Para a continuación explayarse sobre los efectos económico-demográficos del individualismo narcisista que se agudizan y de los que hemos hablado algo en el pasado post:
Jubilados en Grecia, 2010.
A partir de 2010, el número de activos será insuficiente para financiar a los jubilados del “papy-boom”. Europa se hundirá por el peso de los ancianos; pero más aun: en los países envejecidos, la economía estará debilitada y “handicapada” por la financiación de los gastos de salud pública y de las pensiones de los ciudadanos improductivos; además, el envejecimiento deseca el dinamismo tecnoeconómico. La ideología igualitaria de la (vieja) modernidad ha resultado un impedimento para solucionar esta situación catastrófica, debido, sobre todo, a dos de sus dogmas: el antinatalismo (este etnomasoquismo), que censuró las tentativas de recuperación voluntarista de la natalidad, y el rechazo igualitarista de los fondos de pensiones. Por el momento, todavía no sentimos estos efectos que están por venir. El paro y la pobreza van a empeorar, mientras que una clase minoritaria, conectada con los mercados mundiales, la clase de los funcionarios y de los asalariados protegidos, va a prosperar. Estamos hablando de un terror económico. El igualitarismo, por un efecto perverso, mostrando que en realidad es el inverso de la justicia -en el sentido que le diera Platón-, crea sociedades de opresión socioeconómica. El Estado-Providencia socialdemócrata, basado en el Mito del Progreso, también tiende a hundirse, en un estrépito más impresionante aun que el que sacudió al comunismo en 1989. Europa se está tercermundizando. La crisis está por delante, o más exactamente, asistimos a la ruptura de los cerrojos del edificio socioeconómico civilizacional. América, continente inmenso condenado a las migraciones pioneras y acostumbrado a una cultura brutal y a un sistema conflictual de ghettos étnicos y económicos, parece menos vulnerable que Europa. Puede encajar una ruptura de equilibro. Por lo menos en el plano de la estabilidad social, porque no podrá escapar a un eventual maremoto general.
¿Políticamente correcto o políticamente pijo*?
Lo “políticamente correcto” no se funda sobre unos sentimientos éticos sinceros, ni sobre el miedo físico de una represión, sino sobre un reflejo de esnobismo intelectual y de cobardía social. En verdad, lo “políticamente correcto” es políticamente pijo. Los periodistas y los “pensadores” del actual sistema reproducen de manera “soft” y burguesa el mecanismo de la sumisión de la época estalinista: ya no se corre el riesgo de ser enviado en un campo de concentración, sino de no ser admitido en los restaurantes u otros lugares elegantes, de ser excluido de los círculos “intelos**”, de disgustar a las chicas guapas, etc., si se emite unas ideas al margen del sistema. Es lo que ha pasado con Jean Baudrillard. Ser políticamente correcto, no es un problema de ideas, sino de inserción social.
*"Pijo" se usa en España para nuestro "mediopelo", en el sentido que para la intelligentzia le diera Jauretche.**"Intelos" es un galicismo despectivo, equiparable a nuestro "intelectualoides".
De la censura a la distracción
El sistema no utiliza la censura brutal, excepto en unos casos muy limitados, sino el desvío mental, etimológicamente la distracción. El sistema focaliza sin pausa nuestra atención sobre los problemas inesenciales. No solamente se trata del clásico truco del embrutecimiento de la población por el aparato mass-mediático de la sociedad del espectáculo, cada vez más sofisticado, verdadero “prozac audiovisual”, sino también del camuflaje de las cuestiones políticas esenciales (inmigración, contaminación, política de transportes, envejecimiento demográfico, ruptura financiera de los presupuestos sociales hacia el horizonte del 2010*, etc.) por unos debates secundarios y superficiales: matrimonio homosexual, PACS, paridad obligatoria de elegidos de los dos sexos**, dopaje en el deporte, despenalización del cannabis***, etc. Estos problemas insignificantes evitan que las verdaderas cuestiones urgentes y cruciales sean tratadas, lo cual, evidentemente, es la situación ideal para una clase política preocupada, por arribismo, de no disgustar nunca a los electores. Constantinopla está asediada, pero se diserta sobre el sexo de los ángeles.
* Véase por lo que está pasando Europa en este 2010, y se volverá a apreciar la magnitud de la anticipación efectuada en 1998 (Grecia, Irlanda, Gran Bretaña, España...).
** En Europa occidental, siempre un poquito más "adelantados", el tema del cupo femenino ya abarca el 50% de las postulaciones.
*** He resaltado en negrita los dos ejemplos citados, simplemente porque son aquéllos que se les ha ocurrido al actual gobierno para ejercer la distracción comentada en el extracto. No nos asiste a los argentinos, ciertamente, el privilegio de la originalidad, al menos...
Abel Bonnard
La “concertación” y la “negociación”, plagas de la democracia moderna
La clase política de los “moderados” (según esta palabra horrible, aborrecida por Abel Bonnard) ha inventado un concepto temible: la concertación, como sinónimo de “modernización de la democracia”. Es uno de los signos de degeneración y de suicidio de la democracia liberal occidental. La concertación es el pretexto para la inacción. Paraliza todas las decisiones y las reduce a compromisos bastardos y minimalistas, pues significa que estas últimas tienen que estar precedidas por acuerdos globales de los grupos de presión y de los sindicatos minoritarios. En los casos de urgencia, esta práctica se demuestra funesta. La concertación es el antifaz del miedo a actuar, del miedo a los riesgos y a las responsabilidades. Sobre todo no herir a la clase mediática, no enfrentarse a las minorías activas de la corrección política, no enfrentarse a los sindicatos agarrados a sus privilegios como a un clavo ardiendo: ningún conflicto, ningún problema. Uno no debe enfrentarse a los camioneros, los “jóvenes”, los profesores, los pescadores, etc. ¿El interés general? Los políticos no conocen esta palabra. Luchar contra el fuego es penoso, y se pueden quemar la cola. La concertación significa el hundimiento del Estado democrático de derecho, porque los dirigentes renuncian a sus programas, ratificados por la mayoría del pueblo, en provecho de ciertos compromisos con las instituciones no representativas. La verdadera “concertación” es el sufragio popular, es la voluntad del pueblo. Resultado del reino de la “concertación”: el statu quo, el conservatismo, la dejadez, el retroceso de lo político. La otra cara mórbida de la concertación es la negociación. Cuando una decisión política legal y legítima choca contra una minoría ínfima apoyada por los mass-media, el gobierno cede y la vacía de su substancia; por miedo, pereza, cobardía o desaliento. Consecuencia: la ley es sustituida por la excepción y el privilegio, la decisión por la indecisión, la solución por la derrota y el compromiso. Ejemplos: los inmigrantes son, en este momento, inexpulsables de facto; toda reforma de la Educación Nacional, totalmente esclerotizada, es imposible, todo plan de reforma de la Seguridad Social fracasa, toda política racional de transportes es inaplicable, etc. La campeona, en este dominio, es la derecha parlamentaria. Nunca ha admitido que la política sea un combate ni que es indispensable e inevitable disgustar a una parte de los electores, enfrentarse a las corporaciones, sufrir los sarcasmos moralizadores de la izquierda. Pero los gobiernos de derechas siempre fueron softs. Tienen miedo de la batalla y no se atreven a aplicar las ideas por las cuales han sido elegidos. En el fondo, no se sienten realmente legitimados a sí mismos. En Francia, un poder de derechas prefiere no disgustar a los que han votado contra él antes que satisfacer a los que sí han votado para él. ¡Como estos diputados RPR encantados de que la izquierda los aplauda, después de su voto -contra su campo y el deseo de sus electores- en favor del PACS, el Pacto Civil de Solidaridad! La pareja “concertación-negociación”, bajo un pretexto moral y democrático, firma la dimisión de la democracia y del Estado de derecho. Los sistemas políticos occidentales rechazan el principio de autoridad y el decisionismo legal. Se condenan al fracaso y al hundimiento. ¿Quizás preparan el retorno de los autócratas?
Espero que disfruten de un pensamiento irreverente, refrescante y frontal, en medio de tanta somnolencia "concertada" en lo "políticamente correcto".
[Supongo que puede interesar también, este artículo , de hace 11 meses.]
4 comentarios:
Leí El Arqueofuturismo hace algunas semanas.
Me sorprendió encontrar tantos puntos de contacto con Debord.
Es que ambos hicieron lo que pocos pensadores hacen: pensaron.
Aunque uno proviene del marxismo y el otro esté tal vez más cerca de Nietzsche, creo que tienen en común el hecho de que los dos piensan en imágenes.
Miran. Y por lo tanto, ven.
No en vano los dos incursionaron en el mundo del cine o la tv.
El diagnóstico es implacable, un cachetazo al pensamiento mágico, al voluntarismo y a la ilusión.
Es natural que con el espíritu de la Ilustración consumado en al modernidad, el pensamiento original, la provocación y la contracultura surjan "por derecha".
Aunque parezca un comentario banal, destaco el "outfit", la estética de Faye: encaja maravillosamente con su pensamiento.
Me parece que el taquillero Houellebecq debe haber leído bastante a Gillaume.
La propuesta que Faye hace de una Nueva Europa ya me resulta más esquiva.
Pero no puede sino simpatizarme que alguien castigue a nuestra actual sociedad tecnoespectacular, en la que los distintos establishments de izquierda, derecha o centro, operan como sus principales custodios.
Un abrazo.
Mensajero: Es brillante su sintético análisis del autor y su obra. Efectivamente, lo que cautiva es la originalidad y valentía de su pensamiento, y de su propuesta radical. Obviamente, tratándose de pensamientos, todo análisis que uno haga debe ser crítico, tomando lo que le sirve, y no tanto lo que no, permiténdose dudar. Lejos está uno de cualquier monoteísmo bíblico, de la Biblia, del Corán o del Capital...
Ciertamente, el ensayo futurista es lo menos sólido de su libro, principalmente, porque creo que incurre en ciertas trampas racionalistas. En general, nunca las "imágenes" finales se atienen rigurosamente al concepto abstracto inicial, y todo es más mezclado, más polimorfo e inasible. Sin embargo, ¡cuánto hay en nuestra sociedad actual de "Un Mundo Feliz" de Huxley! Claro está, no adoramos a un dios llamado Ford y su símbolo de la letra "T", pero adoramos a la técnica, y más que nada a la ciencia, y confiamos en ella como vehículo de bienaventuranza (y hasta de eternidad). Claro está, no ingerimos soma todos los días para estar "pilas" y de buen humor y pensar lo menos posible. Pero sí estamos abrumados por alcohol, estupefacientes y químicos varios. Una vez, años atrás, alguien muy conformista se sorprendió cuando le dije que venía algo deprimido, y me dijo "pero cómo, a tu edad (eran 30 años mi edad entonces) ya tendrías que tomar "la pastilla de la felicidad"... ¿tu psicólogo no te la recetó (confundiendo, claro, psicología con psiquiatría)"? Se refería al Prozac, o algún sucedáneo.
En fin, como usted bien dijo, Faye entiende bien el asunto, y no está mal entonces que se ponga a desafiar desde una "nouvelle" futurista, pletórica de eco-tecnología y contrastes arqueofuturistas.
No es un profeta. No es un hombre riguroso que acierta siempre. No es un adalid de nada. Creo que la mayor utilidad de su pensamiento irreverente y desafiante es la de marcar cuál es el lugar que se espera de la intelectualidad: que abandonen sus cómodas poltronas y salgan a la palestra, que después de todo, los mismos que son tan celebrados, y editados, y honrados en las Universidades, en menos de 25 años serán indefectiblemente olvidados por su lábil tibieza y su conformismo.
Los textos extractados, sobre todo los tres últimos, me parecieron dignos de difusión (aunque la obra puede ser consultada íntegramente en Internet) desde que tienen una sorprendente similitud con nuestras condiciones sociopolíticas, y nuestras taras dirigenciales y estructurales que se van acentuando (nada más atisbar las alternativas que no han surgido, los líderes que no aparecen, la imaginación y el ingenio en la resolución de problemas que no está... todo lo nuestro congelado en una existencia negativa... por eso será tan difícil hablar de política en la Argentina del siglo XXI).
Un abrazo.
Sencillamente brillante. Voy a hacerme algo de tiempo para comentar con más profundidad.
Destouches: Bien nos vendría a todos por acá que usted encontrara ese tiempo perdido. Ya lo estábamos extrañando.
Un abrazo.
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