos y platillos, opacó el momento más triste, el discurso más afrentoso, indignante, vacío y contradictorio de todos. Una burla a la inteligencia. Que fue proferido por el senador Nicolás Fernández (FPV Santa Cruz, el eterno ladero de La Elegida). Me gustaría acceder a su transcripción para desmenuzarlo.

Un gran abrazo, y muchas gracias por vuestros comentarios.

Gabriela dijo...

occam, vengo con algo que te va a gustar.

La transcripcion taquigrafica de la sesion sobre la 125, va a ser un documento historico.
sesion 25/06/2008
Clickear en VER (a la derecha en rojito) y te bajas el PDF.

Veremos, de ahora en más, que sucede en cada viaje a Europa; no olvidemos que Cobos se sienta en el sillón de Rivadavia en caso de ausencia del presidente en ejercicio.

el discurso de Pichetto me diò la sensación de ser la arenga del gurù incitando a caminar sobre las brasas en un desesperado esfuerzo por lograr el objetivo político impuesto desde Olivos, tal vez como bien dice la piscuiza, no poder encontrar el equilibrio entre convencer y amenazar como buen alumno K que es.