martes, 5 de agosto de 2008

(2da. Parte) "Por una sociedad de decrecimiento"

Lo sostenible es lo sencillo, lo austero y se contrapone al consumo desenfrenado, al mundo de la moda, al mundo de la publicidad que busca hacernos sentir feos y gordos, para luego poder vendernos productos cosméticos que nos hagan tan atractivos y seductores como la misma publicidad dice que tenemos que ser.
A. Karambolis

Muy a propósito del post precedente, reproduciré a continuación un artículo publicado en Noviembre de 2003 en Le Monde Diplomatique, cuyo autor es Serge Latouche, y en el cual se postula una solución que aparece a la luz de la ideología prevaleciente como "revolucionaria", pero que todos atisbamos, en lo profundo de nosotros, que no se trata de otra cosa que de una apelación a la cordura. Aquí va:


El 14 de febrero de 2002, en Silver Spring, frente a las autoridades estadounidenses de meteorología, George Bush declaraba lo siguiente: El crecimiento es la solución, no es el problema". "El crecimiento es la clave del progreso ecológico, porque provee los recursos que permiten invertir en las tecnologías no contaminantes".


En el fondo esta posición "pro-crecimiento" es igualmente compartida por la izquierda, e incluso por muchos alter-mundialistas que consideran que el crecimiento es también la solución del problema social porque crea empleos y favorece una distribución más equitativa.

Después de algunas décadas de derroche frenético, parece ser que entramos en la zona de las tormentas en sentido literal y figurado… El desorden climático viene acompañado por las guerras del petróleo, a las que seguirán las guerras por el agua, pero también posibles pandemias, desaparición de especies vegetales y animales esenciales a raíz de catástrofes biogenéticas previsibles.

En estas condiciones, la sociedad de crecimiento no es sostenible, ni deseable. Es pues urgente pensar en una sociedad de "decrecimiento" en lo posible serena y amigable.

Cabe definir a la sociedad de crecimiento como una sociedad dominada precisamente por una economía de crecimiento, y que tiende a dejarse absorber en ella. El crecimiento por el crecimiento se convierte así en el objetivo primordial, si no el único de la vida. Semejante sociedad no es sostenible, ya que se topa con los límites de la biosfera. Si tomamos como índice del "peso" ambiental de nuestro modo de vida, "su huella" ecológica en superficie terrestre necesaria, obtenemos resultados insostenibles tanto desde el punto de vista de la equidad en los derechos de absorción de la naturaleza como desde el punto de vista de la capacidad de regeneración de la biosfera. Un ciudadano de Estados Unidos consume en promedio 8,6 hectáreas, un canadiense 7,2, un europeo medio 4,5. Estamos muy lejos de la igualdad planetaria y más aún de un modo de civilización duradero que necesitaría restringirse a 1,4 hectáreas, admitiendo que la población actual se mantuviera estable.


Para conciliar los dos imperativos contradictorios: el crecimiento y el respeto por el medio ambiente, los expertos piensan encontrar la poción mágica en la "ecoeficiencia" pieza central y a decir verdad única base seria del "desarrollo duradero". Se trata de reducir progresivamente el impacto ecológico y la amplitud de la extracción de los recursos naturales para alcanzar un nivel compatible con la capacidad admitida de carga del planeta.

Si nos atenemos a Ivan Illich, la desaparición programada de la sociedad de crecimiento no es necesariamente una mala noticia. "La buena noticia es que, no es necesario evitar los efectos secundarios negativos de algo que en sí mismo sería bueno por lo que tenemos que renunciar a nuestro modo de vida, como si tuviéramos que dirimir entre el placer de un plato exquisito y los riesgos aferentes. No. Sucede que el plato es intrínsecamente malo, y que seríamos mucho más felices si nos alejáremos de él. Vivir de otro modo para vivir mejor".

La sociedad de crecimiento no es deseable al menos por tres razones: genera un aumento de las desigualdades y las injusticias, crea un bienestar ampliamente ilusorio, y a los mismos "ricos" no les asegura una sociedad amigable sino una anti-sociedad enferma de su riqueza.


La elevación del nivel de vida de que creen beneficiarse la mayoría de los ciudadanos del Norte es cada vez más una ilusión. Es cierto que gastan más en términos de bienes y servicios comerciales, pero olvidan deducir de ello la elevación superior de los costes. Ésta toma diversas formas, comerciales y no comerciales: degradación de la calidad de vida, padecida aunque no cuantificada (aire, agua, medio ambiente), gastos de "compensación" y reparación (medicamentos, transportes, entretenimientos) que la vida moderna hace necesarios, elevación de los precios de productos que escasean (agua embotellada, energía, espacios vitales…)… Lo que equivale a decir que el crecimiento es un mito, incluso dentro del imaginario de la economía de bienestar, si no de la sociedad de consumo. Porque lo que crece por un lado decrece más fuertemente por el otro.

Herman Daly estableció un índice sintético, el Genuine Progress Indicator (GPI), que ajusta el Producto Interior Bruto (PIB) según las pérdidas debidas a la contaminación y degradación del medio ambiente. En el caso de los Estados Unidos, a partir de los años setenta el índice de progreso auténtico se estanca o incluso retrocede, mientras que el PIB aumenta. Lo que equivale a decir que, en esas condiciones, el crecimiento es un mito, porque lo que crece por un lado decrece más fuertemente por el otro. Desgraciadamente todo esto no basta para llevarnos a abandonar el bólido que nos conduce directamente a estrellarnos contra la pared y a embarcarnos en la dirección opuesta.

Entendámonos bien. El decrecimiento es una necesidad, no un principio, ni un ideal, ni el objetivo único de una sociedad del post-desarrollo y de otro mundo posible. La consigna del decrecimiento tiene por objeto sobre todo marcar con fuerza el abandono del objetivo insensato del crecimiento por el crecimiento. En particular, el decrecimiento no es el crecimiento negativo, expresión antinómica y absurda que traduce claramente la hegemonía del imaginario del crecimiento. Literalmente eso querría decir "avanzar retrocediendo".

Serge Latouche

Sabemos que la simple desaceleración del crecimiento hunde a nuestras sociedades en la desesperación a causa del desempleo y el abandono de los programas sociales, culturales y ecológicos que aseguran un mínimo de calidad de vida. ¡Podemos imaginar la catástrofe que sería una tasa de crecimiento negativo! Así como no hay nada peor que una sociedad de trabajo sin trabajo, no hay nada peor que una sociedad de crecimiento sin crecimiento.

Una política de decrecimiento podría consistir en primer lugar en reducir o incluso suprimir el peso sobre el medio ambiente de las cargas que no aportan ninguna satisfacción. El cuestionamiento del importante volumen de los desplazados de hombres y mercancías por el planeta con el correspondiente impacto negativo, el no menos importante de la publicidad aturdidora y muchas veces nefasta, así como de la caducidad acelerada de los productos y aparatos desechables sin otra justificación que la de hacer girar cada vez más rápido la mega-máquina infernal, constituyen importantes reservas de decrecimiento en el consumo material. Así entendido, el decrecimiento no significa necesariamente una regresión de bienestar.


Para concebir una sociedad serena de decrecimiento y acceder a ella, hay que salir literalmente de la economía. Esto significa cuestionar la hegemonía de la economía sobre el resto de la vida en la teoría y en la práctica, pero sobre todo dentro de nuestras cabezas. Una condición previa es la feroz reducción del tiempo de trabajo impuesto para asegurar a todos un empleo satisfactorio. Ya en 1981, Jacques Ellul, uno de los primeros pensadores de una sociedad de decrecimiento, fijaba como objetivo para el trabajo no más de dos horas por día. Inspirándonos en la carta "Consumos y estilos de vida propuesta en el Foro de las Organizaciones No Gubernamentales de Río, podemos sintetizar todo esto en un programa de seis "R": Reevaluar, Reestructurar, Redistribuir, Reducir, Reutilizar, Reciclar. Esos seis objetivos interdependientes ponen en marcha un círculo virtuoso de decrecimiento sereno, amigable y sustentable. Podríamos incluso alargar la lista de las "R" con: reeducar, reconvertir, redefinir, remodelar, repensar, etc., y por supuesto relocalizar, pero todas esas "R" están más o menos incluidas en las seis primeras.

Vemos enseguida cuáles son los valores que hay que priorizar y que deberían prevalecer sobre los valores dominantes actuales. El altruismo debería anteponerse al egoísmo, la cooperación a la competencia desenfrenada, el placer del ocio a la obsesión por el trabajo, la importancia de la vida social al consumo ilimitado, el gusto por el trabajo bien hecho a la eficiencia productiva, lo razonable a lo racional, etc. El problema es que los valores actuales son sistémicos. Esto significa que son suscitados y estimulados por el sistema y contribuyen a su vez a fortalecerlo. Por cierto, la elección de una ética personal diferente, como la sencillez voluntaria, puede modificar la tendencia y socavar las bases imaginarias del sistema, pero sin un cuestionamiento radical del mismo, el cambio corre el riesgo de ser limitado.



La limitación drástica de los ataques al medio ambiente y por ende de la producción de valores de cambio incorporados a soportes materiales físicos no implica necesariamente una limitación de la producción de valores de uso a través de productos inmateriales. Al menos en parte, éstos pueden conservar una forma comercial.

Así y todo, si bien el mercado y la ganancia pueden persistir como incitadores, ya no pueden ser los fundamentos del sistema. Podemos concebir medidas progresivas que constituyan etapas, pero es imposible decir si serán aceptadas pasivamente por los "privilegiados" que serían sus víctimas, ni por las actuales víctimas del sistema, que están mental o físicamente drogadas por él. Mientras tanto la inquietante canícula de 2003 en el sudoeste europeo hizo mucho más que todos nuestros argumentos para convencer de la necesidad de orientarse hacia una sociedad de decrecimiento. Así, para realizar la necesaria descolonización del imaginario, podemos contar muy ampliamente en el futuro con la pedagogía de las catástrofes.

19 comentarios:

Anónimo dijo...

Occam:
Muy bueno el artículo.
Claro que nosotros ya tenemos un gobierno ecologista, que castiga al consumo con presion impositiva e inflacion. Asi, mientras el PBI sube, los argentinos (y argentinas, por supuesto) cada vez consumimos menos y vivimos peor.
Salute!

Anónimo dijo...

A la pelotita, Ud cuando se dispara se dispara.
Voy por el complejo vitamínico y sigo leyendo. (se me estan debilitando las neuronas).
Saludos

P/D
Avise como quiere que le haga llegar el Manual de Buenos Aires 1838.
Y le con respecto a "Ese hombre..." busque las referencia en la pag 157 de este link http://www.tdx.cbuc.es/TESIS_UAB/AVAILABLE/TDX-1024105-231137//sij1de2.pdf

Saludos bis

Occam dijo...

No es eso, S.G., lo que ocurre es que encontré este artículo a propósito del post anterior, y no pude resistir la tentación de incluirlo, sobre todo por lo referente al PBI, que sé que es un tema interesante. Por lo demás, la crítica a la sociedad de consumo es consabida, y no guarda mayor originalidad, pero el concepto del "decrecimiento" a travé de un uso más responsable de las cosas está bueno. Es como volver un poco a la ética de nuestros padres y abuelos, de que las cosas deben durar, lejana al usar y tirar moderno. Yo tengo una tele de 2000, que la compré flamante y anda bárbaro. Sin embargo, todos los que la ven me dicen que es vieja.
Cordiales saludos

Occam dijo...

Escabeche: Muchas gracias, y tiene mucha razón.
Cordiales saludos

Occam dijo...

S.G.: Respecto del link que usted me pasó, encontré una historia de los exiliados en Barcelona desde 1976; y en la página 157, alusiones al exilio de Perón, de Cooke, y de un tal "José Antonio", que supongo que es "Jorge Antonio", pero no estoy seguro. Más allá de eso, no sé exactamente a qué se refiere, y disculpe, en todo caso, mi desmemoria.
Cordiales saludos.

Anónimo dijo...

NO. En las referencias, abajo 3er renglón "En l957, los...." El primer nombre que aparece.
Saludos

republica dijo...

Los problemas sociales son siempre problemas culturales, porque tienen que ver con los mundos
que construimos en la convivencia. Por esto, la solución de cualquier problema social siempre
pertenece al dominio de la ética, es decir, al dominio de seriedad en la acción frente a cada circunstancia que parte de aceptar
la legitimidad de todo ser humano, de "todo otro", en sus semejanzas y diferencias.
Es la conducta de los seres humanos, ciegos ante sí mismos y el mundo en la defensa de la negación del otro, lo que ha hecho
del presente humano lo que es. La salida, sin embargo, está siempre a la mano porque,a pesar de nuestra caída, todos sabemos que vivimos el mundo que vivimos, porque socialmente no queremos vivir otro.
La guerra no llega, la hacemos; la miseria no es un accidente histórico, es obra nuestra porque
queremos un mundo con las ventajas antisociales que trae consigo la justificación ideológica de la
competencia en la justificación de la acumulación de riqueza,
mediante la generación de
servidumbre bajo el pretexto de la eficacia productiva; estamos aplastados por el exceso de población porque queremos vivir sin hacernos cargo de que todos los seres humanos tenemos derecho al mismo bienestar biológico y, por lo tanto, social. En fin, estimado Occam, que el individuo humano se realiza en la defensa competitiva de sus intereses porque queremos vivir sin hacernos cargo del hecho que toda individualidad es social, y que sólo se realiza cuando incluye cooperativamente en sus intereses la de otros seres humanos que la sustentan; la armonía social no surge de la búsqueda de lo perfecto a que invitan todas las enajenaciones ideológicas, sino de estar dispuesto a reconocer que
toda negación, accidental o intencional, particular o institucional, del ser humano como lo central del fenómeno social humano, es un error ético que puede ser corregido sólo si se le quiere corregir.
Saludos!

OliverX dijo...

Occam:
Es justo y perfecto.
Un verdad políticamente incorrecta que demandará mucho esfuerzo intelectual para imponerse en este capitalismo voraz.
¿Pudo ver el mapa del índice del biocapacidad?

Occam dijo...

República:
Excelente comentario. Ha dado en la tecla, según mi criterio, en la cuestión primordial, que tiene que ver con una cosmovisión (usted habla de "ética", y está bien) que conduce a la alteridad del individuo frente al mundo, como primer paso para la subjetivación del primero y la objetivación (cosificación) del segundo, a su servicio.
Lamentablemente, ese cambio de paradigma se produce hace demasiado tiempo, con la introducción y generalización del monoteísmo judeocristiano sobre el mundo pagano, que se verifica alrededor del siglo IV de nuestra era. Toda interpretación que parte de las escrituras (sobre todo, del Génesis) conduce a establecer que el mundo fue hecho por Dios para el uso y goce del hombre (o para la tentación, o la mortificación del hombre... pero en definitiva, no es que tiene existencia y justificación propia, sino que existe para el hombre).
En realidad, la primera instancia, la del cristianismo primitivo, condujo a odiar al mundo como entidad demoníaca a la que renunciar en beneficio del cielo. En la segunda instancia, aproximándonos al renacimiento, la interpretación pasa a ser hedonista. Pero en ambos casos queda claro que el principio se vertebra en: antropocentrismo, individualismo (el hombre solo frente a Dios) y alteridad con el mundo terrenal.
Cordiales saludos, y muchas gracias por su comentario.

Occam dijo...

OliverX:
¡Muchas gracias! Y no, la verdad, no pude ver ese mapa, aunque le agradecería mucho si me puede facilitar las coordenadas.
Un abrazo

Mensajero dijo...

Muy bueno Occam.
Hay que desacelerar.
Apurándonos sólo encontraremos más rápido nuestro inevitable destino.
Pero me preocuparían los cambios radicales....cito a al maestro de Kung Fú Panda que seguramente robó la cita de otro lado: uno encuentra su destino en la senda que toma para evitarlo.

Occam dijo...

Muy buena cita, Mensajero, y agradezco su comentario. Yo intuyo que estamos en la fase embrionaria de un cambio de paradigma, como el que se dio con la decadencia y caída del Imperio Romano, o con el Renacimiento, o con la Revolución Industrial. Como estamos en una etapa muy primigenia, aún no se atisba para dónde van a disparar los sucesos, y cuál será el nuevo en ciernes. Pero ciertos indicios críticos ya se insinúan.
Cordiales saludos.

OliverX dijo...

ponga en google indice de biocapacidad, hay varias fuentes.
Puede parecer tendencioso pero, en esencia, intenta graficar la relación recursos naturales explotados vs. demografía.
Abrazo!

piscuiza dijo...

Ufff, a ver si logro articular algo, porque su post dispara demasiadas cosas.
En primer lugar, fiel a mi naturaleza, el "crecimiento geométrico" me parece de inviable e insalubre.
Por otro lado, creo demasiado en la suma de las voluntades individuales, como para no ver con cierta tristeza lo mucho que nos cuesta aprender.
Como en muuuchos otros temas, creo que es fundamental hacer escuela, educar para lo "POR VENIR".
En tanto y en cuanto nosotros no deleguemos nuestra obligación de crear conciencia podemos pensar que tenemos una chance.
Salute y ya me da fiaca felicitarlo otra vez!

Occam dijo...

OliverX: Muchas gracias!

Piscuiza: Lo suyo ya es un apostolado. Un afectuoso saludo, y gracias por su insistencia.

CristinaKirchner dijo...

Muchas gracias por agregar mi enlace. YO Cristina PresidenTA hice lo propio con el suyo en la seccion del blog "los que me la pusieron"

Occam dijo...

Gracias, CFK. Lástima la sección en que me puso. Es una afrenta a mi buen gusto ;-)
Saludos cordiales.

Marcelo dijo...

Hola Occam! Vi una picada y subí. Pero después de la picada, venía el asado al asador, postre, champán y café!
Un buen encuentro y sabrosos tus textos...
Cordiales saludos

Occam dijo...

Gracias, Marcelo. Lo mismo puedo decir de su blog. Un deleite. Continuemos con estas veladas gastronómicas.
Cordiales saludos, y hasta la próxima ronda!