lunes, 18 de agosto de 2008

Hombre-masa: Resignación y autocomplacencia


Este hombre-masa es el hombre previamente vaciado de su propia historia, sin entrañas de pasado y, por lo mismo, dócil a todas las disciplinas llamadas "internacionales". Más que un hombre, es sólo un caparazón de hombre constituido por meros idola fori; carece de un "dentro", de una intimidad suya, inexorable e inalienable, de un yo que no se pueda revocar. De aquí que esté siempre en disponibilidad para fingir ser caulquier cosa. Tiene sólo apetitos, cree que sólo tiene derechos y no cree que tiene obligaciones: es el hombre sin la nobleza que obliga -sine nobilitate-, snob. (Prólogo, III)

En Inglaterra las listas de vecinos indicaban junto a cada nombre el oficio y rango de la persona. Por eso, junto al nombre de los simples burgueses aparecía la abreviatura s.nob., es decir, sin nobleza. Éste es el origen de la palabra snob.


Cuando se habla de "minorías selectas", la habitual bellaquería suele tergiversar el sentido de esta expresión, fingiendo ignorar que el hombre selecto no es el petulante que se cree superior a los demás, sino el que se exige más que los demás, aunque no logre cumplir en su persona esas exigencias superiores. Y es indudable que la división más radical que cabe hacer en la humanidad es esta en dos clases de criaturas: las que se exigen mucho y acumulan sobre sí mismas dificultades y deberes, y las que no se exigen nada especial, sino que para ellas vivir es ser en cada instante lo que ya son, sin esfuerzo de perfección sobre sí mismas, boyas que van a la deriva. (P. 45)


(Sobre esta segunda actitud, véase la sospechosa por insistente, diría machacante, proclama publicitaria que conduce a "ser vos mismo", la apología del "que no cambia", del que siempre permanece igual, como reflejo de coherencia y de autenticidad, pero que en realidad esconde una absoluta necedad: el que no aprende de la experiencia y se modifica en función de perfeccionarse, el que no lucha por hallarse a sí mismo -porque la aspiración final es la primera máxima de la filosofía: "conocerse a sí mismo", y paradójicamente hoy la ideología dominante conspira contra esa finalidad, sustituyéndola con el "conformate con lo que sos"- es un conformista, y por tanto, un mediocre. Nota de Occam).


La división de la sociedad en masas y minorías excelentes no es, por tanto, una división en clases sociales, sino en clases de hombres, y no puede coincidir con la jerarquización en clases superiores e inferiores. En rigor, dentro de cada clase social hay masa y minoría auténtica. Como veremos, es característico del tiempo el predominio, aun en los grupos cuya tradición era selectiva, de la masa y el vulgo. Así, en la vida intelectual, que por su misma esencia requiere y supone la cualificación, se advierte el progresivo triunfo de los seudointelectuales incualificados, incalificables y descalificados por su propia contextura. En cambio, no es raro encontrar hoy entre los obreros, que antes podían valer como el ejemplo más puro de esto que llamamos "masa", almas egregiamente disciplinadas. (P. 46)


Si los individuos que integran la masa se creyesen especialmente dotados, tendríamos no más que un caso de error personal, pero no una subversión sociológica. Lo característico del momento es que el alma vulgar, sabiéndose vulgar, tiene el denuedo de afirmar el derecho de la vulgaridad y lo impone dondequiera. Como se dice en Norteamérica: ser diferente es indecente. La masa arrolla todo lo diferente, egregio, individual, calificado y selecto. Quien no sea como todo el mundo, quien no piense como todo el mundo, corre el riesgo de ser eliminado. (P. 48)


El fin de la historia


Según he dicho, lo esencial para que exista "plenitud de los tiempos" es que un deseo antiguo, el cual venía arrastrándose anheloso y querulante durante siglos, por fin un día queda satisfecho. Y, en efecto, esos tiempos plenos son tiempos satisfechos de sí mismos. Pero ahora caemos en la cuenta que esos siglos tan satisfechos, tan logrados, están muertos por dentro. La auténtica plenitud vital no consiste en la satisfacción, en el logro, en la arribada. Ya decía Cervantes que "el camino es siempre mejor que la posada". Un tiempo que ha satisfecho su deseo, su ideal, es que ya no desea nada más, que se le ha secado la fontana del desear. Es decir, que la famosa plenitud es, en realidad, una conclusión. (Pp. 59-60).


La fe en la cultura moderna era (es) triste: era (es) saber que mañana iba (va) a ser en todo lo esencial igual a hoy, que el progreso consistía (consiste) en avanzar por todos los siempres sobre un camino idéntico al que ya estaba bajo nuestros pies. Un camino así es más bien una prisión que, elástica, se alarga sin libertarnos. (P. 61)


Fragmentos de La rebelión de las masas, José Ortega y Gasset, Planeta-Agostini, Barcelona, 1993.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Occam: Usted ya no descansa ni los feriados. Estuve sin pasar por unos días, y ahora me encuentro con una cantidad impresionante de informacion (muy buena, debo decirlo). La verdad, este lugar se hace una referencia cada vez mas fuerte, por lo menos para mi, que trato de no ser autocomplaciente, y de esforzarme por entender un poco mas este mundo desquiciado.
Felicitaciones por estos ultimos cuatro posts.
Salute!
Escabio + Jauretche = Escabeche

Anónimo dijo...

Eso es algo que siempre me angustia. La idea de que el progreso va en una única dirección. Que los cambios e innovaciones no son sino maquilleje y profundización de un camino que hasta ahora no viene dando demasiado buenos resultados. Parecería que en lugar de parar la pelota y replantearnos el camino elegido, optamos, ante la dificultad, por acelerar los procesos. Como si quisiéramos chocar definitivamente.
Lo felicito por su blog.

Milagros Peña

Occam dijo...

Gracias, Escabeche y Milagros, por sus comentarios. Con este post cierro un ciclo de preocupaciones filosóficas vinculadas con nuestra civilización, que intenta explicar la raíz de algunos fenómenos. Lo retomaré, supongo, más adelante, porque siempre queda tela para cortar.
Otra vez muchas gracias por su atención y su lectura.
Mis cordiales saludos.

Destouches dijo...

Gran selección de extractos, Occam. Su prédica y la de los autores que cita constituye un aporte para derribar de una vez por todas los esquemas economicistas basados en las diferencias de clases, que prescinden completamente de cualquier componente espiritual, es decir, esencialmente humano.

Stella dijo...

Este hombre masa no porta esperanza alguna! Pobre el, y pobres nosotros!


Y perdon por traer el post anterior aca, pero no sabia donde responderte. Es con respecto a Cobos. Creo que su actitud se debe a un claro mensaje "Yo soy bueno, pero no me dejan", se apoya en este mensaje. En definitiva, es político, miente, miente, que algo quedará! Y me da bronca, porque si algo quiero es mantener la fe, pero con esta gente, cuesta mucho

Besos

PD: En la verificacion de la palabra me tocó algo que parece un apellido croata "dosckic" ajaja"

Occam dijo...

Gracias, Destouches y Stella, por pasar y quedarse un ratito.

El hombre-masa es una cuestión espiritual, como bien señala Destouches. Es aquel que se complace con su vulgaridad, con su medianía, se siente confortado formando parte de un entorno predeterminado de seres como él.
Para Ortega el ser superior es meramente el inconformista, el que aspira a superarse. No se trata de una cuestión empírica, sino de una cuestión de actitud. Viene bien recordar esta original -y atinada- categorización ahora que estamos todos insuflados de espíritu olímpico.

Sobre lo de Cobos, sí, es cierto, parece que necesita que lo abracen, quiere darnos ternura, pero ello se opone fuertemente a la necesidad de liderazgo que la sociedad necesita. Que cambie de asesor de imagen. En el fondo, como pasa mucho con los radicales, siempre el discurso, la justificación de la inacción y la inutilidad es y fue: "quise pero no me dejaron". Me resulta patético.

En cuanto a las letras que se exigen para validar el comentario, me gustaría suprimir esa exigencia, pero todavía no encontré cómo.

Mis más cordiales saludos.

Bugman dijo...

Poderoso Ortega, excelente selección y apostillas.

Incapaz como soy de aportar algo interesante al debate, me permito sin embargo indicarle cómo eliminar la molesta "verificación de la palabra".
En su página de administración de Blogger, vaya a "Configuración", luego a "Comentarios" y ahí donde dice "¿Mostrar verificación de la palabra para comentarios?" marque en la casilla que dice "No". Luego hace click en "Guardar Configuración" (botón naranja al final de la página) y ¡voilà!

piscuiza dijo...

Interesante post y quizás buen punto de partida para un debate de insospechadas derivaciones.
En cuanto a su apostilla acerca de los mensajes publicitarios; de más está decir que el mensaje es el que se quiere dar! Sin dudas la idea es cambiar para que nada cambie, que tampoco nos hagamos los loquitos eh. Son pocos los anunciantes que demuestran verdadera "responsabilidad social" en sus campañas y por supuesto que dichas campañas no son las más premiadas (que tampoco se les haga costumbre eso de educar al soberano!).
En cuanto a la autoexigencia, el valor del esfuerzo y demás, prefiero no emitir opinión porque bastante trabajo tiene mi terapeuta para convencerme de los beneficios de esforzarme un poco menos y de ser más autocomplaciente y no va que viene ud y me dice que siga.
Salute

Occam dijo...

Muchas gracias, Bugman. He seguido sus gentiles instrucciones al pie de la letra, para beneficio de todos. Un placer tenerlo por acá.
Un abrazo.

Piscuiza: Muy bueno su comentario. Pero no se lo tome así. Lo único que intento es que se sienta mejor consigo misma (que es una forma de conformarse, después de todo).
Mi más cordial saludo.