miércoles, 24 de febrero de 2010

Insignificancia


Nadie ignora que la diplomacia es un arte que tiene tres elementos basales: 1) Visión estratégica (cada país debe establecer sus objetivos a corto, mediano y largo plazo, y cada acción en el plano diplomático debe conducir hacia ellos, o por lo menos, debe abstenerse de frustrarlos). 2) Talento táctico e instrumental (uno de los puntos más álgidos, desde que esas virtudes, como todo atributo político, no provienen de academias ni titulaciones, aunque sí pueden ser nutridas por una vasta y coherente experiencia, transmitida y sustentada por la inspiración del liderazgo legitimado en la eficacia). 3) Capacidad coactiva (porque toda negociación esconde en el fondo la relación costo-beneficio, que necesariamente decanta en la capacidad para ofrecer beneficios a la contraparte, pero también para esbozar la posibilidad de ocasionarle perjuicios; toda intimación va seguida de una amenaza: no se concibe la carta documento que apremia a alguien a hacer o no hacer determinada cosa, sin seguirse de la correspondiente consecuencia gravosa).

En las Bases para la reconstrucción nacional (Ed. Lancelot, Bs. As., 2009, p. 63) Raúl Scalabrini Ortiz escribe:

"EL ENEMIGO NOS ACONSEJA DESMANTELAR NUESTRA DEFENSA.

"Schlieffen, el genial estratega alemán cuya lectura y meditación es indispensable a todo hombre de armas, dijo que la guerra es la última de las políticas posibles. El concepto puede parecer paradojal y cruel, por ser excesivamente sintético. La guerra no es un objetivo por sí misma. El objetivo de la guerra es la paz.
Una paz en la que se procura obtener más de los otros con menos de lo propio. Pero éste es también el objetivo del comercio. Y por eso no está alejado de la realidad quien afirmó que el comercio es una guerra incruenta que se conduce a través de la política.

"Mientras sean pueblos individualizados por la política (o sea, Estados), los intereses de los pueblos estarán siempre en oposición los unos con los otros, para asegurar lo que tengan, para prevenirse o para tratar de conquistar posiciones mejores. La técnica de la política no difiere tampoco grandemente, en su esencia, de la técnica de la guerra".

Es ésa también una realidad evidente. Negarla es caer en un irenismo absurdo, en una ingenuidad imperdonable, máxime cuando quien la comete es el que mayor responsabilidad carga sobre sus espaldas: el gobernante que deberá rendir cuentas a su pueblo. Máxime cuando quien la comete obra en la política interna, en las relaciones con sus súbditos y sus hermanos, como si estuviera en la guerra: a todo o nada, valiéndose de cualquier medio, demonizando al adversario interno, transformándolo en enemigo mortal.

Brasil es el país que en la América Latina mejor se ha sabido valer, desde siempre, de la diplomacia. A través de ella, transformó una inminente y segura derrota militar en manos de la Confederación Argentina en el triunfo de Caseros, el desmembramiento territorial definitivo de las provincias del Plata, la libre penetración en el territorio del vecino y el aseguramiento de la hegemonía regional, también definitiva.



En un contexto que proclama para la gilada el one world, one peace, sin amenazas territoriales de ningún tipo, en medio de acuerdos de asistencia recíproca con todos sus vecinos, Brasil decidió mantener su servicio militar y fortalecerlo e incrementarlo progresivamente cada año. Hoy día tiene más de 140.000 hombres preparados y pertrechados, y una creciente fuerza de reserva. Pero no ha cesado allí. EMBRAER es en la actualidad productora no sólo de aviones civiles (líder en el segmento de aeronaves de pasajeros pequeñas-medianas, de 30 a 110 asientos), sino de aviones tácticos, y la radarización ha alcanzado la cobertura de casi todo su inmenso territorio. Nuestro vecino asimismo se encuentra en pleno proceso de adquisición de 36 caza-bombarderos de última tecnología, con transferencia de know-how para obtener capacidad de fabricación propia. Y también ha crecido en su tecnología atómica, impulsando el desarrollo de un submarino con propulsión nuclear. Brasil hace tiempo tiene la mirada puesta en la plataforma submarina y su inminente expansión, y en los posibles encontronazos que pueden producirse entre la soberanía de los Estados y las áreas de explotación exclusiva del subsuelo ubicadas en aguas internacionales.


Brasil confía en su diplomacia, considera a todas las demás naciones del mundo como guiadas por la buena voluntad, pero no desconoce los principios de la diplomacia, ni tampoco la naturaleza de las naciones.

¿Nosotros? Admiramos el talento para el "armado" electoral, la concertación de alianzas, los manejos de caja, la compra de voluntades, el oportunismo, la construcción más o menos ingeniosa del discurso. Nosotros conseguimos victorias fútiles jugando un picado en el patio de casa, llenándole de sangre el morro al compañerito de primer grado, tocando timbre a la hora de la siesta en la casa de la vecina septuagenaria de ciento veinte kilos... ¿Se entiende nuestra insignificancia?

2 comentarios:

Mensajero dijo...

Es indiscutible el lugar protagónico que ocupa Brasil como potencia mundial.
Su liderazgo regional no lo discute ni el mismo Chávez.
En 2014 y en 2016 lo expresarán espectacularmente en el mundial y los juegos olímpicos.
Aún así, todavía se puede caminar con mayor tranquilidad (con excepción de algunas zonas del conurbano bonaerense) de este lado de la frontera, y aunque el narcotráfico crece inexorablemente, todavía no se consolidó como sí lo hizo en las favelas brasileñas.
Por supuesto que somos menos y que tal vez, si ponemos este argumento en perspectiva y lo analizamos en escala, obtengamos resultados similares a los de Brasil.
Pero creo que después de años de decadencia nuestra, opuesta al progreso de nuestros vecinos, aún tenemos condiciones de vida más dignas.
Lejos de decir esto como consuelo, lo propongo como oportunidad.
Ellos empezaron a desandar un camino al que nosotros todavía no llegamos.
Si evitamos seguir avanzando hacia el abismo, por nuestra realidad y nuestro tamaño, deberíamos ser capace de resolver nuestros problemas sociales con mayor facilidad y más rápido.

Occam dijo...

Mensajero: Es claro que Brasil viene hace años, con coherencia y sentido de unidad, en un camino ascendente, mientras que la decadencia argentina parece no tener piso. No creo que haya tanta diferencia ya en eso de caminar por algunas ciudades de Brasil y por algunos lugares del conurbano (¡y de la Capital!).
Yo sólo estoy hablando de diplomacia y de política de defensa, que es una parte natural e imprescindible de la diplomacia.
Mis cordiales saludos.